Esta exposición se compone de una treintena de imágenes tomadas en distintos destinos de América Latina durante los años 2013-2016. Hay personas que viven toda su existencia sin salir nunca de su pueblo, de su ciudad, de su país... Otras, por el contrario, invierten todo su esfuerzo y capital en viajar y recorrer todas las esquinas del mundo. Resulta sorprendente percibir ese impulso primordial de viajar, ostensible al considerar cómo el ser humano ha logrado instalarse en las localizaciones de climas más radicales o en las islas más inaccesibles, rodeadas por kilómetros de soledad.
La curiosidad es lo que nos mueve y nos motiva; es la razón que nos infunde el impulso detonante para alcanzar aquellos lugares que no soportamos no conocer. Entonces, una vez allí, en ese espacio ansiado y codiciado, quizás nos conocemos por fin a nosotros mismos con ojos nuevos.
Para un fotógrafo es esta su ley y su constitución. El fotógrafo indaga en un inédito camino donde sondear más y más paisajes ignotos, arquitecturas desconocidas, gentes singulares.
Un itinerario sin rumbo, un itinerario donde las fotografías son huellas de lo intangible, los rescoldos de un instante de tiempo olvidado. El corazón se inflama al rememorar el viaje, y nada mejor para la memoria que el instrumento de la fotografía. A través de ella volvemos una y otra vez a recuperar el recuerdo, y el recuerdo es aquí la exposición a puertas abiertas de lo que una vez vieron nuestros ojos.
Sta. Ana de los Ríos de Cuenca