Fernando Lafuente
Licenciado en Ciencias Económicas
El presente volumen ha de considerarse como un modesto y reducido aporte de historia económica mundial, dedicado a potenciar nuestra sabiduría general y, en especial, profundizar la comprensión de las tantas opiniones o teorías existentes de nuestros clásicos universales o académicos a nivel de los materiales de estudios para los centros universitarios y secundarios u otros efectos disponibles. Mientras que en su obra maestra „ La riqueza de las naciones “ (1776) el economista escocés, Adam Smith, aclara que el hombre tiene un „ empeño al cambio desde su nacimiento “ ─ lo que por ende dicha necesidad natal o deseo natural <de hacer negocios> se convierte en el nervio vital de muchas sociedades desde la antigüedad ─, otros clásicos como David Ricardo y Karl Marx justifican a continuación en sus diversas teorías los dos valores pertinentes a la mercancía: el de uso y el de cambio, cuya homogeneidad plasma la calidad mercantil, y en ella el de cambio es la auténtica forma del valor. En una de sus obras fundamentales 1 , Marx precisa al caso: „ La diferencia entre valor de cambio y precio sólo aparece, por una parte, como un distingo nomimal, tal como dice Adam Smith que el trabajo es el precio real de las mercancías, mientras que el dinero es su precio nominal “, lo que le lleva a definir el precio como „ denominación dineraria del trabajo objetivado de la mercancía.“ Para A. Smith, el dinero tuvo la función de ser un instrumento comercial y servir como medida de los valores; la sociedad misma es la culpable en creer de que el dinero sea lo máximo de su felicidad y que sólo la abundancia de oro, plata y piedras preciosas significa el paraíso terrestre y la riqueza de un país. Así pues, la moneda se reduce a un homónimo de la pieza de oro y se convierte en un simple signo de valor que se deriva del oro como patrón de medida del valor y del dinero como medio de circulación.