Daniel Hernández Hernández
Víctor H. Palacio Muñoz
Comenzar el análisis de los mercados del suelo obliga a acudir al origen de los mismos: la tierra y, particularmente, la tierra agrícola. Es en ella donde se en- cuentra la base para la comprensión de la movilidad de los mercados rurales y urbanos de tierra.
La posesión de la tierra es un elemento que se considera importante para la reproducción de las familias rurales en el campo y para las familias urbanas en la ciudad; y, sin duda, para la reproducción del capital en ambos ámbitos. Podría decirse que sin tierra no hubiera sido posible el desarrollo del capitalismo desde su surgimiento hasta como se le conoce en la actualidad.
Por ello, se afirma que, a pesar de la urbanización, se mantiene la identidad rural y/o periurbana de las clases y estratos sociales que allí habitan, las cuales optimizan las diferentes actividades económicas y el valor del suelo con lo que se conforma una renta.
Este proceso ha sido de tal envergadura que organismos internacionales, como el Banco Mundial (BM), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Lincoln Institute of Land Policy, en- tre otros, se han preocupado por estudiar sistemáticamente la problemática del campo y la ciudad.