José Patricio Pérez Rufí
Coordinador
Los años 2014 y 2015 han marcado un cambio de rumbo importante en el estado de las industrias audiovisuales en España. Cuando todavía sufrimos las duras consecuencias de la crisis económica y la luz al final del túnel se adivina más que se visualiza, el conjunto de empresas españolas dedicadas a la comunicación audiovisual experimenta una serie de cambios en lo que podría intuirse, antes que certificarse, como un cambio en las tendencias de consumo por parte de los ciudadanos.
Por una parte, la digitalización de todos los medios es plena y los españoles han abrazado con entusiasmo las posibilidades permitidas muy especialmente por las pantallas móviles y por la distribución de contenidos a través de tecnología 3G y, finalmente, 4G. Aunque el acceso a Internet y el visionado de productos audiovisuales online no son aún democráticos en España, el consumo de dichos contenidos de forma online se han consolidado, sobre todo en el sector más juvenil. Las últimas actuaciones en materia de piratería a través de Internet empieza igualmente a mostrar sus primeros resultados, para desesperación de los más entusiastas del consumo cultural al margen de la industria y para alegría de ésta, que empieza a contemplar con seriedad la posibilidad de negocio y las posibilidades comerciales que la propia Red antes parecía negarles a causa de la misma piratería.