VIII. Rasgos de la vida cotidiana en el campus Ciudad Universitaria
8.1 El Transporte
El transporte público y privado en las ciudades contemporáneas es el medio conector entre los distintos fragmentos del hábitat, con horarios y recorridos este medio, potencia y constriñen el quehacer cotidiano, sobre todo de quienes habitan en los linderos de la periurbanización (Kralich 2011).
Según datos del Plan Estratégico los estudiantes en Ciudad Juárez utilizan para sus traslados: 65.3% automóvil, 20.8 % trasporte público y 13.9% se traslada de su domicilio al centro de estudios a pie o en bicicleta. Estos datos corresponden a toda la localidad, sin embargo en cada polígono urbano existen patrones distintivos de medios, tiempos y distancias. Un caso peculiar de movilidad urbana lo constituye el traslado hasta la ultraperiférica “Ciudad del Conocimiento”, hasta donde concurren desde todos los puntos y sectores de la ciudad y de los poblados del Valle de Juárez, los estudiantes de la UACJ que tuvieron la fortuna de ser adscritos al campus Ciudad Universitaria (CU). Ellos destinan 3 horas diarias en recorrer entre 20 y 40 kilómetros del trayecto de ida y la misma distancia de regreso.
El trayecto incluye los 18 kilómetros localizados fuera de la mancha urbana a los que ya me he referido. La lejanía no permite los traslados pie o en bicicleta, y la combinación de distancia, costo del combustible y riesgos en el trayecto han propiciado que la proporción de traslados en automóviles particulares sea notablemente menor al promedio de la zona urbana. El video en youtube “Ciudad del conocimiento que lejos estas!!” ilustra el desolado trayecto. En esas condiciones los estudiantes prefieren aprovechar el transporte institucional y combinan trayectos a pie, en automóvil o en transporte público en la zona urbana para concurrir a los puntos específicos de partida y retorno de las unidades de transporte universitario que los traslada a Ciudad universitaria en forma directa, gratuita y con relativa seguridad.
Junto a los edificios de diseño modernista, otro componente vivencial emblemático e identitario para la comunidad de Ciudad Universitaria es el “indio-bus”, porque la operación de este sistema de transporte condiciona una parte significativa de sus actuaciones, interacciones, autonomía, seguridad y economía.
El Indio-bus es un peculiar sistema de transporte universitario creado en palabras del Rector Sánchez Carlos (2010-2012) para “acortar la distancia”. Este programa de atención a los estudiantes a través de un transporte subvencionado, aunque no acorta las distancias, si reduce el tiempo, los costos para los estudiantes y sus familias a la vez, que mejora el acceso relativamente seguro de la comunidad universitaria al campus CU. El indio-bus es un transporte institucional, que parte y regresa desde distintos puntos de la ciudad, hasta el campus CU sin paradas intermedias, pero no un servicio público El pasaje se integra exclusivamente con miembros de la comunidad universitaria que cuentan con un carnet de identificación como usuarios de este medio., Y aunque la mayoría son estudiantes, también los profesores y personal administrativo que lo aborden están obligados a mostrarlo.
El programa de apoyo al traslado de estudiantes embona claramente con las políticas de proximidad y de equidad en el acceso a la educación superior que poco a poco se van naturalizando en México. Sin este servicio, los trayectos, tiempos, riesgos y elevados costos de traslado terminarían por desalentar o hacer más penosa la concurrencia hasta CU del estudiantado proveniente de los sectores sociales menos favorecidos y aun para las clases medias; como penoso y difícil ha resultado también para una parte importante del profesorado y del personal administrativo.
La creación de este servicio fue la respuesta institucional a la evidente lejanía, fue el reconocimiento de que el acceso y traslado -al momento de iniciar operaciones CU- era poco menos que imposible, ya que el equipamiento urbano y las vialidades se encontraban inconclusas y no existía recorrido alguno del transporte público que llegara hasta esa remota localización. El sistema inició en forma osada en 2010 como un programa temporal de apoyo a la comunidad de CU, cuya vigencia se mantendría en tanto las condiciones de urbanización y de desarrollo del transporte público hicieran viable el traslado de la comunidad universitaria. El servicio indio-bus se destinó a los cerca de 500 estudiantes “pioneros” en el poblamiento de ciudad Universitaria que de acuerdo con el programa educativo al que se encontraran inscritos concurrían solo dos días a la semana en horario de clases corrido de 8 a 16 horas, (Unas carreras asistían lunes y miércoles y las otras martes y jueves) con lo que los traslados se limitaban a dos momentos: el matutino que partía de la ciudad a las 7 horas y el vespertino que partía de CU a las 16 horas. La Flotilla se integró con algunas unidades del parque vehicular de la propia universidad que ostentan los colores universitarios y el nombre de Indio-bus. A ella se sumaron autobuses de transporte concesionado para otorgar el servicio privado de “transporte de personal” que coadyuvaron en cubrir los horarios y trayectos establecidos. A fuerza de costumbre a todas las unidades participantes, sin distingo alguno se les denomina indio-bus.
Los cálculos iniciales, que consideraban que una cantidad importante de estudiantes realizaría los recorridos interurbanos (Ciudad Juárez-Ciudad del Conocimiento) en su propio automóvil se vinieron abajo, incluso algunos estudiantes y profesores que cuentan con automóvil ante los costos, riesgos y descomposturas prefirieron dejar el auto en casa y utilizar el indio-bus, también algunos padres sobreprotectores terminaron por cansarse de venir a dejar a sus hijas o hijos y tener luego que regresar por ellos. El éxito –no sin algunas resistencias, y críticas- del programa indio-bus se asumió de buena gana por la comunidad universitaria, que vio en él un servicio, un apoyo institucional. Para los estudiantes de CU el indio-bus no es una graciosa concesión; sino un derecho ganado por participar en la aventura de concurrir a una universidad remota, fracturada del entorno urbano. Para los padres de familia el indio-bus significa el alivio de saber que la Universidad ha dispuesto un transporte: exclusivo, directo y “seguro” porque la desolada lejanía, el ambiente de inseguridad imperante en la ciudad y el uso de transporte público (con todo tipo de gente) representaban riesgos permanentes para sus hijas e hijos. Pero también lo agradecen porque los liberaba de los costos y de los tiempos de traslado.
A pesar de las ventajas del transporte institucional; la distancia y la pérdida de autonomía se mantienen como claros inconvenientes por el consumo de recursos y de tiempo, pero también porque juntos constituyen un potente estresor que impacta en la emotividad de estudiantes y profesores, particularmente cuando sufren algún retraso o deben realizar otras actividades (trabajo, prácticas, y atención a hijos menores) en fragmentos distintos del hábitat citadino.
Para el segundo semestre de actividades en CU (enero-junio 2011) el servicio del indio-bus beneficiaba a 1,200 miembros de esa comunidad y el costo con cargo a la institución se multiplicó con el incremento de usuarios y porque se ampliaron los horarios de clase y con ello el número de traslados, estableciendo horarios intermedios. Para septiembre del 2011, en el tercer semestre de actividades se requería diariamente de 74 unidades para realizar los traslados y un poco menos los viernes. Para ese momento el servicio se había institucionalizado y formaba parte del imaginario y la cotidianidad de la mayor parte de los pobladores de CU.
Los estudiantes pioneros recuerdan y comparte con los nuevos universitarios: la vez que se atascaron los camiones en la brecha, las descomposturas; el atropello de una vaca y los días en que un grupo de niños y muchachos lapidaron sin motivo aparente los camiones del Indio-bus. Menor importancia se le otorga en el anecdotario la inasistencia a clases de más de 800 estudiantes el día 20 de septiembre de 2011 cuando incumplieron con el servicio 19 unidades concesionarias. Se trató de una ausencia superior al 25% si se considera que en ese periodo escolar el indio-bus era utilizado para ir y volver a la ciudad por cerca de 3,000 estudiantes que ya lo consideraban imprescindible. A pesar del aprecio que manifiestan los estudiantes por este medio institucional de transporte, ello no ha evitado quejas sobre la forma de manejo de los choferes, la falta de carteles en los camiones para identificar el destino de cada unidad y la carencia de paraderos sombreados al interior del campus universitario en donde esperar la llegada del transporte.
La apertura el 10 de septiembre de 2012 de una línea del transporte público denominada “ruta universitaria” con 32 unidades, puso en alerta a los estudiantes de CU que temían que fuera el inicio de algún plan de las autoridades universitarias para desmantelar o restringir el servicio del indio-bus, de su indio-bus. La nueva ruta de transporte urbano, realiza un recorrido desde el monumento a Emiliano Zapata al poniente de la ciudad, transitando por grandes avenidas hasta llegar a CU en sur oriente, recorriendo 40 kilómetros en aproximadamente una hora con cuarenta y cinco minutos, lo que la convierte (en voz de la Dirección de transporte de la ciudad) en una línea exprés a pesar de que puede realizar hasta 40 paradas pues existe señalamientos cada 1,000 metros. Para alivio de los estudiantes, los dos servicios: el indio-bus institucional y la línea de transporte público “ruta universitaria” operan en forma simultánea, lo que brinda mayores alternativas a los estudiantes para concurrir o retirarse del campus universitario en el momento en que lo consideren oportuno. La ruta denominada universitaria por tratarse de transporte público sirve a la población en general que desea recorrer alguna parte del trayecto que cubre la ruta, pero claramente beneficia en su último tramo a los estudiantes de las instituciones educativas radicadas en la ciudad del conocimiento (UACJ, ITCJ II, CECyTECH y desde septiembre del 2013 al Colegio de Bachilleres) ya que pagan 3 pesos por trayecto. Esta ruta ha resultado invaluable para los moradores de algunas aisladas unidades habitacionales del sur oriente de la ciudad, que debido a lejanía y baja densidad poblacional recibían atención solo de la ruta 1A y que veían pasar -con desencanto- una tras otra las unidades del indio-bus a las que no tienen acceso. Estos pasajeros de la ruta universitaria a diferencia de los estudiantes deben cubrir la tarifa completa de 6 pesos.
Para el periodo agosto-diciembre del 2013 la población de CU rondaba las 5,000 personas, el incremento de usuarios y de horarios intermedios demandados para el traslado mostró que la distribución de unidades del Indio-bus para cada recorrido había dejado de ser funcional.
Siempre hay tres autobuses, yo me subo en el de en medio, porque el primero sale unos quince minutos antes, siempre lleva asientos vacíos -y para que quiere uno llegar a las siete y media-, mejor me duermo un rato, me gusta más el autobús de en medio porque sale en cuanto se llena. Pero esta semana un día llegue más tarde y solo quedaba el último indio-bus, estaba tan lleno que el chofer tuvo que llamar por radio para que enviaran otro. No cabíamos por más que nos apretamos. K.P
Me gusta el indiobus, yo cuando encuentro asiento leo y cuando no pues solo me agarro bien, es todo lo que se puede hacer. Cuando salgo a las seis el indio va demasiado lleno, nos acomodamos hasta tres por asiento y otros parados, yo tomé unas fotos y las subí a faceboock queríamos pedir que pusieran más camiones, pero mejor no…, el ambiente siempre cambia a veces, van muchas personas hablando. Pero cuando es el fin del semestre se nota mucho, que ya todos están hartos, se van durmiendo, todos cansados por las desveladas…, lo peor del indiobus, para mi han sido los predicadores, son chavos de la uni pero quieren que uno escuche sus mensajes y no se vale, es una mala manera de llegarle a la gente, de eso si nos quejamos en COBE. C.C
Las unidades de tres concesionarios y las propias de la universidad realizaban en agosto de 2013,805 recorridos del Indio-bus por semana para toda la comunidad de CU, más cuatro viajes exclusivamente para el profesorado (ida 7:00,13:00 y regreso 14:00 y 20:00) aunque debe señalarse que el autobús destinado al profesorado es más pequeño y mejor equipado (aire acondicionado y asientos reclinables) pero comparten con los estudiantes la práctica de utilizar el trayecto para dormitar.
Los estudiantes hicieron sentir su inconformidad y expresaron sus demandas por disponer del servicio del transporte universitario en horarios intermedios desde algunos puntos de la ciudad. Señalaban también las condiciones de hacinamiento en las que tienen que viajar, particular en los horarios de fin de turno, porque una cantidad importante de estudiantes deben viajar de pie o sentados en el piso, en condiciones de riesgo durante la hora que dura el trayecto.
Durante los tres primeros semestres de operación académica de CU los horarios y días de clase y los horarios de partida del transporte institucional condicionan las actuaciones y espera de los estudiantes, por ello se establecieron actividades culturales y de recreación como el Cine club; pero con el avance de los programas y la dispersión de los estudiantes en distintos horarios, fue evidente que la distancia y el aislamiento también condicionaban algunas actividades académicas, la prestación del servicio social, las posibilidades de trabajar y el cumplimiento de las prácticas profesionales.
Un par de casos singulares ilustra la forma en que factores como: distancia y tiempos de traslado constriñen la vida de los estudiantes.
María es una estudiante madre de familia que labora en una institución educativa de la cual sale entre dos treinta y tres de la tarde, se traslada a su hogar para preparar los alimentos para sus dos hijos y luego toma el indio-bus llegando al campus a las cinco cuarenta. Toma una clase de seis a ocho de la tarde lunes y miércoles y otra en el mismo horario martes y jueves.
Así no voy a terminar nunca y como solo llevo dos materias, soy de las últimas en escoger horario. Si estuviera en ICSA podría llevar cuatro o cinco materias porque haya las clases duran hasta las nueve o diez de la noche.
Cristóbal estudia Trabajo social y ya iniciaron -en ese programa educativo- las prácticas, él viaja en el indio-bus y toma clases de 8 a 12 horas, para luego trasladarse a su lugar de prácticas y regresar a CU a una clase en horario de 6 a 8 de la tarde para cumplir con la carga académica requerida para conservar la beca ProNaBES.
La verdad es que ya no puedo, termino agotado. Hay días que no me da tiempo ni para comer, salgo a las seis de la mañana y regreso a las diez de la noche, ya me ha pasado varios veces que no alcanzó a llegar a la última clase. Si la repruebo por faltas me friego: pierdo la beca, el promedio y el turno de escoger materias… CH.
En el inicio de actividades académicas en CU parecía no haber problema con el aislamiento y transporte, en realidad el problema no era visible porque eran condiciones compartidas por la comunidad entera (estudiantes y personal administrativo, de apoyo y de intendencia) ya que todos los miembros de la comunidad ingresaban y salían a la misma hora. Luego con el incremento de la población, se crearon los turnos matutino y vespertino para estudiantes, administrativos e intendentes. Solo el personal directivo, jefe de la división, enlaces y coordinador académico conservaron el horario de 8 a 16 horas. En la actividad académica los horarios de clase, de ingreso y salida de los estudiantes y profesores se diversificaron. También lo hizo el servicio del indio-bus que ofrecía regresos en horas pares entre las 10 y las 20 horas con lo cual se recuperó parte de la autonomía de ir y venir en distintos momentos.
En los primeros dos años el profesorado recibía la petición reiterada de los estudiantes e incluso de los responsables de las áreas de préstamo de equipo de cómputo y del personal de la biblioteca de concluir la última clase (18 a 20horas) en forma anticipada con el fin de que ellos pudieran alcanzar el indio-bus. Esa petición se ha convertido en la práctica aceptada y tolerada (o inadvertida por las autoridades del campus que suelen retirarse a las 16 horas.) de hacer más breve la última sesión del día. Pero se tornado también en exigencia de los estudiantes por concluir la clase aún más temprano, porque ya no se trata solo de alcanzar el Indio-bus, sino de encontrar algún asiento durante el viaje de regreso.
Las prácticas de ocupación de espacios y puestos en las comunidades igualitarias muestran que la estrategia preferente de los estudiantes universitarios para ocupar o recuperar un territorio es la asistencia temprana y la reserva o apartado del espacio colocando efectos personales. Tal y como lo documentan los estudios de Gilda Haber (1980) citados por Holaham 1999.
Profe es que no se vale, estar aquí todo el día y luego ir parado una hora (sin albur) es muy cansado, y yo del Sendero, tengo que agarrar todavía otra ruta. H.K
La solicitud se vuelve recurrente insistencia en la última sesión de clase
Déjenos salir, no vamos a encontrar lugar y es muy duro irse sentada en el suelo todo el camino, saltando en los baches y topes. G y T, ets.
Lo lamento, pero no puedo hacer la clase del tamañito que ustedes quieren. Si no son ustedes serán otros estudiantes los que tendrán que irse de pie o en el suelo. Lo que deben hacer es solicitar que les pongan más camiones en ese horario PI.
Así termina una solicitud que tensa las relaciones al interior del aula y que bien podría modificar el clima afectivo y el ambiente de las interacciones durante el resto del curso. La afectividad se torna central cuando ocupa el espacio social destinado al encuentro académico, enfrentando al estudiantado que se siente incomprendido con el profesor que percibe la presión, la desaprobación del grupo y hasta el desafío de algunos estudiantes que furtivamente abandonaran el aula.
En una de las prácticas igualitarias el profesorado siempre ha podido utilizar como miembro de la comunidad universitaria el indio-bus en los horarios y desde los puntos de salida establecidos. Aunque cada semestre el Profesor AMD le solicitaba a las autoridades que desde la antigua Rectoría (donde se puede dejar el automóvil particular) saliese un transporte para profesores que los condujese de ida y vuelta a CU su solicitud durante dos años fue ignorada. El argumento esgrimido por el profesor era que el costo del combustible, los riesgos del trayecto y el deterioro de los vehículos hacia poco redituable impartir clases en el campus de CU. Finalmente en agosto de 2013 con el incremento de profesores de asignatura y de medio tiempo esta solicitud fue finalmente atendida. Se destinó una unidad pequeña y confortable para que recogiera y regresara a los profesores desde cuatro puntos designados: ICSA, antigua rectoría, ICB y IIT-IADA). Este nuevo servicio fue agradecido por el profesorado, sin embargo los horarios del servicio de transporte obligan a los profesores -sin importar el tipo de contratación- a destinar un turno completo, es decir debe permanecer en el campus 6 horas, ya sea de las 8:00 a las 14:00 O de las 14:00 a 20:00 horas, que adicionando las dos horas ocupadas en los traslados, completan la jornada completa de 8 horas.
De regreso cuando suben [los profesores] van platicando, pero de repente ya no se oye nada, veo a unos con audífonos y creo que irán oyendo música, pero la verdad parece que todos van durmiendo. Ch. I. P
Para estudiantes y profesores que se trasladan en sus automóviles particulares el costo del combustible, el cansancio y los riesgos del trayecto son el precio que hay que pagar por conservar la autonomía de ir y venir el momento que se considere oportuno.
Yo siempre venía en mi automóvil, pero de regreso ya iba muy cansado y eso siempre es peligroso, también está lo de la gasolina. Así que decidí probar el autobús de los profesores y si me gusto. Ahora dejo el carro en ICSA y me vengo leyendo o descansando en el autobús, claro que tengo que esperar dos horas para el regreso, pero ese tiempo lo aprovecho aquí y ya en el regreso puedo descansar, me ahorro la gasolina y sobre todo no corro riesgos… Em Mtc
Aunque tenía carro siempre fue un problema estar en CU, primero porque es mucho tiempo perdido en ir y venir, y lo cara que está la gasolina, luego tengo dos niños pequeños y a veces no me los pueden cuidar y me los traía para la guardería, pero fue un fracaso: tenía que levantarlos muy temprano, sacarlos con el frío y me salía muy caro tenerlos a los dos. Para colmo me chocaron saliendo de CU, el carro quedo con daños totales, a mí no me pasó nada pero mis dos compañeras tuvieron que andar más de un mes con un collar ortopédico. Me chocó un profesor,- que se supone son más responsables- y como el seguro se tarda en pagar me quede sin carro. Para mí, haber quedado en CU es lo peor que me pudo pasar. Algunos dicen que si les gusta ir a CU pero yo la aborrezco. FAB.