El conocer las diferentes etapas por las que atraviesa el niño en la edad escolar, así como los diversos factores que influyen en el desarrollo del mismo, ya sean ambientales, familiares, genéticos, sociales etc., nos ayuda a entender hasta cierto punto el porqué de determinados comportamientos en nuestros alumnos. La edad escolar con sus diferentes etapas, es el período que le antecede a la etapa de la adolescencia y nuestra práctica docente está directamente en relación con adolescentes. (Domínguez, 2003, p.5).
Período comprendido entre los 6 y 11 ó 12 años de edad aproximadamente, cuyo evento central es el ingreso a la escuela. A esta edad el niño cambia el ambiente cotidiano, dejando fuera a las personas que forman parte de su familia y de su mundo hasta entonces. Con su ingreso a la escuela el niño amplía más su contacto con la sociedad, y se inserta en el estudio, que a partir de ese momento se establece como actividad fundamental de la etapa. El niño se enfrenta a un ambiente nuevo, donde debe aprender de sus profesores y lograr la aceptación de un grupo. Es precisamente en la escuela donde aprenderá y adquirirá las herramientas que le ayudarán a desenvolverse en el mundo adulto. (Guerra, 2007, p.4).
Otro concepto de edad escolar es el que brinda Pregos (2005) en marcar a esta edad entre los seis y doce años de edad relativamente. Cuestiones de relevancia entrelazan esta etapa de la vida infantil, se trata del puente que permitirá transitar al niño, para arribar el período prepuberal; por consiguiente, se extiende desde los seis hasta los doce de vida, aunque hay diferencias notorias entre hembras y varones; para las primeras, la etapa concluye a los 10 años, mientras que para el varón alcanza hasta los 12 años.
El desempeño del niño en la escuela se puede ver afectado en función de si se han o no logrado las tareas del desarrollo de las etapas anteriores.
El ingreso del niño en la escuela significa un cambio trascendental en su vida. El escolar se enfrenta a un conjunto de nuevas exigencias; por una parte la actividad de estudio (a diferencia del juego) posee carácter obligatorio y planificado; por otra parte su desempeño lo coloca en una nueva posición social que genera determinadas características en su sistema de relación con adultos y coetáneos.
Para que el niño enfrente adecuadamente estas exigencias resulta importante la preparación que posea al arribar al medio escolar. Esta preparación está dada por un conjunto de premisas anatomofisiológicas y psicológicas que son resultado del desarrollo de la personalidad en la etapa preescolar. (Domínguez, 2003, p.225).
Lo anterior no significa que al ingresar el niño en la escuela deba poseer las características típicas de un escolar, ya que éstas surgen y se consolidan durante todo el período escolar, atendiendo a la “nueva situación social del desarrollo”. (Domínguez, 2003, p.226).
Como logros fundamentales del desarrollo de la personalidad en esta etapa, podemos mencionar el surgimiento del pensamiento conceptual, el carácter consciente y voluntario de los procesos psíquicos, así como el surgimiento de intereses vinculados al conocimiento científico de los objetos y fenómenos de la realidad. La mayor estabilidad de la esfera motivacional y el surgimiento de cualidades morales permiten al escolar un mayor control de su comportamiento. Así mismo, comienzan a participar en la regulación de la conducta formaciones psicológicas complejas tales como los ideales y la autovaloración. En esta etapa la forma en que se estructura la enseñanza en la escuela va a influir de manera determinante en el desarrollo de la personalidad del escolar, resultando también fundamental el tipo de comunicación que el niño establece con el maestro, sus coetáneos y en su medio familiar. Este período de grandes potencialidades para el desarrollo psíquico debe ser aprovechado por todos los factores que intervienen en la educación del niño, preparando el tránsito a la adolescencia, con su nueva situación social del desarrollo. (Domínguez, 2003, p.226).
Tomando en cuenta lo anteriormente expuesto la autora reflexiona que la características estarán más desarrolladas a medida que la familia como agente mediador haya preparado al niño en el fortalecimiento de habilidades previas que este necesita para su adaptación al mundo escolar ya que su actividad fundamental en esta etapa ya sería el estudio.
El sistema de comunicación con quienes le rodean coloca al escolar en una nueva “posición social”, dada no sólo por su “posición objetiva”, sino por el conjunto de exigencias que se derivan de ésta y la trasciende. En la escuela aparece una nueva figura cuyas opiniones serán determinantes para el niño en los primeros grados escolares. El maestro constituye una autoridad sagrada hasta aproximadamente el 4to grado y sus criterios influirán de forma decisiva en el desarrollo de la autovaloración del niño, y su aceptación o rechazo, en su bienestar emocional. (Domínguez, 2003, p.204-205).
Este grupo presenta diferentes características peculiares, tales como:
Por su parte la familia exige al escolar el cumplimiento de sus responsabilidades. La actitud que asuman los padres ante la ejecutoria del niño en la escuela contribuirá a reforzar o restar sus intereses por la actividad escolar.
En este sentido se ha constatado que muchos problemas de aprendizaje y/o conducta en los escolares se asocian a situaciones familiares inadecuadas (conflictos, carencia afectiva del niño, etc.).
El carácter de la comunicación que establece el niño con sus coetáneos, padres y maestros, se convierte en fuente de profundas vivencias, de valoración de su conducta y de bienestar emocional, por cuanto aún la regulación del comportamiento no posee una determinación esencialmente interna. (Domínguez, 2003, p.205).
Para lograr una mejor comprensión de la estructura y dinámica del desarrollo
psicológico infantil, Vygotski nos propone la categoría “Situación Social del
Desarrollo”, que como posteriormente analizaremos, fue retomada en los trabajos de otros autores soviéticos y, muy especialmente, en la obra de L. I. Bozhovich y sus colaboradores. Al respecto Vygotski señala (1984, pp. 13-14, el subrayado es nuestro L. D.):
Frecuentemente se ha relacionado un alto consumo televisivo con actitudes violentas ,sobre todo en los niños de la edad escolar y también en los adolescentes debido a las horas que los niños hoy en día pasan frente a la televisión y lo que se supone que genera confusión entre ficción y realidad al llegar el momento en el que el niño ya no es capaz de distinguir entre las situaciones que se le presentaron en la televisión y su realidad diaria así como también llevar una pasividad y falta de imaginación en el sujeto que lleva frecuentemente a la falta de interacción social al tener un efecto directo sobre los procesos cognitivos y sociales del individuo Sin embargo, estudios actuales no ven a los niños y jóvenes como "individuos pasivos sino como mentes que entienden, seleccionan y utilizan cualquier información proveniente de su contexto y que, por algún motivo, consideran relevante… - y negocian sus significados de acuerdo a su edad, habilidad e influencias socializadoras" (Albero, 2003, p. 7). Básicamente ellos seleccionan aquellos contenidos televisivos que los motivan y que, por ende, los pueden relacionar con su mundo real. Es sobre todo en la etapa escolar cuando los niños distinguen la diferencia entre la realidad y la fantasía. Más que una conducta pasiva y más una falta de imaginación se ha observado que la televisión, bien manejada, promueve la creatividad.