Desde el surgimiento mismo de la humanidad las personas con discapacidades han sido objeto de discriminación, segregación e incluso prácticas eugenésicas, han sido considerados desde demonios hasta dioses, lo cierto es que las variaciones de cualquier tipo siempre nos han parecido una amenaza, lo diferente nos incomoda, Los discapacitados mentales, como todos los afectados por algún tipo de discapacidad, han estado expuestos más que ningún otro grupo humano, a las corrientes filosóficas, a las consecuencias sociopolíticas y a los modelos antropológicos reinantes en cada momento histórico1 .
Como ya se ha dicho no es hasta los inicios del siglo XIX que la discapacidad mental se toma en cuenta como un problema científico y social, en los últimos años la protección al discapacitado ha centrado la atención de médicos, pedagogos y juristas que se dedican al estudio de aquellos individuos que son distintos y promueven la reinserción de los deficientes mentales a través de ensayos terapéuticos y pedagógicos.
La Bioética como rama interdisciplinaria, ha venido a crear un espacio de reflexión y discusión alrededor del tratamiento médico, psicopedagógico y jurídico de los discapacitados mentales así como el ejercicio de su derechos. Esta rama del saber humano como proceso educativo está destinada a formar valores morales universales y pretende erigirse, como planteó Potter 2, como un puente hacia el fututo que enlazará el más avanzado conocimiento biológico con la más comprometida reflexión ética, estableciendo un compromiso moral hacia las personas con discapacidad, de aquellas que carecen de capacidad legal al no poder administrar sus actos por padecer un déficit cognitivo que les priva de disentimiento sobre su conducta y tratamiento.
En un artículo publicado recientemente, Di Nasso, muy acertadamente plantea que la historia de las personas con discapacidad no ha sido nunca estable ni segura, lo cierto es que las desviaciones de cualquier tipo siempre nos han parecido una amenaza, lo diferente nos molesta, pero al mismo tiempo tenemos una fuerte curiosidad por aquello que nos parece sobrenatural, desde considerarlos demonios hasta dioses, de lo mítico a lo vulgar3 .
Al decir de Di Nasso 4 y coincidente con Amor Pan, la perspectiva histórica de la discapacidad ha ido variando desde el principio de los tiempos. Desde el despeñamiento de los niños que nacían con una discapacidad en Esparta hasta la rehabilitación integral y el compromiso por mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad se ha recorrido un largo camino, mucho se ha avanzado en la premisa de que “lo normal es ser diferente”, cada paso dado ha sido un largo trayecto para estar mejor, vivir en comunidad y disfrutar de la vida en compañía de los otros.
El Paradigma Tradicional de la discapacidad se caracterizó por el asistencialismo de beneficiencia, por la caridad. Es decir, desde esta perspectiva las personas con discapacidad no son consideradas como sujetos de iguales derechos que el resto de los ciudadanos sino que a razón de sus discapacidades son objetos de caridad y lástima.
En el mismo sentido Ferraro P.5 , plantea que la Edad Media fue una de las etapas en la historia de la humanidad más descorazonadoras y tristes donde lo social sufre un gran retroceso. Los enfermos y deformes eran apartados y marginados, eran considerados anormales, olvidados, rechazados e incluso temidos. Así es como se construye un concepto de la anormalidad y del defecto, que conduce al rechazo social, al temor y hasta a la persecución de estas personas, por parte de los poderes civiles y religiosos; se les confundía con locos, herejes, embrujados, delincuentes, vagos o seres prostituidos.
En las tribus americanas como en las del Pacífico, existía la costumbre del abandono de los miembros no capaces para valerse por sí mismos cuando las circunstancias obligaban a una emigración masiva. Hasta hace bien poco ha prevalecido esta costumbre entre las tribus esquimales.
Una excepción, en el mundo entero, la constituyó la tribu de indios Pies Negros, de Norteamérica, que cuidaba de sus miembros impedidos aunque ello representase un sacrificio para los intereses comunes.
Durante los siglos XVII y XVIII, a quien tenía una discapacidad psíquica se le consideraba persona trastornada, que debía ser internada en orfanatos, manicomios, sin recibir ningún tipo de atención específica. Se les denominaba imbéciles, dementes, débiles mentales, diferentes, locos o locas.
En el siglo XVIII grandes personalidades como: Voltaire, Roseau, Lacker etc. influyen para un cambio de actitud hacia los discapacitados por llevar a los hombres de su época a examinar la vida y el mundo como base de la experiencia humana.
La Revolución Industrial refiere Hernández Gómez, R. permitió que las personas discapacitadas fueran vistas como responsabilidad pública, ya las personas con discapacidad no se veían diferentes.
Es a partir de 1800 que se inicia el estudio de las causas de la discapacidad, Esquirol, medico francés, habló de la diferencia mental, como una situación caracterizada por el desarrollo defectuoso de las facultades intelectuales, la sociedad adquiere más claramente conciencia sobre el problema social que representan las personas discapacitadas, pero aun existía una actitud negativa hacia las personas con discapacidad intelectual, señalando que constituían una amenaza y un peligro para la familia y la sociedad.
La Rehabilitación Profesional, se inició con gran énfasis en el mundo occidental a partir del 1914, cuando cientos de jóvenes de los países de Europa y más tarde los Estados Unidos, padecieron de secuelas físicas y mentales adquiridas en los enfrentamientos bélicos.
En 1919 se firmó el tratado de Paz de Versalles y se creó la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T), entidad que ha tenido un papel decisivo en la promulgación de leyes y normas gubernamentales que buscan proteger los derechos de las personas con discapacidad, en promoción y desarrollo de programas de Rehabilitación profesional en el Mundo. Finalmente en 1955, en la Conferencia Internacional del Trabajo, se dio pie a la Recomendación Nº 99, sobre la Rehabilitación y el Empleo de los Inválidos.
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, se consolida un segundo paradigma, conocido como el Paradigma de la Rehabilitación. En este modelo se llega a la conclusión de que el problema de la discapacidad se localiza en el individuo (la persona con discapacidad), ya que es en su deficiencia (física, mental o sensorial) y en su falta de destreza, en donde se localiza el origen de sus dificultades. El paradigma de la rehabilitación ha significado un importante paso de avance en el enfoque de la discapacidad y ha prestado y sigue prestando valiosos servicios a muchas personas.
En 1946 se proclamó el código de Nüremberg; este estableció un decálogo de principios que deberían ser respetados cuando se afectaba la dignidad humana (experimentación médica o investigación en seres humanos). Aquí se estableció como requisito obligatorio la documentación del Consentimiento Informado de manera libre y voluntaria. En 1946 la OMS hizo universal el concepto del derecho a la salud, a finales de 1948 se promulgo la Declaración Universal de los Derechos Humanos que señalaba el derecho de las personas a la seguridad social y a la salud, en octubre de 1949, surge el Código Internacional de Ética Médica, adoptado por la tercera Asamblea General de la Asociación Médica Mundial (Londres).
Este conjunto de normas encaminadas a la obligación moral y jurídica recomienda su observancia en los países firmantes, y fundamenta el reconocimiento moderno del derecho que posee el ser humano a gozar de salud en forma libre e igual en dignidad y prerrogativas, otorgándole el respeto y trato fraterno de sus congéneres 6.
Pese a los progresos logrados en esta primera mitad del siglo XX, la sociedad en general y el ambiente de Rehabilitación, seguían considerando a las personas con limitaciones como necesitadas de asistencia y protección. Los rehabilitadores centraron su preocupación en unificar criterios, definir términos delimitar universos de acción, pero manteniendo aún tendencias del pasado.
En los tiempos modernos aparecen nombres precursores en el campo de la rehabilitación. Itard sienta las bases de una pedagogía médica. Posteriormente, según plantea Ferraro, Seguin y Esquirol inician científicamente el estudio de la discapacidad mental.
En los últimos años que ha existido mayor comprensión y voluntad para atender a las personas discapacitadas, se han buscado términos distintos o acepciones para referirse a estas personas tratando de no ser excluyentes, ese solo hecho, o sea buscar la diferencias ya resulta excluyente puesto que como ya se ha dicho, “lo normal es ser diferente”7 ahora se les llama desemejantes, distintos, discapaz, deficientes, entre otros, en dependencia del vocabulario del interlocutor, se ha evolucionado desde el desprecio, el miedo, la lastima, la caridad y la inserción. Según se avanza en la aceptación de la diversidad de personas, la sociedad incorpora términos y matiza conceptos, no obstante el solo hecho de ser personas les garantiza la misma y absoluta consideración y respeto.
1 Amor Pan JR. Afectividad y sexualidad en la persona con deficiencia mental. Universidad Ponticia Comillas. Madrid. 2000, p.36.
2 Potter VR. Bioethics. Bridge to the future. New Jersey: Prentice-Hall, 1971
3 Di Nasso P. Mirada histórica de la discapacidad. Fundación Cátedra Iberoamericana. Universidad de las Islas Baleares. Mayorca. Disponible en http://fci.uib.es/Servicios/libros/articulos/di_nasso/. Consultado el 13 de julio del 2011.
4 Idem.
5 Ferraro, P., 2001
6Aparicio Zea N. Derecho de los pacientes. Disponible en www.monografías.com. Consultado, 13 de febrero del 2011.
7 Di Nasso P. Mirada histórica de la discapacidad. Fundación Cátedra Iberoamericana. Universidad de las Islas Baleares. Mayorca. Disponible en http://fci.uib.es/Servicios/libros/articulos/di_nasso/. Consultado el 13 de julio del 2011.