Los maestros consideran normal cierta tasa de fracaso. Una escuela en la que no haya reprobados puede provocar sorpresa, incomprensión e indignación.
Tradicionalmente se consideraban aceptables tasas de reprobación elevadas, sobre todo en los primeros años de la primaria. Tradicionalmente, los alumnos que no alcanzaban niveles de logro aceptables debían repetir el grado, con la esperanza de que en la segunda ocasión en que lo cursaran obtuvieran mejores resultados.
En el sistema educativo actual, en México, si al final de cierto grado un alumno no alcanza los objetivos de aprendizaje del programa, no está en condiciones de iniciar el siguiente con posibilidades de éxito, por lo que se le envía a repetir el mismo grado por segunda ocasión, con lo que se espera que podrá alcanzar el aprendizaje adecuado para continuar sus estudios. En este mismo sistema, se tiene la percepción de que un maestro que no reprueba a ningún alumno se le puede considerar como negligente y laxo., además, las escuelas reconocidas como de alta calidad alcanzan ese prestigio por el hecho de que reprueban a una proporción considerable de los alumnos.
En muchos casos los maestros carecen de la preparación, el tiempo y los medios necesarios para hacer buenas evaluaciones, por lo que la confiabilidad y validez de las que llevan a cabo dejan mucho que desear, con la consecuencia inevitable de que es muy probable que las decisiones basadas en tales evaluaciones no estén sólidamente sustentadas.
En los últimos tiempos y gracias a la masificación de la educación, el crecimiento de la matrícula acarreó, altas tasas de reprobación. Gracia a esto, a finales de los sesentas, se adopto extraoficialmente, la política de no reprobar a más del diez por ciento de los alumnos en educación básica, para evitar que los repetidores se sumaran a los demandantes, que cada año eran mayores en decenas de miles a la del curso anterior.
El fuerte crecimiento de la demanda escolar en las últimas décadas, permitió incorporar a la escuela una mayor cantidad de niños de sectores desfavorecidos que, además de problemas de salud, nutrición y condiciones materiales de vida, cuentan con menos respaldo educativo en el hogar y tienen menos familiaridad con la lengua escrita, agregando a esto el poco grado de escolaridad que tienen sus padres, herederos de un sistema educativo mas selectivo que el actual, con lo que desde la misma familia se vive una pobre cultura educativa.
Se cree en los ámbitos pedagógicos de algunos sectores de la sociedad, que entre otras, como el bajo perfil de los maestros y del sistema educativo, la política extraoficial de reprobar a menos de diez por ciento de los alumnos es una de las causas de los bajos niveles de rendimiento de los estudiantes en las escuelas
Hay también la percepción que repetir un grado es frecuentemente el primer paso de un camino que termina en la deserción: el repetidor, es etiquetado como no apto para el aprendizaje y por lógica se deteriora su propia autoestima. Con esto el rezago se acentúa en lugar de reducirse y la motivación para continuar en la escuela es pronto insuficiente para contrarrestarla
La masificación del sistema educativo hizo que surgieran formas de organización escolar que buscaban aumentar la eficiencia de la escuela: primero los sistemas de enseñanza mutua como el lancasteriano, en donde los alumnos mas avanzados enseñaban a los mas atrasados y luego la escuela organizada en grados o sistema graduado como el que se utiliza actualmente.
La organización de la enseñanza en grados escolares tiene, ventajas y desventajas:
Presenta limitaciones si se le maneja de manera inflexible
el desarrollo cognitivo y afectivo de las personas no se puede estandarizar de manera simple,
agrupar alumnos en clases heterogéneas en cuanto a edad tiene ventajas para la socialización.
la distancia entre los alumnos más aventajados y atrasados de un grupo cualquiera es de varios grados.
El avance del alumno no es tan lineal como se podría pensar.
Por otra parte, no hay evidencias que indiquen que la reprobación es más benéfica quela aprobación para los alumnos que tienen serias dificultades académicas o de ajuste. En cambio los alumnos con dificultades serias a los que se permitió pasar de año tuvieron un desempeño superior.
Algunos alumnos repetidores muestran una mejora razonable durante el año que repiten, pero en cambio otros, un porcentaje mayor, obtuvo peores resultados en las pruebas de rendimiento después de repetir un año, debido al impacto de fracaso y la modificación de su deseo de aprender por el hecho de haber reprobado.
Cuanto mayor es el retraso escolar, derivado de la repetición, peor es el desempeño de los alumnos. No hay elementos para creer que una mayor repetición se refleja en mejores niveles de aprendizaje promedio en el conjunto de un sistema. Si en una escuela se hace repetir a muchos alumnos es probable que buena parte de ellos acabe desertando o cambiándose de plantel.
Hasta la segunda Guerra Mundial la reprobación y la deserción consecuente de un número considerable de alumnos de la educación básica eran vistas como algo normal, que se aceptaba sin más. El desarrollo económico e industrial, ha hecho que ahora se considere que la sociedad necesita contar con ciudadanos mejor preparados, por lo que el fracaso escolar ha pasado a considerarse como un hecho negativo para la sociedad en general y, por lo tanto, como algo que debe evitarse o reducirse al máximo.
Gracias a la masificación y mayor demanda de educación en un mundo globalizado, así como la demanda de personal mejor capacitado para la producción, la repetición de grado se ha reducido drásticamente y ha llegado a ser nula o casi nula en países como Japón, Corea, Malasia; Finlandia, Noruega, Suecia, Dinamarca, Islandia; el Reino Unido, Irlanda, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Cuba en América Latina.
Algunos países europeos como España y Francia, han adoptado políticas en donde la reprobación se acepta solamente al final de uno de los ciclos de dos o tres años en que se estructura la escolaridad obligatoria, y no al final de cada grado; en otros es teóricamente posible en cualquier grado, pero de hecho se ha reducido. Los países en que la reprobación se mantiene alta, como Portugal o el área francófona de Bélgica, destacan también los bajos promedios de desempeño de sus alumnos
En el caso de Dinamarca su sistema de educación obligatoria tiene como regla fundamental que un alumno asiste a una clase con otros alumnos de su misma edad, en tal caso, el fracaso escolar es un fenómeno casi inexistente. En ese país, la ley sobre permite que en casos excepcionales, y siempre con el consentimiento de sus padres, un niño repita de grado.
Dejar de reprobar niños en primaria o secundaria no implica mejorar la calidad educativa. Para que la calidad aumente no bastará promover a todos los alumnos, en algunos casos, reprobar es una medida favorable para algún alumno pero en muchos otros puede llevar a un deterioro mayor, que culmina en la deserción.
Hacer repetir grado o promover al siguiente a un alumno puede tener consecuencias positivas o negativas dependiendo de múltiples circunstancias, la decisión debe ser tomada caso por caso, con base en un diagnóstico individual hecho por el maestro.
Para alcanzar niveles de aprendizaje adecuados, los alumnos necesitan desarrollar diversas actividades que tomen en cuenta el avance previo de cada uno y en general sus características individuales.
El papel de un buen maestro no debe limitarse a la exposición de ciertos temas ante el grupo, para verificar más tarde el nivel de competencia alcanzado por el alumno, promoviendo a unos y haciendo repetir a otros. Esta manera superficial de entender las funciones de enseñanza y evaluación es la que prevalece en muchos casos, con resultados negativos.
Los resultados de las evaluaciones se ven simplemente en términos de premio-castigo. Por ello la evaluación es vista como amenaza, y no como herramienta de mejora.
Papel retro alimentador en beneficio de los esfuerzos de mejora.
Los alumnos necesitan atención personal, en función de las necesidades individuales de cada uno;
los maestros deben tener la capacidad profesional necesaria para identificar esas necesidades y emplear esa información para orientar su trabajo de manera que apoye mejor a cada alumno;
los avances de la pedagogía incluyen el desarrollo de enfoques diversos, que han mostrado su eficacia para mejorar el rendimiento de alumnos de condiciones muy diversas.
El sentido de la evaluación debe ser distinto en educación básica y en la superior. Si un joven desea ser médico y no sabe anatomía, no se le debe permitir que se gradúe, aunque su bajo rendimiento pueda deberse en parte al nivel socioeconómico de su familia.
La educación de nivel superior, tiene como objetivo preparar a ciertas personas para un ejercicio profesional determinado, a condición de que sean buenos, de que dominen su oficio satisfactoriamente.
La educación básica, en cambio, debe formar a todos los niños y jóvenes de un país para la vida, para que se puedan desempeñar, de la mejor manera posible en un mundo globalizado en donde se requiere el desarrollo de competencias para la vida, para ser feliz y para seguir aprendiendo así como para vivir en sociedad.
Volver a probar como estrategia de garantizar el aprendizaje.
La evaluación debe tener un sentido distinto en educación básica, en comparación con la enseñanza superior: habrá que evaluar para saber en qué nivel se encuentra un alumno, de manera que se le pueda ayudar para que avance, pero no para impedirle que siga estudiando.
Es mejor que un chico termine la secundaria, aunque ello ocurra sin que haya alcanzado todos los objetivos que el currículo establezca, a que deserte después de reprobar dos o tres veces algún grado de la primaria.
En educación básica, la evaluación debe servir para alcanzar el mayor nivel posible de competencia en los conocimientos y habilidades que establecen los planes y programas.
Por lo anterior, y con base en el principio de retroalimentación, la evaluación debe enfocarse a corregir el trabajo de enseñanza-aprendizaje desde el proceso mismo.
Las micro evaluaciones periódicas.
Una manera de evitar la deserción, la reprobación, la repetición y el bajo rendimiento académico, es hacer valoraciones durante el proceso, teniendo cuidado de hacer revisiones por periodos relativamente cortos, que abarquen pocos temas, o de ser posible un solo tema, de manera que se puedan hacer correcciones o recapitulaciones antes de dar el siguiente paso en el programa.
Este sistema de micro-evaluaciones puede desarrollarse continuamente, por periodos cortos de tiempo como una o dos semanas, lo que permite al maestro verificar si el aprendizaje y la asimilación de conceptos sustantivos se está dando, ofreciendo a quien la aplica, una oportunidad de volver a ver un tema o reciclar más adelante algunos conceptos que se observe que no fueron debidamente abordados y entendidos.
La micro evaluación puede consistir en la resolución de un problema que implique algunas variables, la elaboración de un texto, un resumen, una lectura y un organizador de ideas, un esquema, un mapa mental, un mapa conceptual, un cuadro sinóptico, un examen corto, un pequeño cuestionario de auto-evaluación, un portafolios, una retícula, el cuaderno de trabajo del alumno, etc. cuidando que los contenidos y las habilidades a evaluar se ajusten a los objetivos de la planeación de clase y por consiguiente a los propósitos del programa y curriculum.
Es importante que la micro evaluación se desarrolle como parte de las actividades de aprendizaje, aprovechando los tiempos para la misma y no se vea fragmentada y aplicada en momentos distintos, de esta manera, cada actividad realizada en clase, tiene un valor evaluativo, gracias al cual, el alumno y el maestro se dan cuenta cabal de lo que se está aprendiendo.
Este modelo de micro-evaluaciones incluidas en las actividades de aprendizaje, puede aplicarse en todos los niveles escolares, ya que sirve para verificar si los conocimientos, habilidades, destrezas, valores y actitudes, inherentes a todos los estratos educativos se están formalizando.
Cuando un alumno reprueba, sea cual fuere la causa, lo que ahí indica es que no entendió. Ante esta situación, el maestro tiene la doble disyuntiva de descalificarlo para seguir aprendiendo o de retomar el tema y brindarle una oportunidad nueva de aprendizaje.
En la mayoría de los casos los aprendizajes se van desarrollando en cascada, es decir que un aprendizaje anterior sirve de plataforma para el que sigue y así sucesivamente, por lo que reprobar a un alumno, es complicar el camino para continuar con los siguientes contenidos, porque al final de cuentas, tendremos que regresar al contenido anterior, hasta que el alumno que quedó rezagado se regularice y no vaya creciendo la incertidumbre de no poder aprender y su consiguiente baja en la autoestima que llevaría necesariamente a la repetición de grado o la deserción.
No todos los alumnos tienen la misma velocidad de aprendizaje, por lo que en los grupos, siempre hay alumnos más aventajados que otros, esto se da por áreas de conocimiento y por materias o afinidad incluso con el maestro, por lo que en muchos casos, la micro evaluación permite distinguir y dar tratamiento más atento educativamente hablando, a quienes presenten algunas deficiencias con la materia o área de conocimiento.
Al detectar diferencias en la velocidad de aprendizaje, conocimientos no asimilados como el maestro quisiera, lagunas en conceptos sustantivos, procedimientos no aprendidos y habilidades no desarrolladas, el maestro puede servirse de la micro evaluación para ajustarla a la propia autoevaluación y hacer ajustes a su forma de trabajar con tal o cual contenido, lo que constituye una actividad de aprendizaje constante tanto para el alumno como para el maestro.
Si un tema queda deficientemente aprendido, el maestro, con la micro evaluación, se entera casi inmediatamente y busca las estrategias para abordarlo desde otras perspectivas, el alumno tiene una oportunidad más de aprenderlo y manejarlo, con lo cual, de alguna manera se garantiza el aprendizaje, aunque el desarrollo de las clases pudieran tener más lenta velocidad de avance en el programa.
Una vez garantizados los aprendizajes, podemos decir que la reprobación sería nula, porque realmente nos permitimos la oportunidad de comprobar a tiempo si se van logrando los objetivos. Cuando esto sucede, el alumno ve revalorada su propia percepción como estudiante, se ve enaltecida su autoestima y no se ve tentado a dejar la escuela, al menos por la causa de reprobación o bajo rendimiento escolar.
CONCLUSIONES
Cuando la calidad de la educación no es suficiente, o el objetivo de la educación, que es la adquisición de conocimientos, falla, entonces podemos decir que también el sistema de evaluación falló.
Hay suficientes razones para señalar que sin evaluación no hay posibilidad de monitorear el trabajo de maestros, alumnos, personal directivo, de apoyo a la educación, del sistema de educación y de la sociedad.
La sociedad tiene la obligación de brindar educación a sus miembros y lo hace a través del sistema educativo, al cual sostiene en parte, motiva y tiene el deber de evaluar.
Una escasa cultura de evaluación significa también una pobre cultura de informar. Con la evaluación se obtienen muchos beneficios: se puede controlar el gasto que se hace en ella, se corroboran aprendizajes para evaluar y autoevaluar el trabajo de todos los actores de la educación, así como detectar errores para corregir el rumbo del trabajo educativo.
Cuando se genera una cultura de evaluación, y esta permea a todos los estratos sociales, culturales, políticos, económicos y gubernamentales entre otros, también se facilita la cultura de la transparencia y rendición de cuentas, sin menospreciar que la evaluación fomenta la responsabilidad en todas las tareas humanas. Si se piensa así, entonces la evaluación tendrá una tendencia a mejorar la convivencia humana al evitar conflictos y fomentar los valores como la democracia y la justicia.
El mejor sistema sería aquel en el que las evaluaciones sumativa y formativa estuvieran mutuamente alineadas con objetivos de aprendizaje orientados conceptualmente, y en el que las evaluaciones sumativas se utilizaran como momentos importantes de logro, después de felices periodos de aprendizaje reforzados por la evaluación formativa.
Muchos aspectos de la organización en el aula tienen efectos negativos tan generalizados que la creencia de los niños en su competencia, sus metas de realización y logros, su interés en las materias escolares y su motivación intrínseca para aprender, disminuyen.
Cuando no se da un valor cultural al incremento de la habilidad y la participación de alguien en un esfuerzo, la única razón para participar es obtener un conocimiento superficial que puede exhibirse para que lo evalúen en forma de calificación, aunque la calificación también tiene efectos de sobrevaloración personal y muestra una evidencia del aprendizaje.
La retroalimentación, las recompensas o las alabanzas que transmiten una información positiva sobre la competencia tienen más probabilidades de incrementar la motivación intrínseca.
Los efectos de las recompensas están estrechamente relacionados con el tipo de metas que se proponen alcanzar. Aquellos estudiantes que tienen metas de maestría en el manejo de un tema, están intrínsecamente motivados, buscan tareas estimulantes y disfrutan las oportunidades de desarrollar nuevas competencias, no tienen miedo a la evaluación porque ven al maestro como un recurso. Cuando se enfrentan a una tarea difícil, es probable que persistan, que mantengan una actitud positiva y que busquen estrategias de solución.
Los estudiantes con una orientación de metas de desempeño están motivados extrínsecamente. Están interesados en verse competentes en lugar de serlo y tenderán a evitar situaciones en las que pudieran parecer incompetentes.
La orientación del desempeño es provocada por ambientes que fomentan el ego. Cuando encaran una tarea difícil, harán con frecuencia comentarios sobre su falta de capacidad, actuarán con aburrimiento o ansiedad y exhibirán un marcado deterioro en su labor. Tienen miedo a la evaluación y tratan de ocultar al maestro su falta de entendimiento.
Se tienen más probabilidades de desarrollar una orientación de aprendizaje cuando los maestros destacan el esfuerzo, el aprendizaje y el trabajo duro, cuando los errores se tratan como una parte del proceso y cuando la evaluación del progreso se ve acompañada de oportunidades de mejora, en lugar de centrarse en el desempeño y la obtención de la respuesta correcta.
La evaluación que se basa en normas sociales reduce el interés en una tarea, en tanto que la evaluación basada en lograr un nivel predeterminado incrementa el interés. Las de tareas difíciles, tiende a minar el interés intrínseco del estudiante.
La evaluación sustantiva proporciona información sobre competencias y una guía para esfuerzos futuros. La evaluación que está basada en la maestría o en el dominio del tema más que en las normas sociales, no tiene efectos negativos y pueden incluso aumentar el interés intrínseco en las tareas académicas.
Las evaluaciones sumativa y formativa deben estar alineadas conceptualmente. Deben ser plenamente capaces de representar objetivos de aprendizaje importantes y usar la misma gama extensa de tareas y de tipos de problemas para representar la comprensión de los estudiantes.
Las evaluaciones sumativas no deben ser meras repeticiones de tareas formativas previas, sino la culminación de desempeños que inviten a los estudiantes a exhibir su maestría y a utilizar su conocimiento en formas que generalicen y extiendan lo que han aprendido. Las evaluaciones sumativas pueden pensarse como momentos importantes de aprendizaje que apuntalan la evaluación formativa.
Las evaluaciones sumativa y formativa tienen finalidades diferentes. Una hace posible el aprendizaje y la otra ilustra la realización y los logros. La calificación frecuente de trabajos escolares es útil para reunir suficientes datos con objeto de asegurar el logro de un aprendizaje confiable. Por otra parte, la calificación puede socavar la orientación de aprendizaje de los estudiantes. Para conseguir que la evaluación formativa sea un apoyo para el aprendizaje, las calificaciones deben estar orientadas a ayudar al estudiante a permanecer centrado en la retroalimentación sustantiva. Las evaluaciones sumativas y las calificaciones que se basan en ellas deben representar realización y logros.
La evaluación formativa y la sumativa deben alinearse desde el punto de vista conceptual. Deben incorporar objetivos de aprendizaje importantes, que se sirvan de una amplia gama de tareas y tipos de problema para captar las comprensiones de los estudiantes. Pero sobre todo, deben de retroalimentar la tarea de aprendizaje a través de una supervisión estrecha de los procesos de adquisición de contenidos, para ello bien puede valerse de las micro evaluaciones con tendencias formativas.
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