"El desarrollo local es un proceso de desarrollo integral, que conjuga la dimensión territorial, las identidades o dimensión cultural, la dimensión política y la dimensión económica. Es una apuesta a la democratización de las localidades, al desarrollo sustentable y equitativo repensando las potencialidades del territorio y la sociedad local". A.C.
En muchos de los modelos de desarrollo llamados "alternativos" la dimensión local está presente (hay que señalar que lo local no lo hace de por sí alternativo, reconociendo que es la localidad, el lugar, la región, donde se concreta este tipo de desarrollo). En cierta medida el desarrollo local es mirado como otra "moda del desarrollo". Pero, como lo expresa Gallicchio (2006:59), "no son ni una moda, ni un paradigma, ni una panacea. Su gran potencialidad radica en que representan una estrategia diferente para el desarrollo".
Para Fabio Velásquez, hablar de desarrollo local es aludir a "ese conjunto de procesos económicos, sociales, culturales, políticos y territoriales a través de los cuales una comunidad, a partir de sus propias potencialidades y de las oportunidades que le brinda el entorno, accede al bienestar, sin exclusiones ni discriminaciones, y garantiza las condiciones para que futuras generaciones también puedan hacerlo" (Velásquez, 1998:136). Así, los elementos o dimensiones constitutivas para la construcción de una perspectiva latinoamericana de desarrollo local serían cuatro: la dimensión territorial, las identidades o dimensión cultural, la dimensión política y la dimensión económica. La dinámica territorial y la orientación democrática que se le impriman al proceso dependerán de la capacidad de concertación de los actores locales.
Para algunos autores el desarrollo local es, ante todo, una organización a construir, con la ayuda de la información que relaciona a actores públicos y privados, comprometidos en una dinámica común para un proyecto territorial; una acción global de movilización de los actores locales, con el fin de valorizar los recursos humanos y materiales de un territorio dado manteniendo una negociación o diálogo con los centros de decisión económicos, sociales y políticos en donde se integran y de los que dependen (Werner, 1999:499). Así, se entiende el desarrollo local/rural como "un proceso localizado de cambio social y crecimiento económico sostenible, que tiene por finalidad el progreso permanente de la comunidad y de cada individuo integrado en ella" (Valcárcel-Resalt, 1999:63). Siendo reiterativos, el desarrollo local es aquel proceso de mejora de las condiciones de vida en un territorio concreto, asumido y protagonizado por la población local. Brevemente, cabe definir el desarrollo comunitario y local como un proceso global, integrado y sostenible de cambio social; protagonizado por la comunidad, organizada en un territorio bien definido, que participa activamente en el aprovechamiento de los recursos locales: humanos, materiales, naturales, financieros y sociales, para la mejora de sus condiciones de vida (Orduna, 2000:68). Herreros expone algunos postulados o exigencias básicas del desarrollo local (1990:257): • su dimensión de proceso • el carácter global e integrado • la incidencia honda o estructural de sus objetivos y actividades • la participación de la población local • el recurso a la educación como modo de potenciar la contribución de los "actores locales" • el acceso a los cauces de los poderes públicos Mientras que las teorías y políticas del desarrollo concentrador señalan el crecimiento cuantitativo y la maximización del producto interno bruto como guías del desarrollo, las estrategias de desarrollo económico local muestran un mayor interés y preocupación por la satisfacción de las necesidades básicas en el territorio, la mejora del empleo, ingreso y calidad de vida, así como el mantenimiento de la base de los recursos naturales y medioambientales.
Latouche (2007) expresa que la globalización retoma el concepto de lo local, como también lo hace el posdesarrollo. El "localismo" constituye un elemento fundamental de cualquier solución alternativa al desarrollo y a la globalización. El problema no es tanto la palabra "local" como el hecho de que se añade a "desarrollo". "Si lo "local" emerge hoy en día, no emerge (o no debería emerger) como "desarrollo", sino más bien como marco de un "posdesarrollo", de un "más allá del desarrollo". Clarifica que el concepto de desarrollo local no escapa a la colonización de su imaginario por lo económico, y que "cualquier cambio local, aunque éste sea especialmente benéfico, no implica desarrollo". (p.36).
José Luis Coraggio (2006), nos habla de otro desarrollo desde lo local. Por "otro desarrollo" nos referimos aquí a la puesta en marcha de un proceso dinámico de ampliación de las capacidades locales para lograr la mejoría intergeneracional sostenida de la calidad de la vida de todos los integrantes de una población. Ello incluye, entre otros:
-componentes económicos (trabajo productivo, ingreso, satisfacción racional de necesidades legítimas, suficiencia y calidad de los bienes públicos…); -componentes sociales (integración en condiciones de creciente igualdad, efectiva igualdad de oportunidades, convivencia, justicia social…); -componentes culturales (autoestima, pertenencia e identidad histórica, integración a comunidades con contención, valores de solidaridad y tolerancia…), y -componentes políticos (transparencia, legitimidad y responsabilidad de las representaciones, participación directa responsable e informada de la ciudadanía en las grandes decisiones colectivas y en la gestión de lo público…).
Agrega que tanto identificar problemas como idear soluciones se facilita si los diversos actores locales acuerdan una estrategia compartida para sostenerse, adaptarse y tomar la iniciativa ante los procesos de transformación global.
Coraggio (2006) señala que hay un desafío central: la transformación de lo político para hacer efectiva la participación local.
Se ha dicho que el desarrollo es un espacio de acción más que de pensamiento. Nada más erróneo que optar entre ideas y acción. El activismo sin orientación produce desastres, así como la pura reflexión sobre las tendencias empíricas nos deja paralizados ante procesos vertiginosos que siguen operando y prometen más efectos negativos. No se trata de tener "el poder" para cambiar la realidad, sino de construir nuevos poderes, nuevas capacidades de toda la sociedad y su Estado, que incluyen definir de manera autónoma qué es el desarrollo, cómo se vincula con la vida de los ciudadanos y cómo se va a lograr. (p. 26).
Anota que el desarrollo es entre otras cosas, un proceso de aprendizaje colectivo sobre las propias capacidades de las personas, grupos, comunidades y sociedades, y sus posibilidades de efectivización (el tan mentado "empoderamiento"), que se potencia en tanto hay comunicación, transparencia y participación en la toma de decisiones y opera el incentivo de la distribución justa de esos resultados. (p. 26).
Un gobierno democrático es un gobierno para todos, pero prioriza a partir de acuerdos sobre lo que, en cada momento, es mejor para todos como inversión en el camino al desarrollo integral e incluyente. Ya sabemos que un modelo de concentración de la riqueza nunca derrama, y por otra ya no hay más tiempo para esperar tal derrame. También sabemos que el mero asistencialismo a los indigentes vuelve la pobreza eterna. Y que el status quo es un juego de suma cero (p. 27).
La realidad (no meramente la ideología) indica que la gestión participativa es a la vez parte constitutiva y condición del desarrollo local y tiene un potencial de cuya efectivización depende del éxito (p. 28).
En las dos últimas décadas de estudios sobre el desarrollo local, la confianza ha sido identificada como un recurso para el desarrollo, presente en las sociedades locales que han sido ejemplo de desarrollo integral. Y la confianza es un relación que se puede construir donde no existe, con nuevas actitudes y comportamientos. Muchos agentes públicos, ante la complejidad de los problemas, quedan paralizados o improvisan. Es preciso reconocer que debemos incorporar todos los conocimientos disponibles, de técnicos, de trabajadores, de dirigentes, de organizaciones, aprendiendo de las experiencias existentes. Pero que en buena medida "se hace camino al andar", porque cada situación local es, en muchos sentidos, única. Habrá que ser humildes y reconocer que el poder no garantiza el saber, a la vez que habrá que ser ambiciosos en los objetivos. Habrá que inventar, pero de manera compartida y responsablemente (p. 29).
Enrique Gallicchio (2006) expresa que el desarrollo local está de moda en América Latina. "Diversas personas, instituciones y gobiernos con muy diferentes características lo nombran como uno de los principales temas de sus agendas. Sin embargo, parece que el desarrollo local y la descentralización son usados por los actores con diferentes objetivos y contenidos". (p. 59).
Desde nuestro punto de vista, el desarrollo local y la descentralización son a la vez estrategias e instrumentos de desarrollo local y la descentralización son a la vez estrategias e instrumentos de desarrollo. No son ni una moda, ni un paradigma, ni una panacea. Su gran potencialidad radica en que representan una estrategia diferente para el desarrollo. (p. 59).
Gallicchio (2006) presenta seis versiones del desarrollo local. Veamos:
1. Desarrollo local como participación. En líneas generales deben tener en cuenta que a esta altura de los procesos la participación es cada vez más pragmática, y asociada a la obtención de recursos y voluntades políticas para llevar adelante las propuestas generadas por la población. 2. La visión neoliberal del desarrollo local. Los amplísimos procesos de desarrollo local llevados adelante en la década del '90 especialmente en países como Argentina, Perú, Bolivia y casi toda América Central, han estado teñidos de una lógica de desarticulación del Estado Nacional y un traslado de Competencias, de forma más o menos difusa, a los gobiernos y actores locales. La descentralización, en su visión más instrumental y menos política operó como agenda de los organismos multilaterales, como un elemento central de todo su accionar. 3. Desarrollo local como municipalismo. Una tercera visión asoció el desarrollo local al municipalismo. En el mismo contexto, se hacía necesario fortalecer los municipios en un nuevo rol, como actores de desarrollo y no ya como meros prestadores de servicios. En ese sentido, y asociado a fuertes procesos de descentralización, se generó una visión de que el desarrollo local pasaba por el desarrollo municipal. Si había un buen municipio, necesariamente iba a haber buen desarrollo local. Esta visión falló en el sentido de que no tuvo la suficiente visión como para entender que la nueva gobernanza implica incorporar una multiplicidad de actores a ámbitos donde se toman decisiones. En general, y en los pocos casos en los que se fue eficaz en mejorar la gestión municipal, nunca se mejoró la gestión social del municipio y su capacidad de interlocución social con otros actores. 4 Desarrollo local como desarrollo económico local. Una tendencia muy fuerte ha visto al desarrollo local exclusivamente en su dimensión económica. El supuesto básico era que el problema de estas sociedades era de carácter económico, y que las sociedades locales carecían del dinamismo necesario para encarar otras fases del desarrollo. 5. Desarrollo local como ordenamiento territorial. Más recientemente, también impulsado desde la cooperación europea, se ha generado un accionar de proyectos de ordenamiento territorial como la nueva panacea para el desarrollo local. En general se parte del supuesto de que el territorio no está lo suficientemente ordenado para generar un nuevo modelo de desarrollo y, en distintas modalidades, se promueve una estrategia de construcción de una visión estratégica del territorio que termina pretendiendo promover procesos de desarrollo local mucho más que procesos de ordenamiento del territorio en sentido estricto. Aquí se da un fuerte choque de predominios y lógicas profesionales, que hacen que frecuentemente se observe que bajo el rótulo del ordenamiento territorial se esté dando un salto hacia una predominancia del urbanismo en los procesos de desarrollo local.
6. Desarrollo local como forma de análisis social. Se trata de una visión más "neutra" del desarrollo local, en el sentido de que lo ve más como una herramienta de análisis que como un instrumento de cambio social. Es así que este enfoque lo ubica en una dimensión analítico-metodológica, como herramienta definida por un conjunto de variables e indicadores. Diversos estudios se ubican en esta dimensión, sobre todo a partir de la utilización intensiva de sistemas de información geográficos. Estos estudios adoptan, finalmente, un carácter mucho más descriptivo que de herramientas para la acción. (Gallicchio, 2006:60-62).
Añade que hay que avanzar hacia definir con más claridad qué es y qué no es desarrollo local, pero sobre todo, clarificar su sentido. Desde nuestro punto de vista cada visión recoge una necesidad o una dimensión -la participación multiactoral, el fortalecimiento de la gobernabilidad local, la dimensión económica, la construcción de estrategias, la herramienta de análisis-. Pero frecuentemente se falla en un elemento crucial: el desarrollo local no es una tecnología a aplicar en cualquier circunstancia. Es, ante todo, una estrategia socio-política de cambio. (p.63). Para cumplir con sus objetivos de desarrollo, el desafío –según Gallicchio- pasa por tres tipos de temas: • La potenciación de lo existente (personas, recursos, empresas, gobiernos, gobernanza, proyecto local);
• La obtención de recursos externos al territorio (personas, recursos, empresas);
• La gestión del excedente económico que se produce en el territorio (cómo usamos los recursos generados en él para mejorar la calidad de vida de los habitantes).
En ese sentido, el desarrollo local es un proceso mucho más socio político que económico en sentido estricto.
Siguiendo al autor, existen tres elementos cruciales a la hora de pensar y actuar en clave de desarrollo local: la gobernanza local, regional y nacional; el desarrollo económico local y el empleo; y la construcción de capital social . (p. 64). La principal hipótesis de este artículo es que se debe trabajar simultáneamente en los procesos de desarrollo económico local, los de gobernabilidad local y los de construcción de capital social, en el entendido de que los primeros son una variable dependiente de los segundos. No habrá desarrollo económico si no se generan previamente las condiciones mínimas de desarrollo social local, y más aún, no habrá desarrollo local sostenible sin construcción de capital social que mantenga y les dé sentido a los demás procesos. (p. 68).
Como anotan Alberto Enríquez Villacorta y Enrique Gallicchio (2006), es importante delimitar conceptos como gobernabilidad, gobernancia y desarrollo local, no simplemente por realizar un ejercicio lingüístico o semántico, sino porque resulta indispensable clarificar estos términos de manera que guíen y le den sentido y horizonte a nuestra práctica, ya sea ésta política, técnica o académica. (p. 23). Hay que tener presente además que existe un uso muy variado de estos conceptos que muchas veces son intencionalmente manipulados e instrumentalizados. Por lo tanto, ellos deben ser comprendidos, discutidos y desarrollados como herramientas.
Para Enríquez y Gallicchio (2006), la gobernabilidad se relaciona, con componentes cruciales de la vida social, lo que subraya su importancia metodológica. Se refieren a:
• Capacidad de desarrollo de una sociedad. • Capacidad de resolver pacíficamente los conflictos internos. • Calidad de vida de los ciudadanos. • Capacidad de sobrevivencia de un Estado-nación como tal. Señalan que este tratamiento conceptual aborda un grupo de componentes sobre los cuales resulta imprescindible llamar la atención. En primer lugar, la conclusión del carácter social y relacional de la gobernabilidad. No es entonces, y no puede ser, una categoría absoluta, extrapolable, sino que posee un marcado condicionamiento histórico concreto. En segundo lugar, resulta imprescindible identificar, caracterizar y calificar los diferentes sujetos sociales que componen el universo relacional que define la gobernabilidad. (p.26).
Por gobernabilidad se ha entendido las reglas del sistema político para resolver los conflictos entre actores y adoptar las decisiones (legalidad). También se le ha dado a este término el valor de «adecuado funcionamiento de las instituciones y la aceptación ciudadana» (legitimidad). Se le ha usado para invocar la eficacia del gobierno y el logro de consensos alcanzados por métodos democráticos (participación).
Para impulsar el proceso de gobernabilidad se pone especial énfasis en el fortalecimiento de la legalidad y la legitimidad. Se entiende por legalidad la generación de espacios institucionales para el ejercicio de los derechos por parte del ciudadano. A su vez, se entiende por legitimidad la generación de espacios consensuales en los que se pueda expresar la aceptación y adhesión del ciudadano respecto del accionar gubernamental. Por ello, se fortalecen los procesos de descentralización local y participación social (Enríquez y Gallicchio, 2006:26-27).
Gobernabilidad y governance (gobernanza) son, en consecuencia, conceptos diferentes. Gobernabilidad y gobernanza son dos conceptos interrelacionados pero que es necesario separar a efectos analíticos. Governance es el proceso mediante el que solucionamos colectivamente nuestros problemas y enfrentamos las necesidades de nuestra sociedad. El gobierno es el instrumento que usamos. (p.30).
De acuerdo con lo anterior, governance tiene dos dimensiones: (p.31). • una dimensión estructural que hace referencia a los arreglos institucionales existentes en una sociedad dada, y • una dimensión dinámica o de proceso que se refiere a las acciones de los actores que pueden afectar a la dimensión estructural.
Los autores, en relación con el desarrollo local expresan: • Es un proceso de concertación entre los agentes -sectores y fuerzas- que interactúan en un territorio determinado,
• Para impulsar, con la participación permanente, creadora y responsable de ciudadanos y ciudadanas,
• Un proyecto común de desarrollo,
• Que implica la generación de crecimiento económico, equidad, cambio social y cultural, sustentabilidad ecológica, enfoque de género, calidad y equilibrio espacial y territorial.
• Con el fin de: - elevar la calidad de vida de cada familia, ciudadano y ciudadana que vive en ese territorio, - contribuir al desarrollo del país, - y enfrentar adecuadamente los retos de la globalización y las transformaciones de la economía internacional.
Esto implica: • Una visión de mediano y largo plazo, que establezca el punto de llegada y el horizonte que determina y da sentido a las acciones del corto plazo y que permita avanzar de manera gradual. • La concertación de los agentes locales con agentes regionales, nacionales e internacionales. • La construcción de un nuevo Estado democrático y descentralizado. • Una nueva manera de comprender y construir cada país. Por una parte, se hace visible el territorio completo, todas sus regiones, municipios y comunidades, no sólo como «problemas» o como «fuentes de diversas demandas», sino también y principalmente como sujetos y generadores de democracia y desarrollo. • El reconocimiento de que la realidad es diversa. Se recupera el valor de las particularidades, potencialidades e identidades territoriales. El desarrollo local se vuelve un instrumento necesario en la gestión de la diferencia. Los procesos regionales y locales, con sus diferencias, pueden y deben ser motor del desarrollo nacional. • Los municipios se ven como fuente de procesos y recursos que, si se generan las condiciones apropiadas, pueden contribuir al desarrollo nacional (Enríquez y Gallicchio, 2006:33). En la misma línea, el desarrollo local aparece como una nueva forma de mirar y de actuar desde el territorio en este contexto de globalización. El desafío para las sociedades locales está planteado en términos de insertarse en forma competitiva en lo global, y capitalizando al máximo sus capacidades locales y regionales, a través de las estrategias de los diferentes actores en juego. (p.33). Los procesos de desarrollo local, y también las experiencias de gobernabilidad, se dan sobre territorios determinados. En ese sentido, el desarrollo de un territorio se concibe en relación a cuatro dimensiones básicas: (p.33) • Económica: vinculada a la creación, acumulación y distribución de riqueza; • Social y cultural: referida a la calidad de vida, a la equidad y a la integración social; • Ambiental: referida a los recursos naturales y a la sustentabilidad de los modelos adoptados en el mediano y largo plazo; • Política: vinculada a la gobernabilidad del territorio y a la definición de un proyecto colectivo específico, autónomo y sustentado en los propios actores locales. Así como el desarrollo en general y el desarrollo local en particular reconoce diferentes dimensiones, la gobernanza también lo hace. Los cuatro factores ya descritos: economía, sociedad, ambiente y política, refieren a dimensiones insoslayables de cualquier proyecto de gobernabilidad local. Por otra parte –expresan los autores-, la propia definición de desarrollo local que llevan adelante organizaciones como FUNDE o CLAEH, escapan de las visiones «localistas», y por el contrario vinculan fuertemente los procesos de desarrollo local a las dinámicas nacionales y globales del desarrollo, tal como se señaló en las definiciones más arriba indicadas. "Si bien los procesos de desarrollo local pueden darse aún en contextos de fuertes déficit de gobernabilidad nacional o regional, es evidente que para lograr los mejores resultados el desarrollo local necesita de una gobernanza local y nacional. Y ésta adquiere en ese proceso su pleno sentido de medio e instrumento fundamental" (p. 33). Pero esa gobernanza requiere al menos:
a. El fortalecimiento del gobierno local y de su relación con el gobierno nacional. b. La participación y el empoderamiento de los otros actores: la ciudadanía y el sector privado. c. El fortalecimiento de las instituciones del territorio. Capital socioinstitucional.
d. La construcción de una cultura e identidad locales. e. La interrelación con los procesos y actores internacionales y la globalización.
Un aspecto relevante que señalan Enríquez y Gallicchio es que el desarrollo local tiene una fuerte relación con los procesos de construcción de una identidad colectiva que genere las condiciones para la elaboración de un proyecto colectivo directamente relacionado al modo de desarrollo de ese territorio. "El desafío no es lo local, ni la gobernanza local ni mucho menos la gestión local; el desafío es construir un nuevo marco de desarrollo, contando con el nivel local como uno de los soportes básicos, de cercanía y de proximidad" (p. 35).
Partiendo de lo planteado, los autores afirman categóricamente que "sin la construcción de una gobernanza local no hay desarrollo local". Hablan de algunos de los desafíos más importantes para una gobernanza local: (p. 35). • Fortalecimiento de los gobiernos locales y las municipalidades • Participación y empoderamiento de la ciudadanía, especialmente de aquellos grupos más excluidos y discriminados • Generación de dinámicas y espacios de concertación entre las principales fuerzas y actores locales
• Transformación y fortalecimiento de/marco legal e institucional para facilitar el desarrollo local • Construcción de una cultura democrática • Vinculación y articulación de los procesos y actores locales con los nacionales e internacionales. Resulta claro que hay que avanzar hacia definir con más claridad qué es y qué no es desarrollo local pero, sobre todo, clarificar su sentido. El desarrollo local no es una tecnología a aplicar en cualquier circunstancia. Es, ante todo, una estrategia sociopolítica de cambio. Así, el desarrollo local se refiere a un proceso de transformación en todas las dimensiones involucradas en el concepto, pero circunscrito en un determinado ámbito espacial. El concepto de desarrollo "hace referencia al impulso de un proceso de cambio socio económico y cultural cuyo atributo básico es la integridad". Siguiendo a Silva Lira (citada en López, 2006), algunos de los aspectos característicos de los procesos de desarrollo local son los que se enuncian a continuación:
a) Son procesos de naturaleza endógena b) Basan su estrategia en una solidaridad con el territorio c) Responden a una voluntad de gestión partenarial o asociativa entre representantes públicos y privados. d) Liderazgo y animación del proceso e) La originalidad de las experiencias locales consiste en que permiten recoger y estimular todos los elementos endógenos dinámicos desde una perspectiva integral. f) Difícilmente encajables en modelos o estructuras de gestión muy rígidas o cerradas g) Acciones que se pueden emprender y que se transforman en características específicas de estos procesos.
Según Arocena (2002), no se puede abordar la cuestión del desarrollo local sin una lectura crítica de las grandes corrientes del pensamiento contemporáneo que estructuran los diferentes modos de aproximación a este tema y condicionan el conjunto de las prácticas. Toda teorización del desarrollo local supone una toma de posición respecto a las grandes familias de pensamiento en esta área.
No hay una teoría sobre el desarrollo local, sino teorías sobre el desarrollo que difieren entre ellas en la forma de considerar lo local. Así, para el evolucionismo, lo local es un principio negativo y de resistencia, bien diferenciado de lo global, portador de progreso. Según el historicismo, lo local es una entidad específica que hay que desarrollar contra lo global, portador de uniformidad. En el estructuralismo, lo local es un lugar de reproducción de las grandes contradicciones que atraviesan lo global. (p.68).
En el estudio de lo local hay que dejar de lado la aproximación nostálgica de rescate de una identidad perdida, como el enfoque evolucionista que reduce lo local a un factor de resistencia al cambio, como la concepción estructuralista que considera lo local como un simple lugar de reproducción de las contradicciones del sistema. Intentar una aproximación a lo local supone una visión compleja del hecho social, más allá de las trampas reduccionistas del evolucionismo, del historicismo y del estructuralismo. (p. 85).
En esta propuesta analítica, el desarrollo es un proceso complejo, cuya comprensión exige la consideración de los tres niveles de análisis. Para que haya desarrollo, es necesario al mismo tiempo: (p. 90).
• Una búsqueda de lo especifico en la historia local • Una acción lucida dentro de una determinada lógica sistémica, • Una acción sobre los sistemas de representación colectivos.
Estela Corvalán Morelli y María Edy Ferreira (2003) realizan una propuesta de una metodología para la acción dentro de un contexto de desarrollo local.
El método que se presenta como un proceso para el desarrollo participativo es básicamente un camino para la acción. Por lo tanto, fundamentar sus principios teóricos es buscar la orientación de esta acción y elegir las formas de su realización. Constituye un camino para la acción porque lleva a la comunidad a asumir responsablemente la tarea de transformar su realidad limitada por el subdesarrollo y la pobreza. El método que se propone como un medio para la acción organizada se basa en el proceso por el cual se forma la conciencia crítica de una realidad determinada y concibe a la educación como una acción que intenta rehacer pedagógicamente este proceso (p. 15).
El desarrollo de la capacidad crítica de una comunidad es un proceso que parte de una visión focalizada de sus problemas individuales o de los problemas de la pequeña localidad, hasta ubicarlos como parte de problemas más generales, comunes a otros. Es así como, poco a poco, el grupo logra descubrir la estrecha vinculación entre los problemas locales y otros más generales para verlos como parte de un contexto más global. Este proceso termina en una vuelta hacia su propia realidad bajo la forma de las intervenciones necesarias para su transformación. Ahora bien, este paso del conocimiento del mundo hacia su transformación, a través de acciones concretas y técnicamente adecuadas, es lo que constituye la dinámica interna de la elaboración de un proyecto de acción. El método propone una capacitación continua que reconstituye el proceso en forma permanente.
La participación como práctica social. En el contexto del método se considera la participación como un proceso en el que una comunidad se compromete con la transformación de su propia realidad y asume las tareas que le corresponden. De esta manera, el movimiento de su transformación deja de ser una suma de aventuras individuales para expresarse colectivamente, bajo la forma de proyectos solidarios o propuestas comunes. Trátase de un largo proceso de aprendizaje de nuevas relaciones sociales, de nuevos modos de comportamiento, de una visión de las cosas (Corvalán y Ferreira, 2003:16).
En este sentido el desarrollo participativo se identifica como un proceso de aprendizaje social en el los individuos crean e inventan nuevas formas de acción, nuevos modos de cooperación con el propósito de transformar su propia realidad. Las autoras habla de ocho principios que orientan la acción: (p. 17).
1) El método es participativo, se construye en base a la cooperación entre pares y al diálogo entre los actores comprometidos.
2) Promueve las acciones a partir del autoconocimiento de la realidad local y de análisis crítico. Para esto hace converger dos miradas: una mirada local, una mirada técnica. Todos aprenden. El técnico tiene una información amplia, maneja datos, sabe compararlos y organizarlos, confronta sus teorías con la realidad y las reajusta o las rectifica, si es necesario. La comunidad revela ámbitos desconocidos, informan sobre los que los técnicos ignoraban, aporta su visión concreta y vivida. Por otro lado, aprende a considerar nuevos horizontes. Las dos miradas se complementan, se reestructuran, se articulan para dar origen a un nuevo modo de ver las cosas, así como para encontrar juntos los caminos de su transformación. Construye un camino de capacitación permanente.
3) Escucha antes de orientar. No impone caminos, acompaña y enseña a caminar.
4) Identifica intereses comunes para acciones organizadas en el marco de un proyecto colectivo.
5) Fortalece a la comunidad impulsando acciones organizadas y buscando relaciones con sus semejantes hasta la constitución de redes a diferentes niveles.
6) Se estructura en una lógica de intervención territorial. Fija los límites de su acción en un espacio físico, tomando este espacio en su globalidad e integrando en él las fuerzas vivas locales y los elementos significativos para su población.
7) Motiva al gobierno local para ir cediendo espacios de poder al construir nuevas formas de relacionarse con la población, obteniendo como resultado la autonomía de la propia comunidad.
8) Es flexible. Constata la necesidad de una continua adaptación a las diferentes realidades donde se darán las intervenciones. El método es un proceso y al ser flexible se va construyendo en la medida que avanza. Se adapta a las realidades de cada localidad y comuna. Responde a cada manifestación espontánea buscando con los propios interesados los arreglos que se necesiten para su mejor aplicación. Los aparentes tropiezos en la acción pueden finalmente, ser dinámicos en el curso del proceso capacitador al exigir flexibilidad y manejo adecuado del camino metodológico inicialmente propuesto. Por eso evalúa continuamente su actuar aportando una visión crítica y dinámica sobre su propia acción.
Veamos los pasos que constituyen el método: (p. 18).
El método se fundamenta en principios
Se apoya en la capacitación de los actores proponiendo un proceso de educación permanente
Elabora una estrategia de acción territorial
Su objetivo es motivar a la comunidad y al gobierno local para acciones orientadas al Desarrollo Participativo
Por otro lado, el desarrollo local, en el espacio de una comuna permite crear dinámicas nuevas, relacionar sectores diversos, coordinar instituciones, articular actores varios. Es por lo tanto, este abordaje inicial el que permite definir las unidades de intervención pertinentes, ubicar las localidades e identificar comunidades. Entre éstas y su territorio se da o se va dando un compromiso expreso: la comunidad se identifica con el territorio en que vive, lo reconoce como suyo y desde allí impulsa sus primeras acciones (p. 19). La estrategia territorial permite, entonces, reforzar las bases de enraizamiento de un grupo y desde allí orientar la mirada hacia su realidad, conocer los recursos y límites propios, para luego aprender a mirar al otro, a las otras comunidades, aprender a formar redes, a articularse, a comparar situaciones, a solidarizarse con otros. (p. 19).
Son tres los niveles de acción considerados en el abordaje territorial dentro de la comunidad: (p. 20).
a) Los sectores geográficos identifican en la comuna, amplias áreas relativamente homogéneas en sus aspectos socioeconómicos y poblacionales, ecológicamente semejantes en cuanto a recursos naturales y paisaje, considerando éste como el medio ambiente intervenido por el hombre. Estos sectores pueden constituir, posteriormente, unidades de planificación de las acciones futuras. b) Las localidades o comunidades donde se encuentra los núcleos poblacionales que agrupan a los habitantes. Estas localidades tienen su historia, su dinámica propia. Son también factores de identidad de la comunidad con su territorio. Las localidades constituyen la unidad de intervención. c) Las unidades de observación corresponden a unidades menores, pudiendo ser el sitio, la parcela o simplemente la casa donde reside la familia. Estas unidades son aquellas a las cuales se dirigen las investigaciones del autodiagnóstico. Deben corresponder a una forma de vida particular, propia de la comunidad correspondiente, deben contener los componentes más significativos para captar el modo de vida de las familias, las relaciones entre sus habitantes.
En la articulación de estos diferentes niveles se da la dinámica de intervención territorial, dando lugar a nuevas relaciones entre los actores sociales.
Patricio Carpio (2006) expresa que es necesario y oportuno aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de desarrollo local, cuales son los argumentos que lo sustentan, cuál su propósito de largo alcance, cómo se articula con procesos nacionales y globales para, en definitiva, ubicar nuestras prácticas en contextos más coherentes con los retos del nuevo milenio en términos de democracia y desarrollo.
El autor manifiesta que hay multiplicidad de "vías" para el desarrollo local que existen en América Latina, y que el desarrollo local es un concepto que se construye desde diferentes ámbitos, lo que conduce a configuraciones teóricas y políticas también diferenciadas.
Un evidente consenso es entender el desarrollo local como un proceso que conjuga una dialéctica de niveles tanto horizontales (dimensiones del desarrollo local) cuanto político-espaciales (local-nacional-global) como condición para su viabilidad y sostenibilidad. La dinámica territorial y la orientación democrática que se le impriman al proceso dependerán de la capacidad de concertación de los actores locales (Carpio, 2006:8).
Los elementos o dimensiones constitutivas para la construcción de una perspectiva latinoamericana de desarrollo local serían cuatro: la dimensión territorial, las identidades o dimensión cultural, la dimensión política y la dimensión económica.
Larrea (s.f.) señala que durante los últimos años encontramos un renovado énfasis en la formulación de propuestas y en la generación de experiencias innovadoras tendientes a fortalecer la participación ciudadana en los procesos de desarrollo local. Estos esfuerzos se ubican en un escenario en el que los gobiernos locales asumen nuevas competencias y responsabilidades y son considerados como instancias privilegiadas para enfrentar los desafíos de la democratización de la sociedad, la construcción de ciudadanía y la promoción del desarrollo.
Para algunos autores el desarrollo local es un asunto escasamente estudiado. Valarezo y Torres (2004) señalan que "en la actualidad en varios foros se debate intensamente acerca del desarrollo local; en la mayoría de discursos sobre el desarrollo la dimensión local está presente…el tema se ha vuelto en el sino de la época, sea como resistencia a la globalización neoliberal, o como nicho de mercado para integrarse a la deseada era global".
Eduardo Egüez (2005:9) se refiere a algunos sentidos para la búsqueda del desarrollo local: la construcción de ciudadanía protagónica y solidaria como la base del desarrollo local, la recuperación de las memorias de resistencias en los espacios locales, la democratización de la democracia local y participación social, la apuesta al desarrollo sustentable y equitativo repensando las potencialidades de la biodiversidad y sobre una visión integral del espacio y la sociedad local.
El éxito de los modelos de desarrollo local se basa en la enorme creatividad y capacidad que existe en los hombres y mujeres que habitan sus espacios concretos, atravesados por distintas historias, diferentes concepciones de la vida y de la sociedad y con específicas formas de producción (Egüez, 2005:10).
La RED CANTARO (2005) pone énfasis en La participación ciudadana en el desarrollo local.
Hablar del desarrollo local como una forma de desarrollo alternativo, por ende, implica también hablar de una participación ciudadana más participativa o más democrática, con lo que la participación no sólo sería un componente del desarrollo sino un componente de proyectos políticos mayores y, aún más, de verdaderos proyectos de sociedad (p.19).
Expresan que el tema de las articulaciones local-nacional-global coloca en el debate lo relativo a los proyectos societales en juego en cada localidad. Es decir:
• A la caracterización de los contenidos y propuestas programáticas,
• A la identificación de quienes los imaginan, construyen discursiva y prácticamente, y los portan,
• Al modo en que se configuran las relaciones entre estos actores en una realidad concreta.
Agregan que precisamente, esta es una de las dimensiones invisibilizadas en buena parte de la literatura disponible sobre desarrollo local. "En ella desaparecen los actores sociales, se diluyen los conflictos bajo la "magia" de las técnicas de concertación y negociación, e incluso la formulación de proyectos, planes y programas adquiere una vida "técnica" propia" (p.21). Importancia que tienen en el desarrollo factores como: la matriz de poder social, el sistema de actores, y la cultura política e institucional de la sociedad local. Se trata de visibilizar el sistema de poder local y la forma en que los recursos, en sentido más amplio, están distribuidos en los territorios.
Comentan que las sociedades locales están ensayando construir formas diversas de desarrollo y de gobierno. "El desarrollo local no existe si no es imaginado y construido socialmente, e impulsado y desplegado por los recursos políticos y técnicos disponibles". Enfatizan que para hablar del desarrollo local como un paradigma alternativo de desarrollo, se requiere diferenciarlo de aquellos modelos de desarrollo local de tinte neoliberal y de tinte neoestructuralista. "Un modelo de desarrollo local alternativo, sin dejar de lado a otras modalidades de producción, pondrá énfasis en las diversas formas de economía popular y solidaria, al tiempo que promoverá una democracia participativa a nivel de los Gobiernos locales y de los entes sociales". (p.49). César Mosquera (1999) señala que en el contexto de la descentralización el proceso de construcción del desarrollo local sostenible requiere de una metodología que trate de dinamizar los procesos en el interior de la sociedad civil: para optimizar los espacios de participación; para que la participación sea efectiva y no una farsa; para que se involucren los actores sociales directamente en la toma de decisiones…; para enfrentar la pobreza y mejorar la redistribución real de la riqueza material y del poder; para reconocer y validar el saber local fortaleciendo la democracia participativa.
Se trata de elevar la aptitud de los actores sociales para incidir en la toma de decisiones, tanto de carácter técnico cuanto de carácter político, para gestionar y liderar procesos participativos de planificación en los cuales se involucre activamente a la sociedad civil en el desarrollo local sostenible (Mosquera, 1999:8).
Ezequiel Ander-Egg (2005) expresa que a fines del siglo XX, el ámbito de "lo local" se considera como el ámbito más adecuado para la acción comunitaria.
El desarrollo nacional y la planificación del desarrollo global son ámbitos de actuación demasiado amplios y lejanos para que los "ciudadanos de a pie" (que son la mayoría de la población) puedan participar efectivamente. La gente tiene la sensación de que dentro de las grandes organizaciones no puede hacer nada, en consecuencia, si se le propone algo a este nivel, se cruza de brazos, pues sabe que no puede tener ninguna incidencia. En cambio, es posible participar –de manera efectiva- en el ámbito local, en las organizaciones de base, en los movimientos sociales, en las unidades de producción o microorganizaciones económicas, es decir, en los ámbitos en donde pueden darse interrelaciones a escala humana. Desde el punto de vista de los principios operativos del desarrollo de la comunidad, de lo que se trata es de aplicar el principio metodológico/pedagógico de la cercanía vital, conforme con el cual las acciones deben realizarse en el lugar más cercano a donde está la gente o, lo que es lo mismo, en espacios a escala humana en donde el individuo puede participar en la definición de la situación –problema mediante una investigación participativa, y luego intervenir activamente en la programación de actividades, en la ampliación de las decisiones adoptadas y en la evaluación de los resultados.
El componente que siempre ha existido en casi todas las propuestas de desarrollo comunitario ha sido el de la superación de todas las formas de autoritarismo y paternalismo, de manipulación y mediatización. Hoy, esta preocupación por el desarrollo de los procesos de participación culminan en la tendencia a la creación de redes horizontales y verticales de interacción humana, no en el ámbito de la sociedad global (que escapa a lo que puede hacerse desde estos programas), sino a nivel local y a nivel de organizaciones. (Ander-Egg, 2005:119-120).
Señala Ander-Egg que si bien en América Latina la problemática del desarrollo local –tal como hoy se formula- es relativamente reciente, la preocupación por el tema es de muy vieja data.
Sin embargo, el desarrollo local, como hoy se entiende, supone algunos elementos e ingredientes que no se había tenido en cuenta en la política social, y no se había pensado en una combinación de todos ellos: la idea de mejorar las condiciones de vida de una población mediante la participación activa de la misma gente (idea central del desarrollo comunitario), la importancia de las diferentes organizaciones irrumpen el ámbito de la sociedad civil y la participación del llamado tercer sector. Por último, una tendencia política que toma cuerpo en América Latina a partir de los años ochenta, expresada en el proceso de descentralización que se acelera en los últimos años, crea las condiciones para que el desarrollo local adquiera una importancia central. Ello coincide, dentro de un proceso inseparable, con el progresivo desarrollo del sector municipal y el consiguiente fortalecimiento de la institución local. También confluyen en este proceso la irrupción de las organizaciones no gubernamentales, la configuración de redes sociales, la irrupción de los movimientos sociales. Todo ello contribuye a una creciente importancia de "lo local" en el campo de las propuestas de las políticas sociales (Ander-Egg, 2005:121).
En relación con las potenciales del desarrollo local el autor dice:
Un nuevo marco referencial, apoyado en otras premisas, da lugar al desarrollo local como ámbito privilegiado o prioritario de actuación, con el fin de mejorar las condiciones de vida de la gente, especialmente de los sectores populares. Como se trata de acciones a escala micro-social, el desarrollo local contribuye también al fortalecimiento de los gobiernos municipales, constituyendo un modo consolidar la democracia desde la base de la sociedad. Por su misma naturaleza y por su ámbito de actuación, fortalece las organizaciones comunitarias del alcance territorial y las redes sociales que ellas configuran. Esto consolida el tejido social a través de movimientos y redes sociales, organizaciones no gubernamentales, etc.; y hace posible una forma de presión social más efectiva. No se trata de reclamar en torno a grandes problemas (lo que también hay que hacer), sino procurar determinadas reivindicaciones sobre cuestiones o problemas puntuales que preocupan y afectan de manera directa a la gente. Manuel Castells lo ha señalado muy bien: la acción local sirve como base de "un nuevo instrumento de gestión política, un mecanismo institucional que relacione estrechamente el Estado y la sociedad civil, a través de gobiernos locales autónomos, descentralización administrativa y participación ciudadana". (pp. 123-124).
No hay que dejar de tener en cuenta que el auge de las propuestas de desarrollo local se produce en un contexto internacional que ha sufrido cambios muy profundos. Estos cambios han supuesto una profunda recomposición de fuerzas que, dentro del proceso de internacionalización de la economía, la política y la cultura que vivimos hace más de una década, lleva una mayor y progresiva concentración del poder. (pp. 124-125). Importante –muy importante- es trabajar en los programas de desarrollo local, ya hemos hablado de sus potencialidades, pero no debemos quedar atrapados en un perspectiva de acción a escala micro. "Actuar localmente, pensar globalmente" es la fórmula acuñada en los últimos años que sugiere un modo de actuar en lo que no se pierda una perspectiva global. Si sólo actuamos, analizamos y pensamos localmente y prescindimos de los planteamientos más generales, perdemos toda perspectiva y no tenemos conciencia de la necesidad de los cambios globales que se necesitan en el mundo en que vivimos (Ander-Egg, 2005).
Víctor Hugo Torres (s.f.) comenta que no se pretende hacer un estado del arte sobre el tema, ni mostrar que a cada discurso teórico corresponde un modelo de acción, porque en el desarrollo local existen múltiples mediaciones entre los discursos y la acción colectiva: hay discursos simultáneos acerca de lo local que se cruza con una misma experiencia, procesos sociales con discursos parciales y fragmentados que logran interpretaciones intermedias, así como experiencias locales en busca de su propio discurso. (p. 17)
En el país el desarrollo local tiene diversas vías, no siempre se lo hace siguiendo procedimientos sistemáticos, acorde con racionalidades instrumentales o según proyectos preconcebidos. En muchos casos los discursos teóricos no orientan la acción colectiva, por ejemplo: una cosa es lo que se dice acerca del poder local y otra muy distinta lo que se hace en el gobierno municipal; se habla de fortalecer los procesos locales y a la hora de las acciones se patrocinan procedimientos clientelares. (p. 20)
Señala Torres que tanto los discursos teóricos cuanto las vías del desarrollo local reseñadas, proponen y enfrentan desafíos comunes que requieren resolverse para consolidar los procesos iniciados. Son desafíos en la orientación estratégica de las experiencias de desarrollo local que tienen implicaciones en el liderazgo y las políticas públicas, en la capacidad de gestión local y gerencia organizativa. Aspectos como el crecimiento económico considerado la base material del desarrollo, las alianzas ciudadanas como forma de ejercicio democrático y de una cultura política participativa, el fortalecimiento de los recursos y capacidades locales, y el ejercicio de un buen gobierno territorial constituyen los principales cuatro desafíos:
Crecimiento económico y globalización. Los procesos de desarrollo local requieren resolver las desigualdades económicas básicas de la población, creando formas alternativas de economía popular, solidaria o comunitaria en asociación con actores económicos públicos y privados, sea manejado nichos de mercado, explorando nuevas demandas o integrándose en mercados justos. Tanto en al literatura como en la práctica, el principal reto para las iniciativas societales y estatales es el crecimiento económico con equidad, generador de empleo e ingresos en condiciones de sostenibilidad en el tiempo.
El desafío económico para el desarrollo local es impulsar estrategias de crecimiento productivo en las localidades, que aprovechen las ventajas comparativas de la globalización, conectado las iniciativas empresariales comunitarias o solidarias con los circuitos alternativos globalizados: no solo hay que buscar la vinculación al mercado de exportación con sistemas de producción, comercialización y crédito éticos. El proceso requiere articulaciones reales entre economía local y macrotendencias nacionales, pues no se trata de crear islotes de modernidad en contextos de política económica adversos.
Hacia una cultura colaborativa. La preocupación por construir nuevos escenarios cívicos que profundicen la democracia está en el centro de los discursos y experiencias. Actuar de manera colaborativa, a través de sólidas alianzas ciudadanas que resuelvan los problemas colectivos y diseñen las imágenes del futuro deseado, forma parte de la cultura política del desarrollo local; pero operativizarla en contextos marcados por personalismos autoritarios, por ausencia de diálogos e incomunicación de expectativas, es el segundo desafío.
Avanzar en el reconocimiento de que en las localidades hay pluralidad de intereses, así como diversidad de organizaciones sociales y que ninguna por sí sola representa el interés colectivo, es imprescindible para construir de manera participativa los espacios de gestión y representación pública que demanda el desarrollo local.
No es suficiente con tolerar las diferencias culturales, política y económicas locales, ni solo aceptar que hay intereses de otros actores que no son de base, también es clave aprender a comunicar, ceder y negociar los distintos intereses entre los actores colectivos en el marco de procedimientos colaborativos que manejen la conflictividad. Facilitar alianzas públicas, privadas y del tercer sector basadas en el consenso y en el manejo de los disensos, es el reto para las organizaciones de base, OSG, ONG, municipios, entidades estatales de manera que en la práctica asuman una efectiva cultura ciudadana.
Fortaleciendo las capacidades locales. Un aprendizaje importante es que los procesos de desarrollo iniciados tienen que desempeñarse con sus propios recursos, reduciendo progresivamente la "dependencia" e n el apoyo de la cooperación internacional. Las acciones requieren estar claramente dirigidas al aprovechamiento de las capacidades locales, no solo en el sentido de movilizar la mano de obra comunitaria para la dotación económica, a levantar recursos financieros y materiales, así como saber valorar y aplicar los conocimientos de la población. En este sentido el tercer desafío s institucionalizar el fortalecimiento de las capacidades locales.
El desempeño del gobierno territorial. Los discursos al igual que las experiencias colaborativas reconocen al municipio como actor clave del desarrollo local, por sus implicaciones en la cultura cívica, por su jurisdicción en un territorio mayor y por la potencialidad de replicar las iniciativas locales como políticas cantorales. Sea como aliado o como líder un buen desempeño del gobierno municipal es imprescindible, lograrlo es el cuarto desafío para el desarrollo local.
Los gobiernos municipales innovadores tienen que diseñar y ejecutar sus propias formas de articulación con el proceso nacional de descentralización. Resulta contradictorio que las experiencias de desarrollo local no dialoguen con las propuestas de descentralización, pues corren el riesgo de ir en direcciones distintas. El desempeño democrático del gobierno territorial no se acaba en la localidad, precisa articularse a los movimientos nacionales de reforma estatal a través de la descentralización, aportando con los aprendizajes de gestión pública colaborativa y beneficiándose de las ventajas desconcentradoras de la administración estatal, de manera que las experiencias locales se potencien en el contexto nacional. (Torres: 32- 35).
Santiago Ortiz Crespo (s.f.) manifiesta que uno de los componentes centrales de las prácticas innovativas en el desarrollo local es el de la participación. La participación aparece como un elemento esencial del desarrollo local dado que implica el "empoderamiento" de los actores sociales en pos de su autodesarrollo, es decir que ellos asuman mayores niveles de poder al tiempo que logren reorientar los recursos locales en función de sus aspiraciones. (p. 63).
La participación en lo local se convierte así en un aspecto esencial para la construcción de la ciudadanía, fortalecimiento de la democracia e impulso de nuevos procesos y estrategias de desarrollo al afirmar la identidad de las personas y los grupos, reconstruir sentidos de pertenencia de la gente con respecto a su localidad, desarrollar las capacidades de información, decisión y gestión de los actores ciudadanos, emprender estrategias innovativas de mejoramiento de la calidad de vida, producción y uso de recursos naturales; en la planificación participativa del desarrollo local (p. 64).
Bárbara Altschuler y Alejandro Casalis (2006) expresan que los enfoques de desarrollo local y la economía social se han tomado generalmente en forma separada, como cambios paralelos. Especialmente en la actualidad y en países como el nuestro, con altos niveles de informalidad y pobreza, entendemos que ambas visiones y las prácticas que les corresponden pueden y deben ser, fuertemente convergentes. Tanto las estrategias del desarrollo local como de economía social tienen como objetivos principales la generación de fuentes de trabajo e ingresos, la distribución de beneficios y excedentes, la satisfacción de necesidades individuales y colectivas, tendientes al mejoramiento de la calidad de vida de la población. Ambas poseen además como premisas el equilibrio ambiental; la sustentabilidad cultural, en tanto procesos basados en la identidad de la población y el territorio; la sustentabilidad política, es decir, la legitimidad de los procesos democráticos en la toma de decisiones; y la sustentabilidad social, basada en la idea de inclusión. (p. 71).
Para los autores las ideas del desarrollo local plantean un nuevo enfoque a las teorías del desarrollo. Ya no puede pensar al desarrollo de manera centralizada, ni planificarse de "arriba abajo" haciendo abstracción de las diferencias económicas, culturales, políticas y sociales del territorio y de los actores que las encarnan. (p. 72).
Durante todo el período comprendido entre 1950 y 1980, el desarrollo fue "desde arriba", dirigido y planificado por el Estado nación. Dentro de este modelo de desarrollo, no había espacios para pensar en el desarrollo local. La relación existente entre desarrollo y territorio implicaba a este último como un mero escenario donde se desplegaba la planificación centralista del Estado. El desarrollo era "exógeno" al escenario local y concebido e implementado "desde arriba", donde el municipio era considerado como una instancia de carácter meramente administrativa. Incluso desde la academia, los estudios sobre los municipios se abordaban desde lo jurídico, sin indagar en la dimensión política y social de los mismos (García Delgado y Garay, 1989). (p. 74).
Por el contrario, entendemos el desarrollo local desde una perspectiva integral basada en procesos colectivos inclusivos, a partir de la utilización y articulación de los recursos y capacidades locales pero con una perspectiva de inserción mundial. En este sentido, se podría entender al desarrollo como la construcción de un proyecto colectivo de una comunidad tendiente a mejorar la calidad de vida de la población, a partir de la utilización y potenciación de los recursos y capacidades locales. Las posibilidades de éxito y sostenibilidad implican a demás la construcción democrática, la participación de la comunidad, la generación de un proceso económico inclusivo, generador de empleo, respetuoso del medio ambiente y de identidad local. (p. 81).
Además de los requisitos anteriores –expresan-, un proceso de desarrollo local ya no puede quedar circunscrito al espacio territorial geográficamente determinado sino que debe trascender las fronteras locales porque, actualmente, las estrategias nacionales de desarrollo se definen en el marco regional y en el contexto de globalización. De este modo, para que el desarrollo local se traduzca en aportes concretos al desarrollo, se torna necesaria la vinculación del municipio con los niveles provinciales y central, en el marco de una estrategia nacional de desarrollo, que contemple una perspectiva de inserción regional y mundial. En este proceso, el municipio se convierte en un actor fundamental dado que, en el territorio es donde se genera los empleos, las posibilidades de inversión y donde los activos intangibles como los saberes aprehendidos, la cultura y la tradición de la población se traducen en insumos para un proceso endógeno. El municipio debe asumir el "rol de facilitador y articulador" de acciones e intereses para el desarrollo, generando condiciones para la participación del sector privado, articulando los recursos locales con los recursos exógenos y estimulando la reinversión del ahorro local. (p. 81).
Así, con los diferentes aportes de los autores reseñados en este capítulo, podríamos expresar que el desarrollo local "es un proceso de desarrollo integral, que conjuga la dimensión territorial, las identidades o dimensión cultural, la dimensión política y la dimensión económica. Es una apuesta a la democratización de las localidades, al desarrollo sustentable y equitativo repensando las potencialidades del territorio y la sociedad local".
En esta dirección, y siendo reiterativos, encontramos algunos elementos fundamentales para caracterizar el desarrollo local:
• La relación local-global • La importancia del territorio • La centralidad del sujeto • Construcción y reconstrucción del tejido social/ Su carácter de desarrollo humano/ Su papel en la constitución de sujetos sociales y políticos • Visión como proceso • Su carácter participativo • Su carácter planificado • Integral (económico, social, político, cultural y ambiental) • Sostenibilidad El desarrollo local es otra alternativa de desarrollo, que resitúa y valoriza lo local, lo específico, en una época de globalización. No es –como lo señala Arocena-, un mero recipiente de lo universal sino una construcción concreta que vive lo humano de las formas más diversas. Así, el desarrollo local es un debate en construcción; una apuesta de desarrollo que requiere ser construida-reconstruida en sus discursos y en sus prácticas.
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