La enseñanza de la Metodología de la Investigación ha sido objeto de reflexión por parte de los reconocidos autores, sobre todo en lo concerniente al docente y a las estrategias didácticas.
Albornoz (1986), Martínez (1989) y Sabino (2000), coinciden al señalar que, por lo general, la enseñanza de la Metodología se realiza mediante clases teóricas, con ejemplos de situaciones fuera de contexto y sin aplicaciones en casos propios de la especialidad que se cursa.
Así mismo, los mencionados autores han expresado que gran parte de los docentes que enseñan metodología en las universidades, no poseen la formación, ni la experiencia como investigadores.
En relación con el docente, Castro Silva (1977), ha señalado:
...quienes están cargo de enseñar cómo los científicos indagan el conocimiento no son, de ordinario, hombres de ciencia, ni son tampoco, personas con actuación dilatada en programas de investigación... (p. 69).
A lo anterior, se suma lo expuesto por Sabino (2000); quien expresa:
Por la limitada extensión que tiene en Latinoamérica la práctica de la investigación científica,...la mayoría de los docentes no ha podido realizar más que esporádicamente trabajos de investigación propios. Por lo tanto, no tienen la experiencia suficiente que se requiere para disertar con entera propiedad sobre estos temas, pues carecen de las vivencias que sería necesario transmitir a grupos de jóvenes que no tienen mayores nociones acerca de lo que es investigar (p. 200).
En Venezuela, las instituciones de educación superior no escapan a la situación expuesta. Aun cuando la mayor producción de investigaciones se concentra en las universidades autónomas, un estudio sobre el número de artículos publicados en revistas arbitradas e indexadas, ubica a Venezuela en el 5º lugar como productor de conocimientos científicos y tecnológicos de América Latina (Lemasson y Chiappe, 1999).
Sobre la función de investigación que desarrollan otras instituciones que integran el subsistema de educación superior venezolano, además de las universidades, existe muy poca información. No obstante, se cuenta con el Informe sobre las actividades de Investigación y Postgrado de los Institutos y Colegios Universitarios Oficiales (Ministerio de Educación, 1999).
En dicho documento se detallan los factores que dificultan la función de investigación, entre los que se destacan:
La ausencia de una cultura investigativa generada por la “poca importancia” que se le ha otorgado a la función de investigación. Es decir, en los Institutos y Colegios Universitarios prácticamente no se hace investigación, considerada ésta como una política institucional y como una función esencial de la educación superior y de toda institución universitaria.
Por otra parte, el incumplimiento de las funciones de investigación y extensión, por parte de profesores que se dedican únicamente a la docencia. Es decir, sólo imparten clases, lo que coincide con lo expuesto por los autores citados inicialmente. Así mismo, el informe no discrimina a los profesores por especialidad, sino que se refiere a los docentes en general.
En este sentido, resulta pertinente inferir que los profesores de Metodología de la Investigación no constituyen la excepción en cuanto a su participación en actividades de investigación, particularmente en el ámbito de los Institutos y Colegios Universitarios.
Esta situación ya había sido expuesta por Ramírez (1995), quien al referirse, de forma general a los docentes, señaló:
La mayoría de los aportes de este sector, por lo general, provienen de actividades de investigación realizadas en el ámbito de cursos formales de pre y postgrado, incentivados por la obtención de títulos que los mejoran profesional y laboralmente. Fuera de esto, ha sido escasa la evidencia de trabajos y proyectos de investigación… (p.13).
En este sentido, a manera de reflexión, cabe preguntarse: ¿cómo un docente puede enseñar una actividad que no realiza y para la que no está preparado? ¿Se puede enseñar sin saber hacer? ¿Cuál es la calidad de la enseñanza que se transmite en estos casos? También habría que preguntarse si un profesional con formación en investigación, o cualquier investigador, es capaz de transmitir de manera efectiva los conocimientos teóricos y prácticos sobre el proceso de investigación, es decir, si está en capacidad de enseñar cómo investigar.
Cualquier intento para dar respuesta a las reflexiones anteriores, pudiera estar relacionado con la situación que se describe a continuación.
En Venezuela, la enseñanza de la Metodología de la Investigación no constituye una carrera universitaria o mención. Es decir, no existen estudios de pregrado con una mención en Metodología o en Docencia de la Investigación. Cabe destacar que, según reseña Albornoz (1990), en 1976, hubo una iniciativa para crear una mención en Metodología de la Investigación Social, en la Escuela de Educación de la Universidad Central de Venezuela.
Sin embargo, dicho proyecto no llegó a concretarse. Por otra parte, a nivel de postgrado, la Universidad Rafael Urdaneta (Estado Zulia, Venezuela), actualmente ofrece una Especialización en Metodología de la Investigación, la cual no contempla asignaturas del componente docente o de formación pedagógica. Por tanto, resulta obvio que al no existir una carrera en la mencionada rama del conocimiento, tampoco existe un perfil teórico del profesor de Metodología de la Investigación.
Esta carencia de estudios universitarios sobre la metodología y enseñanza de la investigación, incide en una ausencia de criterios y en la falta de consenso en las instituciones de Educación Superior, concretamente, en relación con los requisitos que debe cumplir y las competencias que debe poseer un profesor de Metodología de la Investigación, independientemente de las características de cada institución y de las necesidades específicas derivadas de las carretas que imparten.
Ante esta situación, surgió el presente trabajo cuyo propósito fundamental fue el diseño del perfil profesional deseable, específicamente, del profesor de Metodología de la Investigación para la Educación Superior venezolana.
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