M.C. América Ivonne Zamora Torres
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El 27% de la población de México vive del campo, pero genera apenas cerca del 5% del PIB. Además, este porcentaje tiende a decrecer debido en gran medida al estancamiento del desarrollo agropecuario de los últimos veinte años (Servin, 2005). El cumplimiento de las funciones que el sector agropecuario puede jugar en el desarrollo económico de México, radica en enfrentar simultáneamente los objetivos de rentabilidad, productividad, competitividad, equidad y sustentabilidad. Además, se requiere hacer cambios encaminados a reducir el impacto ambiental negativo que ha tenido la intensificación de la agricultura, las más de las veces por el uso indiscriminado de fertilizantes, plaguicidas e irrigación.
Este reto exige pensar en formas alternativas de hacer agricultura, si es que se desea promover un crecimiento agropecuario sustentable, pues la atención a los problemas del campo es urgente y fundamental para la viabilidad del país.
Una gran oportunidad y al mismo tiempo un reto para los productores del campo es el desarrollo del mercado agrícola orgánico en la región sobre todo si se ajusta a las condiciones del país y se buscan nichos de mercado que ofrezcan precios mayores.
El modelo productivo actualmente más practicado en muchos países en el sector agropecuario se basa en la aplicación de paquetes tecnológicos que tienen su origen con la propuesta de la revolución verde en la década de los setentas tales como el monocultivo, en la semilla híbrida, en el suelo limpio, en la mecanización pesada, en el uso de fertilizantes y plaguicidas sintéticos y actualmente en el uso de variedades transgénicas.
Este sistema productivo ha generado algunos beneficios en la productividad agrícola por un lado, y por el otro, ha ocasionado algunos problemas. Entre estos podemos mencionar la fragilidad de los ecosistemas y el deterioro intensivo de los recursos naturales debido, en gran medida, al uso desmedido de fertilizantes y pesticidas con insumos químicos, por lo que se sospecha que ha provocado grandes daños al medio ambiente y algunos problemas de salud humana. Evidencia de esto son los efectos de los fertilizantes industriales, dentro de los cuales podemos mencionar que, es más el nitrógeno que se pierde que el que se fija en la planta, el cual, va a los cursos del agua provocando el proceso de eutrofización o muerte acelerada de los sistemas acuáticos (J. Erickson, 1993).