Andrés E. Miguel Velasco,
Coordinador
Pedro Maldonado Cruz
Julio Cesar Torres Valdez
Pedro Maldonado Cruz
pemece@gmail.com
La práctica de la planificación para promover la creación de riqueza y el bienestar de las ciudades y regiones se fundamentó como una actividad propia de la investigación científica durante el Siglo XX. En la mayoría de los países occidentales donde se ha practicado, finalmente se aceptó que la planificación, y en particular la planeación, son herramientas útiles para el uso racional de los recursos de todo tipo, y que bien orientadas, no solo no suprimen la iniciativa ni la libertad de las organizaciones ni de las personas, sino que incluso pueden expandirlas. La utilidad de estas herramientas fue promovida originalmente como técnicas meramente administrativas, pero gradualmente han recuperado su papel de instrumentos promotores del cambio dirigido y ordenado. En medio del contexto de luchas económicas, ideológicas y de poder para el manejo de las ciudades y regiones que se sucedieron durante este periodo, los arquitectos, ingenieros, urbanistas y los planificadores del desarrollo, han desplegado una tradición permanente en el arte y la ciencia de planificar las ciudades y regiones a través de sus “planes maestros” y de todo tipo. En los albores del Siglo XXI, las personas, regiones y ciudades se enfrentan a nuevos retos, que requieren intervenciones basadas en una metodología fundamentada en la Ciencia que permitan adelantarse y controlar los hechos, pues los desafíos que estos plantean son demasiados y muy poderosos para dejar que sucedan al azar. Las desigualdades regionales no solo no han desaparecido, sino que incluso han aumentado. La escasez de recursos naturales básicos como el agua amenaza en convertirse en una verdadera catástrofe tanto para las regiones ricas como para las pobres. En regiones tradicionalmente rezagadas y con poca producción industrial y agrícola, aun se requiere combatir la pobreza, asegurar su acceso al mercado, y en general, mejorar la calidad de vida a la par de las regiones más desarrolladas. Pero también se requiere mantener adecuadamente las regiones y ciudades enfrentando el cambio climático, para evitar la destrucción del ambiente y la perdida de la diversidad biológica y cultural de las mismas.