Genaro Sánchez Barajas
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La crisis financiera iniciada internacionalmente en octubre de 2008, ha incidido negativamente en la economía mundial; prácticamente todos los países han sido afectados y la economía mexicana por consiguiente, no es la excepción.
Con el fin de enfrentarla el gobierno mexicano instrumento a través del gasto público para 2009 una política anticíclica basada en una mayor asignación de recursos para la infraestructura básica, social y productiva. Lamentablemente no se ha logrado la reactivación deseada con esa estrategia presupuestal. El Banco de México (30 de julio) informó recientemente que el PIB experimentó una caída del 5.1% durante el primer semestre y de 10.4% en el segundo trimestre de este año. Lo anterior, en opinión de la SHCP (30 de julio), ocasionó que en el mercado laboral se perdieran alrededor de 600 mil plazas de trabajo de junio de 2008 a junio de 2009, dado que por ejemplo, por citar una causa, en mayo pasado cayó la economía 11.1%, según INEGI.
Esta crítica situación económica se agudiza con el hecho de que la hacienda pública de los tres órdenes de gobierno, ha reportado una disminución en su recaudación tributaria dado que al mermar la actividad económica se reduce automáticamente la captación de ingresos fiscales.
Derivado de lo anterior es que gradualmente ha ganado consenso la idea de que hay que cambiar de modelo económico, de que debemos fortalecer las finanzas públicas con recursos adicionales para en una primera etapa, frenar el deterioro de la economía y, en una segunda, revertir la crisis en reactivación económica para 2010.