Raúl Arturo Sánchez Irabu
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Ha sido tan importante el aporte que ha dado la publicidad, que junto con ella ha dado origen a la mercadotecnia de las empresas, ambas han generado toda una cultura de consumo a través de la creación de marcas, la cuales podríamos considerar como la imagen estructural, que representa e identifica un producto o servicio, y que a través del desarrollo de las técnicas de venta, han provocado en los individuos, una injerencia particular en su concepción ética de la propia vida, que ha contribuido a formar estilos de vida en lo que hemos denominado como sociedades de libre comercio. De la misma forma, han explorado lo más íntimo de la persona humana, para despertar en ésta, necesidades creadas que favorezcan la oferta de productos nuevos, que a través de la globalización han extendido sus fronteras, haciendo que las grandes empresas procuren un proceso de transculturación comercial.
Además de tener una injerencia particular en la forma ética de concebir la existencia, las marcas de consumo han traspasado algunos de los ámbitos de la persona que vive en sociedad, como el ámbito político, en donde el desarrollo de la democracia ha quedado restringido, en algunas ocasiones, por las tendencias que guían el mercado económico de los países occidentales, quienes controlan gran parte del comercio internacional. Estas intervenciones de los países más desarrollados económicamente de Occidente, han provocado una división entre los países ricos y los países pobres, o mejor dicho, entre lo que se consideran los países desarrollados y los países periféricos o subdesarrollados, han creado lo que a lo largo del trabajo hemos de denominar como la simulación de la realidad social.