Daniel Menco Rivera y otros
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La zona rural de los municipios de San Pablo, Cantagallo y Simití, en especial las veredas localizadas en la parte alta, se configuran como espacios socio-físicos donde la soberanía del Estado con sus múltiples acciones de política social no ha logrado tener un alcance de inclusión generalizada. Las actividades económicas que se desarrollan se corresponden bajo una funcionalidad en la que la subsistencia emblematiza el modus vivendi de la población.
En cuanto al ordenamiento territorial, se presenta un mayor favorecimiento en la ejecución de obras de infraestructura física en la parte urbana, sin claros avances de mejoramiento en la calidad de vida y en un contexto en el que existe una atomización creciente de los presupuestos de inversión no obstante a las crecientes necesidades sociales insatisfechas y a la ruralidad del territorio.
Así mismo, la vulnerabilidad y la violación de los derechos humanos por encima de toda consideración humanitaria, retroalimentan la pauperización en la situación socio-afectiva y emocional de las personas ante un conflicto armado que, aunque territorializado dentro del devenir histórico de la formación y asentamiento poblacional, no deja de connotar lo que para su sostenimiento ha sido la importancia geo-económica y estratégica de la zona para los grupos armados ilegales.