Arleison Arcos Rivas
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La construcción histórica de una ciudad como Medellín, en conflicto permanente y en permanente disputa por la inclusión social y política, contrasta con una visión de la ciudad como escenario para la vida humana en sociedad, integrado, que se ordena como el resultado de una compleja articulación de saberes, disposiciones modernizadoras, administración territorial centralizada y tecnificada e interacciones subjetivas mediadas por la distribución social del trabajo; una ciudad articulada para la ampliación y especialización de servicios, la producción industrializada, la masiva confluencia de gentes y una estructuración burocrática de la administración de lo público.
Medellín, como otras ciudades colombianas, revela la precariedad y el espíritu de improviso en el que las primeras y las siguientes generaciones de migrantes, desplazados o exiliados han construido, comprendido y vivido su pertenencia a la ciudad marcada por los hitos del desarraigo y sobre la experiencia de ese supremo mal que se instala, paradójicamente, ordenando el desorden, dándole forma de urbe a la montaña y a los valles: la violencia. Se trata de ciudades crecidas a partir de la huída despavorida de esa masa casi incontable de quienes presos del terror, del odio del enemigo, del miedo o de la sospecha, resultan condenados a deambular o a afincarse en un territorio que no es el suyo; en las laderas de las grandes ciudades, en la periferia de la periferia, en los márgenes de una ciudad que no los reconoce como ciudadanos.
Nuestras ciudades son entonces el producto más cosmopueblerino imaginable: padecen las desdichas de haber crecido a costa de haber dejado de cohesionarse: crecidas entre el desencanto y el espanto, son ciudades que se sumergen en el oleaje incontenible del crecimiento absurdo, hastiándose y ensanchándose continuamente hasta dejar sin espacio a quienes llegan de últimos. Ciudades crecidas en medio de la furia, aparentes espacios privilegiados del desorden; para muchos, una pesadilla vivida con los ojos abiertos.