Yudith Miranda Torres
ymiranda@ucf.deu.cu
La Educación Técnica Profesional a través de todos los años ha sufrido cambios con el objetivo de perfeccionar cada día más los planes y programas de estudio para lograr un técnico altamente competitivo capaz de solucionar los problemas que presenten en su radio de acción.
Es preocupante la situación actual de los politécnicos con respecto a la base material de estudio relacionada con las especialidades que se imparten y con la asignatura de inglés. Constituyendo este el principal objetivo en la formación de los estudiantes producto a la incalculable importancia que reviste el conocimiento del vocabulario técnico de cada carrera y la bibliografía actualizada sobre esos temas se encuentra en este idioma extranjero.
Para adentrarse aún más en el problema de esta investigación es necesario remontarse a la historia de los politécnicos desde su surgimiento hasta nuestros días.
La formación profesional formalizada surgió en el siglo XIX; muestra de ello es la creación de la Escuela de Náutica en el barrio de Regla en el 1818 y la de Maquinaria en La Habana en el 1845; pero no es hasta el 1854 que se crean oficialmente por el Gobierno Superior Civil las Escuelas Industriales donde se desarrollan posteriormente nuevas especialidades de Agrimensura, Agricultura, Veterinaria, Maestro de Obras, Telegrafía y Comercio.
En 1882 se fundó la Escuela Superior de Artes y Oficios de La Habana, encargada de formar técnicos medios en especialidades industriales con los conocimientos y la práctica necesaria al ejercicio de sus profesiones.
Se coincide con el estudio realizado por Rafael Bernal, Francisco Ferreira e Hilda Rivas sobre el desarrollo histórico de la Educación Técnico Profesional en Cuba, así como con los autores del libro “El modelo de escuela politécnica cubana: una realidad”, porque la enseñanza en los talleres de los centros tiene importancia trascendental desde sus comienzos, lo que se manifiesta en la integración del estudio con el trabajo, donde el núcleo fundamental recae en las actividades prácticas en los mismos y en las áreas de las escuelas.
En el libro se explica cómo José A. Saco escribió sobre la formación de colegios que respondieran a las necesidades de nuestro país. Félix Varela abogó por la difusión de los conocimientos científicos sobre el cultivo de la caña de azúcar, el café y tabaco. Por otra parte es un principio martiano la vinculación estudio – trabajo y utilizar el método de la ciencia, como método fundamental de enseñanza-aprendizaje.
De lo anterior se infiere que la integración del estudio con el trabajo en este tipo de educación tiene su fundamento en nuestros grandes pensadores y en las escuelas fundadas en la etapa colonial, lo que fue perfeccionándose hasta adquirir el carácter relevante de la formación profesional en el país. Constituye el estudio-trabajo un principio rector de la formación profesional que se materializa en el perfil ocupacional, el contenido de cada asignatura, la organización de la vida en el centro y en el trabajo investigativo que en él se realiza.
En 1909, se promulgó una ley que determinó el establecimiento de seis granjas escuelas de la agricultura práctica, cada una se instaló en los alrededores de las capitales de provincias. En 1937, las mismas se transformaron en escuelas provinciales de agricultura con tres años de duración los cursos y los alumnos al finalizar estudios recibían el título de “maestros agrícolas”.
La matrícula de estas escuelas era de 60 alumnos, pero no en todas se alcanzaba esta cifra.
En 1938, comenzó a funcionar en lo que es hoy el Jardín Botánico y el Hospital Clínico Quirúrgico, la Escuela Nacional Forestal “Conde de Pozos Dulces” con una matrícula de 12 alumnos y que se nutría de los ingresos de las escuelas provinciales de agricultura y de los institutos de segunda enseñanza.