Durante muchos años ha sido interés de investigadores y técnicos de las políticas públicas el estudio de la pobreza para identificar sus causas, realizar su medición e identificar las medidas gubernamentales necesarias para combatirla. Sin embargo, la mirada al problema siempre se ha hecho desde afuera, es decir, desde la perspectiva del observador y no de quien sufre el problema.
En un afán por escuchar la voz de los pobres e identificar como conciben la pobreza, la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) realizó la encuesta “Lo que dicen los pobres” con una metodología que ofrece representatividad nacional. Los encuestados pertenecen a hogares en situación de “pobreza de patrimonio” que son personas con ingresos suficiente para satisfacer sus necesidades de alimentación, educación y salud, pero no para invertir en transporte, vivienda, vestido y calzado. La encuesta se realizó con el propósito de conocer las características generales de los pobres e identificar las opiniones que esta población tiene sobre aspectos trascendentales como el bienestar, la justicia social, la discriminación, las acciones institucionales y la valoración de los apoyos sociales.
En primer lugar hay que destacar que la mayoría de los pobres relaciona a la pobreza con satisfactores inmediatos como la comida, la falta de dinero, o la salud, porque el 35 por ciento de ellos piensa que ser pobre es no tener que comer, 34 por ciento dice que la pobreza es la falta de recursos para salir adelante y un 12 por ciento piensa que es no tener casa. De igual modo al preguntar a los pobres su idea sobre el bienestar, el 23 por ciento lo relaciona con tener comida suficiente; 16 por ciento con salud, 13 por ciento con la satisfacción de las necesidades básicas y otro 13 por ciento con tener asegurados los servicios mínimos. Por lo tanto, casi dos terceras partes piensan que el bienestar consiste en contar con un mínimo de satisfactores que son indispensables para la sobrevivencia.
Esta percepción de la pobreza es muy importante para el diseño de las políticas públicas de combate a la pobreza pues permite identificar que es lo que los pobres valoran más, lo cual debe ser priorizado por los programas de gobierno.
Respecto a las causas de la pobreza, resulta sumamente relevante que casi la mitad de los pobres encuestados piensan que esta situación es producto del destino o de la suerte, ya que el 15 por ciento opina que se debe a que en el mundo siempre hay ricos y pobres; 14 por ciento cree que es por voluntad de Dios; 9 por ciento dice que es por mala suerte y 13 por ciento afirma que se debe a que ninguna institución ayuda a los pobres.
Estas respuestas expresan la incapacidad de los pobres para identificar las verdaderas causas de la pobreza y por tanto los conduce a confundir la solución al problema y a conformarse con su pobreza a la cual consideran casi como un destino inevitable.
Por lo anterior, las políticas públicas para combatir la pobreza deben considerar la cultura de la población, como factor que condiciona sus resultados y obligan a hacer un mayor esfuerzo de participación de los pobres en la toma de decisiones.
Por otra parte, según los resultados de la encuesta la pobreza está asociada a la exclusión social, ya que los pobres creen que se les niega el acceso a satisfactores materiales, como la alimentación, servicios o discriminación laboral y por ello la persona no puede integrase plenamente a la sociedad, lo cual provoca restricciones adicionales al desarrollo individual. Esto significa que la sociedad está otorgando a los bienes materiales un valor muy alto como cualidad de integración social y acceso a las oportunidades. De acuerdo con la encuesta el 84 por ciento de los pobres cree que en este país se discrimina a la gente pobre. Un 58 por ciento piensa que hay mexicanos de primera y de segunda y un 71 por ciento, cree que la sociedad lo trata como “de segunda”. Esta situación les conduce a un pesimismo tal que el 50 por ciento piensa que en México, quien nace pobre, casi siempre muere pobre.
Esto último tiene implicaciones muy serias en la aplicación de programas para mejorar la situación de los pobres ya que la sociedad, mediante sus mecanismos de exclusión y discriminación, impide el acceso a estas personas -por ejemplo- al mercado laboral, al crédito y a otros beneficios del desarrollo. En implica que hay que aplicar acciones complementarias para propiciar la “inclusión social” como una legislación laboral que castigue la discriminación en el trabajo o en la atención social a las personas.
Es un hecho, que la pobreza tiene rostro de mujer. Porque entre los pobres, las mujeres generalmente se encuentran en una situación más precaria y padecen la pobreza más aguda y son discriminadas en el mercado laboral, educativo y de otros satisfactores básicos para la dignidad humana. Esa es la percepción que tienen los pobres ya que el 44 por ciento opina que una mujer pobre tiene más problemas que un hombre pobre. El 60 por ciento cree que esto se debe a que existe discriminación sexual, machismo y menos oportunidades que para los hombres. Y que los obstáculos que tienen las mujeres y que no tienen los hombres, para salir de la situación de pobreza tienen que ver con discriminación por embarazo o hijos (28 por ciento) falta de empleo para mujeres (30 %) que la mujer esté en la casa (10%) falta de estudios (20.5%)
Este aspecto es crucial para la elaboración de políticas públicas pues obliga a lograr una mayor participación de la mujer en los beneficios de la política social y su “empoderamiento” lo cual automáticamente mejora la situación de la familia y, por tanto, la de toda la población en situación de pobreza.
En mi próxima colaboración concluiré este análisis con el pensamiento de los pobres respecto a las acciones del gobierno y los resultados obtenidos.