DIDÁCTICA DE LAS CIENCIAS ECONÓMICAS
Carlos Enríque Rodriguez
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El método inductivo constituye por lo general el primer abordaje del problema- objeto de estudio (inclusive en los niveles de la preciencia): una situación, hecho o fenómeno que por sus características o importancia concita el interés del observador o investigador.
Considerado en su perspectiva histórica, el inductivismo aplicado a la interpretación de la economía estuvo presente en el análisis de los mercantilistas, claro que sin la pulcritud metodológica que hoy le solicitamos al pensamiento científico, sino fundamentalmente como una exposición justificatoria de los hechos económicos desde un enfoque empírico- realista.
La inducción es la formulación de un principio general a partir del fenómeno estudiado; en un primer paso consiste en elevar casos particulares a leyes de carácter empírico; implica extender la conclusión a la totalidad de los fenómenos del mismo tipo . Frecuentemente se parte de hipótesis presentes en la mente del investigador.
Lo inductivo trabaja entonces desde los concreto a lo abstracto ; se revela como un método muy útil a los efectos didácticos, mediante el cual puede captarse el interés de los educandos a través de la presentación de situaciones o hechos suficientemente llamativos relacionados con la temática que se está desarrollando.
El riesgo más inmediato es generalizar a partir de unos pocos hechos particulares. La enunciación de una ley económica requiere de un desarrollo formal mucho más estricto.
Deducir implica recorrer el camino inverso a la inducción: es ir de lo abstracto a lo concreto.
La deducción nos permite afirmar que dadas ciertas condiciones se producirá determinado resultado; implica la posibilidad de proyectar intelectualmente el presente al futuro.
El método deductivo es esencial para nuestra disciplina, ya que uno de los requerimientos básicos que la sociedad realiza al profesional de Ciencias Económicas es la predicción sobre la evolución de la situación (económica) considerada.
Surge con los economistas clásicos: Smith y Malthus fueron sus precursores (aun cuando no rechazaron la inducción como parte del análisis), alcanzando su máximo exponente en Ricardo.
El método deductivo ya no abandonaría la economía, la cual se considera en la actualidad como “una ciencia hipotético-deductiva”, señalándose que sus deducciones coincidirán con los hechos en ausencia de causas perturbadoras.
A finales del siglo XIX el pensamiento económico se reencauzará incorporando con fuerza arrolladora el pensamiento matemático a través del análisis marginal, el cuál estuvo representado por tres corrientes principales: la Neoclásica de Cambridge (de la cual fueron prominentes autores Marshall y Jevons); la Matemática (Walras, Pareto) y la Psicológica Austríaca (Menger).
La deducción crece desde la lógica, permitiendo formular nuevos principios a partir de los ya conocidos, principios que deberán convalidarse o refutarse a través de su comprobación empírica.
El método deductivo correctamente aplicado le permite al docente transitar un terreno relativamente seguro, pero resulta conveniente matizarlo con ejemplos a efectos de descomprimir la exigencia intelectual que implica su exposición prolongada.
Plausiblemente el mayor riesgo de su aplicación es quedarse en el marco teórico, sin compromiso o anclaje con la realidad; nada resulta más desmotivador para el estudiante de cualquier nivel que la confrontación permanente con deducciones estériles o prácticamente inútiles.
De allí que lo inverso resulte igualmente cierto: señalar la utilidad actual o futura de los instrumentos conceptuales desarrollados contribuye en forma singular a nutrir adecuadamente el componente motivacional en los alumnos.
Comprensiblemente, debe haberse calibrado en forma correcta el nivel teórico alcanzado por el grupo con el cual se está desarrollando este método .
Tornamos a señalar que la didáctica navega entre dos márgenes u orillas igualmente peligrosas: el pragmatismo ciego y el teoricismo errático; sólo es posible avanzar a favor de la corriente evolutiva, cuidando de no quedar atrapado en sus peligrosos márgenes.