Alicia Girón González
La quiebra del Long-Term Capital Management: Hedge Fund.
La quiebra del Long-Term Capital Management (LTCM), puso en evidencia la necesidad de regular instituciones de este tipo; labor que deben emprender, entre otros, el Departamento del Tesoro de EUA, el Fed, la Comisión de Intercambio y Seguros y la Comisión de Comercio de Futuros (Wall Street Journal, marzo de 1999). El LTCM es uno de los hedge funds [1] más importantes; sus ganancias habían sido cuantiosas y sus inversiones estaban en contratos de derivados que excedían los mil millones de dólares: 697 millones en swaps y 471 millones en contratos de futuros. Sus operaciones se basaron en un elevado grado de apalancamiento, esto es, de endeudamiento. A principios de septiembre de 1998, el Fed estaba enterado del debilitamiento y de las dificultades económicas del LTCM, cuyas pérdidas para mediados de ese mes ascendían a 600 millones de dólares. El Comité de Bancos de Basilea ha sido muy acertado en sus observaciones a los bancos que realizan inversiones en los hedge funds, ya que la especulación en el mercado de dinero provoca que las economías se colapsen. El proceso de desregulación, las inconsistencias del sistema financiero y la falta de previsión, han recibido críticas tanto de académicos como de miembros de los mismos organismos financieros. George Soros (1998) incluso habla del colapso del sistema capitalista al referirse a la crisis asiática y a la crisis de la economía rusa. Las grandes cantidades de dinero invertidas en fondos que manejan inversiones especulativas alrededor del mundo han provocado grandiosas fortunas y grandes pérdidas. A mediados de septiembre de 1992, se había invertido en un fondo la cantidad de 7 mil millones de dólares, al venderse previendo una baja de la libra, dicho fondo tuvo una ganancia de 950 millones de dólares y el Banco de Inglaterra estuvo a punto de quebrar. Posteriormente, a mediados de 1997, el baht (moneda nacional tailandesa) fue sujeto a presiones en el tipo de cambio y grandes cantidades de dinero salieron de Tailandia provocando la devaluación de su moneda. Posteriormente se ajustaron las otras monedas del sudeste asiático ocasionando la expansión de la crisis. El fondo Quantum[2] perdió 2 mil millones de dólares al presentarse la crisis en Rusia y desplomarse la bolsa de valores de Nueva York en septiembre de 1998. A fines de ese mes, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York convocó a dieciséis miembros del consorcio para endosar la suma de 3625 millones de dólares. En este préstamo jumbo estaban Goldman Sachs, Merrill Lynch, J.P. Morgan, Morgan Stanley, Dean Witter, The Travelers Group, Union Bank of Switzerland, Barclays, Bankers Trust, Chase Manhattan, Credit Suisse, First Boston, Deutsche Bank, Lehman Brothers, Paribas y Societe Generale. Las razones por las cuales la Reserva Federal organizó un plan de salvamento para un hedge fund y actuó como prestamista de última instancia fue la inestabilidad de los mercados financieros y las inversiones de varios bancos en dicho fondo que ocasionarían un efecto dominó, al hacer caer a otros fondos y acentuando la inestabilidad del mercado financiero internacional. Por otra parte, se hizo evidente la necesidad de supervisar las operaciones de los bancos que no aparecen en sus balances financieros y las inversiones en hedge funds, que tienen consecuencias tan graves a nivel mundial. Después del episodio del LTCM, las diversas autoridades financieras del mundo desarrollado e instituciones como el Banco de Pagos Internacionales y el Fondo Monetario Internacional han trabajado para identificar las debilidades de los sistemas de control del riesgo, de la supervisión bancaria, etcétera, tratando de señalar los elementos más importantes para la previsión del riesgo sistémico. Se han creado diversos grupos de análisis, se ha publicado un buen número de diagnósticos y recomendaciones y otros más están en curso. Una de las principales preocupaciones es el alto nivel de endeudamiento de diversas instituciones financieras, pero particularmente de los hedge funds, que son intermediarios que operan con una elevada posición de capital de préstamo y que pueden desatar crisis sistémicas, tanto por la falta de información sobre sus operaciones en los mercados, como por la rapidez con que mueven sus recursos de una posición de cartera a otra; además de que, debido a su gran dimensión, encabezan los llamados movimientos en manada (herding behavior) del resto de los fondos. Los títulos de deuda del sector privado doméstico de los países del grupo de los siete, incluyendo títulos de corto plazo y papel comercial, sumaron al finalizar 1998 casi 10 billones de dólares, de los cuales casi 6 billones corresponden solamente a los Estados Unidos. Durante las semanas de agosto a octubre de aquel año, en medio de la más profunda crisis financiera en años recientes, la sobretasa en la colocación de bonos, incluso de aquellos con elevada calificación, casi se duplicó. El problema radica precisamente en el doble movimiento de descenso en el valor de los activos financieros, junto con la elevación del costo del crédito, con lo que la rentabilidad de las posiciones de los hegde funds se desploma o incluso registra pérdidas. Solamente el descenso en las tasas de interés de la Reserva Federal estadounidense sumadas a la caída del dólar frente al yen y al marco lograron estabilizar nuevamente el costo del crédito, descendiendo las presiones sobre la liquidez. Sin embargo, el problema de la elevada exposición al riesgo de los intermediarios altamente apalancados continua siendo un elemento de fragilidad en los mercados financieros principalmente de los países desarrollados. La rentabilidad de los mayores bancos estadounidenses tuvo una caída de casi una tercera parte durante 1998, aunque se recuperó durante 1999 (FMI, octubre de 1999). Muchos de los mayores bancos enfrentaron pérdidas derivadas de su posesión directa de títulos y su exposición en los hegde funds, además de la declinación de sus ganancias en el comercio de títulos. De ahí que se haya iniciado una nueva ola de fusiones, buscando mantener o elevar las ganancias de los accionistas. Sin embargo, bajo la consideración de que la economía de Estados Unidos se encuentra en una etapa muy avanzada del ciclo económico, el temor de un nuevo descenso en la posición de los bancos ha incrementado la necesidad de acelerar la reforma financiera que se discute en el Congreso desde hace varios años, reforma que contempla levantar las restricciones entre los bancos comerciales y el resto de la industria financiera que, de aprobarse, desatará una nueva ola de fusiones. [3] La reforma no se apoyó según consta en los diferentes informes[4] de la Reserva Federal donde se analiza la participación de los hedge funds en el estallido de las recientes crisis financieras, por lo cual son el centro de las preocupaciones de quienes se encargan de crear las normas de supervisión y regulación que se espera formen parte de la llamada nueva arquitectura financiera internacional; lo que se busca fundamentalmente es que los mercados sean transparentes, de tal forma que proporcionen suficiente información sobre las operaciones que en ellos se realizan, para evitar así más crisis. Sin embargo, el fortalecimiento de la transparencia enfrenta el obstáculo principal de los propios intermediarios y sus reticencias a procesos que impliquen una mayor revelación de sus posiciones, así como el hecho de que éstas cambian de un momento a otro. A pesar de todo, los distintos informes no incluyen recomendaciones que impliquen una mayor regulación directa de los gobiernos sobre los hedge funds, sino en todo caso sobre la supervisión de las posiciones de financiamiento de los bancos y otros intermediarios hacia esos fondos. En su mayoría, los hedge funds combinan varias monedas fuertes en sus inversiones de alto riesgo y mueven grandes cantidades de flujos de dinero especulando con los diferenciales de los tipos de cambio y según el nivel de riesgo de los países. Las pérdidas o ganancias de los fondos dependen de la habilidad de sus administradores en la toma de decisiones. [1] Son fondos privados de inversión que operan generalmente en centros financieros extraterritoriales sacando provecho de las ventajas impositivas y regulatorias. Para su administración se cobra una comisión basada en los resultados. Estas instituciones realizan transferencias que cancelan o contrarrestan el riesgo existente en una posición financiera previa. Los participantes en el mercado distinguen dos clases de fondos: los fde cobertura de riesgo macroeconómicos, que asumen grandes posiciones direccionales (sin cobertura) en mercados nacionales basándose en el análisis de las condiciones macroeconómicas y financieras; y los fondos de valor relativo que apuestan a los precios relativos de efectos estrechamente vinculados (bonos, por ejemplo) y están menos expuestos a fluctuaciones macroeconómicas. Para crecer, estos fondos recurren al crédito (por lo que se dice que están apalancados), pues el monto de capital necesario para establecer una posición es relativamente pequeño en relación con los instrumentos que lo integran. Los fondos mundiales de cobertura de riesgos macroeconómicos utilizan diferentes estrategias de inversión: 1) Procuran identificar a los países cuyas variables macroeconómicas estén muy desfasadas con respecto a los valores sostenibles. 2) Los administradores les atraen generalmente las inversiones que entrañan un riesgo nulo de incurrir en grandes pérdidas de capital. 3) Es más probable que los fondos de cobertura asuman grandes posiciones cuando el costo del financiamiento es bajo. 4) A los administradores de los fondos de cobertura les atraen los mercados líquidos donde pueden negociar grandes volúmenes a bajo costo.
[2] De acuerdo a Soros Fund Management Co., el promedio anual de la tasa de retorno para el Quantum Fund de 1969 a 1979 fue un porcentaje de 32.6 por ciento. Sin embargo, el fondo ha tenido pérdidas substanciales. El lunes negro de octubre de 1987 perdió 200 millones de dólares, con la devaluación del yen en febrero de 1994 cerca de 400 millones de dólares y dos mil millones de dólares en el crac del mercado de valores en octubre de 1997.
[3] La Reserva federal y el Departamento del Tesoro estadounidenses mantienen una diferencia sustancial en el proyecto de reforma RH10 que ha impedido que ésta sea aprobada. Para unos las actividades no bancarias de los bancos deben organizarse dentro de una compañía bancaria tenedora (BHC), para otros deben organizarse como subsidiarias de los bancos. En cualquier caso su aprobación implica el abandono de la actual legislación Glass-Steagall que desde la crisis financiera de los años treinta, mantiene una barrera entre la banca comercial y el resto de las instituciones financieras. Al respecto puede verse: Meyer, Laurence. Lessons from Recent Global Financial Crises. Chicago, Illinois, Federal Reserve Bank of Chicago, October 1, 1999. En línea.
[4] Para citar algunos: el informe presentado por el Comité de Basilea, el del Grupo de Trabajo del Presidente de los Estados Unidos sobre mercados financieros, un informe elaborado por el banco central alemán y otro más por el banco central de Australia. Además, informes del sector privado como los de la Asociación Internacional de Derivados y Swaps, o el Grupo de Control de Riesgos de la Contraparte encabezado por Goldman Sachs, Gerard Corrigan y otros destacados financieros.