Restablecimiento de las Fábricas y Comercio español.
Bernardo de Ulloa Bernardo de Ulloa,
Parte primera. Introducción La experiencia de muchos años, y contínua observación en
ellos de los atrasos que padecen en España las Fábricas y Comercio, respecto
de la superioridad que logran en esto las Naciones, me han conducido al deseo
de investigar con el mayor desvelo las causas de esta desigualdad, en el
concepto de que halladas las que lo sean verdaderas, no era difícil el
aplicarles el eficaz antídoto para su remedio. A esto se ha reducido el todo
de mi trabajo, procurando manifestar las ciertas causas de nuestra decadencia,
y el medio con que cada una de ellas se puede subsanar. No me valgo
regularmente para ello de otras pruebas que las que suministra la experiencia,
así en el ejemplar de las Naciones Extranjeras como en
otros, que palpablemente se ven en nuestra España, para que no se puedan
rechazar como hijas solo de la fantasía o de la teórica, desmentida muchas
veces, o no conforme a la práctica. Con ellas procuro dar a entender no ser bastantes los
medios hasta aquí aplicados para la general extensión de manufacturas que se
necesita. Ni provenir la falta de ellas de la corta población; antes al
contrario esta de aquella. Asimismo propongo el modo de que abaratando los
Tejidos, y demás compuestos españoles, puedan hacer oposición a los extraños,
y que sean apetecidos, facilitando con la lección que nos han dado las
Naciones la entrada de los simples y salida de los compuestos con la libertad
o alivio de derechos; y practicando lo mismo con los Fabricantes y Fábricas
como ellas lo ejecutan, que conociendo antes que nosotros que la felicidad del
Estado, riquezas, y poder consistía en el Comercio floreciente activo con las
otras Provincias, así lo practicaron, concediendo privilegios, franquezas, y
aun pensiones del Erario público a los Artífices, y
maniobras, libertades a los géneros para su mejor salida, y finalmente
exención de todo gravamen específico sobre este importante Brazo de la
República. Con esto lograron que quedando las Fábricas de España de inferior
calidad se fuese sintiendo en ella grande disminución de la opulencia que
antes tenía; porque no sólo no salían fuera nuestros Tejidos sino que en
España no tenían consumo ni estimación, ya por la baratura de los extranjeros,
o ya por el lustre y relumbrón que les daban. Creyó nuestra ignorancia, que nos quedábamos dueños de las
Minas, y que bastaba este vano dominio para serlo de
los tesoros y riquezas; y que las Naciones habían de quedar dependientes
nuestras para adquirir las que nos sobrasen y no quisiesemos.
Este embeleso nos hizo perezosos y descuidados, dando de mano a las Fábricas,
contentándonos con la baratura y lustre de los Tejidos extranjeros; lo que les
dio más fomento a las Fábricas de fuera, que a porfía se aumentaban, cuanto
mas las nuestras decaían; y manifiestamente conocían los maravillosos efectos
que les causaban, pues con ellas sacaban quantos tesoros venían de las Indias
a España, cuantos en ella había de muchos años reservados, y cuantos frutos
daba nuestra Península, preciosos y precisos para ellas. En este letargo estuvo España muchos años, conociendo su
ruina y pobreza, sin advertir de donde le viniese. Atribuíala
a las pérdidas particulares de tales o cuales Navíos del
Comercio de Indias, y otros sucesos contrarios en las Flotas, y Galeones, como
a las malas Ferias de Ellos: sin atender, que ya en estos contrarios
acontecimientos eran los principales Interesados los Extranjeros, como dueños
de la carga, en que solo tenía el español nueve por ciento de la Encomienda y
conducción; y que así como las Naciones que perdían todo el principal no
sentían descaecimiento, lo mismo sucediera a España si
fuese suyo el principal, porque le quedaba la fuente y manantial que producía
aquellos caudales, que eran los Telares, y en breve rendirían mayores
utilidades. Después que se reconoció que los daños
provenían de la falta de las Fábricas, se hallaron estas mas imposibilitadas,
así! porque sobre ellas se cargaron algunos de los
subsidios con que fue preciso reemplazar las pérdidas del
Erario, que fueron consecuencia de la minoración del
vecindario y consumos, como porque habían perecido en la infelicidad los
mejores Oficiales y Maestros, que reducidos a menor número, los apresuraron a
perder los Arrendadores, queriendo que los pocos contribuyesen lo que muchos
no habían podido. Conociendo la imposibilidad de que nuestros Telares se
igualasen en franquezas a los extranjeros, cuando todo el cuidado era subsanar
el Erario los atrasos que cada día se aumentaban, los pocos caudales que se
salvaron de la ruina se retiraron los dueños con ellos a asegurar renta con
que mantenerse en posesiones, juros, Censos, y Tierras, quedando destituidos
de toda esperanza los infelices que no sabían otro ejercicio. Si conocieron de donde provenía el daño
de nuestras Fábricas los que las vieron perecer, y cual era el remedio, lo
cierto es que lo callaron, porque ni en los Memoriales antiguos ni en los
modernos se explica otro que Don Gerónimo
Uztáriz, quien manifestó estar las Rentas, y Aranceles de Aduanas, contra las
Fábricas propias y a favor de las extrañas; pues en los
antiguos solo se dice, que proviene la ruina de nuestros Tejidos de la
admisión de los extraños, pero inclinándose a que se prohíban: y como esto no
puede ser según los capítulos de Paces, se quedaron en los términos de pedir
un imposible, mientras no se da medio para que sin prohibir la entrada, cese
la introducción y el consumo. Ni en lo moderno han faltado providencias que
indican haberse hecho presente este daño; pues su Majestad, por Decreto de 10
de Noviembre de 1726, hablando con el Consejo, se sirvió mandar, que no se
vistiesen sus Vasallos de paños y Sedas de fuera del
Reino; y con fecha del día siguiente se despacharon Provisiones circulares,
las que no han tenido efecto alguno favorable; porque no pudiéndose privar la
venta de estos Tejidos en las Lonjas y Tiendas públicas el que va a comprar,
solo repara en el precio y calidad de los que ha de llevar, teniendo por
derogada cualquier Orden que contra su uso se haya publicado. Estos han sido los motivos que he tenido para tomar la
pluma y manifestar cuales son las casuales de la ruina de las Fábricas, y
cuales los medios de su reparación, sincerando en ellos
los Reales haberes, a quienes se les da equivalentes en los mas de los medios
que propongo, para resarcir de muchas partes lo que de pocas se le coarta;
siendo los únicos, a mi ver, para conseguir esta importancia, pues no puede
haber Fábricas abundantes y exquisitas sin allanarles los estorbos que las
sofocan. Y aunque tampoco pueden prevalecer y subsistir sin que el tráfico de
Mar las auxilie, sobre los impedimentos de este, y su restablecimiento trata
la segunda Parte de esta Obra. Y porque para ambas sirve de mucha luz el nunca
bastantemente celebrado Libro de Theorica y Práctica de Comercio y Marina,
su autor Don Gerónimo Uztáriz, no he querido desfraudar al Público, que con
escasez goza el original, de un Extracto, en que resumido lo principal de
aquella Obra, se vean los adelantamientos con que aquel celoso Ministro
ilustró esta materia, en los que se encuentre cuanto se eche menos en los mios:
con que finaliza esta primera Parte. Segunda Parte La despoblación de la América no dimana de otro principio
que de vestirse todos sus habitadores de géneros que no se labran en la propia
América; faltan en ella por esta razón todas aquellas
familias que habían de manejar los Telares, los Tintes, y los Batanes; y todas
las que habían de tener oficios y ejercicios para los precisos menesteres de
las familias de los que tejían, v.gr. Sastres,
Zapateros, Sombrereros, Hortelanos, Labradores,
Médicos, Boticarios, Carpinteros, y Albañiles, con otra infinidad de oficios
indispensables para servir a los que ocupados en el Telar, no podían
beneficiar los frutos que habían de comer, ni labrar las habitaciones que
habían de vivir, ni fabricar los Telares que habían de manejar; y a este modo
lo demás: y así, hágase consideración de llevar mil
Telares a un desierto, con Oficiales que fabrique Tejidos para otros Lugares
distintos del despoblado que se eligió, y se verá cuantas familias de otros
ejercicios es preciso que sigan a los Oficiales Tejedores; unos que han de
beneficiar la Lana, Seda, y Lino; otros han de sembrar y cultivar las Moreras
y Linos; y los que han de labrar las tierras para sembrar los abastos precisos
a la subsistencia de los Tejedores y sus dependientes. Todo este aumento de
familias, así de Tejedores, como de sus dependientes, que hace supercrecer el
Vecindario de las Provincias del Norte al excesivo número de población, en que
las vemos exceder de la regular que les correspondía, proviene de lo que
fabrican para vestir a España y a las Indias; y por el contrario, toda la
dimanación de gente que notamos en España y la América dimana de vestirse de
labor ajena: porque tanto cuanto aquel Vecindario del Norte se aumenta
trabajando para abastecernos, es indispensable que disminuya el nuestro,
inutilizando y extinguiendo las familias que se habían de mantener con las
utilidades de aquellas labores; de que es infalible consecuencia, que España
tiene la llave para despoblar las otras Naciones y poblarse a sí,
despojándolas de las riquezas que les ha renunciado, aplicándoles el trabajo
que hacen para vestirnos, con solo relevarlas de él. Ya por consideración tenemos poblado con mil Telares uno de
los muchos desiertos de España; pues adelantemos mas esta consideración, y es,
a que (como queda dicho) toda la población que formaren estos mil Telares, se
les prohíba vestirse de aquellos tejidos que fabricaren, porque todos han de
salir fuera. Y en otro desierto independiente llevemos los Telares que sean
necesarios para lo que han de vestir los de ambos desiertos no más: y las
Viñas y Olivares que necesiten para su gasto, de que también ha de tener
prohibición el primer desierto; y se verá, que cuando la población del
segundo no exceda a la del primero, al menos la igualará. Y hecha esta
experiencia está descubierta la verdadera causal de la despoblación de España
y de las Indias y se puede aritméticamente formar la cuenta del vecindario que
falta a España y a la América, por vestirse en el Norte; y al contrario, el
Vecindario que aumentan las Naciones, por labrar sus tejidos para España y la
América. Porque si se verifica que la segunda nueva población iguala a la
primera, solo con darle de vestir, y las especies de Vino, Vinagre, Aguardiente,
y Aceite, es constante que la América, teniendo propias las Fábricas y dichas
especies, subirá a otro tanto el vecindario del que hoy tiene. Y para que esta
cuenta saliese cierta en lo que toca a la Península de España, era necesario
que la población primera tuviese el plantío de Viñas y Olivares que necesitase
para su consumo. Y si en tal caso subiese el vecindario de la segunda a
las tres cuartas partes de¡ de la primera, se verificaba perdía España tres
cuartas partes de¡ vecindario que hay tiene, sin que a esta cuenta se ofrezca
otro repara, que haber de bajar lo que corresponde al número de Telares que en
ella existen, cuya cuenta no era dificultosa de hacer, acopian- do dichos
Telares existentes; y viendo después las familias que corresponden a cada uno,
por las que correspondiesen a los Telares de las dos nuevas poblaciones, entre
los cuales se deben prorratear las familias de ellos; y tanto cuanto
vecindario se averigüe falta a España y a la América es el que aumenta nuestro
descuido en las Naciones, y nuestro cuidado pudiera disminuirles.
Restablecimiento de las Fábricas y Comercio español.
Madrid, 1740
Texto seleccionado y publicado por
M.
Grice-Hutchison en
Revista de
Estudios Regionales 11, 1983
Alojado en "100 textos de Economía"
http://www.eumed.net/cursecon/textos/
Capítulo XXII
En que se manifiesta la causa de la despoblación de la América
y España, y se proponen medios para su reparación