Restablecimiento de las Fábricas y Comercio español.

Bernardo de Ulloa

Bernardo de Ulloa,
Restablecimiento de las Fábricas y Comercio español.

Madrid, 1740
Texto seleccionado y publicado por
M. Grice-Hutchison en
Revista de Estudios Regionales 11, 1983
Alojado en "100 textos de Economía"
http://www.eumed.net/cursecon/textos/

Parte primera. Introducción

La experiencia de muchos años, y contínua observación en ellos de los atrasos que padecen en España las Fábricas y Comercio, respecto de la superioridad que logran en esto las Naciones, me han conducido al deseo de investigar con el mayor desvelo las causas de esta desigualdad, en el concepto de que halladas las que lo sean verdaderas, no era difícil el aplicarles el eficaz antídoto para su remedio. A esto se ha reducido el todo de mi trabajo, procurando manifestar las ciertas causas de nuestra decadencia, y el medio con que cada una de ellas se puede subsanar. No me valgo regularmente para ello de otras pruebas que las que suministra la experiencia, así en el ejemplar de las Naciones Extranjeras como en otros, que palpablemente se ven en nuestra España, para que no se puedan rechazar como hijas solo de la fantasía o de la teórica, desmentida muchas veces, o no conforme a la práctica.

Con ellas procuro dar a entender no ser bastantes los medios hasta aquí aplicados para la general extensión de manufacturas que se necesita. Ni provenir la falta de ellas de la corta población; antes al contrario esta de aquella. Asimismo propongo el modo de que abaratando los Tejidos, y demás compuestos españoles, puedan hacer oposición a los extraños, y que sean apetecidos, facilitando con la lección que nos han dado las Naciones la entrada de los simples y salida de los compuestos con la libertad o alivio de derechos; y practicando lo mismo con los Fabricantes y Fábricas como ellas lo ejecutan, que conociendo antes que nosotros que la felicidad del Estado, riquezas, y poder consistía en el Comercio floreciente activo con las otras Provincias, así lo practicaron, concediendo privilegios, franquezas, y aun pensiones del Erario público a los Artífices, y maniobras, libertades a los géneros para su mejor salida, y finalmente exención de todo gravamen específico sobre este importante Brazo de la República. Con esto lograron que quedando las Fábricas de España de inferior calidad se fuese sintiendo en ella grande disminución de la opulencia que antes tenía; porque no sólo no salían fuera nuestros Tejidos sino que en España no tenían consumo ni estimación, ya por la baratura de los extranjeros, o ya por el lustre y relumbrón que les daban.

Creyó nuestra ignorancia, que nos quedábamos dueños de las Minas, y que bastaba este vano dominio para serlo de los tesoros y riquezas; y que las Naciones habían de quedar dependientes nuestras para adquirir las que nos sobrasen y no quisiesemos. Este embeleso nos hizo perezosos y descuidados, dando de mano a las Fábricas, contentándonos con la baratura y lustre de los Tejidos extranjeros; lo que les dio más fomento a las Fábricas de fuera, que a porfía se aumentaban, cuanto mas las nuestras decaían; y manifiestamente conocían los maravillosos efectos que les causaban, pues con ellas sacaban quantos tesoros venían de las Indias a España, cuantos en ella había de muchos años reservados, y cuantos frutos daba nuestra Península, preciosos y precisos para ellas.

En este letargo estuvo España muchos años, conociendo su ruina y pobreza, sin advertir de donde le viniese. Atribuíala a las pérdidas particulares de tales o cuales Navíos del Comercio de Indias, y otros sucesos contrarios en las Flotas, y Galeones, como a las malas Ferias de Ellos: sin atender, que ya en estos contrarios acontecimientos eran los principales Interesados los Extranjeros, como dueños de la carga, en que solo tenía el español nueve por ciento de la Encomienda y conducción; y que así como las Naciones que perdían todo el principal no sentían descaecimiento, lo mismo sucediera a España si fuese suyo el principal, porque le quedaba la fuente y manantial que producía aquellos caudales, que eran los Telares, y en breve rendirían mayores utilidades.

Después que se reconoció que los daños provenían de la falta de las Fábricas, se hallaron estas mas imposibilitadas, así! porque sobre ellas se cargaron algunos de los subsidios con que fue preciso reemplazar las pérdidas del Erario, que fueron consecuencia de la minoración del vecindario y consumos, como porque habían perecido en la infelicidad los mejores Oficiales y Maestros, que reducidos a menor número, los apresuraron a perder los Arrendadores, queriendo que los pocos contribuyesen lo que muchos no habían podido.

Conociendo la imposibilidad de que nuestros Telares se igualasen en franquezas a los extranjeros, cuando todo el cuidado era subsanar el Erario los atrasos que cada día se aumentaban, los pocos caudales que se salvaron de la ruina se retiraron los dueños con ellos a asegurar renta con que mantenerse en posesiones, juros, Censos, y Tierras, quedando destituidos de toda esperanza los infelices que no sabían otro ejercicio.

Si conocieron de donde provenía el daño de nuestras Fábricas los que las vieron perecer, y cual era el remedio, lo cierto es que lo callaron, porque ni en los Memoriales antiguos ni en los modernos se explica otro que Don Gerónimo Uztáriz, quien manifestó estar las Rentas, y Aranceles de Aduanas, contra las Fábricas propias y a favor de las extrañas; pues en los antiguos solo se dice, que proviene la ruina de nuestros Tejidos de la admisión de los extraños, pero inclinándose a que se prohíban: y como esto no puede ser según los capítulos de Paces, se quedaron en los términos de pedir un imposible, mientras no se da medio para que sin prohibir la entrada, cese la introducción y el consumo. Ni en lo moderno han faltado providencias que indican haberse hecho presente este daño; pues su Majestad, por Decreto de 10 de Noviembre de 1726, hablando con el Consejo, se sirvió mandar, que no se vistiesen sus Vasallos de paños y Sedas de fuera del Reino; y con fecha del día siguiente se despacharon Provisiones circulares, las que no han tenido efecto alguno favorable; porque no pudiéndose privar la venta de estos Tejidos en las Lonjas y Tiendas públicas el que va a comprar, solo repara en el precio y calidad de los que ha de llevar, teniendo por derogada cualquier Orden que contra su uso se haya publicado.

Estos han sido los motivos que he tenido para tomar la pluma y manifestar cuales son las casuales de la ruina de las Fábricas, y cuales los medios de su reparación, sincerando en ellos los Reales haberes, a quienes se les da equivalentes en los mas de los medios que propongo, para resarcir de muchas partes lo que de pocas se le coarta; siendo los únicos, a mi ver, para conseguir esta importancia, pues no puede haber Fábricas abundantes y exquisitas sin allanarles los estorbos que las sofocan. Y aunque tampoco pueden prevalecer y subsistir sin que el tráfico de Mar las auxilie, sobre los impedimentos de este, y su restablecimiento trata la segunda Parte de esta Obra. Y porque para ambas sirve de mucha luz el nunca bastantemente celebrado Libro de Theorica y Práctica de Comercio y Marina, su autor Don Gerónimo Uztáriz, no he querido desfraudar al Público, que con escasez goza el original, de un Extracto, en que resumido lo principal de aquella Obra, se vean los adelantamientos con que aquel celoso Ministro ilustró esta materia, en los que se encuentre cuanto se eche menos en los mios: con que finaliza esta primera Parte.

 

Segunda Parte
Capítulo XXII
En que se manifiesta la causa de la despoblación de la América y España, y se proponen medios para su reparación

La despoblación de la América no dimana de otro principio que de vestirse todos sus habitadores de géneros que no se labran en la propia América; faltan en ella por esta razón todas aquellas familias que habían de manejar los Telares, los Tintes, y los Batanes; y todas las que habían de tener oficios y ejercicios para los precisos menesteres de las familias de los que tejían, v.gr. Sastres, Zapateros, Sombrereros, Hortelanos, Labradores, Médicos, Boticarios, Carpinteros, y Albañiles, con otra infinidad de oficios indispensables para servir a los que ocupados en el Telar, no podían beneficiar los frutos que habían de comer, ni labrar las habitaciones que habían de vivir, ni fabricar los Telares que habían de manejar; y a este modo lo demás: y así, hágase consideración de llevar mil Telares a un desierto, con Oficiales que fabrique Tejidos para otros Lugares distintos del despoblado que se eligió, y se verá cuantas familias de otros ejercicios es preciso que sigan a los Oficiales Tejedores; unos que han de beneficiar la Lana, Seda, y Lino; otros han de sembrar y cultivar las Moreras y Linos; y los que han de labrar las tierras para sembrar los abastos precisos a la subsistencia de los Tejedores y sus dependientes. Todo este aumento de familias, así de Tejedores, como de sus dependientes, que hace supercrecer el Vecindario de las Provincias del Norte al excesivo número de población, en que las vemos exceder de la regular que les correspondía, proviene de lo que fabrican para vestir a España y a las Indias; y por el contrario, toda la dimanación de gente que notamos en España y la América dimana de vestirse de labor ajena: porque tanto cuanto aquel Vecindario del Norte se aumenta trabajando para abastecernos, es indispensable que disminuya el nuestro, inutilizando y extinguiendo las familias que se habían de mantener con las utilidades de aquellas labores; de que es infalible consecuencia, que España tiene la llave para despoblar las otras Naciones y poblarse a sí, despojándolas de las riquezas que les ha renunciado, aplicándoles el trabajo que hacen para vestirnos, con solo relevarlas de él.

Ya por consideración tenemos poblado con mil Telares uno de los muchos desiertos de España; pues adelantemos mas esta consideración, y es, a que (como queda dicho) toda la población que formaren estos mil Telares, se les prohíba vestirse de aquellos tejidos que fabricaren, porque todos han de salir fuera. Y en otro desierto independiente llevemos los Telares que sean necesarios para lo que han de vestir los de ambos desiertos no más: y las Viñas y Olivares que necesiten para su gasto, de que también ha de tener prohibición el primer desierto; y se verá, que cuando la población del segundo no exceda a la del primero, al menos la igualará. Y hecha esta experiencia está descubierta la verdadera causal de la despoblación de España y de las Indias y se puede aritméticamente formar la cuenta del vecindario que falta a España y a la América, por vestirse en el Norte; y al contrario, el Vecindario que aumentan las Naciones, por labrar sus tejidos para España y la América. Porque si se verifica que la segunda nueva población iguala a la primera, solo con darle de vestir, y las especies de Vino, Vinagre, Aguardiente, y Aceite, es constante que la América, teniendo propias las Fábricas y dichas especies, subirá a otro tanto el vecindario del que hoy tiene. Y para que esta cuenta saliese cierta en lo que toca a la Península de España, era necesario que la población primera tuviese el plantío de Viñas y Olivares que necesitase para su consumo. Y si en tal caso subiese el vecindario de la  segunda a las tres cuartas partes de¡ de la primera, se verificaba perdía España tres cuartas partes de¡ vecindario que hay tiene, sin que a esta cuenta se ofrezca otro repara, que haber de bajar lo que corresponde al número de Telares que en ella existen, cuya cuenta no era dificultosa de hacer, acopian- do dichos Telares existentes; y viendo después las familias que corresponden a cada uno, por las que correspondiesen a los Telares de las dos nuevas poblaciones, entre los cuales se deben prorratear las familias de ellos; y tanto cuanto vecindario se averigüe falta a España y a la América es el que aumenta nuestro descuido en las Naciones, y nuestro cuidado pudiera disminuirles.

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