Ya en la época del mercantilismo algunas teorías habían adquirido accidentalmente cierto valor práctico (pensemos si no en la doctrina de la balanza comercial o en el Systeme de Law). Considerados los hechos de un modo global, empero, tanto la teoría tomo la práctica surgían de las peculiaridades empíricas de cada país. Sin embargo, en el siglo XVIII desarrollóse una ciencia de la economía política con pretensiones de aplicación universal, ciencia que ejerció influjo decisivo sobre la propia vida económica. Base y fundamento de la referida ciencia fué el derecho natural. Así como en tiempos pretéritos los juristas latinos con sus esfuerzos por transformar en derecho natural el que había llegado a ser histórico, habían creado la ciencia jurídica, así también la aceptación de las doctrinas de la Stoa condujo a la creación de la Economía nacional.
Lo que primordialmente había sido demanda política y religiosa, la libertad de la personalidad, fué presentado como concesión de la Naturaleza; la libertad de la persona, de la propiedad y contractual podía recomendarse como cosas económicamente ventajosas. Partíase, al hacer esta afirmación, del supuesto de que las personas eran lo bastante juiciosas y buenos para servirse de aquella libertad con miras al desenvolvimiento de sus propias capacidades y posesiones. Así como el mercantilismo partía de la idea de que debía empezarse por educar a los empresarios en el conocimiento de sus conveniencias, ahora aparecía en escena el empresario emancipado ya y seguro de entender sus asuntos mejor que cualquier funcionario oficial que vivía alejado de ellos. Con todo, el derecho natural individualista no era en modo alguno hostil al Estado; antes bien creía en la existencia de una armonía de intereses entre el particular y la nación, y quería acrecentar la fuerza y la potencia de la comunidad por medio del libre desenvolvimiento de las energías individuales.
En Inglaterra el principal representante de estas ideas fué John Locke (1632-1704) y Ia revolución de 1688 pareció haber dado a aquel país la libertad natural. Los franceses siguieron con apasionado ardor aquel proceso, y mientras Montesquieu, en su Esprit des lois, ofrecía a sus compatriotas la Constitución británica como modelo, numerosos escritores, como el intendente De Gournay y sus seguidores, fijaron la atención en la economía inglesa. Fué D'Argenson quien formuló de un modo más radical la demanda de la libertad de comercio: laissez-faire. El primer plasmador de una teoría consecuente fué Francois Quesnay, el fundador de la escuela de los economistas o fisiócratas.