Francois Quesnay, nacido en 1694, era un cirujano que se distinguió por sus campañas contra las sangrías demasiado copiosas y que Ilegó a ser médico de la Pompadour. En 1756 y 1757 escribió para la Enciclopedia los artículos Fermiers y Grains, y en 1758 compuso su Tableau économique, publicado dos años después como suplemento al Ami des hommes de Mirabeau. Proponíase comprender el orden natural de las cosas y adaptar el «ordre positif» al «ordre naturel»: la Naturaleza debía dominar.
Quesnay partió de Ias deficiencias de la situación en Francia. Vió sus fallas en la protección parcialista de la industria
y el comercio, y pidió un estímulo igual de la agricultura, tal como lo había hecho el mercantilismo inglés. La agricultura debía disfrutar también de las ventajas del librecambio. Los fisiócratas nos recuerdan la doctrina canónica de la Edad Media en su afirmación exclusiva de los intereses agrícolas; pero la cultura del suelo por aquélla recomendada (como particularmente agradable a Dios), era la del campesino que se basta a si mismo, mientras que la fisiocracia se interesaba por el productor agrícola que busca un lucro en el comercio.
Mientras los mercantilistas habían dedicado la máxima atención a las manifestaciones exteriores del tráfico, conceptuando al dinero y su circulación como el signo de la riqueza, los fisiócratas buscaron el manantial de la riqueza en el suelo cultivable. Apartando la mirada del consumo y de la circulación, la dirigieron a la producción y a la distribución.
La terre est l'unique source des richesses, tal es la idea básica de la fisiocracia. Únicamente el trabajo invertido en la tierra puede dar remanentes; tal es el origen del produit net. No que las demás actividades no fueran útiles, pero eran incapaces de crear riqueza, pudiendo sólo transformar la ya existente.
La circulación del produit net (renta limpia) de la agricultura, da lugar al circuito de la economía del tráfico, proceso que Quesnay procuró explicar de un modo gráfico comparándolo con la circulación de la sangre. La clase mas importante de la población la constituyen, según él, los terratenientes, quienes sacan del arriendo el produit net, representado en parte como un don de la Naturaleza, y en parte como rédito de los capitales empleados en las tierras, las dépenses fonciéres. La misión principal del propietario consiste en In inversión de esos productos netos, las richesses disponibles, las únicas que se hallan en situación de soportar impuestos públicos. Es suficiente con aplicar un impuesto único a los propietarios, en proporción con la medida de su produit net, yaque todos los demás impuestos, los indirectos, se pagan en última instancia de los fondos propiedad de los terratenientes, por lo cual es mejor y mas cómodo aplicar directamente la contribución a esta primera fuente. Pero los propietarios son también los únicos que, con sus dispendios, mantienen el comercio y la industria. La misma clase de los labradores depende de los gastos que efectúa la de los terratenientes, la cual consume sus productos, ora de un modo directo, ora a través de los comerciantes e industriales. Según eso, en opinión de los fisiócratas, la prosperidad de la economía pública depende del nivel de Ia renta de la tierra.
Junto a la clase de los terratenientes hállase la de los agricultores, cuyo trabajo crea el produit net que va a parar a las cajas de los propietarios y que, en consecuencia, constituye la auténtica classe productive. Pero este honor no se otorga al agricultor sin más ni más. El pequeño cultivador, el métayer, tal como se presenta, en la época a que nos referimos, especialmente en el Sur y en el Este de Francia, no puede producir, con su rudimentaria «cultura de bueyes», más que los recursos de subsistencia precisos para su propia manutención y la de su señor. El agente de la bonne culture, que trabaja con caballos, que aparece entonces en el Norte y Oeste de Francia, en Normandía y la Isle de France, es el gran arrendatario, el fermier, el empresario agrícola. A éste la legislación no debe obstaculizarle la valorización mas elevada posible de sus productos, como ocurría en la Francia de la época con sus prohibiciones sobre exportación de granos, sino al contrario, facilitársela por todos los medios. Cuanto más elevado sea el precio del trigo, mejor, ya que si el arrendatario(no el labrador) tiene dinero, todo el mundo lo tiene: Pauvre paysan, pauvre royaume, pauvre roi. Es preciso que un rédito crecido atraiga el capital a la agricultura, puesto que solamente en ella hallará un empleo racional y lógico como richesses d'exploitation. El arrendatario no debe dolerse de que el propietario se quede con el produit net, ya que el incremento de las richesses disponibles repercute también en beneficio del arrendataria a través del crecimiento de la demanda deproductos agrícolas.
Contrastando con la classe productive de los agricultores racionales, encontramos a la classe stérile de comerciantes e industriales, clase que, por vías naturales, es incapaz de producir un superávit, un produit net. El valor de lo que produce es siempre equivalente al coste de producción, pero no más. Por eso esta clase únicamente puede obtener sus medios de subsistencia de los agricultores y terratenientes y por eso se la llama también classe salariée. Si en ella se acumulan riquezas, es sólo a costa de la clase productora; las richesses pècuniaires son richesses stèriles. Los fisiócratas creían ver vulnerado el orden natural en aquellos países en que la prosperidad y el bienestar descansaban sobre el comercio y la industria, como ocurría en Venecia, Génova, Holanda o Hamburgo.
La población que nada poseía, la clase de los asalariados, era apreciada ante todo como consumidora de los productos indígenas. Los precios elevados del trigo debían favorecerla también, por cuanto acrecentaban las oportunidades de trabajo.
También en lo referente a la teoría demográfica, los fisiócratas ocuparon una posición francamente opuesta a la de los mercantilistas. Lo que importaba no era el aumento de la población, sino el incremento de la producción agrícola, por la cual debía regirse la situación de aquélla. Mientras los mercantilistas veían en la penuria de las masas un estimulo al trabajo, Quesnay defendía la tesis, adoptada también por Smith, de que la elevación de la clase obrera trascendía en una incrementación de su capacidad productora.
Para Quesnay, allí donde estaba implantado el orden natural, no existían altas y bajas; antes bien, el orden económico racional creaba una situación sólida, capaz de hacer frente a todas las alternativas, un empire fixe et durable. Quesnay creía ver realizado este"reino ideal", en China.
Quesnay vió reunirse a su alrededor un grupo entusiasta de partidarios, a cuya cabeza pósese Mirabeau. Sus ideas hallaron también eco fuera de Francia; particularmente el Margrave Carlos Federico de Baden ensayó el sistema tributario de los fisiócratas en algunos de sus pueblos, y José II y Leopoldo II adoptaron algunos de sus principios, la libertad personal y de comercio, por ejemplo. Con sus exclusivismos, los fisiócratas llamaron al mercantilismo a defenderse; Galiani, en sus Dialogues sur le commerce des blés (1770), y Necker, en su Eloge de Colbert (1773), salieron por sus fueros. Pero con Turgot la fisiocracia encontró un adepto que no solamente llevó adelante sus ideas, sino que pareció destinado a ponerlas en práctica en Francia.
Nacido en 1727, Turgot, que en sus principios fué teólogo, ocupó de 1761 a 1774 el cargo de intendente de Limoges, dondeen 1766 escribió sus Réflexions sur la formation et la distribution des richesses, para la enseñanza de dos chinos. Con mayor decisión aún que Quesnay, pidió, en oposición al mercantilismo, la absoluta libertad de comercio, convencido de que redundaría en beneficio, ante todo, de la agricultura. Pero la abolición de la reglamentación del tráfico entonces vigente, no sólo debía procurar al productor mejor mercado de salida, sino que también iba a permitir al consumidor un mejor aprovisionamiento. En 1774 Turgot fué nombrado ministro do Hacienda de Luis XVI, y apresuróse a implantar el librecambio de cereales en el interior del Reino, a la par que supo vencer la resistencia que se produjo en la primavera del siguiente año en la "guerra de harinas". En 1776 fué más lejos: hizo suprimir la corvée y abolir los gremios; pero ambos edictos fueron revocados dentro del mismo año. La primera condición para llevar a cabo las reformas fisiocráticas era el mantenimiento de la paz; pero Luis XVI creyó deber aprovechar la ocasión de la separación de los Estados Unidos de Inglaterra, para vengar a Francia de las humillaciones sufridas durante la guerra de los Siete Años, y así decidió declarar la guerra a los ingleses. Entonces cayó Turgot.
Teóricamente, Turgot representa un avance sobre Quesnay en cuanto que admite una evolución en la economia
política. Originariamente no había más que agricultores; después, los cultivateurs pudieronsostener junto a ellos a la classe salariée. Más tarde, la escasez de las tierras dió lugar a que se formara una tercera clase, la de los propriétaires. En su teoría de los valores reconoció, influído por la importancia de la estimación; supo apreciar el interés. Las diferentes empresas rinden, por su competencia, un beneficio promedio que, a fin de cuentas, descansa sobre el produit net.
También fracasaron los ensayos de José II encaminados a animar el mercado de subsistencias por medio de la libertad de comercio y de tráfico. La idea de que ciertos principios mercantiles tales como podían enunciarse para la venta comercial no podían aplicarse a las disposiciones administrativas, como por ejemplo, las que regulaban el abastecimiento de Viena, indujo a sus sucesores a nuevas prohibiciones del comercio intermediario de artículos de primera necesidad y a tasas del pan y de la carne. Asimismo no pasó de ser un episodio, en la esfera industrial, la limitación de las reglamentaciones de José Il, de igual modo que de sus disposiciones relativas a la emancipación de los campesinos no subsistió más que la referente a la libertad personal, fracasando, en cambio, la intentada supresión de las condiciones campesino-señoriales.
Las esperanzas que habían concebido los fisiócratas de que el absolutismo ilustrado llevaría a la práctica sus ideas, no se vieron realizadas. Hubo de ser la Revolución francesa la que decretó la abolición de las cargas feudales (1789), la supresión de las aduanas interiores y la libertad profesional (1791). Ella hizo del impuesto territorial la principal base de las finanzas francesas. Cierto que la Revolución prescindió en buena parte de los postulados de los fisiócratas, ya que, contra el deseo de éstos, no favoreció la gran explotación en la agricultura, como se había hecho en Inglaterra. En este punto los economistas hubieron de enfrentarse con las ideas socialistas, las cuales hicieron sentir su influencia sobre la constitución agraria francesa, en oposición a la inglesa.