Dr. Theotonio Dos Santos
Pero el tiempo pasa y los hechos se hacen cada vez más majaderos. El triunfo de
las tesis del pensamiento único convirtieron el capital mundial en el demiurgo
del crecimiento económico, sobretodo de las economías atrasadas que no tienen,
según ellos, ahorro interno y necesitan apoyarse en el ahorro internacional.
Para crecer. El capital internacional se convierte también en fuente de
transferencia de tecnología, además de asegurar, a través de la integración
financiera internacional, la baja del costo del capital debido a la mejor
ubicación del riesgo. Sin hablar en los efectos indirectos tales como la
promoción de la especialización, la inducción de mejores políticas y la mejor
orientación de la atracción de capitales al apuntar las mejores políticas.
Desde los sesenta que hemos demostrado que la entrada de capitales del exterior
busca tasas de ganancias más altas y que termina por enviar al exterior remesas
de ganancias superiores a las entradas. Además demostramos que el balance de
pagos de nuestra región era necesariamente negativo.
Esta situación perversa era y es promovida por la aceptación de la condición de
dependencia en la economía mundial, caracterizada por una posición negativa en
la división internacional del trabajo (especialización en los productos de más
bajo valor agregado y altamente especializados, sin efectos externos), la
sumisión a los servicios internacionales que raramente ofrecemos, la aceptación
de tasas de interés impuestas desde el exterior en condiciones extremamente
negativas, la concentración del ingreso y la superexplotación del trabajo como
condiciones para generar superganancias capaces de compensar la situación de
clases dominantes dominadas que caracterizan nuestra elite.
Si no somos capaces de examinar la especificidad de esta situación de
dependencia y las leyes que las rigen no podemos producir ninguna teoría
relevante para la comprensión de los fenómenos económicos que caracterizan
nuestras economías. La fuerte evidencia de estos datos y de los razonamientos
que los explicaban no fue jamás examinado en serio por los técnicos del FMI y
solo muy ligeramente por los de las otras organizaciones internacionales,
excepto la CEPAL y la UNCTAD que estuvieron influenciadas por el pensamiento de
Raúl Prebisch que se aproximó de la teoría de la dependencia en el final de su
vida.
La fuerte e indiscriminada apertura de América Latina para el capital
internacional en las décadas de 70, 80 y 90 tuvo como resultado el agravamiento
de todos los problemas ligados al subdesarrollo de la región. Todas las
instituciones internacionales tienen que reconocer hoy día que en este período
no hubo casi ningún crecimiento económico en la región, si lo medimos por la
renta per capita, se agravó dramáticamente la deuda externa de la región a pesar
de la cantidad gigantesca de pagos de servicio de la deuda, se retrasó el avance
tecnológico y científico y la capacidad de generar conocimiento propio, se
mantuvieron las condiciones desfavorables de educación y sociales en general,
expresas en los índices de desarrollo humano, en los cuales la región ocupa las
posiciones más negativas, solo superadas por algunos países de África y Asia.
Para responder a la evidencia de nuestras críticas, muchos autores tomaron el
crecimiento económico de los llamados “tigres asiáticos” como demostración de la
posibilidad de superar la dependencia y el subdesarrollo sin necesidad de
transformaciones estructurales.
No es aquí el lugar para discutir esta cuestión pero después de la llamada
crisis asiática de 1997 estos argumentos bajaron de tono, a pesar de la
necesidad de confrontar las diferencias de la colonización asiática y la nuestra
y sobretodo el rol de las reformas agrarias asiáticas y el debilitamiento de sus
oligarquías después de la Segunda Guerra Mundial.
Pero lo interesante es constatar la fuerza de la evidencia de los hechos que ha
obligado el Banco Mundial y el FMI, bajo violentas críticas a la irrelevancia y
fracaso de sus análisis económicas y de sus políticas económicas, a buscar un
camino de investigación que tome en cuenta las dificultades en que se encuentran
los países que siguieron y siguen su recetario.
Muchos han sido los estudios recientes que buscan definir los límites de la
globalización, tomando sobretodo la cuestión de los que ellos llaman de
“volatilidad” financiera, seguida del grave problema de la pobreza y finalmente
la cuestión del crecimiento económico que había desaparecido de sus documentos
desde los años 80s.
No es aquí la ocasión de resumir todos estos textos por los límites de espacio
que disponemos. Quiero concentrarme en el último de ellos. Tratase de un informe
terminado en el mes de marzo pasado con el interesante título de “Effects on
Financial Globalization on Developing Countries: Some Empirical Evidences” ,
preparado por Eswar Prasad, Keneth Rogoff, Shang-Jin Wei and M.Ayhan Kose y
fechado del 17 de Marzo de 2003.
A pesar de la total ignorancia de los autores de la vasta bibliografía de la
teoría de la dependencia y aún de los neoestructuralistas sobre el tema, su
trabajo maneja casi toda la literatura de su secta teórica financiada por el FMI
y el Banco Mundial que disponen de los datos originales enviado por los gobierno
para estas instituciones. Aún así el tratamiento que dan a estos datos es
extremamente limitado, desconociendo los fenómenos principales que rigen el
funcionamiento de nuestras economías.
A pesar de esto los datos que trabajan y el clima de tensión en que viven estas
organizaciones los obliga a ser más honestos con las evidencias empíricas que
manejan. Sus conclusiones son extremamente chocantes para el ambiente de terror
ideológico que manejaron estas instituciones condenando al limbo científico
cualquier negación de sus formalizaciones “teóricas”.
El documento busca responder a algunas cuestiones centrales que podemos resumir
en los siguientes puntos.
Primero: ¿La globalización promueve crecimiento económico en los países en
desarrollo? La respuesta es claramente negativa. “Sí la integración financiera
(que los autores identifican con la globalización) tiene un efecto positivo
sobre el crecimiento, no existe aún ninguna prueba empírica clara y robusta de
que este efecto es cuantitativamente significativo”.
Segundo: ¿Cuál es el impacto de la volatilidad macroeconómica en estos países?
La respuesta es también muy taxativa: “La integración financiera internacional
debería en principio ayudar también a los países a disminuir su volatilidad
macroeconómica. Las evidencias disponibles sugieren (sic) que los países en
desarrollo no lograron alcanzar completamente este beneficio potencial. En
realidad, el proceso de liberalización de la cuenta de capital parece haber sido
acompañada en algunos casos por una creciente vulnerabilidad a las crisis.”
En tercer lugar viene una pregunta que difícilmente puede ser respondida con el
aparato conceptual de los investigadores del FMI: ¿Qué factores pueden ayudar a
beneficiarse de la globalización financiera? Aquí las cosa quedan complicadas,
pero nuestros autores deciden enfrentarlas así mismo. Veamos sus conclusiones:
“La evidencia presentada en este paper sugiere que debemos nos aproximar de la
integración financiera con cautela, con buenas instituciones y marcos
macroeconómicos adecuados. La revisión de la evidencia disponible no nos
entrega, sin embargo, un mapa claro del camino óptimo y de una secuencia
integradora. Por ejemplo, hay una tensión irresoluta entre tener buenas
instituciones existentes antes de iniciar la liberación del mercado de capitales
y la noción de que esta liberalización puede, por sí misma, ayudar a importar
mejores prácticas y provocar un ímpetus para mejorar las instituciones
domésticas. Tales cuestiones pueden ser mejor encaminadas solamente en el
contexto de las circunstancias específicas y las características institucionales
de cada país”.
Además de la tautología que representa descubrir que los países más
desarrollados son los que más pueden desarrollarse y aprovechar las ventajas
internacionales, estas conclusiones nos conducen a una visión histórica concreta
que la ciencia económica neoclásica y neoliberal en particular no conoce para
nada.
De cualquier forma, estamos frente a un reconocimiento honesto del fracaso de
una teoría y una política. Ciertamente los autores no llegan a tanto. La teoría
no puede estar errada pues fue la única que aprendieron en las escuelas en que
estudiaron. Hay que buscar algún camino para romper la confusión en que se
metieron. Hay que fortalecer las instituciones financieras internas para poder
captar mejor las ventajas de la globalización financiera que la teoría dice ser
lo mejor.
Los lectores conocen estas reacciones. Ningún filósofo escolástico del
Renacimiento creyó necesario revisar profundamente sus teorías para ajustarse a
su época. Ningún escolástico moderno puede creer que hay que cuestionar sus
teorías para poder hacer avanzar la economía contemporánea...