El texto de Robert Owen que aquí reproducimos traducido es el Prefacio al Tercer Ensayo que aparece en A New View of Society. Fue escrito y publicado en 1813, que es la época que marca el punto de inflexión entre dos Owen: el Owen empresario, productor de los hilados de más calidad de Inglaterra, gestor reputado que dirige con éxito el establecimiento fabril más grande de su época y cobra por ello un salario anual de 1.000 libras, aparte de ser socio con la novena parte del capital; y el Owen activista político menos considerado por la clase ilustrada pero que conecta plenamente con la clase trabajadora. Este segundo Owen primero desarrollará toda su energía para conseguir leyes que mejoren las condiciones de trabajo de los niños, después intentará sin éxito establecer una nueva sociedad en la colonia New Harmony en Estados Unidos (empezando por comprar los terrenos con su propio dinero, por 125.000 dólares), fundará un sindicato en 1834 que llegará a tener medio millón de afiliados, y hará numerosos intentos prácticos de socialismo y cooperativismo seguirán sus discípulos y estudiarán a fondo los intelectuales del socialismo. La idea principal que he sostenido en este trabajo es que su socialismo y cooperativismo, acertado o erróneo, se funda en su experiencia práctica como gestor de personal. En este texto podemos apreciar hasta qué punto lo era.
Vea también la entrada Owen en Grandes Economistas Owen, Robert (1771-1858), en el diccionario de Economía Política de BZM. en "Contribuciones a la Economía: Santos Redondo, Manuel: Robert Owen, pionero del management. |
DISCURSO
A los superintendentes de fábricas y a aquellos individuos en general que por
dar empleo a una población agrupada pueden fácilmente adoptar los medios para
formar los sentimientos y el comportamiento de dicha población.
Como ustedes, soy un fabricante que persigue un beneficio pecuniario. Pero
habiendo actuado durante muchos años basado en principios en muchos aspectos
inversos a aquellos en que ustedes han sido instruidos, y habiendo encontrado
que mi proceder era beneficioso para otros así como para mí mismo, incluso desde
un punto de vista pecuniario, quiero explicar estos valiosos principios, para
que ustedes, así como aquellos que se encuentran bajo su influencia, puedan
compartir sus ventajas.
En dos Ensayos, ya publicados, he desarrollado algunos de estos principios y en
las páginas siguientes podrán encontrar la explicación de otros, con algunos
detalles de su aplicación en la práctica bajo las peculiares circunstancias
locales en que yo asumí la dirección de las Fábricas y Establecimientos de New
Lanark.
Por estos detalles, ustedes verán que, desde el comienzo de mi dirección,
consideré a los trabajadores, junto con los mecanismos y todas las otras partes
del establecimiento, como un sistema compuesto por muchos elementos. Era mi
obligación y mi interés combinarlos para que cada trabajador, así como cada
resorte, cada palanca y cada rueda pudieran realmente cooperar con el fin de
producir el mayor beneficio pecuniario para los propietarios.
Muchos de ustedes han experimentado, en los procesos de fabricación, las
ventajas de una maquinaria bien diseñada y bien construida.
La experiencia también les ha demostrado la diferencia en los resultados entre
un mecanismo limpio, bien cuidado y que siempre funcione correctamente, y aquel
que está sucio, desordenado, sin los medios para prevenir la fricción
innecesaria y que por lo tanto se deteriora y funciona mal.
En el primer caso toda la economía y la dirección son correctas, cada operación
se lleva a cabo con facilidad, orden y éxito. En el último caso, se produce lo
contrario, la escena se presenta llena de retrasos, confusión e insatisfacción
entre todos los agentes e instrumentos interesados u ocupados en el proceso
general, cosa que seguramente creará grandes pérdidas.
Por lo tanto, si dedicar el debido cuidado al estado de sus máquinas inanimadas
puede producir resultados tan beneficiosos, ¿qué no puede esperarse si dedican
la misma atención a sus máquinas vitales que están mucho más maravillosamente
construidas?
Cuando ustedes adquieran un conocimiento correcto de éstas, de sus curiosos
mecanismos, de sus poderes de autoajuste; cuando el resorte principal adecuado
se aplique a sus variados movimientos, ustedes serán conscientes de su valor
real y pronto se verán inducidos a dirigir sus pensamientos con mayor frecuencia
de las máquinas inanimadas a las máquinas vivas; descubrirán que estas últimas
pueden prepararse y dirigirse con mayor facilidad para obtener un mayor aumento
de beneficio pecuniario, a la vez que podrán conseguir de ellas una alta y
substancial gratificación.
¿Continuarán ustedes, entonces, gastando grandes sumas de dinero en conseguir el
mecanismo de madera, bronce o hierro mejor diseñado, para mantenerlo en perfecto
estado, suministrarle la mejor sustancia para evitar la fricción innecesaria y
evitar que caiga en un desuso prematuro?
¿Dedicarán, también, años de intensa aplicación para entender la conexión de las
diversas partes de estas máquinas sin vida, para mejorar su potencia efectiva y
calcular con precisión matemática todos sus movimientos minuciosos y combinados?
Y cuando en estas transacciones estimen el tiempo por minutos, y el dinero
gastado por la posibilidad de una ganancia mayor por fracciones, ¿no podrán
dedicar parte de su atención a considerar si una porción de su tiempo y su
capital no podría aplicarse más ventajosamente a mejorar la maquinaria viva?
Por mi experiencia, que no puede engañarme, me aventuro a asegurarles que su
tiempo y su dinero aplicados de esta forma, si están dirigidos por un verdadero
conocimiento del tema, les rendirán no cinco, diez quince por ciento de sus
capitales invertidos sino con frecuencia cincuenta y en muchos casos el cien por
cien.
He invertido mucho tiempo y capital en la mejora de la maquinaria viva; y el
tiempo y el dinero invertidos de esta manera en la fábrica de New Lanark,
incluso mientras estas mejoras sólo están en parte realizadas, y sólo se han
obtenido la mitad de sus efectos favorables, ya están produciendo un rendimiento
mayor del cincuenta por ciento, y en poco tiempo crearán rendimientos iguales al
cien por cien sobre el capital original invertido en ellas.
Ciertamente, después de experimentar los efectos favorables, debidos al cuidado
a la atención de los implementas mecánicos, para una mente reflexiva resulta
fácil concluir de inmediato que por lo menos puede obtenerse una ventaja igual
con la aplicación de un cuidado y una atención similares a los instrumentos
vivos. Y cuando se percibió que el mecanismo inanimado se mejoraba grandemente
mediante una construcción sólida y fuerte; que la esencia de la economía
consistía en mantenerlo limpio y bien cuidado, suministrándole regularmente la
mejor sustancia para evitar la fricción innecesaria y con una provisión adecuada
con el objeto de mantenerlo en buen estado; resulta natural concluir que el
mecanismo vivo, más delicado y complejo se podrá igualmente mejorar preparándolo
para la fuerza y la actividad; y que también resultará ser una verdadera
economía mantenerlo limpio y bien cuidado; tratándolo con consideración, que sus
movimientos mentales no han de experimentar una excesiva fricción irritante;
esforzarse por todos los medios en hacerlo más perfecto; proporcionarle
regularmente una cantidad suficiente de alimentación sana y otras cosas
necesarias para la vida, que el cuerpo pueda preservarse en perfectas
condiciones de trabajo y evitando así que funcione mal o que pueda caer
prematuramente en desuso.
La experiencia demuestra que estas previsiones resultan acertadas.
Desde la introducción generalizada de mecanismos inanimados en las fábricas
británicas, el hombre, con pocas excepciones, ha sido tratado como una máquina
secundaria e inferior; y se ha prestado mucha más atención al perfeccionamiento
de la materia prima de la madera y los metales que del cuerpo y a la mente.
Presten la debida atención al tema y encontrarán que el hombre, incluso como un
instrumento para creación de la riqueza, puede mejorarse aún mucho más.
Pero, amigos míos, aún queda por considerar un aspecto mucho más interesante y
gratificante. Adopten los medios que dentro de poco todo el mundo considerará
obvios, y no sólo conseguirán mejorar parcialmente estos instrumentos vivos sino
que también aprenderán cómo impartirles esa excelencia que los haga
infinitamente superiores a los del tiempo presente y de todas las épocas
anteriores.
Por lo tanto, aquí nos encontramos con un objeto que realmente merece su
atención; y, en vez de dedicar todas sus facultades a inventar mejores
mecanismos inanimados, dirijan los pensamientos, al menos en parte, a descubrir
cómo combinar los materiales aún más perfectos de cuerpo y mente, que por medio
de un experimento bien diseñado, podrán ser progresivamente mejorados.
Viéndolo así con claridad meridiana, convencido con la certeza de la misma
convicción, no perpetuemos los males realmente innecesarios que nuestra práctica
presente inflige a esta gran proporción de compatriotas nuestros. Incluso si sus
intereses pecuniarios se vieran de alguna manera perjudicados por adoptar la
línea de conducta que ahora es tan necesaria, muchos de ustedes poseen tanta
riqueza que el gasto de fundar y continuar en sus respectivos establecimientos
las instituciones necesarias para mejorar sus máquinas animadas ni siquiera se
sentirá. Pero cuando tengan la demostración ocular de que, en vez de una pérdida
pecuniaria, una atención adecuadamente dirigida a la formación del carácter y el
aumento del bienestar de aquellos que están completamente a su merced, aumentará
de forma esencial sus ganancias, prosperidad y felicidad; verán que no existe
razón alguna, excepto aquella basada en la ignorancia de su propio interés, para
que en el futuro no dediquen su mayor atención a las máquinas vivas que ustedes
emplean. Y al hacerlo evitarán un aumento de la miseria humana, de la que ahora
difícilmente podemos hacernos idea.
Que puedan ustedes quedar convencidos de esta valiosa verdad, la cual si
reflexionan debidamente se les mostrará fundada en la evidencia de hechos
innegables, es el deseo sincero de el Autor