Bernard Guerrien
Bgurrien@aol.com
La microeconomía es una de las materias esenciales en los programas
universitarios en ciencias económicas, tanto en Europa como en Estados
Unidos. Es generalmente rechazada por los estudiantes porque otorga un
lugar importante a las matemáticas; con frecuencia estudiantes y docentes
se concentran en los aspectos puramente técnicos, sin dar un lugar
adecuado a reflexiones de fondo sobre las sociedades consideradas en los
modelos y sobre la significación exacta de los “resultados” logrados.
Incluso se puede afirmar que las matemáticas se han convertido en
obstáculo a la reflexión sobre los problemas de la economía.
Este libro busca presentar, de la manera más simple posible, los
principales modelos y conclusiones de la microeconomía. Evita emplear las
matemáticas, se prueba de cierta manera que éstas no son esenciales para
entender la naturaleza de los modelos considerados. Presentar una teoría
no quiere decir que se aprueba; por el contrario, el objetivo buscado es
en este caso, permitir al lector ejercer su espíritu crítico, con
conocimiento de causa.
Se podrá constatar así que el principal problema al que se enfrenta l
microeconomía, desde el punto de vista de la coherencia interna, es el de
la representación de las relaciones sociales. Efectivamente, para el
microeconomista, la representación de los fenómenos económicos y sociales
se debe deducir de los comportamientos individuales; ahora bien, estos
sólo tienen sentido -y acá se incluye el tratamiento matemático- si se
precisa el cuadro en el cual se ejercen, es decir, si se presupone que la
sociedad antecede al individuo. En consecuencia, el individuo no se puede
considerar como si fuera el origen del marco en el que actúa.
En esta obra, y al contrario de lo que hacen habitualmente los tratados
de microeconomía, insistiremos muy particularmente en el marco
institucional que suponen los modelos estudiados. Por lo demás tal marco
es generalmente bien extraño, e incluso muy sorprendente, en el caso de
la competencia perfecta, un modelo privilegiado en microeconomía que nada
tiene que ver con la idea que se tiene usualmente de la “competencia”
incluso “perfecta”. No se está pues lejos de la utopía. Ahora, será que
la vocación de la economía política es proponer utopías?
París, marzo 25, 1998