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Educación y tecnología
Es importante resaltar que, dentro de una perspectiva de equilibrio presupuestario, el Estado deberá continuar privilegiando las inversiones en las áreas de la educación básica con un doble objetivo: aumentar el capital humano regional y contribuir así a un aumento de la productividad. La paradoja de las caídas de productividad en medio del progreso tecnológico mundial se explica en parte por las diferencias de educación, ya que la capacidad de innovación tecnológica y de asimilación de nuevas tecnologías está medida por los conocimientos y la capacidad de aprendizaje de empleados y trabajadores. Esta ausencia de sistemas adecuados de formación y de reasignación de los trabajadores conlleva la sub-utilización del capital humano con el serio gravamen para la productividad y competitividad de las empresas. Es por tanto apremiante, intensificar las inversiones públicas en la mejora de los sistemas educativos, configurando la educación como elemento central para conseguir mayores capacidades productivas y competitivas; y, simultáneamente, contribuir también a través de la educación a reducir la pobreza y generar una mejor distribución del ingreso.
La tecnología es otro sector prioritario de la inversión pública, habida cuenta de la creciente brecha tecnológica que existe entre las economías avanzadas de América Latina y los países más desarrollados. La región continúa en posición de desigualdad, cuando se le compara con los avances que se registran en otros países en desarrollo de Asia. En una nueva economía informatizada, interconectada y globalizada, la posición competitiva de una economía depende y dependerá de manera creciente de su capacidad para generar y absorber tecnologías que se renuevan a una velocidad cada vez mayor, teniendo como activo más importante la educación, valor supremo en la Sociedad de la Información y del Conocimiento.
Para competir con éxito, la evolución constante de las tecnologías de información, está poniendo a prueba la capacidad de innovación de todos los países de la región. Las nuevas tecnologías traen la promesa de una mayor productividad derivada de la reducción de los costes de información y de transacción en todo tipo de sectores. Pero en América Latina, solo una de cada 30 personas tiene acceso a Internet, mientras que en Estados Unidos esa relación es de uno de cada tres, y solamente hay tres servidores de Internet por cada 10.000 habitantes, frente a 173 en los países desarrollados (2000). Por supuesto, el acceso a Internet puede verse limitado por la cobertura de los servicios telefónicos, pero ésta es sólo una de las restricciones para poder extraer los beneficios de esa nueva tecnología.
El hecho de que la informática se encuentre aún en su etapa de difusión, ofrece la oportunidad de comprobar la relevancia de estas variables y de comprender de forma más general, las causas del atraso tecnológico de la región. Subsidiar los ordenadores o la creación de puntos de conexión de Internet no apunta en solucionar este atraso.
La práctica de la innovación tecnológica, ocurre en contextos institucionales específicos, que no se reflejan adecuadamente en variables como las recién consideradas, en donde también hay campos intensos y extensos para la acción del gobierno. Estudios recientes sobre la innovación de la región demuestran que los gastos de investigación y desarrollo (I+D) en América Latina son muy limitados, el personal dedicado a estas actividades es escaso y se encuentra subutilizado, mientras que las vinculaciones entre las empresas y los centros de investigación son incipientes y los flujos de información son débiles.
En cada una de estas áreas, es necesario que existan incentivos atractivos que prendan y hagan posible mejorar el ambiente de innovación tecnológica. Los países en desarrollo deben permanecer abiertos al comercio y a la inversión extranjera directa, a fin de recibir las últimas innovaciones y procesos tecnológicos. Los países que no se mantengan a la par del progreso técnico corren el riesgo de quedar marginados, indicador fundamental y altamente estratégico, siendo la incorporación de Internet en el comercio regional e internacional que cobra cada vez más importancia. Los países en desarrollo, tienen ante sí la difícil tarea de hacer realidad la promesa de Internet; como impulsor del crecimiento económico; y al mismo tiempo, deben impedir que se profundice la brecha digital50.
50 Según «Global Economic prospects 2001». Informe Banco Mundial. Washington 2001.
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