Este texto forma parte del libro
Historia del Pensamiento Econ�mico Heterodoxo
del profesor Diego Guerrero
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Pr�logo

En esta semana en la que vuelven a visitar nuestro pa�s los miembros de las Brigadas Internacionales, el historiador Gabriel Jackson nos ha recordado que "la mayor�a de los voluntarios cre�a que el capitalismo deb�a ser sustituido por alguna forma de propiedad y gesti�n colectivas de la econom�a nacional", y tambi�n que la sociedad que ellos conocieron hace sesenta a�os era muy diferente de la sociedad actual, "muy pragm�tica y muy centrada en el dinero". Esto nos da un punto de apoyo real para situarnos ante la perspectiva te�rica de este libro: �Creen los economistas heterodoxos actuales que el capitalismo debe ser sustituido? Muchos, desde luego, s�; pero hay muchos otros economistas que no creen eso y, sin embargo, se enfadar�an much�simo si no se les considerara en p�blico como heterodoxos. Muchos de �stos, antiguos heterodoxos, s� creen, en cambio, en esta sociedad "muy pragm�tica y muy centrada en el dinero", donde el discurso ortodoxo refulge como el oro. Podemos adivinar la explicaci�n: �la Espa�a de hoy no es la de 1936! -qu� descubrimiento-; �el capitalismo ha cambiado! -s�, pero �ha dejado de ser capitalismo?-; �ha ca�do el muro de Berl�n, y algunos no se han enterado! -s�, pero �sigue habiendo capitalismo?-, etc. Y a partir de ah� viene todo lo dem�s: Maastricht, Europa, la competitividad, el freno al Estado del Bienestar, la austeridad fiscal y la disciplina en el gasto...; todo lo que forma parte del discurso econ�mico dominante que hoy asumen, �ay!, tantos dominados.

Ortodoxos y ex-heterodoxos se empe�an en llevarnos a Maastricht, cuando lo que queremos es ir a Benidorm (El Roto dixit). Se a�nan en esto un c�mulo de razones que no podemos entrar a analizar aqu�, porque �ste es un libro sobre la historia general del pensamiento econ�mico heterodoxo; pero hay una relaci�n entre ambas cosas que no debe pasar desapercibida. Si ellos usan una ret�rica florida para elogiarnos "Maastricht", nosotros lo que tenemos que hacer es alabar las bondades de "Benidorm", y si algunos de los que queremos hacer esto no sabemos exactamente por d�nde queda Benidorm har�amos bien en hacernos con un buen mapa para enterarnos. Pues esto es lo que pretenden ser las p�ginas que siguen: un mapa de la heterodoxia econ�mica. En un pa�s donde el servicio cartogr�fico nacional s�lo nos suministra mapas de las autopistas que conducen a Maastricht, hace falta uno que contenga las carreteras regionales hacia Benidorm y tantos otros sitios. Puede que el camino est� menos transitado y sea m�s estrecho, pero los materiales de construcci�n quiz�s sean m�s s�lidos y duren m�s tiempo.

Si una forma de oponerse al discurso dominante, aunque sea modesta, es apuntar con el dedo hacia otro discurso diferente, merece la pena ponerse manos a la obra en este empe�o, aun a riesgo de perder el dedo en el intento. Lo que se hace en este libro no es fabricar argumentos contra Maastricht ni ninguna otra de las bestias negras de los heterodoxos espa�oles o europeos, sino llamar la atenci�n sobre una parte relevante, pero injustamente olvidada, de la Historia universal del pensamiento econ�mico. El convencimiento de que esta situaci�n de hecho debe comenzar a cambiar, al menos en la Universidad, es lo que ha impulsado al autor a intentar contribuir a dicho cambio introduciendo, en los nuevos planes de estudio de las licenciaturas de Ciencias Pol�ticas, Sociolog�a y Antropolog�a, de la Universidad Complutense, una asignatura de <<Historia del pensamiento econ�mico heterodoxo>> a partir del presente curso 1996-1997. En ella se desarrollar� lo que se muestra resumido en el texto de este libro, con la esperanza de ir ganando espacios para el otro pensamiento en esta era del "pensamiento �nico".

Pero antes de entrar en materia, sirva la siguiente reflexi�n como introducci�n general. El significado del pensamiento econ�mico cr�tico o heterodoxo puede ser intuitivamente f�cil de entender, pero desde luego no es inequ�voco. Se podr�a pensar que todo aut�ntico pensamiento debe ser necesariamente pensamiento cr�tico, y hasta que todo pensamiento verdadero es por fuerza heterodoxo. Bastar�a para ello con echar mano a la ra�z etimol�gica del t�rmino "cr�tico" (v�ase la nota 3 del ap�ndice), o a la tesis heroica de que la aut�ntica ciencia se ha construido siempre a base de heterodoxia (al menos, en los momentos "revolucionarios" de la ciencia: los decisivos), y que cuando �sta falta lo m�s que se consigue es un a�adido a la "ciencia normal", cuando no un puro plagio. Sin embargo debe quedar claro que la prosaica realidad, al menos en el �mbito de la disciplina econ�mica, dista de lo anterior tanto como para se�alar, con verdad, que s�lo una peque�a minor�a de los economistas hace econom�a cr�tica o heterodoxa. Es verdad que, en el universo de los economistas, todo el mundo critica a los dem�s; que cualquiera est� capacitado para realizar, y eventualmente realiza, una (revisi�n) cr�tica de la literatura sobre el tema que sea; que no hay qui�n, entre ellos, que no critique todos los d�as al gobierno de turno, etc.; pero nada de esto los convierte en economistas cr�ticos ni en heterodoxos.

El objetivo de este libro es, por tanto, triple. Por una parte, se pretende sacar a la luz a una corriente de la econom�a que fluye desde hace siglos y que se manifiesta, de forma diversa, en m�ltiples escuelas y grupos de autores, cuyo pensamiento adquiere nueva dimensi�n si se enfoca desde el punto de vista de su pertenencia com�n a este caudaloso r�o de la cr�tica econ�mica heterodoxa. En segundo lugar, y puesto que parece siempre necesario sustituir la hipercr�tica por la cr�tica -es decir, reemplazar la cr�tica basada en la ignorancia por la cr�tica s�lidamente fundamentada-, se quiere contribuir a resaltar los elementos positivos que aporta la corriente heterodoxa a la construcci�n cient�fica del conocimiento econ�mico, ya que el autor est� convencido de que la ciencia s�lo puede ser una. El aprendizaje de la literatura heterodoxa junto a -y no en vez de- la ortodoxa nos ayuda a entender las limitaciones de �sta y a comprender aspectos de la realidad que de otra manera quedar�an ignotos. Por �ltimo, la econom�a cr�tica de los economistas heterodoxos nos debe proporcionar el aprendizaje necesario para, en palabras de Joan Robinson, "evitar ser enga�ados por los economistas".

En realidad, los tres objetivos est�n entrelazados, como sucede tantas veces. El elemento com�n, presente en todos los economistas cr�ticos que se analizan en este libro, es la cr�tica del sistema, que en su caso, por tratarse de autores de los dos �ltimos siglos y pico, es el sistema econ�mico capitalista. Aunque el tono de esta cr�tica presenta toda la gama de colores que va del amarillo p�lido al rojo intenso, lo caracter�stico de estos autores es que, en ellos, la cr�tica del sistema tiene sentido como objetivo cient�fico en s� mismo, cosa que no sucede en la corriente mayoritaria de los economistas conformistas. Por otra parte, estos autores se sit�an en el punto de vista de ciertos grupos, clases o sectores sociales, que no estar�an representados en la literatura econ�mica a no ser por esta raz�n. Esto significa que los autores estudiados nos han hecho posible apreciar perspectivas y paisajes que no aparecer�an en los an�lisis descriptivos llevados a cabo desde otros territorios. Quiz�s la distinta posici�n que se ocupa, o la distinta situaci�n en que se est�, explique la distinta manera de ver[1] , pero a lo peor la cosa es m�s seria y no hay motivos para interpretar las diferencias por "el color del cristal de las gafas con las que mira". Esto quiere decir que en una �poca en la que disponemos de lo necesario para enfocar la realidad desde todos los puntos de vista posibles, no es l�cito reducir la controversia cient�fica a la simple contrastaci�n relativista de puntos de vista diferentes. El n�cleo de la cuesti�n hay que buscarlo en el enfrentamiento entre aut�nticas teor�as -o contextos te�ricos, o paradigmas, o como se lo quiera llamar- diferentes, que sean capaces de abarcar las m�s diversas perspectivas, obtenidas �stas por observaci�n subjetiva con la especie de anteojeras preferidas por cada sujeto, una vez reducidas �stas a la categor�a de proposiciones -descriptivas o normativas- objetivas, sobre la base de criterios capaces de garantizar la intersubjetividad cient�fica.

Pues bien, qui�raselo o no, es un hecho que la historia de la heterodoxia en el pensamiento econ�mico aparece ligada a la teor�a del valor basada en el trabajo, o -como se la llamar� en el texto- teor�a laboral del valor. Con todos los matices que se quiera hacer, los heterodoxos siempre han sido conscientes de que, en la relaci�n capitalista, el trabajo siempre lleva la peor parte, y muchos de ellos interpretan el fen�meno como la explotaci�n del trabajo por el capital. En cambio, los ortodoxos insisten en que, desde un punto de vista econ�mico, no hay raz�n alguna para hablar de la explotaci�n -que ellos siempre conciben en t�rminos distributivos- de un factor productivo por otro factor, ya que creen que el sistema da a cada factor un equivalente de lo que �ste aporta a la producci�n. La base cient�fica de este debate es, pues, la confrontaci�n entre la teor�a laboral del valor, entendida en el libro de forma amplia hasta abarcar en su interior a muchos de sus cr�ticos contempor�neos, y las teor�as alternativas del valor, basadas fundamentalmente en el concepto de la utilidad marginal del consumidor. Por consiguiente, ser�n dos los hilos argumentales del libro, o, si se quiere, uno pero trenzado con esos dos componentes: el debate sobre el destino del, y la necesidad de sustituir o no al, capitalismo, y el debate sobre la teor�a del valor que mejor explica los precios mercantiles, que es otra forma de decir el funcionamiento de la econom�a capitalista.

Madrid, 5-xi-96.


[1] Pues no cabe duda de que es m�s f�cil ser cr�tico si se tiene encima al sistema, con todo su peso, que si se apoya uno en �l para sostenerse. Por otra parte, a lo mejor el "enga�o" de los economistas s�lo consiste en la narraci�n que desde arriba se hace de algo que desde abajo no se ve as�.