Desempleo y acumulaci�n de capital en pa�ses desarrollados

 

Paul M. Sweezy

Somos marxistas y lo hemos sido desde que nues�tras ideas econ�micas y pol�ticas comenzaron a tomar for�ma en la �poca de la gran depresi�n, en la �poca de los 30�, es decir, hace unos 40 o 50 a�os. Exist�an muy pocos economistas marxis�tas en Estados Unidos en esos a�os. Ahora son m�s, pero todav�a no somos muchos en comparaci�n con la cantidad total de hombres y mujeres en esta profe�si�n.

Simplemente para darles una idea muy aproxi�mada, la Asociaci�n Americana de Econom�a, que es la organizaci�n en que se re�nen los profesionales de la Econom�a en Estados Unidos, tiene una mem�bres�a de unos sesenta o setenta mil elementos. El Sindicato de Econom�a Pol�tica Radical, que se le co�noce casi siempre por sus siglas, tiene menos de dos mil miembros y no todos ellos son marxistas. La mayo�r�a son j�venes y les falta seguridad en su empleo, es decir, no tienen ninguna seguridad.

Si estas cifras sirven de un indicador m�s o menos confiable, �y me parece l�gico que s� lo sean� po�dr�a�mos estimar que no m�s del dos o tres por ciento de los economistas norteamericanos son marxistas, y casi ninguno de ellos tienen un puesto con inamovili�dad en las instituciones acad�micas del pa�s. Dadas estas circunstancias y como f�cilmente podr�n imagi�narse ustedes, el nivel de comprensi�n de las ideas marxistas es muy bajo entre los economistas nortea�mericanos y de hecho entre las personas de las cien�cias sociales en general porque la situaci�n no ha cambiado mucho en otros campos como las Ciencias Pol�ticas, la Sociolog�a, la Antropolog�a e Historia.  

Por tanto si yo me dirigiera a un p�blico compara�ble a este p�blico en Estados Unidos, y sobre el tema de la Acumulaci�n de Capital, y los problemas relacio�nados con esto, tendr�a que comenzar por explicar algunos aspectos fundamentales de la teor�a mar�xista, pero tengo la impresi�n de que en M�xico esto no hace falta y probablemente no ser�a necesario en la mayor�a de los pa�ses tercermundistas a un nivel comparable con el del M�xico.

Es un hecho de gran importancia hist�rica que mientras que el marxismo como ciencia y como una perspectiva del mundo fue el producto espec�fico de la experiencia de los pa�ses que fueron los principales en el desarrollo del capitalismo, sobre todo el capita�lismo industrial de fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, hoy en d�a cuando ya ha madurado plena�mente como un sistema del imperialismo en el que los pa�ses avanzados del centro crec�an en relaci�n en gran parte, a resultas de su explotaci�n de cantidades mucho m�s grandes de pa�ses subdesarrollados en la periferia.

El proletariado del centro ten�a beneficios conjun�tamente con los capitalistas de las capas intermedias, pero esto no significa que lleg� a su fin la lucha de clases en el centro. Al contrario, pero s� significa para el proletariado del centro que la lucha de clases pod�a ser y de hecho pod�a seguir una trayectoria refor�mista.

Como resultado, las pr�cticas proletarias del cen�tro transformaron el marxismo heredado de la historia anterior, le transformaron de una doctrina y programa revolucionarios a una doctrina transformista.

A primera vista podr�a parecer que esta transfor�maci�n del marxismo en el centro marcar�a su muerte como ideolog�a revolucionaria y como ciencia revolu�cionaria, pero no fue as�, porque con la evoluci�n del imperialismo, la contradicci�n central del sistema capi�talista global, se traslad� del centro a la periferia.

La v�ctima especial de este sistema ya no fue el proletariado del centro, sino las masas cada d�a m�s proletariadas de la periferia, y juntamente con este papel v�ctima especial adquiri� tambi�n el papel de agente revolucionario.

Esta tarea, su tarea a este respecto, fue doble�mente pesada y por tanto doblemente dif�cil, ten�an que derrocar no s�lo a sus explotadores y opresores inmediatos, en su propio pa�s, sino tambi�n a sus ex�plotadores y opresores indirectos, en los centros im�perialistas.

El punto que hay que recalcar sin embargo, es que al asumir esta responsabilidad hist�rica tan magna, tan impresionante, ten�an y siguen teniendo la gran ventaja de haber heredado del centro del capi�talismo la ideolog�a y las ciencias revolucionarias del marxismo. Una herencia que el proletariado del centro no aprovech�, por lo menos en la presente etapa his�t�rica, pero que no se perdi� porque en sus princi�pios m�s esenciales corresponde a la situaci�n y a las necesidades de estas masas cada vez m�s proletari�zadas en la periferia.

Esto no es por discutir desde luego o por alegar que el marxismo simplemente se puede adquirir ya prefabricado, ten�a que ser adaptado y ten�a que evolucionar en una forma creativa, no como una dis�ciplina acad�mica, pero como una ideolog�a y pr�ctica revolucionaria. Y esto es lo que se est� haciendo en nuestros tiempos en la periferia el capitalismo global y sobre la base de la experiencia en la periferia.  

Y es por eso que el marxismo es m�s popular, tiene m�s aceptaci�n mundial, florece m�s en la peri�feria que en el centro. Y es por eso que yo puedo su�poner que haya conocimiento y comprensi�n de las ideas marxistas, entre un p�blico mexicano mucho m�s que entre un p�blico de Estados Unidos.

La premisa b�sica de la cual yo parto �y estoy� se�guro que no es necesario explic�rselos es que el ca�pitalismo es esencialmente un sistema de acumula�ci�n de capital, o lo que Marx llam� la autoexpansi�n del capital.

El sistema funciona siempre y cuando el proceso de acumulaci�n de capital proceda en una forma m�s o menos sin interrupciones pero cuando hay una inte�rrupci�n total o parcial del proceso, por cualquier mo�tivo, el sistema entra en una fase de crisis, las manifes�taciones de la crisis, no necesariamente su causa o causas, son la sobreproducci�n, es decir el amonto�namiento de mercanc�as de bienes que no se pue�den vender con una utilidad y/o una disminuci�n en la producci�n acompa�ada de un aumento del desem�pleo y capacidad productiva ociosa.

Hist�ricamente, y ahora me refiero b�sicamente a la experiencia de los pa�ses m�s avanzados del Cen�tro. Estas crisis de sobre-producci�n han sido de dos tipos: uno c�clico, es decir, recurre cada �X� n�mero de a�os en una forma m�s o menos regular.

Y el segundo tipo, de duraci�n m�s larga, que en el caso de los a�os treinta dur� hasta diez a�os, y son muy irregulares estas crisis en cuanto a su presenta�ci�n.

Los dos tipos de crisis que para mayor comodidad podr�amos llamar recesiones y per�odos de estanca�miento, no son mutuamente excluyentes como puede verse muy claramente en Estados Unidos en esa d�cada en los a�os treinta.

Una crisis tan ser�a que nunca hab�a tenido pro�cedentes, comenz� a presentarse en el a�o 29 y re�sult� ser tanto una recesi�n c�clica como el principio de un per�odo de estancamiento, que como ya anot�, dur� toda esta d�cada. Y dentro de ese per�odo de estancamiento se dieron todo un ciclo de recupera�ciones de 1933 a 1937, y luego otra vez, otra rece�si�n de 1938 y 1939. Las pruebas del estancamiento continuaba se ven en las cifras de desempleo desde un m�ximo de 25% de la fuerza laboral en 1933; la tasa de desempleo baj� a m�s o menos el 15% que de todas maneras era un nivel sin precedentes hist�ricos, al terminar 1937. Despu�s subi� r�pidamente al 19% en la siguiente recesi�n.

No fue sino hasta la segunda Guerra Mundial que termin� este per�odo de estancamiento. Desde 1940 y sigo usando como ejemplo Estados Unidos la expe�riencia ha sido en cierto sentido a la inversa, las rece�siones c�clicas han seguido recurriendo y con un ritmo m�s o menos constante, pero por lo menos has�ta 1974, hab�a pocos signos de estancamiento. Du�rante m�s de un cuarto de siglo despu�s de la se�gun�da Guerra Mundial, el capitalismo goz� del pe�r�odo m�s largo de prosperidad sostenida, interrum�pida �nicamente por recesiones relativamente breves y superficiales, el per�odo m�s largo en toda su histo�ria.

Dos grandes interrogantes segu�an planteadas por esta experiencia: Por qu� ese largo estanca�miento en la d�cada de los treinta? qu� podr�a ha�berse prolongado mucho m�s de no haber sido por la intervenci�n de la segunda Guerra Mundial; y se�gundo, �por qu� la falta de estancamiento durante m�s de tres d�cadas a partir de la Segunda Guerra Mundial? No creo que ninguna escuela de pensa�miento econ�mico burgu�s o marxista haya tratado seriamente de responder a estas preguntas y haya tratado de dar respuestas coherentes.

En cuanto a la filosof�a o al pensamiento burgu�s, se han buscado las respuestas m�s bien en el terreno de la pol�tica econ�mica. Hay que distinguir entre �economic politics� y �policy�.

Los pensadores burgueses tienden a echar la culpa de esta recesi�n a las pol�ticas deficientes ale�gando que si se hubiera aplicado pol�ticas correctas, hubiera sido breve y superficial la depresi�n y se han escrito muchos libros en ese sentido.

Esa d�cada del treinta, ese gran estancamiento, por lo general se ha atribuido a las pol�ticas inadecua�das, un poco al tanteo, adaptadas por los gobiernos de los pa�ses capitalistas avanzados, pero ya a finales de la segunda Guerra Mundial, el arte de dominar las crisis econ�mica se hab�a perfeccionado y se pod�an aplicar las pol�ticas adecuadas. Esto explica porqu� durante tres d�cadas la econom�a capitalista mundial tuvo un periodo muy prolongado de expansi�n, con s�lo breves y superficiales depresiones.

Este fue el periodo del triunfo del pensamiento de Keynes. La revoluci�n Keinesiana que fue vene�rada como un santo de la nueva ortodoxia econ�mica, que fue suprema en las d�cadas de cincuenta y se�senta, y que encontr� su expresi�n m�s justa en el texto de Paul Samuelson, Economics, se public� ocho o nueve veces en esos treinta a�os y que defi�nitivamente es el libro de texto de econom�a m�s ampliamente estudiado en la historia del capitalismo.

�Qu� produjo la ca�da de esta nueva ortodoxia? La respuesta es muy sencilla, el resurgimiento de los s�n�tomas de estancamiento en la d�cada de 1970 sobre todo en 1974 y a partir de entonces. Si se pu�diera re�almente explicar con base en la pol�tica esta larga ola de prosperidad, posterior a la segunda Gue�rra Mun�dial, entonces porqu� nuevamente ese es�tanca�miento en 1970?

Desde el punto de vista de la nueva ortodoxia o la antigua ortodoxia, como ustedes quieran, no hay una respuesta l�gica o coherente, como tampoco tiene ninguna explicaci�n para el estancamiento de la d�cada de los treinta, el pensamiento burgu�s.

Los marxistas desde luego han estado mucho m�s conscientes de la importancia de estas preguntas y de la necesidad de proporcionar respuestas que se puedan sostener. Algunos de ellos han vuelto a des�cubrir una teor�a propuesta primero por el economista ruso Kondratief en mil novecientos veintitantos. En Er�nest Mandel por ejemplo, ha influido mucho Kondratieff.

La teor�a de Kondratief es que adem�s del ciclo de negocios corto, hay un ciclo largo que dura unos cin�cuenta a�os. Para m� por lo menos y yo creo para la mayor�a de los economistas tanto marxistas como burgueses, las pruebas a favor de este argumento no son muy convincentes y que yo sepa nadie jam�s ha propuesto una justificaci�n razonable de esa fuerza que supuestamente produce el ciclo de cincuenta a�os.

Un enfoque marxista m�s ampliamente aceptado hace �nfasis en la lucha de las clases trabajadoras en los pa�ses capitalistas avanzados, en el per�odo pos�terior a la segunda Guerra Mundial. La fuerza de la clase trabajadora, fuerza tanto econ�mica como pol��tica, ha permitido que los trabajadores reduzcan la explotaci�n a la que est�n sometidos, y por tanto tambi�n la tasa de valores excedentes y la tasa de uti�lidades, siendo el factor operante esta disminuci�n en la tasa de utilidades para producir el final de esta ola tan larga de prosperidad en la postguerra.

Esta opini�n claramente se manifiesta en un art��culo que lleva el t�tulo �Hacia una teor�a de la crisis del capitalismo� de Giovanni Aridi, un economista italiano. En la revista de la Nueva Izquierda, edici�n de sep�tiembre y octubre de 1978.

Esta teor�a que recalca esa creciente fuerza de la clase trabajadora en los pa�ses avanzados, tambi�n se puede ver de vez en cuando, en los escritos de Er�nest Mandell.

Sin embargo, por lo menos en lo de Aridi no es claro si esta tasa decreciente de utilidades es la causa o la consecuencia de la crisis. Si es la consecuencia, entonces yo no veo porqu� y c�mo, esta supuesta fuerza de la clase trabajadora en relaci�n a la clase ca�pitalista, c�mo se le puede considerar el factor domi�nante que es la causal.

Por mi parte, me parece mucho m�s prometedor otro enfoque: que trata de integrar el estancamiento de los a�os treinta y la larga prosperidad despu�s de la segunda Guerra Mundial, en una teor�a unificada. Este enfoque hace �nfasis en dos factores que a m� me parece que se han descuidado indebidamente en casi todas las pl�ticas y comentarios recientes sobre crisis de capitalismo ya sea burgu�s o marxista.

Primero, la concentraci�n y centralizaci�n del ca�pital, que desde luego es parte integral de la teor�a marxista de acumulaci�n de capital; y, segundo, el ambiente hist�rico general dentro del cual se ha dado el proceso de acumulaci�n de capital en cualquier momento.

Tomando en cuenta con el peso debido estos dos factores, o quiz�s esta serie de factores, creo que podr�amos ver el estancamiento de los a�os treinta y la prosperidad de la postguerra, como l�gicamente compatible, congruentes y, al mismo tiempo, como un preludio inevitable, al nuevo per�odo del estanca�miento que se inici� a mediados de esta d�cada.

Ahora yo quisiera interrumpir, porque voy a tener la oportunidad de hablarles otra vez sobre la acumu�laci�n de capital el pr�ximo viernes, y voy a continuar con esta pl�tica en esa ocasi�n.

Vigencia de las teor�as econ�micas[1]

La Vigencia de las Teor�as Econ�micas es un tema que a m� me gusta mucho, es mi tema favorito. Es un tema del que he hablado constantemente ante p�bli�cos tanto de los Estados Unidos como de otros luga�res, en reuniones de estudiantes y de otro tipo.

Es un tema importante y a mi me da mucho gusto poder compartir con ustedes algunas formas de pen�sar que tengo al respecto.

Seguramente ustedes podr�an esperar un dis�curso epistemol�gico y te�rico muy elaborado en es�tos momentos, lleno de palabras largas y conceptos rec�nditos, si es as� siento mucho tener que decep�cionarlos. se que es la moda actual que los cient�ficos empiecen sus discursos hablando de los principios epistemol�gicos que orientan su trabajo.

Esto es especialmente cierto de los autores prin�cipales en el mundo, los cient�ficos franceses y sus seguidores europeos.

Y en los �ltimos a�os ha habido m�s y m�s marxis�tas que han seguido sus pasos y encuentran su inspi�raci�n en autores tan eminentes como Althuser; V. N. Poulantzas.

Pero debido a ignorancia o incapacidad, o proba�blemente a ambas cosas, yo no me siento capacitado para seguir sus pasos. Por lo tanto me contentar� con una simple respuesta a la pregunta �Cual es la teor�a?

Haremos un intento de contestar la pregunta. Mientras mejor es la teor�a mejor ser� la respuesta. Perm�tanme darles un reporte de lo que debi� haber sido una de las primeras y mejores teor�as producidas por la mente humana.

La pregunta es: �porqu� sale el sol todas las ma��anas por el oriente? y �porqu� se pone todas las noches por el poniente?.

La respuesta que pareci� obvia durante milenios era que la tierra era el centro del Universo, alrededor de la tierra giraba el sol, la luna y las estrellas en dife�rentes �rbitas.

Y aqu� tenemos la base de la teor�a geoc�ntrica o centrada en la tierra, del Universo.

Sin embargo, esta teor�a fue modificada por gran�des matem�ticas y alcanz� su m�xima expresi�n en el sistema Tolomeico.

Sin embargo, al paso del tiempo y al mejorar los m�todos e instrumentos que utilizaban los cient�ficos, fue imposible ajustar y encajar todos los resultados obtenidos por el sistema tolomeico.

Durante muchos a�os se hicieron esfuerzos para encajar todos estos nuevos resultados ampliando la teor�a sin perder o sacrificar su premisa b�sica, al premisa b�sica de que era la tierra el centro del uni�verso.

Es una premisa a prop�sito que ha tenido mucho apoyo fuera de la ciencia por parte de las religiones.

Los astr�nomos posteriores a la �poca tolomeica, agregaron el principio de �rbitas el�pticas a las �rbitas circulares tolomeicas, hasta que el sistema se com�plic� ampliamente sin poder resolverse todas las difi�cultades.

Finalmente fue resuelta la crisis de la cosmolog�a tolomeica, no con complicaciones adicionales sino por medio de una nueva respuesta a la pregunta ini�cial, b�sica.

Era la tierra que giraba alrededor de El Sol y no el Sol alrededor de la tierra. Era una forma fundamental�mente nueva de ver el Universo, y tuvo consecuen�cias enormes en todos los aspectos del pensamiento humano. No solo era posible hacer preguntas nue�vas, sino que hab�a que hacerlas, y esto dio lugar a nuevas teor�as, nuevas investigaciones para verificar las teor�as, nuevos m�todos e instrumentos para per�feccionar las investigaciones, y as� en adelante.

Esta forma de ver el desarrollo de la ciencia ha sido resumida muy c�modamente en un peque�o li�bro cuyo t�tulo es la �Estructura de las Revoluciones Cient�ficas�. de Thomas Kuhn que seguramente ha sido traducido y publicado al espa�ol y que les reco�miendo mucho. Aqu� se me indica que ha sido publi�cado por el Fondo de Cultura de la colecci�n Brevia�rios.

T. Kuhn dice que toda ciencia o rama de la ciencia est� basado en lo que �l llama un paradigma. Que es algo, es una forma de ver la ciencia o la realidad con la que est� relacionada la ciencia.

El paradigma subyacente a la astronom�a tolo�meica por ejemplo, es la idea de que era la Tierra el centro del Universo. Posteriormente fue reemplazado por el paradigma centrado en el Sol, que el Sol es el centro del Universo de la astronom�a de Cop�rnico.

Y posteriormente fue sustituida esta por paradig�mas posteriores, tales como la idea de el Universo en

expansi�n que parece ser subyacente a tanto de la astronom�a moderna, por lo menos a los ojos de un lego.

Seg�n T. Kuhn, un paradigma cient�fico impone ciertas preguntas o por lo menos permiten que surjan ciertas preguntas. Se intenta contestar estas pregun�tas elaborando teor�as, poniendo a prueba dichas te�or�as, refinando los m�todos de investigaci�n ide�ando nuevos instrumentos para observaciones y mediciones, y as� en adelante.

Estas actividades son lo que �l llama ciencia nor�mal, es el tema de trabajo de la mayor�a de los cient�fi�cos durante toda su vida de trabajo, pero con el curso del tiempo, dice T. Kuhn, surgen ciertas anomal�as, resultados que no van de acuerdo con las teor�as aceptadas. Se hacen intentos para adaptar las teor�as a la manera de los epiciclos y �rbitas agregadas por los astr�nomos posteriores a la �poca tolomeica sin des�cartar el paradigma b�sico.

Al multiplicarse las anomal�as y hacer menos satis�factorias las adaptaciones, la ciencia se anticipa a un per�odo de la crisis; posterior a esto, seg�n el es�quema de T. Kuhn, llega la revoluci�n cient�fica, la esencia de la cual es la sustituci�n de un nuevo para�digma, en lugar del paradigma anterior.

Sobre esta base surgen nuevas preguntas que requieren nuevas respuestas. La ciencia normal se reanuda sobre los nuevos cimientos, procede a ela�borar nuevas teor�as y a recolectar nueva informaci�n, hasta que empiezan a acumularse de nuevo las ano�mal�as, seguidas a su debido curso por una nueva crisis y una nueva revoluci�n.

Dos comentarios sobre este esquema de T. Kuhn. Primero va en contra de las opiniones cient�fi�cas, incluyendo las opiniones personales de los cien�t�ficos mismos, seg�n esto el desarrollo de la ciencia es un proceso escalonado que se lleva a cabo paso a paso. No es as�, dice T. Kuhn, el progreso cient�fico es una serie de cambios cualitativo y cuantitativos que son consecutivos a estas condiciones. Es la opini�n dial�ctica b�sicamente de acuerdo con las opiniones marxistas del materialismo dial�ctico.

Al mismo tiempo hay que hacer notar que T. Kuhn mismo no es marxista ni tampoco radical de ning�n tipo, hasta donde estoy informado. Se nos recuerda que el pensamiento dial�ctico no es monopolio de la izquierda, de hecho nunca ha sido, pero esta no es raz�n por la que nosotros, de la izquierda, no poda�mos aprovechar y aprender del pensamiento dial�c�tico mencionado por T. Kuhn en su publicaci�n. Los ejemplos de Hegel y Marx permanecen siempre ante nosotros.

El segundo comentario es un punto que men�ciona T. Kuhn que tiene una importancia considera�ble, para lo que podr�a llamarse sociolog�a de los inte�lectuales.

Es que los dedicados y especialistas de una ciencia basada en un paradigma cient�fico, rara vez pueden hacer la transici�n a una nueva ciencia, ba�sada en un nuevo paradigma. Una nueva ciencia, igual que una nueva sociedad, requiere de gente nueva. Que no lleva la carga de los conceptos previos y prejuicios de los antiguos.

De nuevo tenemos una posici�n con la que tran�quilamente est�n de acuerdo los marxistas. T. Kuhn mismo no hace ning�n esfuerzo para aplicar sus ideas a las ciencias sociales. Bien podr�a ser que de intentar hacerlo en cualquier forma sistem�tica, no ser�a fruct��fero.

Sin embargo me parece que muchas de las mane�ras en que �l ve las cosas y las analiza son muy �tiles para comprender el pensamiento econ�mico, sobre todo me parece que este concepto del paradigma comprendida como una manera de concebir la reali�dad que es lo que les interesa estudiar a los econo�mistas, puede ayudarnos mucho hoy al considerar nuestro tema, la vigencia de las Teor�as Econ�micas.

Parto de la idea que la gran mayor�a de los eco�nomistas en el mundo actual se pueden dividir en dos grandes grupos, grupos que sin embargo no son del todo homog�neos.

Son los neocl�sicos por una parte y los marxistas por la otra. Adem�s planteo que los paradigmas o es�tos conceptos de la realidad en torno a los cuales funcionan los dos grupos, radicalmente distintos, puesto que ninguna comparaci�n entre ellos por pro�bar o por evaluar la vigencia de sus teor�as y sus in�vestigaciones, puede hacerse y puede tener �xito, si no se toma en cuenta tambi�n la diferencia o lo opuesto a sus paradigmas de base.

Tomemos el paradigma neocl�sico. Su�pone que la realidad econ�mica tiene ciertas caracte�r�sticas fun�damentales que yo voy a resumir de la si�guiente ma�nera:

Primero. Operan constantemente cuestiones y tendencias b�sicas hacia el equilibrio.

Segundo. Exis�ten entre todos los individuos y todos los grupos, in�tereses comunes o por lo menos intereses que pue�den armonizarse y reconciliarse. Con el t�rmino gru�pos yo incluyo razas y naciones, as� como clases o capas y estratos dentro de esa catego�r�as m�s gran�des.

Tercero. Los cambios econ�micos son continuos y graduales.

Este �ltimo punto por cierto, fue considerado tan importante por Alfred Marshall, uno de los padres y fundadores de la econom�a neocl�sica, que en la pri�mera p�gina de su famoso libro de texto Principios de Econom�a escribi� una frase que la voy a decir ahora: El lema es Natura Non Facit Saltum es decir, �La Natu�raleza no da saltos�.

Quiz� muchos de ustedes no hayan escuchado de los principios de Marshall, pero consid�renlo como el equivalente del libro Economics de P. Samuelson, el equivalente en su tiempo y este tiempo fue como desde mil ochocientos noventa y tantos hasta la Pri�mera Guerra Mundial.

A m� me parece evidente que si uno parte de esta suposici�n de que hay tendencia al equilibrio si hay estos cambios graduales y esta armon�a de intereses, se van a elaborar teor�as que demuestren estas cosas y se van a emprender investigaciones que las confir�men, por tanto se van a seguir todos los pasos de la ciencia normal, con la ventaja adicional que sus resul�tados van a estar totalmente de acuerdo con los inte�reses y con los prejuicios de los poderes estableci�dos.

Este problema, es decir esta congruencia o con�cordancia de los hallazgos con los intereses y la ideo�log�a de las clases dominantes, se presenta tambi�n para las ciencias naturales. Recuerden los problemas de Galileo con la Iglesia, o la feroz resistencia a la teo�r�a de la Evoluci�n de Darwin.

Estos obst�culos a la aceptaci�n de los hallazgos de las ciencias naturales, provinieron l�gicamente de los preconceptos o prejuicios religiosos, pero claro que estos preconceptos religiosos formaban parte de la ideolog�a de las clases dominantes.

Pero aunque existan estos problemas tambi�n para las ciencias naturales, no creo que sean ni con mucho de la misma magnitud para las ciencias socia�les, porque las ciencias sociales invariablemente tie�nen que ocuparse de las cosas que son intereses creados de las clases dominantes.

No quiero que se me interprete en el sentido de que yo pienso de que toda la econom�a burguesa ha sido siempre exclusivamente una pseudociencia. El paradigma cl�sico que incluye la existencia de clases antagonistas, permiti� que se construyera una ciencia llamada en esa �poca Econom�a Pol�tica, que contri�buy� much�simo a la comprensi�n del funcionamiento del capitalismo a finales del siglo XVIII y principios del siglos XIX. Y al mismo tiempo fue una arma poderosa en manos de la emergente burgues�a industrial, en su lucha por la supremac�a contra los terratenientes y el capital mercantil.

Incluso se podr�a decir que conten�a suficiente verdad el paradigma neocl�sico en esta �poca de auge del capitalismo industrial, como para permitir el planteamiento de preguntas importantes acerca del funcionamiento del sistema en este momento y para responder a esas preguntas.

Cuando Alfred Marshall adopt� este lema natura non facit saltum bien es posible que haya descrito una faceta importante no de la madre naturaleza pro�pia�mente, sino de la econom�a de la Inglaterra victo�riana.

Pero s� quiero que se me interprete en el sentido de que independientemente de las preguntas y res�puestas �tiles que hayan podido emanar del neocla�sicismo hace cien a�os, ya pas� mucho tiempo desde que tuvo ese grado relativo de vigencia que quiz�s al�canz� en un momento y hay dos razones para ello: primero, en la medida que el paradigma neocl�sico s� permiti� que se plantearan preguntas y cuestiones aut�nticas, fueron manejados en gran medida por los primeros economistas trabajando dentro de su marco de referencia, y de estos Alfred Marshall fue desde luego el m�s eminente, y entre ellos tambi�n contar�a a uno de mis maestros muy respetado, maestro m�o en los a�os veinte, Frank W. Tomwsend, cuyo libro Principios de la Econom�a fue el texto de econom�a m�s utilizado en Estados Unidos como sucesor del de Marshall desde fines de la Primera Guerra Mundial hasta principios de la gran depresi�n de los a�os treinta.

Pero habiendo contestado a las interrogantes m�s interesantes planteadas por el neoclasicismo, los practicantes posteriores de esta pseudociencia, se vieron en la necesidad de ir inventando teor�as cada vez m�s complicadas y elaboradas, para responder a preguntas cada vez menos importantes.

Ha venido form�ndose una verdadera brecha to�talmente abrumadora entre lo balad� de las preguntas planteadas y los m�todos y las teor�as que ocupan para tratar de contestarlas.

En otras palabras, el paradigma neocl�sico de he�cho est� agotado, ya no le queda ning�n contenido serio, en proporci�n a la complicaci�n de las teor�as y ahora, cuando el paradigma de la econom�a neocl�sica, que como dije pudo haber tenido cierta vigencia de cien a�os, ahora que ya la perdi� totalmente, en el per�odo de imperialismo, de guerras mundiales y de la crisis cada vez m�s profunda del capitalismo mundial. En otras palabras, lo que pudo haberse dicho a favor de la categor�a cient�fica de la econom�a neocl�sica en �poca de su nacimiento, ya no es v�lido, hoy d�a, en mi opini�n, es una pseudociencia, puramente ideol�gica.

Ahora, perm�tanme hablar del paradigma marxista, es en el sentido m�s aut�ntico lo opuesto del para�digma neocl�sico. Existen tendencias al equilibrio pero siempre son secundarias a las fuerzas que tien�den a romper ese equilibrio.

En lugar de esta armon�a de intereses, la lucha de clases, y desde luego otra forma de conflictos de gru�pos. En lugar de cambio gradual, rompimientos re�pentinos y falta de continuidad.

Marx bien pod�a haber adoptado como lema na�tura facit salta, la naturaleza se especializa en dar sal�tos. Y yo propongo que esto se aproxima much�simo m�s a la realidad del capitalismo en todas su etapas, que el paradigma neocl�sico.

Plantea directa e indirectamente, una vast�sima gama de interrogantes que autom�ticamente son ex�cluidas, no caben dentro del paradigma neocl�sico. Por tanto abre camino a un canto muy variado y vital de ciencia normal en el sentido de culpa.

Ahora, yo no estoy sugiriendo que los marxistas hayan sido tan activos y que hayan logrado tanto en la pr�ctica de esta ciencia normal como pod�an haberlo hecho, ni que hayan aprovechado todas las posibili�dades, todas las probabilidades que ofrece este pa�radigma del cual parto, ni que hayan logrado elaborar con todo �xito teor�as para manejar y responder a es�tas preguntas

Las razones de esta debilidad, �si es que as� la puedo llamar� son muchas. Los marxistas en su ma�yor parte no han gozado de condiciones favorables para su trabajo, no se les ha permitido ocupar puestos en universidades, en gobiernos, no se les ha dado apoyo financiero para sus investigaciones; han sido hostilizados, muchas veces perseguidos en lugar de ser recompensados y apoyados por los Poderes es�tablecidos. Muchos de ellos en parte por la naturaleza misma de la teor�a que manejan, han participado in�tensamente en actividades pol�ticas, lo que les deja poco tiempo para su labor cient�fica.

M�s raro entonces cuando nos ponemos a pen�sar sobre todas estas dificultades, que se hayan lo�grado tan poco. Esto no es lo que nos maravilla, lo que nos maravilla, es que se haya logrado tanto. Sin embargo en ciertos campos y �reas, es claro que los marxistas han desarrollado teor�as que son mucho m�s poderosos y efectivas que cualquiera de las eco�nom�as neocl�sicas.

Y como un ejemplo cl�sico de esto, menciono el desarrollo del sistema capitalista global del centro a la periferia, que fue el tema de la discusi�n de esta ma��ana.

No hay ning�n an�logo de dicha teor�a en la eco�nom�a neocl�sica, con la idea de que el centro explota a la periferia y que hay un conflicto b�sico con impli�caciones enormes para ambas partes del sistema no hay nada similar en la econom�a neocl�sica que sos�tenga que hay una armon�a de intereses de acuerdo con su paradigma, entre los pa�ses m�s desarrollados y los menos desarrollados, y que prescriba para los pa�ses menos desarrollados, �nicamente el copiar a los pa�ses m�s desarrollados para resolver todos sus problemas.

Supongo que esta es la teor�a subyacente a la fi�losof�a de las Naciones Unidas sobre la d�cada del desarrollo. De hecho nosotros sabemos que esto era desarrollo por una parte y subdesarrollo por otra. Ambas van juntas y solamente la teor�a marxista ba�sada en un paradigma totalmente distinto, nos per�mite entender la realidad que es probablemente el factor m�s importante en el mundo de hoy.

Pero este no es el momento ni el lugar para tratar de evaluar todos los logros o la falta de logros de la teor�a marxista.

Quisiera �nicamente terminar como comenc�, formulando algunas proposiciones de tipo general:

Si las teor�as son respuestas a preguntas, su vali�dez y aplicabilidad, su vigencia, depende en primer lugar de si son respuestas a preguntas importantes y reales.

Si las preguntas no son reales o si son triviales, ning�n esfuerzo, pro loable que sea, puede hacer que estas respuestas no sean est�riles.

Yo soy el primero en rendir tributo a las habilida�des de mis cole�gas neocl�sicos cuando se trata de elaborar teor�as elegantes, pero tambi�n realmente subestimo la im�portancia de sus resultados, y en esto no asumo se�gundos lugares.

El problema, obviamente, no es cosa de la capa�cidad de ellos, ni tampoco se trata de sus buenas in�tencio�nes. El problema est� en el concepto de la rea�lidad del que parten ellos. El paradigma del sistema de T. Kuhn. La econo�m�a, la teor�a marxista es fuerte donde la econom�a neocl�sica es d�bil. Tiene una abundancia, inclusive una superabundancia de pre�guntas vitales importan�tes que tiene que resolver. Probablemente es un poco d�bil en lo que la econo�m�a neocl�sica es fuerte, es decir, en la elaboraci�n de la teor�a.

Si todo esto es correcto, claramente indica que la econom�a neocl�sica va en declive, y la vigencia que alguna vez pudo tener, se ha agotado pr�cticamente en la actualidad, y se ha ido degenerando para ser un mero ensayo escol�stico.

La econom�a marxista por otra parte, sean las que sean sus debilidades, y desde luego jam�s debemos subestimarlas en ning�n momento, tiene ante s� un futuro enorme, tiene el desaf�o de construir una teo�r�a de la sociedad, redondeada y completa, con base en un concepto de la realidad que sea fiel a la situa�ci�n real en la que vive.

Acumulaci�n de capital[2]

La acumulaci�n de capital es el proceso de con�vertir el valor excedente en capital adicional, ya que el capi�tal consiste en dos partes, el capital constante y el capital variable o sean los medios de producci�n y la fuerza obrera.

Esto significa que la acumulaci�n de capital es tambi�n un proceso para aumentar la demanda para la fuerza obrera y por lo tanto de aumentar el empleo.

Si la oferta de trabajadores se mantiene constante la acumulaci�n de capital por fuerza tiene el efecto de aumentar la demanda para la fuerza obrera.

Veamos esto paso por paso; primero, aumentar la existencia o la oferta de la fuerza trabajadora. Esto siempre ha sido una preocupaci�n del capitalismo y de sus gobiernos a todo lo largo de la historia del capi�talismo.

Son dos los m�todos b�sicos: destruir los modos de producci�n precapitalistas y de producci�n a pe�que�a escala. Y de esta manera liberar a m�s trabaja�dores para que puedan ser empleados pro el capital.

Por otra parte la emigraci�n de los pa�ses perif�ri�cos precapitalistas o subdesarrollados.

La primera forma en que operaron los principales estados capitalistas en las etapas de formaci�n del sis�tema. El proletariado se form� b�sicamente a partir del campesino de las �pocas precapitalistas y la migraci�n de la fuerza trabajadora puede ser o voluntaria u obli�gada.

En las primeras etapas del desarrollado del capita�lismo en los Estados Unidos, gran parte de la fuerza trabajadora necesaria fue importada en forma de es�clavos tra�dos del Africa.

M�s tarde vinieron los sucesivo e emigrantes a Estados Unidos, desde todas partes del mundo. Hoy en d�a todav�a existe la migraci�n a Estados Unidos desde los pa�ses subdesarrollados, cosa que no hace falta recalcar en M�xico.

Y el mismo fen�meno se ha dado a partir de la se�gunda Guerra Mundial en Europa. Todos los pa�ses capitalistas y desarrollados de Europa han usado muy intensamente trabajadores que son emigrados o de las partes m�s subdesarrolladas de Europa o de los pa�ses de Africa o de otros lugares que en otro tiempo fueron colonias de esas potencias europeas.

Toda la historia del capitalismo se podr�a escribir en torno a este tema central del aumento de la fuerza trabajadora.

El segundo m�todo de controlar o de contrarres�tar esa contradicci�n que antes mencion�, es hacer que aumente m�s lentamente la demanda para esos trabajadores, y tambi�n en este aspecto operan dos mecanismos: conforme aumentan los salarios de una manera que amenaza la tasa de valores excedente, los capitalistas reducen la tasa de acumulaci�n.

Con esto disminuyen la creaci�n de nuevos em�pleos y traducen cualquier aumento en el suministro a la oferta de fuerza obrera en un ej�rcito de reserva para empleo.

Este ej�rcito de reserva esta compitiendo con el ej�rcito activo, deprime los sueldos y eleva la tasa de valor excedente, y nuevamente esto prepara el esce�nario para acelerar la tasa de acumulaci�n de capital.

Como se�al� Marx, este mecanismo opera en ci�clos, y es uno de los factores m�s importantes en lo que se suele llamar el ciclo de los negocios. EL se�gundo mecanismo para que aumente m�s lentamente la demanda de la fuerza obrera es la introducci�n o es�tablecimiento por los capitalistas de la tecnolog�a que reduce la cantidad de mano de obra necesaria, ya que la acumulaci�n est� divid�a entre medios adicionales de producci�n y fuerza de trabajo adicional, si se cambian las proporciones y hay m�s acumulaci�n de los medios de producci�n y menos de la fuerza traba�jadora, la tasa de crecimiento en la demanda de fuerza obrera se hace m�s lenta y, adem�s conforme se va renovando el capital fijo, adquiere estas formas en donde se usa menos mano de obra y entonces se quedan sin empleo personas que antes s� trabajaban.

En ambas formas aumenta los n�meros del ej�r�cito de reserva industrial y aumenta la presi�n sobre los salarios.

Creo que con esto queda claro porqu� Marx insis�t�a tanto que este ej�rcito de reserva industrial o �sta fuerza inactiva que tambi�n llam� poblaci�n exce�dente relativa, porque estas cosas son tan necesarias para la existencia del capital.

Llam� a este ej�rcito de reserva de trabajo el pi�vote que hace girar la oferta y la demanda para la mano d e obra.

Es el factor que le permite al capital ocupar siem�pre la posici�n de ganar en el mercado de trabajo o reconquistar esta posici�n ganadora en caso de que la llegue a perder temporalmente; pero la producci�n de valor excedente no es la �nica condici�n para que se d� el proceso de acumulaci�n. El valor excedente adem�s debe ser realizado.

Es decir, que el producto tiene que venderse y no s�lo a su valor total, b�sico, sino con el valor agre�gado por el proceso de producci�n; y el desempleo desde luego no ayuda para resolver este problema de realizaci�n, al contrario, cuando los trabajadores pier�den su empleo, disminuye su demanda de bienes y servicios y el problema de realizaci�n se agrava en lu�gar de mejorar.

Marx demostr� en los esquemas de reproduc�ci�n, volumen II de El Capital, que no es cierto que el valor excedente no pueda ser realizado bajo condi�ciones de acumulaci�n �que por cierto era la posi�ci�n adoptada por Rosa Luxemburgo� y que se bas� en un mal entendido de los esquemas de reproduc�ci�n pero el simple hecho que la acumulaci�n y la rea�liza�ci�n del valor excedente son l�gicamente compati�bles, no quiere decir que no haya problemas de reali�zaci�n durante el funcionamiento real de este pro�ceso de acumulaci�n Esta era la posici�n de L. Bort�kiewiczi, un marxista ruso de que no exist�an proble�mas de realizaci�n durante el proceso de acumulaci�n y tambi�n basado en un mal entendido en los es�quemas de reproducci�n de Marx.

Para que se lleven a cabo la acumulaci�n y la reali�zaci�n en forma arm�nica, tiene que haber una rela�ci�n correcta entre los flujos de ingresos y gastos por una parte, y el producto de medios de producci�n y art�culos de consumo por otro lado.

Hay razones muy poderosas en las que insiste repetidas veces Marx, por creer que el proceso de acumulaci�n por sistema distorsiona el equilibrio de la proporci�n entre estas dos series de flujos. Marx lo expresa en una parte del volumen III del Capital, en las siguientes palabras que cito a continuaci�n.

 

�Las condiciones de la explotaci�n directa, es decir la producci�n del valor excedente desde luego, y las condiciones para realizarlo no son id�nticas, las prime�ras s�lo est�n limitadas por el poder productor de la sociedad, las segundas por la relaci�n propor�cional en�tre las diferentes ramas de producci�n y los sectores consumidores de la sociedad�.

Es de cr�tica importancia comprender este plante�a�miento. El poder consumidor efectivo de la socie�dad, que es a lo que se refiere Marx, est� limitado por dos factores: por una parte y desde luego, por los bajos sueldos de los trabajadores que siempre son los m�s bajos que pueden mantenerlos los capitalis�tas, y, por otra parte, por la propia compulsi�n de los capitalistas de ir acumulando, es decir, de frenar su propio con�sumo a cambio de aumentar su riqueza.

La acumulaci�n por lo tanto, mantiene un freno sobre el consumo y al mismo tiempo est� estimulando constantemente los poderes de producci�n de la so�ciedad.

Esos dos efectos de la acumulaci�n como los efectos de la oferta y la demanda de la fuerza trabaja�dora, se contradicen y entonces tambi�n constante�mente est�n amenazando a bloquear u obstaculizar el proceso de acumulaci�n y este bloqueo se manifiesta en la forma de una crisis de sobreproducci�n. Es de�cir, la producci�n de art�culos o bienes con un conte�nido mayor de valor excedente del que se puede rea�lizar efectivamente en el mercado.

Por tanto el proceso de acumulaci�n implica dos contradicciones inherentes. Una, la tendencia a ago�tar o a cegar su propia fuente para la producci�n de valor excedente; y otra la tendencia a la sobrepro�ducci�n por una insuficiente realizaci�n de valor ex�cedente.

Esta segunda contracci�n que es la falta de reali�zaci�n puede presentarse en forma c�clica como ya lo vimos en la primera y de hecho en casi todos los ciclos de negocios lo m�s seguro es que est�n actuando los dos factores, aunque seguramente no siempre en las mismas proporciones.

Y esta es una de las razones por las cuales es tan dif�cil formular una �nica teor�a de los ciclos de nego�cios, pero este problema o esta dificultad en la reali�zaci�n puede ser de naturaleza persistente, a largo plazo y no nada m�s �til, incluso puede decirse que el capitalismo siempre sufre de una tendencia hacia la sobreproducci�n, que entre par�ntesis es una situa�ci�n totalmente desconocida en cualquier sociedad previa al capitalismo.

Esto que es el germen de la teor�a de Rosa Lu�xemburgo, es el que siempre existiera inherente, esta amenaza al sistema y esta es la raz�n por la cual la apli�caci�n de su teor�a al an�lisis de la historia del capita�lismo dio muy buenos resultados a pesar de este error cometido al creer que la acumulaci�n es en un sis�tema puramente capitalista, l�gicamente imposible.

Es por ello que podemos considerar como uno de los principales economistas de nuestra �poca, Mi�chal Kalecki podr�a considerarse a s� mismo como un disc�pulo de Rosa Luxemburgo, a pesar del hecho que mal interpret� este error l�gico en su teor�a.

Si hemos de entender el porqu� de que esta tendencia a la sobreproducci�n funciona marcada�mente en ciertos per�odos mientras que en otros pe�riodos su efecto es m�s d�bil, para ello es necesario no solamente considerar el proceso de acumulaci�n desde un punto de vista te�rico y astracto, sin tam�bi�n desde un punto de vista hist�rico, pero antes de hacer esto debemos considerar otro aspecto de la te�or�a de la acumulaci�n de Marx, que tiene que ser to�mado en cuenta, se trata de la teor�a de la concentra�ci�n y centralizaci�n del capital, que en cierto mo�mento transforma al capitalismo o al capital en capital monopolista y no competitivo.

Lo que aqu� nos interesa particularmente es el hecho de que la acumulaci�n y centralizaci�n del capital forta�lece esa tendencia a la sobreproducci�n. La ex�plicaci�n de una manera muy simplista ser�a que el monopolio aumenta la tasa de valor excedentes. De esta manera aumentando la capacidad del sistema a acumular y aumentar el poder de producci�n de la sociedad, al mismo tiempo que contin�a frenando o menguando su poder de consumo.

Un aumento en el valor excedente significa m�s utilidades y menos salarios. Significa esto una mayor posibilidad de acumular pero una disminuci�n mayor en el poder de consumo. Me atrever�a incluso a decir que una de las leyes del capitalismo es que mientras mas monopolista es la sociedad mayor es la tendencia a la sobreproducci�n o para decirlo de otra manera, a medida que la sociedad se vuelve monopolista, queda m�s a merced de la crisis de sobreproducci�n.

La raz�n por la cual asume tanta importancia esta perspectiva hist�rica, es que en ciertos per�odos exis�ten ciertas tendencias que no pueden ser explicadas por la teor�a pura del capitalismo y esto lleva a la reali�zaci�n del valor excedente y por lo tanto a una mayor acumulaci�n. Sin embargo, mientras que en otros pe�r�odos estas fuerzas no existen o son muy d�biles, obviamente cuando las condiciones son favorables, el capitalismo puede gozar de largos periodos de ex�pansi�n sin que lo obstaculicen m�s que peque�os ciclos ocasionales.

Mientras que las condiciones no son favorables, pueden existir largos per�odos de estancamiento, sumados los ciclos normales de los negocios, a esos ciclos que suben y bajan en los negocios.

Las preguntas cruciales que debemos plantearnos aqu� son: cuales son las condiciones m�s favorables? qu� es lo que las ocasiona? porqu� se debilitan y de�saparecen?

Si podemos contestar estas preguntas, estaremos en posici�n de dar una respuesta o de explicar el por�qu� de estas tendencias a una r�pida expansi�n y a un estancamiento relativo, que muchos investigado�res e historiadores han observado durante la historia del capitalismo, pero que no han podido hasta ahora explicar de una manera satisfactoria.

Perm�tame ahora enumerarles algunas de las condiciones que favorecen la realizaci�n del valor ex�cedente y la acumulaci�n del capital. Esto es m�s bien un ejemplo y de ninguna manera una lista completa:

Primero, el abrir nuevos mercados a trav�s de la expansi�n geogr�fica y/o a trav�s de la conquista mili�tar; Segundo, las innovaciones importantes, tales, como el motor de vapor, el ferrocarril y el autom�vil, que ya sea directa o indirectamente abren enormes nuevos mercados; y Tercero, por ejemplo ser�an las guerras importantes. Dentro de eta categor�a de gue�rras importantes podr�amos mencionar en los �ltimos doscientos a�os de la historia del capitalismo las Gue�rras Napole�nicas, la Guerra Civil de los Estados Uni�dos y las dos Guerras Mundiales y, obviamente, de�bemos incluir aqu� los per�odos de reconstrucci�n que son la resultante de estas guerras.

El siglo XIX fue un per�odo durante el cual fuerzas de este tipo fueron favorecedoras a la acumulaci�n del capital y ya casi al cerrar el siglo se vio un per�odo de capitalismo competitivo que tambi�n favoreci� al proceso de acumulaci�n.

De primordial importancia aqu� es durante la se�gunda mitad del siglo XIX fue aquel per�odo de una construcci�n muy acelerada de ferrocarriles. Por lo menos en los Estados Unidos la tasa de construcci�n de ferrocarriles disminuy� de una manera notable, ya casi al finalizar el siglo.

En la segunda mitad del siglo XIX debo mencionar la construcci�n de ferrocarriles requiri� de m�s capital que todas las dem�s industrias de los Estados Unidos en conjunto.

Si tomamos en cuenta este factor nos daremos cuenta de la importancia que tuvieron los ferrocarriles en esa �poca de la historia capitalista. Al mismo tiempo que los ferrocarriles absorb�an una gran canti�dad de inversiones, el crecimiento de los monopolios empez� a incrementarse aceleradamente al finalizar el siglo.

Podr�amos decir que la era de los ferrocarriles en los Estados Unidos lleg� a su fin cuando cierra el ciclo de 1907, ya para entonces podemos decir que la pri�mera ola de monopolizaci�n hab�a llegado a su fin.

Entonces no es de sorprendernos al ver que des�pu�s de la recesi�n y del p�nico de 1907, el capita�lismo norteamericano entr� en una �poca de estan�camiento relativo. Este proceso se interrumpi� du�rante la primera guerra mundial, al iniciarse la primera guerra mundial la tasa de desempleo en los Estados Unidos era ya cercana al diez por ciento; baja que probablemente nunca hab�a sido antes alcanzada en la historia de los Estados Unidos.

Obviamente la guerra trajo consigo una expansi�n del capital y de la acumulaci�n. Esto fue seguido de una �poca de reconstrucci�n y despu�s por una �poca de mucho crecimiento sobre todo de aquella que trajo consigo la producci�n masiva de autom�vi�les.

Hasta despu�s de la primera guerra mundial, este estancamiento que hab�a venido sufriendo la econo�m�a norteamericana, se torn� en un per�odo de r�pido crecimiento que lleva dicho econom�a hasta 1920. Durante todo ese per�odo los monopolios crec�an aceleradamente, y cuando las fuerzas hist�ricas se debilitaron, este ciclo de bajada que se dej� sentir a final de 1929, vuelve a desatar lo que ya antes hab�a yo mencionado, como un per�odo de estancamiento muy prolongado.

Antes tambi�n ya hab�a mencionada que este pe�r�odo de estancamiento probablemente se hubiera prolongado mucho m�s si no hubiera sido por el esta�llido de la segunda Guerra Mundial.

La segunda Guerra Mundial marca el inicio de un nuevo per�odo muy favorable para la acumulaci�n de capital. Aqu� tambi�n voy a tratar de enumerar breve�mente algunos factores y de darles una lista completa.

Fue la guerra misma y la necesidad que cre� pos�teriormente de reconstrucci�n y de reparar los da�os causados por la misma guerra. Adem�s se lograron avances tecnol�gicos muy importantes generados por la misma guerra y por las necesidades de la indus�tria militar, por ejemplo el desarrollo de los aviones de propulsi�n a chorro, de aparatos electr�nicos.

En tercer lugar podemos mencionar la reorganiza�ci�n del sistema mundial bajo la hegemon�a de los Es�tados Unidos. Durante el per�odo de estancamiento que dur� hasta 1930 hab�a habido una tendencia a disminuirse en dos bloques, o sea digamos, hubo una globalizaci�n en bloques, de comercio u tambi�n bloques de divisas. El bloque de la 'libra' esterlina, del 'yen' japones, del 'marco', tambi�n del 'd�lar'.

Al terminar la guerra y al establecer la hegemon�a norteamericana, se establece un sistema global mo�netario, bajo el liderazgo del d�lar. el d�lar pod�a con�vertirse en oro y era aceptado, seg�n el sistema de 'Breton Wood" como una reserva de todos los siste�mas monetarios del mundo. Y al mismo tiempo hubo la tendencia de fragmentar los bloques comerciales y se inici� una era de relativa liberalizaci�n del comercio.

Y con estas nuevas condiciones el comercio mundial pudo avanzar tremendamente, y los capitalis�tas que en muchos casos estaba temiendo que re�gresara al estancamiento una vez terminada la Guerra. Nuevamente se convencieron de que el capitalismo pod�a esperar un futuro muy largo y que por tanto ellos pod�an invertir con seguridad.

Entonces tuvieron la tendencia a invertir m�s de lo que era la demanda, construyendo y creando indus�trias con una capacidad que ellos pensaban que iba a ser necesario en el transcurso del tiempo seg�n se iban dando los acontecimientos.

Otros factores fueron una tremenda militarizaci�n del sistema capitalista mundial. En parte fue la necesi�dad planteada por la hegemon�a de los Estados Uni�dos en mantener todo el sistema bajo su control. Y desde luego tambi�n hubieron dos guerras adiciona�les grandes, la de Corea y la de Viet Nam.

Creo que puede demostrarse que la recuperaci�n de los capitalismos de Jap�n y de Alemania despu�s de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, fue es�timulado y mejor dicho fue posibilitado en primera ins�tancia por la guerra de Corea.

Todos estos son factores eran muy favorables a la acumulaci�n de capital desde luego, pero comenza�ron a perder fuerza despu�s de unos veinte a�os, y el sistema monetario implantado en la Conferencia de "Breton Wood" comenz� a desintegrarse con el sur�gimiento de la competencia de Alemania y Jap�n y con la derrota del imperialismo norteamericano en el sureste de Asia.

Al terminar los a�os 60' ese sistema que hab�a sido establecido al terminar la segunda Guerra Mundial y que hab�a favorecido tanto la expansi�n del capita�lismo, ya visiblemente estaba desintegr�ndose. Du�rante un tiempo se les pidi� a los gobiernos que esti�mularan la expansi�n artificialmente, pero ya para en�tonces la estructura de los pa�ses capitalistas avanza�dos ya era tan monopolista, que en los esfuerzos por estimular la econom�a mediante los d�ficit del estado y mediante toda clase de incentivos al gasto, tend�an cada vez m�s a tener un efecto inflacionario y no ex�pansionista, por la raz�n muy sencilla de que un gran monopolio que ya para entonces era lo que dominaba en todos los pa�ses avanzados, cuando tiene que ha�cer frente a una demanda creciente por sus bienes y servicios, tiende a reaccionar aumentando los precios y no aumentando la producci�n, porque esa es la ma�nera de aumentar al m�ximo las utilidades.

Entonces una estimulaci�n cada vez m�s masiva, ten�a cada vez menos efecto adicional. Y cuando se lleg� a la fase descendente del ciclo, en 1974, Esta�dos Unidos y los dem�s pa�ses avanzados r�pida�mente cayeron en un nuevo esquema de estanca�miento y en este per�odo de estancamiento hemos estado desde entonces y parece que se va a conti�nuar indefinidamente.

Creo que se mencion� el otro d�a que ya hay die�cisiete millones de desempleados en los pa�ses capi�talistas avanzados. En Estados Unidos despu�s de cuatro a�os de una fase ascendente en el ciclo, la tasa de desempleo sigue siendo del 6% que a princi�pios de la posguerra un 6% lo hubieran considerado como el pero desempleo, comparable a una depre�si�n.

Esta fase ascendente del ciclo que comenz� en 74, probablemente ya est� casi en su punto m�ximo y lo m�s probable es que en un futuro muy cercano comience otra vez la fase descendente del ciclo au�mentando el desempleo con otra crisis de sobrepro�ducci�n y sin ninguna perspectiva de que haya un cambio b�sico en la situaci�n, por lo menos no que al�cancemos ni siquiera a vislumbrar por el momento.

Entonces creo que lo he tratado de hacer, es de�mostrar que la integraci�n de una teor�a de la Acumu�laci�n de Capital dados los cambios hist�ricos en los �ltimos cien a�os, nos ofrece una explicaci�n de la creciente sobreproducci�n y de la crisis de sobre�producci�n y tambi�n nos permite comprender por�que a pesar de que ahora nos encontramos en este per�odo, fue sin embargo posible atravesar por un pe�r�odo de aproximadamente tres d�cadas durante las cuales el capitalismo se expandi� muy r�pidamente.

pero este per�odo de tres d�cadas ya t�rmino y hemos regresado a la situaci�n normal del capitalismo de monopolio, y esa situaci�n normal es el estanca�miento. Desde luego veremos que los gobiernos ha�cen muchos esfuerzos por contrarrestar este efecto que es peligroso para el futuro del capitalismo y mi propia impresi�n es que estos esfuerzos no tendr�n �xito y que m�s bien su efecto ser� desestabilizador.

Y creo que es todo lo que quer�a decir por el mo�mento.

Crisis capitalista y acumulaci�n inter�nacional del capital[3]

El componente m�s importante de la acumulaci�n de capital internacional en la era posterior a la se�gunda guerra mundial, es sin duda alguna el surgi�miento de las transnacionales.

Estas son corporaciones gigantescas cuya sede se encuentra en los pa�ses capitalistas avanzados. La mayor�a de ellas tienen como sede en dos pa�ses, Gran Breta�a e Irlanda. Y adem�s tienen una serie de sucursales en otros pa�ses. En ocasiones sus sucur�sales ascienden a varias decenas.

Hist�ricamente hablando podemos trazar el sur�gimiento de las transnacionales en el siglo XIX; en esta �poca de singular importancia eran conglomerados petroleros norteamericanos y brit�nicos, para estas eran meras excepciones, no fue sino hasta despu�s de la segunda guerra mundial que las transnacionales se convirtieron en agentes importantes de la acumu�laci�n internacional de capital.

Aqu� debemos distinguir entre lo que podr�amos llamar la interpenetraci�n de los capitales nacionales en los de los pa�ses avanzados del centro por una parte y por otra parte debemos distinguir tambi�n la penetraci�n de capitales nacionales del centro a la periferia.

Existen algunos casos de penetraci�n en el cen�tro de la periferia en los que se encuentran por ejem�plo grandes corporaciones brasile�as, pero nunca he escuchado hablar de un caso de penetraci�n de la periferia al centro.

Veamos el fen�meno de la penetraci�n en el cen�tro. Es la consecuencia del proceso de concentraci�n y centralizaci�n del capital en los pa�ses avanzados y de las formas de competencia monopolista que resul�tan de este proceso. Dada la existencia de una serie de mercados diferenciados de un tama�o importante, toda corporaci�n gigantesca, independientemente de donde se encuentre ubicada su sede, tratar� ob�viamente de encontrarse representada en todos esos mercados. En un principio quiz� esta representaci�n se deja ver a trav�s de exportaciones, pero a medida que estas corporaciones se desarrollan y crecen, cada vez m�s y m�s se ve que empiezan a tener fabri�caci�n en sus sucursales o subsidiarias, produciendo en otros pa�ses.

Existen diferentes razones por las cuales se em�pieza a cambiar de meras exportaciones a la produc�ci�n local; por una parte, tenemos el caso de la segu�ridad que aumenta much�simo si la corporaci�n cuenta con una planta propia en el seno mismo de ese mercado.

En los pa�ses avanzados consideran que cual�quier mercado de exportaci�n importante est� a mer�ced de ser tomado por las empresas locales de ese pa�s.

Otra raz�n a�n m�s importante que la anterior es poder controlar las condiciones para la operaci�n de un mercado que tiene caracter�sticas especiales, como las que tendr�a cualquier mercado nacional.

No podr�amos aplicar la misma tecnolog�a, estra�tegias de venta y los mismos productos a todos los mercados nacionales, casi es imposible resolver esos problemas si no se concentran meramente las expor�taciones. Un buen ejemplo de esto que estoy men�cionando, lo constituye la industria automovil�stica norteamericana.

Como todo mundo sabe, se trata de la industria pionera en la producci�n masiva en todo el mundo y sin embargo nunca constituy� una industria de expor�taci�n importante. La raz�n de ello fue que los auto�m�viles producidos en masa en los Estados Unidos no cumpl�an con las necesidades de los otros merca�dos locales a donde pod�an haber sido exportados.

No hubiera sido l�gico establecer diferentes in�dustrias automotrices en los Estados Unidos, desti�nadas a satisfacer las necesidades de los otros dife�rentes mercados locales y nacionales.

Entonces desde sus etapas incipientes los gigan�tes de la industria automovil�stica norteamericana como General Motors, Ford, Chrysler, establecieron o compraron plantas en otros pa�ses para producci�n local y desde entonces han seguido la misma t�nica en su desarrollo.

Por otra parte cabe mencionar que despu�s de la segunda Guerra Mundial el tama�o del hasta enton�ces mercado monopolizado norteamericano, atrajo una gran cantidad de exportaciones de los Estados Unidos, procedentes de fabricantes europeos y ja�poneses, sobre todo Volsk-wagen, Datsun y Toyota.

Ha sido en los �ltimos a�os y bajo la presi�n del derrumbamiento del d�lar que esos fabricantes ex�tranjeros de autom�viles han iniciado la fabricaci�n propia en los Estados Unidos. Hoy tenemos el caso de que los Volkswagen se fabrican en los Estados Unidos de la misma manera como se fabrican en M�xico, a�n cuando no podemos decir que se fabri�que exactamente el mismo autom�vil.

Esto es un ejemplo m�s de que cada mercado tiene sus requisitos propios.

Este ejemplo de la industria automovil�stica, nos da otra de las razones existentes por las cuales las corporaciones gigantescas las transnacionales de los pa�ses avanzados, tratan de interpenetrar sus merca�dos mutuos. La raz�n de esto es lograr sobrepasar las barreras comerciales que inhiben la expansi�n o el crecimiento de las exportaciones.

Debo se�alar aqu� que la ca�da del d�lar en los �l�timos a�os act�a como una barrera para los suminis�tros extranjeros del mercado norteamericano, ya que sus productos se vuelven relativamente m�s caros desde el punto de vista de sus propias monedas.

Y claro est�, los diferenciales salariales juegan un papel importante en este sentido.

En los a�os de la postguerra los sueldos en Eu�ropa y Jap�n eran esencialmente m�s bajos que aquellos que se pagaban en los Estados Unidos. Esto fue uno de los motivos que impuls� a las corpo�raciones norteamericanas a migrar al extranjero. En los �ltimos a�os las pol�ticas salariales son m�s similares en estos otros pa�ses y ahora si tomamos en cuenta la ca�da del d�lar, en ocasiones resulta inclusive favora�ble establecer empresas productoras europeas y ja�poneses en los Estados Unidos.

Entonces como vemos, durante las primeras dos d�cadas despu�s de la segunda guerra mundial, existi� una tendencia predominante a establecer em�presas de los Estados Unidos en otros pa�ses avan�zados y en los �ltimos a�os sin embargo se ha visto que la tendencia, que la corriente ha cambiado y hoy se establecen m�s empresas en los Estados Unidos, quiz� eso sea la direcci�n dominante para el futuro y actualmente.

De cualquier manera podemos decir que la inter�penetraci�n de transnacionales gigantescas en los mercados de los pa�ses avanzados, puede ser consi�derada como el haber alcanzado ahora una etapa de madurez muy avanzada.

Ahora pasaremos a hablar del fen�meno que quiz� constituya una fuente de gran inter�s para us�tedes los mexicanos y para otros pa�ses del Tercer Mundo.

Nos referimos aqu� a la penetraci�n de las transnacionales en los pa�ses de la periferia.

Hist�ricamente hablando esa penetraci�n se inici� hace muchos a�os, cuando las corporaciones metro�politanas establecieron subsidiarias productoras de materias en los pa�ses perif�ricos. Empresas que se dedicaban a la producci�n de petr�leo, de minerales, incluso vegetales como caf�, cacao, pl�tano, etc.

Una de las transnacionales m�s conocidas en los pa�ses de centroam�rica fue la United Fruit Company, no fue una de las m�s conocidas sino una de las m�s notables y tristemente c�lebre.

Esa fue la base de lo que se conoci� como la eco�nom�a de enclave en los pa�ses de la periferia. Los enclaves son hoy una forma de actividades econ�mi�cas que se consideran como meras extensiones de la econom�a metropolitana, y que no tienen una relaci�n significativa o un anclaje o un eslab�n significativo con las econom�as de los pa�ses hu�spedes.

Se sol�a considerar, y de esto no hace mucho tiempo, que es el �nico tipo de producci�n que los pa�ses metropolitanos estar�an interesado en esta�blecer en los pa�ses de la periferia.

Lo que cambio esta situaci�n �y nuevamente con�tin�o habl�ndoles desde el punto de vista hist�rico� fue el surgimiento sustancial de industrias manufactu�reras locales o nacionales en los pa�ses de la periferia, durante la d�cada de los 30' y el per�odo posterior a la segunda guerra mundial.

Esto result� del debilitamiento de las relaciones centro-periferia que fue caracter�sticos de ese pe�r�odo. Aquello de ustedes que est�n familiarizados con las teor�as de A. Gunder Frank van a reconocer aqu� un fen�meno que se remonta a per�odos ante�riores de la historia.

Los desarrollos en la periferia no surgieron como resultado de relaci�n estrechas con los pa�ses del centro, sino debido al debilitamiento de esa relacio�nes. Y esto fue precisamente lo que sucedi� durante la d�cada de los 30' y durante la segunda guerra mundial.

Fue entonces que las exportaciones de Europa a los Estados Unidos bajaron su volumen o se elimina�ron completamente y por lo tanto, la fabricaci�n local empieza a surgir en esos momentos.

Y este acontecimiento dio lugar a una teor�a y a una manera de operar en la periferia, que se conoci� como sustituci�n de importaciones.

Esto sucedi� m�s o menos al mismo tiempo que estaban creciendo muy r�pidamente las empresas transnacionales, despu�s de la segunda guerra.

En su inquietud por buscar nuevas oportunidades de realizar m�s ganancias, estas empresas transnacionales que ahora gozaban de mucho capital, de gran flexibilidad en su administraci�n, de muy buenas co�municaciones vinieron a establecerse cada vez m�s en los pa�ses perif�ricos.

Uno de sus principales objetivos desde luego era dar la vuelta a las barreras arancelarias y otro tipo de barreras que estaban impidiendo su penetraci�n y para promover la sustituci�n de importaciones. En esta forma se inici� una nueva fase del imperialismo, en donde hubo un crecimiento sustancial y r�pido de producci�n en los pa�ses perif�ricos, y esto es una cosa que seg�n muchos analistas y analistas marxis�tas, hab�an dicho que nunca se pod�a dar bajo el capi�talismo, incluso algunos marxista como el finado mar�xista ingl�s Bill Warren interpretaron que este creci�miento de la producci�n o de manufacturas en la peri�feria significaba que el imperialismo mismo con estas relaciones subyacentes de dominaci�n y dependen�cia estaba llegando a su fin y que los pa�ses perif�ri�cos estaban en el camino para desarrollarse en la misma forma que se hab�a desarrollado el centro en per�odos anteriores.

Sin embargo esto es un gran error, porque no toma en cuenta una diferencia que es esencial una di�ferencia en que este tipo de industrializaci�n que es bajo el patrocinio, por decirlo as�, de las transnacionales en la periferia, y la industrializaci�n que se hab�a pro�ducido en los a�os de formaci�n del capitalismo en los pa�ses del centro, en este primer per�odo de for�maci�n del capitalismo en el centro, se dio una revo�luci�n agr�cola que precedi� a la industrializaci�n , que cre� un mercado interno y que permit�a una co�rriente cada vez m�s de comercio entre el agro y la ciudad.

Tambi�n creci� el mercado de los bienes suntua�rios, los art�culos de lujo que consum�an los capitalis�tas y los terratenientes, pero aunque creci�, no ex�clu�a al mercado para bienes de consumo popular y este segundo mercado iba creciendo conforme au�mentaba la fuerza obrera y proceder a la industrializa�ci�n y al aumentar tambi�n la fuerza trabajadora. Ade�m�s se debe recordar que la acumulaci�n de capital en el siglo XIX se llev� a cabo en situaci�n de compe�tencia con el resultado de que la acumulaci�n de capi�tal tend�a a intensificar muy r�pidamente la demanda de trabajadores y esto a su vez ejerc�a una presi�n m�s o ,menos constante para que aumentaran los sa�larios.

Se pudiera pensar desde un punto de vista capita�lista que era un desastre verse obligado a pagar sala�rios m�s altos, pero de hecho al ayudar a estos sala�rios m�s altos a formar un mercado masivo para los bienes de consumo, fue lo que salv� la vida del capi�talismo. El resultado de todo esto fue que una carac�ter�stica cr�tica para el desarrollo del capitalismo en el centro, fue el crecimiento de este mercado masivo para los art�culos de consumo, y esto estimul� y sos�tuvo una demanda para mayor cantidad de medios de producci�n.

Adem�s de desproporciones recurrentes de tipo tanto c�clico como constante, aparte de que esto sig�nificaba que el departamento uno marxista, bienes de producci�n y el departamento dos fabricaci�n de art��culos de consumo, crec�an a la par apoy�ndose mu�tuamente; un poco m�s tarde, al organizarse la clase trabajadora y al luchar con �xito por mejorar sus con�diciones de trabajo y elevar su nivel de vida, esto au�ment� desde luego el mercado masivo para los bie�nes de consumo ayudando a sostener este proceso de desarrollo y la diferencia entre eso y lo que ha es�tado sucediendo en los pa�ses perif�ricos en los �lti�mos a�os, es como la diferencia entre el d�a y la no�che.

No ha habido una verdadera revoluci�n agr�cola en la periferia y s�lo un aumento muy d�bil en la de�manda para bienes de consumo popular. El mercado que ha atra�do a estas empresas transnacionales para establecer sus plantas manufactureras en la periferia, ha sido la demanda de bienes suntuarios, de bienes de lujo, de los peque�os grupos que corresponden a capas de ingresos m�s altos y los medios de produc�ci�n necesarios en su mayor parte han sido importa�dos del centro, y generalmente son medios de pro�ducci�n de tecnolog�a muy avanzada que requieren un poca cantidad de mano de obra. Por lo tanto no ha habido un crecimiento vigoroso en la demanda para los bienes de consumo popular entre los agricultores y los trabajadores, y por tanto poco est�mulo para el establecimiento de un departamento viable.

Por lo tanto, este es un esquema de desarrollo que no toma en cuenta el consumo popular ni la agri�cultura. Y esto es el cimiento indispensable para el tipo de desarrollo que tuvo un lugar en el centro y la industrializaci�n resultante esta basada en los intere�ses de un peque�o porcentaje de la poblaci�n. Un porcentaje que puede llegar a ser hasta del veinte por ciento pero que en la mayor�a de los casos es mucho menos.

Y la producci�n para ese peque�o porcentaje de la poblaci�n no aporta ning�n beneficio para las gran�des masas del pa�s que est�n compuestas por cam�pesinos, trabajadores y personas sin empleo.

Y no hay nada ni en la naturaleza ni en las opera�ciones de las grandes transnacionales que tienda a romper con este esquema. Si es cierto que un n��mero cada vez mayor de pa�ses perif�ricos, las transnacionales est�n interesadas en comprar sus plantas para producir y exportar productos nacionales, pero la principal raz�n por lo cual esto resulta atractivo para las transnacionales es la abundancia de mano de obra a salarios bajos, ya que la producci�n para el mercado internacional, as� como la producci�n para ese sector limitado interno de art�culos de lujo, tambi�n se basa en tecnolog�as avanzadas.

Hace poco para estimular seguramente la condi�ci�n indispensable �sine quianon� para un desarrollo completo, redondeado, es que esta condici�n debe ser una expansi�n vigorosa de un mercado masivo de bienes de consumo popular.

Hasta ahora he estado hablando en t�rminos m�s o menos te�ricos o abstractos pero si quisiera termi�nar examinando un ejemplo m�s concreto del desa�rrollo bajo el patrocinio de las transnacionales durante los �ltimos quince a�os.

Se ha mencionado el caso de Brasil por su tama�o y su importancia, por ser pa�s latinoamericano y sobre todo porque ha sido presentado y se le ha hecho mu�cha propaganda digamos, por los ide�logos de las transnacionales, como uno de los grandes �xitos de desarrollo en la periferia.

En la historia comienza con el golpe de estado, ayudado por Estados Unidos, en 1964, como resul�tado se instal� el r�gimen militar que ha estado en el poder desde entonces, y desde entonces en cuanto a la simple rapidez del crecimiento del producto bruto nacional, Brasil ha sido uno de los pa�ses de creci�miento m�s r�pido en todo el mundo, con tasas de crecimiento que en algunos a�os ha sobrepasado el 10% y con una producci�n industrial que aumenta mucho m�s r�pidamente.

En el caso de Brasil la producci�n ha sido para sa�tisfacer ese mercado reducido de las clases de ingre�sos m�s altos, y tambi�n el mercado internacional y en Brasil como en M�xico tambi�n se ha estimulado un r�pido crecimiento de las agroempresas, el agrone�gocio, que producen cultivos como la soya para ex�portaci�n. Este crecimiento de las agroempresas tambi�n se vale de tecnolog�a muy avanzada, por lo tanto la mano de obra es relativamente reducida y por tanto expulsa a los campesinos de la tierra y los obliga a emigrar a las grandes ciudades, como sucede en M�xico.

Pero todo este desarrollo no ha producido una mejora en el nivel de vida de las grandes masas de campesinos, de obreros o de desempleados. Al con�trario, el crecimiento industrial, aunque parece muy impresionante sobre todo en las ciudades como Sao Paulo que es la m�s grande de Brasil ha allegado poco al nivel de empleo y los salarios en lugar de au�mentar, de hecho se han reducido dr�sticamente du�rante estos a�os de r�gimen militarista.

Las estimaciones var�an, pero en general se con�sidera que los niveles de suelo de Brasil han bajado en una tercera parte del nivel preponderante de 1964. Tomando en cuenta esto como el escenario preponderante, no es de sorprenderse que Brasil sea considerado como una tierra de terribles contrastes y contradicciones. Riquezas enormes y lujos sorpren�dentes en uno de los extremos, y por otra parte una pobreza y un sufrimiento incre�bles.

El presidente de Brasil, en una visita que hizo a Washington hace un par de a�os, resumi� la situaci�n de su pa�s de la siguiente manera �y voy a citar pala�bra por palabra lo que �l le dijo a los reporteros en una entrevista de prensa en Washington� "En mi pa�s la econom�a va viento arriba pero la gente no".

Que comentario tan influenciador de la ideolog�a burguesa, que se pueda separar el bienestar de la econom�a del bienestar de un pueblo, pero es l�gico porque en una econom�a capitalista el bienestar sig�nifica el crecimiento de las utilidades y una r�pida acumulaci�n del capital.

Mientras que lo que toca a bienestar del pueblo es una cuesti�n aparte, con un significado completa�mente distinto. No debe de sorprendernos que el mantenimiento de un sistema monstruoso como �ste requiere de una dictadura militar todopoderosa, que suprima completamente toda oposici�n, pero obvia�mente Brasil no constituye ninguna excepci�n en este sentido. En toda la periferia, en todos los pa�ses de la periferia, el desarrollo polarizado de este tipo, bajo la supremac�a de las transnacionales y de sus ha�das madrinas, los bancos multinacionales, ha tenido consecuencias similares en las esferas gubernamen�tales y pol�ticos.

Una cantidad cada vez mayor de los pa�ses del ter�cer mundo han ca�do bajo el control de reg�menes mi�litares brutales, cuyo prop�sito es el de proteger a las peque�as clases privilegiadas y a las transnacionales que han penetrado a sus pa�ses, protegerlas de los movimientos populares., y del enojo de su pueblo.

�A d�nde nos lleva todo esto? Hasta hace poco parec�a ser que la respuesta iba a ser una expulsi�n gradual del genocidio, del barbarismo, a trav�s de los pa�ses de la periferia, del sistema capitalista mundial, pero en este �ltimo a�o, hemos visto que existe otra posibilidad. Ir�n que tambi�n pod�a haber sido consi�derado como un ejemplo muy claro del desarrollo en la periferia y que adem�s ten�a quiz� el gobierno m�s vicioso y m�s oprimidor de todos estos pa�ses, Ir�n explot� en una gran revoluci�n popular y me pre�gunto: Si esto sucedi� en Ir�n, �porqu� no puede suceder en otros lugares?.

Recordar�n ustedes que bajo la experiencia in�glesa del siglo XIX Marx le dijo a Alemania y a los otros pa�ses capitalistas menos desarrollados de su �poca, lo siguiente: "Es acerca de ustedes de quien se ha�bla".

En base a la experiencia del Ir�n �No podr�a y no debiera decirse lo mismo a los otros pa�ses de la peri�feria hoy en d�a?.


* 2 de abril de 1979.

[1]abril 3 de 1979

[2]abril 6 1979

[3]abril 9 de 1979

 

Grupo EUMEDNET de la Universidad de Málaga Mensajes cristianos

Venta, Reparación y Liberación de Teléfonos Móviles
Enciclopedia Virtual
Biblioteca Virtual
Servicios