Paul M. Sweezy
Somos
marxistas y lo hemos sido desde
que
nues�tras ideas econ�micas y pol�ticas comenzaron a tomar
for�ma en la �poca de la
gran depresi�n, en la �poca de los 30�, es decir, hace unos 40 o 50 a�os.
Exist�an muy pocos economistas marxis�tas en Estados Unidos en esos a�os. Ahora
son m�s, pero todav�a no somos muchos en comparaci�n con la cantidad total de
hombres y mujeres en esta profe�si�n.
Simplemente
para darles una idea muy aproxi�mada, la Asociaci�n Americana de Econom�a,
que es la organizaci�n en que se re�nen los profesionales de la Econom�a en
Estados Unidos, tiene una mem�bres�a de unos sesenta o setenta mil elementos.
El Sindicato de Econom�a Pol�tica Radical, que se le co�noce casi siempre por
sus siglas, tiene menos de dos mil miembros y no todos ellos son marxistas. La
mayo�r�a son j�venes y les falta seguridad en su empleo, es decir, no tienen
ninguna seguridad.
Si
estas cifras sirven de un indicador m�s o menos confiable, �y me parece l�gico
que s� lo sean� po�dr�a�mos estimar que no m�s del dos o tres por ciento
de los economistas norteamericanos son marxistas, y casi ninguno de ellos tienen
un puesto con inamovili�dad en las instituciones acad�micas del pa�s. Dadas
estas circunstancias y como f�cilmente podr�n imagi�narse ustedes, el nivel
de comprensi�n de las ideas marxistas es muy bajo entre los economistas nortea�mericanos
y de hecho entre las personas de las cien�cias sociales en general porque la
situaci�n no ha cambiado mucho en otros campos como las Ciencias Pol�ticas, la
Sociolog�a, la Antropolog�a e Historia.
Por
tanto si yo me dirigiera a un p�blico compara�ble a este p�blico en Estados
Unidos, y sobre el tema de la Acumulaci�n de Capital, y los problemas relacio�nados
con esto, tendr�a que comenzar por explicar algunos aspectos fundamentales de
la teor�a mar�xista, pero tengo la impresi�n de que en M�xico esto no hace
falta y probablemente no ser�a necesario en la mayor�a de los pa�ses
tercermundistas a un nivel comparable con el del M�xico.
Es
un hecho de gran importancia hist�rica que mientras que el marxismo como
ciencia y como una perspectiva del mundo fue el producto espec�fico de la
experiencia de los pa�ses que fueron los principales en el desarrollo del
capitalismo, sobre todo el capita�lismo industrial de fines del siglo XVIII y
principios del siglo XIX, hoy en d�a cuando ya ha madurado plena�mente como un
sistema del imperialismo en el que los pa�ses avanzados del centro crec�an en
relaci�n en gran parte, a resultas de su explotaci�n de cantidades mucho m�s
grandes de pa�ses subdesarrollados en la periferia.
El
proletariado del centro ten�a beneficios conjun�tamente con los capitalistas
de las capas intermedias, pero esto no significa que lleg� a su fin la lucha de
clases en el centro. Al contrario, pero s� significa para el proletariado del
centro que la lucha de clases pod�a ser y de hecho pod�a seguir una
trayectoria refor�mista.
Como
resultado, las pr�cticas proletarias del cen�tro transformaron el marxismo
heredado de la historia anterior, le transformaron de una doctrina y programa
revolucionarios a una doctrina transformista.
A
primera vista podr�a parecer que esta transfor�maci�n del marxismo en el
centro marcar�a su muerte como ideolog�a revolucionaria y como ciencia revolu�cionaria,
pero no fue as�, porque con la evoluci�n del imperialismo, la contradicci�n
central del sistema capi�talista global, se traslad� del centro a la
periferia.
La
v�ctima especial de este sistema ya no fue el proletariado del centro, sino las
masas cada d�a m�s proletariadas de la periferia, y juntamente con este papel
v�ctima especial adquiri� tambi�n el papel de agente revolucionario.
Esta
tarea, su tarea a este respecto, fue doble�mente pesada y por tanto doblemente
dif�cil, ten�an que derrocar no s�lo a sus explotadores y opresores
inmediatos, en su propio pa�s, sino tambi�n a sus ex�plotadores y opresores
indirectos, en los centros im�perialistas.
El
punto que hay que recalcar sin embargo, es que al asumir esta responsabilidad
hist�rica tan magna, tan impresionante, ten�an y siguen teniendo la gran
ventaja de haber heredado del centro del capi�talismo la ideolog�a y las
ciencias revolucionarias del marxismo. Una herencia que el proletariado del
centro no aprovech�, por lo menos en la presente etapa his�t�rica, pero que
no se perdi� porque en sus princi�pios m�s esenciales corresponde a la
situaci�n y a las necesidades de estas masas cada vez m�s proletari�zadas en
la periferia.
Esto
no es por discutir desde luego o por alegar que el marxismo simplemente se puede
adquirir ya prefabricado, ten�a que ser adaptado y ten�a que evolucionar en
una forma creativa, no como una dis�ciplina acad�mica, pero como una ideolog�a
y pr�ctica revolucionaria. Y esto es lo que se est� haciendo en nuestros
tiempos en la periferia el capitalismo global y sobre la base de la experiencia
en la periferia.
Y
es por eso que el marxismo es m�s popular, tiene m�s aceptaci�n mundial,
florece m�s en la peri�feria que en el centro. Y es por eso que yo puedo su�poner
que haya conocimiento y comprensi�n de las ideas marxistas, entre un p�blico
mexicano mucho m�s que entre un p�blico de Estados Unidos.
La
premisa b�sica de la cual yo parto �y estoy� se�guro que no es necesario
explic�rselos es que el ca�pitalismo es esencialmente un sistema de acumula�ci�n
de capital, o lo que Marx llam� la autoexpansi�n del capital.
El
sistema funciona siempre y cuando el proceso de acumulaci�n de capital proceda
en una forma m�s o menos sin interrupciones pero cuando hay una inte�rrupci�n
total o parcial del proceso, por cualquier mo�tivo, el sistema entra en una
fase de crisis, las manifes�taciones de la crisis, no necesariamente su causa o
causas, son la sobreproducci�n, es decir el amonto�namiento de mercanc�as de
bienes que no se pue�den vender con una utilidad y/o una disminuci�n en la
producci�n acompa�ada de un aumento del desem�pleo y capacidad productiva
ociosa.
Hist�ricamente,
y ahora me refiero b�sicamente a la experiencia de los pa�ses m�s avanzados
del Cen�tro. Estas crisis de sobre-producci�n han sido de dos tipos: uno c�clico,
es decir, recurre cada �X� n�mero de a�os en una forma m�s o menos
regular.
Y
el segundo tipo, de duraci�n m�s larga, que en el caso de los a�os treinta
dur� hasta diez a�os, y son muy irregulares estas crisis en cuanto a su
presenta�ci�n.
Los
dos tipos de crisis que para mayor comodidad podr�amos llamar recesiones y per�odos
de estanca�miento, no son mutuamente excluyentes como puede verse muy
claramente en Estados Unidos en esa d�cada en los a�os treinta.
Una
crisis tan ser�a que nunca hab�a tenido pro�cedentes, comenz� a presentarse
en el a�o 29 y re�sult� ser tanto una recesi�n c�clica como el principio de
un per�odo de estancamiento, que como ya anot�, dur� toda esta d�cada. Y
dentro de ese per�odo de estancamiento se dieron todo un ciclo de recupera�ciones
de 1933 a 1937, y luego otra vez, otra rece�si�n de 1938 y 1939. Las pruebas
del estancamiento continuaba se ven en las cifras de desempleo desde un m�ximo
de 25% de la fuerza laboral en 1933; la tasa de desempleo baj� a m�s o menos
el 15% que de todas maneras era un nivel sin precedentes hist�ricos, al
terminar 1937. Despu�s subi� r�pidamente al 19% en la siguiente recesi�n.
No
fue sino hasta la segunda Guerra Mundial que termin� este per�odo de
estancamiento. Desde 1940 y sigo usando como ejemplo Estados Unidos la expe�riencia
ha sido en cierto sentido a la inversa, las rece�siones c�clicas han seguido
recurriendo y con un ritmo m�s o menos constante, pero por lo menos has�ta
1974, hab�a pocos signos de estancamiento. Du�rante m�s de un cuarto de siglo
despu�s de la se�gun�da Guerra Mundial, el capitalismo goz� del pe�r�odo m�s
largo de prosperidad sostenida, interrum�pida �nicamente por recesiones
relativamente breves y superficiales, el per�odo m�s largo en toda su histo�ria.
Dos
grandes interrogantes segu�an planteadas por esta experiencia: Por qu� ese
largo estanca�miento en la d�cada de los treinta? qu� podr�a ha�berse
prolongado mucho m�s de no haber sido por la intervenci�n de la segunda Guerra
Mundial; y se�gundo, �por qu� la falta de estancamiento durante m�s de tres
d�cadas a partir de la Segunda Guerra Mundial? No creo que ninguna escuela de
pensa�miento econ�mico burgu�s o marxista haya tratado seriamente de
responder a estas preguntas y haya tratado de dar respuestas coherentes.
En
cuanto a la filosof�a o al pensamiento burgu�s, se han buscado las respuestas
m�s bien en el terreno de la pol�tica econ�mica. Hay que distinguir entre
�economic politics� y �policy�.
Los
pensadores burgueses tienden a echar la culpa de esta recesi�n a las pol�ticas
deficientes ale�gando que si se hubiera aplicado pol�ticas correctas, hubiera
sido breve y superficial la depresi�n y se han escrito muchos libros en ese
sentido.
Esa
d�cada del treinta, ese gran estancamiento, por lo general se ha atribuido a
las pol�ticas inadecua�das, un poco al tanteo, adaptadas por los gobiernos de
los pa�ses capitalistas avanzados, pero ya a finales de la segunda Guerra
Mundial, el arte de dominar las crisis econ�mica se hab�a perfeccionado y se
pod�an aplicar las pol�ticas adecuadas. Esto explica porqu� durante tres d�cadas
la econom�a capitalista mundial tuvo un periodo muy prolongado de expansi�n,
con s�lo breves y superficiales depresiones.
Este
fue el periodo del triunfo del pensamiento de Keynes. La revoluci�n Keinesiana
que fue vene�rada como un santo de la nueva ortodoxia econ�mica, que fue
suprema en las d�cadas de cincuenta y se�senta, y que encontr� su expresi�n
m�s justa en el texto de Paul Samuelson, Economics,
se public� ocho o nueve veces en esos treinta a�os y que defi�nitivamente es
el libro de texto de econom�a m�s ampliamente estudiado en la historia del
capitalismo.
�Qu�
produjo la ca�da de esta nueva ortodoxia? La respuesta es muy sencilla, el
resurgimiento de los s�n�tomas de estancamiento en la d�cada de 1970 sobre
todo en 1974 y a partir de entonces. Si se pu�diera re�almente explicar con
base en la pol�tica esta larga ola de prosperidad, posterior a la segunda Gue�rra
Mun�dial, entonces porqu� nuevamente ese es�tanca�miento en 1970?
Desde
el punto de vista de la nueva ortodoxia o la antigua ortodoxia, como ustedes
quieran, no hay una respuesta l�gica o coherente, como tampoco tiene ninguna
explicaci�n para el estancamiento de la d�cada de los treinta, el
pensamiento burgu�s.
Los
marxistas desde luego han estado mucho m�s conscientes de la importancia de
estas preguntas y de la necesidad de proporcionar respuestas que se puedan
sostener. Algunos de ellos han vuelto a des�cubrir una teor�a propuesta
primero por el economista ruso Kondratief en mil novecientos veintitantos. En Er�nest
Mandel por ejemplo, ha influido mucho Kondratieff.
La
teor�a de Kondratief es que adem�s del ciclo de negocios corto, hay un ciclo
largo que dura unos cin�cuenta a�os. Para m� por lo menos y yo creo para la
mayor�a de los economistas tanto marxistas como burgueses, las pruebas a favor
de este argumento no son muy convincentes y que yo sepa nadie jam�s ha
propuesto una justificaci�n razonable de esa fuerza que supuestamente produce
el ciclo de cincuenta a�os.
Un
enfoque marxista m�s ampliamente aceptado hace �nfasis en la lucha de las
clases trabajadoras en los pa�ses capitalistas avanzados, en el per�odo pos�terior
a la segunda Guerra Mundial. La fuerza de la clase trabajadora, fuerza tanto
econ�mica como pol��tica, ha permitido que los trabajadores reduzcan la
explotaci�n a la que est�n sometidos, y por tanto tambi�n la tasa de valores
excedentes y la tasa de uti�lidades, siendo el factor operante esta disminuci�n
en la tasa de utilidades para producir el final de esta ola tan larga de
prosperidad en la postguerra.
Esta
opini�n claramente se manifiesta en un art��culo que lleva el t�tulo
�Hacia una teor�a de la crisis del capitalismo� de Giovanni Aridi, un
economista italiano. En la revista de la Nueva
Izquierda, edici�n de sep�tiembre y octubre de 1978.
Esta
teor�a que recalca esa creciente fuerza de la clase trabajadora en los pa�ses
avanzados, tambi�n se puede ver de vez en cuando, en los escritos de Er�nest
Mandell.
Sin
embargo, por lo menos en lo de Aridi no es claro si esta tasa decreciente de
utilidades es la causa o la consecuencia de la crisis. Si es la consecuencia,
entonces yo no veo porqu� y c�mo, esta supuesta fuerza de la clase trabajadora
en relaci�n a la clase ca�pitalista, c�mo se le puede considerar el factor
domi�nante que es la causal.
Por
mi parte, me parece mucho m�s prometedor otro enfoque: que trata de integrar el
estancamiento de los a�os treinta y la larga prosperidad despu�s de la segunda
Guerra Mundial, en una teor�a unificada. Este enfoque hace �nfasis en dos
factores que a m� me parece que se han descuidado indebidamente en casi todas
las pl�ticas y comentarios recientes sobre crisis de capitalismo ya sea burgu�s
o marxista.
Primero,
la concentraci�n y centralizaci�n del ca�pital, que desde luego es parte
integral de la teor�a marxista de acumulaci�n de capital; y, segundo, el
ambiente hist�rico general dentro del cual se ha dado el proceso de acumulaci�n
de capital en cualquier momento.
Tomando
en cuenta con el peso debido estos dos factores, o quiz�s esta serie de
factores, creo que podr�amos ver el estancamiento de los a�os treinta y la
prosperidad de la postguerra, como l�gicamente compatible, congruentes y, al
mismo tiempo, como un preludio inevitable, al nuevo per�odo del estanca�miento
que se inici� a mediados de esta d�cada.
Ahora yo quisiera interrumpir, porque voy a tener la oportunidad de hablarles otra vez sobre la acumu�laci�n de capital el pr�ximo viernes, y voy a continuar con esta pl�tica en esa ocasi�n.
Vigencia
de las teor�as econ�micas[1]
La
Vigencia de las Teor�as Econ�micas es un tema que a m� me gusta mucho, es mi
tema favorito. Es un tema del que he hablado constantemente ante p�bli�cos
tanto de los Estados Unidos como de otros luga�res, en reuniones de estudiantes
y de otro tipo.
Es
un tema importante y a mi me da mucho gusto poder compartir con ustedes algunas
formas de pen�sar que tengo al respecto.
Seguramente
ustedes podr�an esperar un dis�curso epistemol�gico y te�rico muy elaborado
en es�tos momentos, lleno de palabras largas y conceptos rec�nditos, si es as�
siento mucho tener que decep�cionarlos. se que es la moda actual que los cient�ficos
empiecen sus discursos hablando de los principios epistemol�gicos que orientan
su trabajo.
Esto
es especialmente cierto de los autores prin�cipales en el mundo, los cient�ficos
franceses y sus seguidores europeos.
Y
en los �ltimos a�os ha habido m�s y m�s marxis�tas que han seguido sus
pasos y encuentran su inspi�raci�n en autores tan eminentes como Althuser; V.
N. Poulantzas.
Pero
debido a ignorancia o incapacidad, o proba�blemente a ambas cosas, yo no me
siento capacitado para seguir sus pasos. Por lo tanto me contentar� con una
simple respuesta a la pregunta �Cual es la teor�a?
Haremos
un intento de contestar la pregunta. Mientras mejor es la teor�a mejor ser� la
respuesta. Perm�tanme darles un reporte de lo que debi� haber sido una de las
primeras y mejores teor�as producidas por la mente humana.
La
pregunta es: �porqu� sale el sol todas las ma��anas por el oriente? y �porqu�
se pone todas las noches por el poniente?.
La
respuesta que pareci� obvia durante milenios era que la tierra era el centro
del Universo, alrededor de la tierra giraba el sol, la luna y las estrellas en
dife�rentes �rbitas.
Y
aqu� tenemos la base de la teor�a geoc�ntrica o centrada en la tierra, del
Universo.
Sin
embargo, esta teor�a fue modificada por gran�des matem�ticas y alcanz� su m�xima
expresi�n en el sistema Tolomeico.
Sin
embargo, al paso del tiempo y al mejorar los m�todos e instrumentos que
utilizaban los cient�ficos, fue imposible ajustar y encajar todos los
resultados obtenidos por el sistema tolomeico.
Durante
muchos a�os se hicieron esfuerzos para encajar todos estos nuevos resultados
ampliando la teor�a sin perder o sacrificar su premisa b�sica, al premisa b�sica
de que era la tierra el centro del uni�verso.
Es
una premisa a prop�sito que ha tenido mucho apoyo fuera de la ciencia por parte
de las religiones.
Los
astr�nomos posteriores a la �poca tolomeica, agregaron el principio de �rbitas
el�pticas a las �rbitas circulares tolomeicas, hasta que el sistema se com�plic�
ampliamente sin poder resolverse todas las difi�cultades.
Finalmente
fue resuelta la crisis de la cosmolog�a tolomeica, no con complicaciones
adicionales sino por medio de una nueva respuesta a la pregunta ini�cial, b�sica.
Era
la tierra que giraba alrededor de El Sol y no el Sol alrededor de la tierra. Era
una forma fundamental�mente nueva de ver el Universo, y tuvo consecuen�cias
enormes en todos los aspectos del pensamiento humano. No solo era posible hacer
preguntas nue�vas, sino que hab�a que hacerlas, y esto dio lugar a nuevas teor�as,
nuevas investigaciones para verificar las teor�as, nuevos m�todos e
instrumentos para per�feccionar las investigaciones, y as� en adelante.
Esta
forma de ver el desarrollo de la ciencia ha sido resumida muy c�modamente en un
peque�o li�bro cuyo t�tulo es la �Estructura de las Revoluciones Cient�ficas�.
de Thomas Kuhn que seguramente ha sido traducido y publicado al espa�ol y que
les reco�miendo mucho. Aqu� se me indica que ha sido publi�cado por el Fondo
de Cultura de la colecci�n Brevia�rios.
T.
Kuhn dice que toda ciencia o rama de la ciencia est� basado en lo que �l llama
un paradigma. Que es algo, es una forma de ver la ciencia o la realidad con la
que est� relacionada la ciencia.
El
paradigma subyacente a la astronom�a tolo�meica por ejemplo, es la idea de que
era la Tierra el centro del Universo. Posteriormente fue reemplazado por el
paradigma centrado en el Sol, que el Sol es el centro del Universo de la
astronom�a de Cop�rnico.
Y
posteriormente fue sustituida esta por paradig�mas posteriores, tales como la
idea de el Universo en
expansi�n que parece ser subyacente a tanto de la astronom�a moderna, por lo
menos a los ojos de un lego.
Seg�n
T. Kuhn, un paradigma cient�fico impone ciertas preguntas o por lo menos
permiten que surjan ciertas preguntas. Se intenta contestar estas pregun�tas
elaborando teor�as, poniendo a prueba dichas te�or�as, refinando los m�todos
de investigaci�n ide�ando nuevos instrumentos para observaciones y mediciones,
y as� en adelante.
Estas
actividades son lo que �l llama ciencia nor�mal, es el tema de trabajo de la
mayor�a de los cient�fi�cos durante toda su vida de trabajo, pero con el
curso del tiempo, dice T. Kuhn, surgen ciertas anomal�as, resultados que no van
de acuerdo con las teor�as aceptadas. Se hacen intentos para adaptar las teor�as
a la manera de los epiciclos y �rbitas agregadas por los astr�nomos
posteriores a la �poca tolomeica sin des�cartar el paradigma b�sico.
Al
multiplicarse las anomal�as y hacer menos satis�factorias las adaptaciones, la
ciencia se anticipa a un per�odo de la crisis; posterior a esto, seg�n el es�quema
de T. Kuhn, llega la revoluci�n cient�fica, la esencia de la cual es la
sustituci�n de un nuevo para�digma, en lugar del paradigma anterior.
Sobre
esta base surgen nuevas preguntas que requieren nuevas respuestas. La ciencia
normal se reanuda sobre los nuevos cimientos, procede a ela�borar nuevas teor�as
y a recolectar nueva informaci�n, hasta que empiezan a acumularse de nuevo las
ano�mal�as, seguidas a su debido curso por una nueva crisis y una nueva
revoluci�n.
Dos
comentarios sobre este esquema de T. Kuhn. Primero va en contra de las opiniones
cient�fi�cas, incluyendo las opiniones personales de los cien�t�ficos
mismos, seg�n esto el desarrollo de la ciencia es un proceso escalonado que se
lleva a cabo paso a paso. No es as�, dice T. Kuhn, el progreso cient�fico es
una serie de cambios cualitativo y cuantitativos que son consecutivos a estas
condiciones. Es la opini�n dial�ctica b�sicamente de acuerdo con las
opiniones marxistas del materialismo dial�ctico.
Al
mismo tiempo hay que hacer notar que T. Kuhn mismo no es marxista ni tampoco
radical de ning�n tipo, hasta donde estoy informado. Se nos recuerda que el
pensamiento dial�ctico no es monopolio de la izquierda, de hecho nunca ha sido,
pero esta no es raz�n por la que nosotros, de la izquierda, no poda�mos
aprovechar y aprender del pensamiento dial�c�tico mencionado por T. Kuhn en su
publicaci�n. Los ejemplos de Hegel y Marx permanecen siempre ante nosotros.
El
segundo comentario es un punto que men�ciona T. Kuhn que tiene una importancia
considera�ble, para lo que podr�a llamarse sociolog�a de los inte�lectuales.
Es
que los dedicados y especialistas de una ciencia basada en un paradigma cient�fico,
rara vez pueden hacer la transici�n a una nueva ciencia, ba�sada en un nuevo
paradigma. Una nueva ciencia, igual que una nueva sociedad, requiere de gente
nueva. Que no lleva la carga de los conceptos previos y prejuicios de los
antiguos.
De
nuevo tenemos una posici�n con la que tran�quilamente est�n de acuerdo los
marxistas. T. Kuhn mismo no hace ning�n esfuerzo para aplicar sus ideas a las
ciencias sociales. Bien podr�a ser que de intentar hacerlo en cualquier forma
sistem�tica, no ser�a fruct��fero.
Sin
embargo me parece que muchas de las mane�ras en que �l ve las cosas y las
analiza son muy �tiles para comprender el pensamiento econ�mico, sobre todo me
parece que este concepto del paradigma comprendida como una manera de concebir
la reali�dad que es lo que les interesa estudiar a los econo�mistas, puede
ayudarnos mucho hoy al considerar nuestro tema, la vigencia de las Teor�as Econ�micas.
Parto
de la idea que la gran mayor�a de los eco�nomistas en el mundo actual se
pueden dividir en dos grandes grupos, grupos que sin embargo no son del todo
homog�neos.
Son
los neocl�sicos por una parte y los marxistas por la otra. Adem�s planteo que
los paradigmas o es�tos conceptos de la realidad en torno a los cuales
funcionan los dos grupos, radicalmente distintos, puesto que ninguna comparaci�n
entre ellos por pro�bar o por evaluar la vigencia de sus teor�as y sus in�vestigaciones,
puede hacerse y puede tener �xito, si no se toma en cuenta tambi�n la
diferencia o lo opuesto a sus paradigmas de base.
Tomemos
el paradigma neocl�sico. Su�pone que la realidad econ�mica tiene ciertas
caracte�r�sticas fun�damentales que yo voy a resumir de la si�guiente ma�nera:
Primero.
Operan constantemente cuestiones y tendencias b�sicas hacia el equilibrio.
Segundo.
Exis�ten entre todos los individuos y todos los grupos, in�tereses comunes o
por lo menos intereses que pue�den armonizarse y reconciliarse. Con el t�rmino
gru�pos yo incluyo razas y naciones, as� como clases o capas y estratos dentro
de esa catego�r�as m�s gran�des.
Tercero.
Los cambios econ�micos son continuos y graduales.
Este
�ltimo punto por cierto, fue considerado tan importante por Alfred Marshall,
uno de los padres y fundadores de la econom�a neocl�sica, que en la pri�mera
p�gina de su famoso libro de texto Principios
de Econom�a escribi� una frase que la voy a decir ahora: El lema es Natura Non Facit Saltum es decir, �La Natu�raleza no da
saltos�.
Quiz�
muchos de ustedes no hayan escuchado de los principios de Marshall, pero consid�renlo
como el equivalente del libro Economics
de P. Samuelson, el equivalente en su tiempo y este tiempo fue como desde mil
ochocientos noventa y tantos hasta la Pri�mera Guerra Mundial.
A
m� me parece evidente que si uno parte de esta suposici�n de que hay tendencia
al equilibrio si hay estos cambios graduales y esta armon�a de intereses, se
van a elaborar teor�as que demuestren estas cosas y se van a emprender
investigaciones que las confir�men, por tanto se van a seguir todos los pasos
de la ciencia normal, con la ventaja adicional que sus resul�tados van a estar
totalmente de acuerdo con los inte�reses y con los prejuicios de los poderes
estableci�dos.
Este
problema, es decir esta congruencia o con�cordancia de los hallazgos con los
intereses y la ideo�log�a de las clases dominantes, se presenta tambi�n para
las ciencias naturales. Recuerden los problemas de Galileo con la Iglesia, o la
feroz resistencia a la teo�r�a de la Evoluci�n de Darwin.
Estos
obst�culos a la aceptaci�n de los hallazgos de las ciencias naturales,
provinieron l�gicamente de los preconceptos o prejuicios religiosos, pero claro
que estos preconceptos religiosos formaban parte de la ideolog�a de las clases
dominantes.
Pero
aunque existan estos problemas tambi�n para las ciencias naturales, no creo que
sean ni con mucho de la misma magnitud para las ciencias socia�les, porque las
ciencias sociales invariablemente tie�nen que ocuparse de las cosas que son
intereses creados de las clases dominantes.
No
quiero que se me interprete en el sentido de que yo pienso de que toda la econom�a
burguesa ha sido siempre exclusivamente una pseudociencia. El paradigma cl�sico
que incluye la existencia de clases antagonistas, permiti� que se construyera
una ciencia llamada en esa �poca Econom�a Pol�tica, que contri�buy� much�simo
a la comprensi�n del funcionamiento del capitalismo a finales del siglo XVIII y
principios del siglos XIX. Y al mismo tiempo fue una arma poderosa en manos de
la emergente burgues�a industrial, en su lucha por la supremac�a contra los
terratenientes y el capital mercantil.
Incluso
se podr�a decir que conten�a suficiente verdad el paradigma neocl�sico en
esta �poca de auge del capitalismo industrial, como para permitir el
planteamiento de preguntas importantes acerca del funcionamiento del sistema en
este momento y para responder a esas preguntas.
Cuando
Alfred Marshall adopt� este lema natura
non facit saltum bien es posible que haya descrito una faceta importante no
de la madre naturaleza pro�pia�mente, sino de la econom�a de la Inglaterra
victo�riana.
Pero
s� quiero que se me interprete en el sentido de que independientemente de las
preguntas y res�puestas �tiles que hayan podido emanar del neocla�sicismo
hace cien a�os, ya pas� mucho tiempo desde que tuvo ese grado relativo de
vigencia que quiz�s al�canz� en un momento y hay dos razones para ello:
primero, en la medida que el paradigma neocl�sico s� permiti� que se
plantearan preguntas y cuestiones aut�nticas, fueron manejados en gran medida
por los primeros economistas trabajando dentro de su marco de referencia, y de
estos Alfred Marshall fue desde luego el m�s eminente, y entre ellos tambi�n
contar�a a uno de mis maestros muy respetado, maestro m�o en los a�os veinte,
Frank W. Tomwsend, cuyo libro Principios
de la Econom�a fue el texto de econom�a m�s utilizado en Estados Unidos
como sucesor del de Marshall desde fines de la Primera Guerra Mundial hasta
principios de la gran depresi�n de los a�os treinta.
Pero
habiendo contestado a las interrogantes m�s interesantes planteadas por el
neoclasicismo, los practicantes posteriores de esta pseudociencia, se vieron en
la necesidad de ir inventando teor�as cada vez m�s complicadas y elaboradas,
para responder a preguntas cada vez menos importantes.
Ha
venido form�ndose una verdadera brecha to�talmente abrumadora entre lo balad�
de las preguntas planteadas y los m�todos y las teor�as que ocupan para tratar
de contestarlas.
En
otras palabras, el paradigma neocl�sico de he�cho est� agotado, ya no le
queda ning�n contenido serio, en proporci�n a la complicaci�n de las teor�as
y ahora, cuando el paradigma de la econom�a neocl�sica, que como dije pudo
haber tenido cierta vigencia de cien a�os, ahora que ya la perdi� totalmente,
en el per�odo de imperialismo, de guerras mundiales y de la crisis cada vez m�s
profunda del capitalismo mundial. En otras palabras, lo que pudo haberse dicho a
favor de la categor�a cient�fica de la econom�a neocl�sica en �poca de su
nacimiento, ya no es v�lido, hoy d�a, en mi opini�n, es una pseudociencia,
puramente ideol�gica.
Ahora,
perm�tanme hablar del paradigma marxista, es en el sentido m�s aut�ntico lo
opuesto del para�digma neocl�sico. Existen tendencias al equilibrio pero
siempre son secundarias a las fuerzas que tien�den a romper ese equilibrio.
En
lugar de esta armon�a de intereses, la lucha de clases, y desde luego otra
forma de conflictos de gru�pos. En lugar de cambio gradual, rompimientos re�pentinos
y falta de continuidad.
Marx
bien pod�a haber adoptado como lema na�tura
facit salta, la naturaleza se especializa en dar sal�tos. Y yo propongo que
esto se aproxima much�simo m�s a la realidad del capitalismo en todas su
etapas, que el paradigma neocl�sico.
Plantea
directa e indirectamente, una vast�sima gama de interrogantes que autom�ticamente
son ex�cluidas, no caben dentro del paradigma neocl�sico. Por tanto abre
camino a un canto muy variado y vital de ciencia normal en el sentido de culpa.
Ahora,
yo no estoy sugiriendo que los marxistas hayan sido tan activos y que hayan
logrado tanto en la pr�ctica de esta ciencia normal como pod�an haberlo hecho,
ni que hayan aprovechado todas las posibili�dades, todas las probabilidades que
ofrece este pa�radigma del cual parto, ni que hayan logrado elaborar con todo
�xito teor�as para manejar y responder a es�tas preguntas
Las
razones de esta debilidad, �si es que as� la puedo llamar� son muchas. Los
marxistas en su ma�yor parte no han gozado de condiciones favorables para su
trabajo, no se les ha permitido ocupar puestos en universidades, en gobiernos,
no se les ha dado apoyo financiero para sus investigaciones; han sido
hostilizados, muchas veces perseguidos en lugar de ser recompensados y apoyados
por los Poderes es�tablecidos. Muchos de ellos en parte por la naturaleza misma
de la teor�a que manejan, han participado in�tensamente en actividades pol�ticas,
lo que les deja poco tiempo para su labor cient�fica.
M�s
raro entonces cuando nos ponemos a pen�sar sobre todas estas dificultades, que
se hayan lo�grado tan poco. Esto no es lo que nos maravilla, lo que nos
maravilla, es que se haya logrado tanto. Sin embargo en ciertos campos y �reas,
es claro que los marxistas han desarrollado teor�as que son mucho m�s
poderosos y efectivas que cualquiera de las eco�nom�as neocl�sicas.
Y
como un ejemplo cl�sico de esto, menciono el desarrollo del sistema capitalista
global del centro a la periferia, que fue el tema de la discusi�n de esta ma��ana.
No
hay ning�n an�logo de dicha teor�a en la eco�nom�a neocl�sica, con la idea
de que el centro explota a la periferia y que hay un conflicto b�sico con impli�caciones
enormes para ambas partes del sistema no hay nada similar en la econom�a neocl�sica
que sos�tenga que hay una armon�a de intereses de acuerdo con su paradigma,
entre los pa�ses m�s desarrollados y los menos desarrollados, y que prescriba
para los pa�ses menos desarrollados, �nicamente el copiar a los pa�ses m�s
desarrollados para resolver todos sus problemas.
Supongo
que esta es la teor�a subyacente a la fi�losof�a de las Naciones Unidas sobre
la d�cada del desarrollo. De hecho nosotros sabemos que esto era desarrollo por
una parte y subdesarrollo por otra. Ambas van juntas y solamente la teor�a
marxista ba�sada en un paradigma totalmente distinto, nos per�mite entender la
realidad que es probablemente el factor m�s importante en el mundo de hoy.
Pero
este no es el momento ni el lugar para tratar de evaluar todos los logros o la
falta de logros de la teor�a marxista.
Quisiera
�nicamente terminar como comenc�, formulando algunas proposiciones de tipo
general:
Si
las teor�as son respuestas a preguntas, su vali�dez y aplicabilidad, su
vigencia, depende en primer lugar de si son respuestas a preguntas importantes y
reales.
Si
las preguntas no son reales o si son triviales, ning�n esfuerzo, pro loable que
sea, puede hacer que estas respuestas no sean est�riles.
Yo
soy el primero en rendir tributo a las habilida�des de mis cole�gas neocl�sicos
cuando se trata de elaborar teor�as elegantes, pero tambi�n realmente
subestimo la im�portancia de sus resultados, y en esto no asumo se�gundos
lugares.
El
problema, obviamente, no es cosa de la capa�cidad de ellos, ni tampoco se trata
de sus buenas in�tencio�nes. El problema est� en el concepto de la rea�lidad
del que parten ellos. El paradigma del sistema de T. Kuhn.
La econo�m�a, la teor�a marxista es fuerte donde la econom�a neocl�sica
es d�bil. Tiene una abundancia, inclusive una superabundancia de pre�guntas
vitales importan�tes que tiene que resolver. Probablemente es un poco d�bil en
lo que la econo�m�a neocl�sica es fuerte, es decir, en la elaboraci�n de la
teor�a.
Si
todo esto es correcto, claramente indica que la econom�a neocl�sica va en
declive, y la vigencia que alguna vez pudo tener, se ha agotado pr�cticamente
en la actualidad, y se ha ido degenerando para ser un mero ensayo escol�stico.
La
econom�a marxista por otra parte, sean las que sean sus debilidades, y desde
luego jam�s debemos subestimarlas en ning�n momento, tiene ante s� un futuro
enorme, tiene el desaf�o de construir una teo�r�a de la sociedad, redondeada
y completa, con base en un concepto de la realidad que sea fiel a la situa�ci�n
real en la que vive.
Acumulaci�n
de capital[2]
La
acumulaci�n de capital es el proceso de con�vertir el valor excedente en
capital adicional, ya que el capi�tal consiste en dos partes, el capital
constante y el capital variable o sean los medios de producci�n y la fuerza
obrera.
Esto
significa que la acumulaci�n de capital es tambi�n un proceso para aumentar la
demanda para la fuerza obrera y por lo tanto de aumentar el empleo.
Si
la oferta de trabajadores se mantiene constante la acumulaci�n de capital por
fuerza tiene el efecto de aumentar la demanda para la fuerza obrera.
Veamos
esto paso por paso; primero, aumentar la existencia o la oferta de la fuerza
trabajadora. Esto siempre ha sido una preocupaci�n del capitalismo y de sus
gobiernos a todo lo largo de la historia del capi�talismo.
Son
dos los m�todos b�sicos: destruir los modos de producci�n precapitalistas y
de producci�n a pe�que�a escala. Y de esta manera liberar a m�s trabaja�dores
para que puedan ser empleados pro el capital.
Por
otra parte la emigraci�n de los pa�ses perif�ri�cos precapitalistas o
subdesarrollados.
La
primera forma en que operaron los principales estados capitalistas en las etapas
de formaci�n del sis�tema. El proletariado se form� b�sicamente a partir del
campesino de las �pocas precapitalistas y la migraci�n de la fuerza
trabajadora puede ser o voluntaria u obli�gada.
En
las primeras etapas del desarrollado del capita�lismo en los Estados Unidos,
gran parte de la fuerza trabajadora necesaria fue importada en forma de es�clavos
tra�dos del Africa.
M�s
tarde vinieron los sucesivo e emigrantes a Estados Unidos, desde todas partes
del mundo. Hoy en d�a todav�a existe la migraci�n a Estados Unidos desde los
pa�ses subdesarrollados, cosa que no hace falta recalcar en M�xico.
Y
el mismo fen�meno se ha dado a partir de la se�gunda Guerra Mundial en Europa.
Todos los pa�ses capitalistas y desarrollados de Europa han usado muy
intensamente trabajadores que son emigrados o de las partes m�s
subdesarrolladas de Europa o de los pa�ses de Africa o de otros lugares que en
otro tiempo fueron colonias de esas potencias europeas.
Toda
la historia del capitalismo se podr�a escribir en torno a este tema central del
aumento de la fuerza trabajadora.
El
segundo m�todo de controlar o de contrarres�tar esa contradicci�n que antes
mencion�, es hacer que aumente m�s lentamente la demanda para esos
trabajadores, y tambi�n en este aspecto operan dos mecanismos: conforme
aumentan los salarios de una manera que amenaza la tasa de valores excedente,
los capitalistas reducen la tasa de acumulaci�n.
Con
esto disminuyen la creaci�n de nuevos em�pleos y traducen cualquier aumento en
el suministro a la oferta de fuerza obrera en un ej�rcito de reserva para
empleo.
Este
ej�rcito de reserva esta compitiendo con el ej�rcito activo, deprime los
sueldos y eleva la tasa de valor excedente, y nuevamente esto prepara el esce�nario
para acelerar la tasa de acumulaci�n de capital.
Como
se�al� Marx, este mecanismo opera en ci�clos, y es uno de los factores m�s
importantes en lo que se suele llamar el ciclo de los negocios. EL se�gundo
mecanismo para que aumente m�s lentamente la demanda de la fuerza obrera es la
introducci�n o es�tablecimiento por los capitalistas de la tecnolog�a que
reduce la cantidad de mano de obra necesaria, ya que la acumulaci�n est� divid�a
entre medios adicionales de producci�n y fuerza de trabajo adicional, si se
cambian las proporciones y hay m�s acumulaci�n de los medios de producci�n y
menos de la fuerza traba�jadora, la tasa de crecimiento en la demanda de fuerza
obrera se hace m�s lenta y, adem�s conforme se va renovando el capital fijo,
adquiere estas formas en donde se usa menos mano de obra y entonces se quedan
sin empleo personas que antes s� trabajaban.
En
ambas formas aumenta los n�meros del ej�r�cito de reserva industrial y
aumenta la presi�n sobre los salarios.
Creo
que con esto queda claro porqu� Marx insis�t�a tanto que este ej�rcito de
reserva industrial o �sta fuerza inactiva que tambi�n llam� poblaci�n exce�dente
relativa, porque estas cosas son tan necesarias para la existencia del capital.
Llam�
a este ej�rcito de reserva de trabajo el pi�vote que hace girar la oferta y la
demanda para la mano d e obra.
Es
el factor que le permite al capital ocupar siem�pre la posici�n de ganar en el
mercado de trabajo o reconquistar esta posici�n ganadora en caso de que la
llegue a perder temporalmente; pero la producci�n de valor excedente no es la
�nica condici�n para que se d� el proceso de acumulaci�n. El valor excedente
adem�s debe ser realizado.
Es
decir, que el producto tiene que venderse y no s�lo a su valor total, b�sico,
sino con el valor agre�gado por el proceso de producci�n; y el desempleo desde
luego no ayuda para resolver este problema de realizaci�n, al contrario, cuando
los trabajadores pier�den su empleo, disminuye su demanda de bienes y servicios
y el problema de realizaci�n se agrava en lu�gar de mejorar.
Marx
demostr� en los esquemas de reproduc�ci�n, volumen II de El
Capital, que no es cierto que el valor excedente no pueda ser realizado bajo
condi�ciones de acumulaci�n �que por cierto era la posi�ci�n adoptada por
Rosa Luxemburgo� y que se bas� en un mal entendido de los esquemas de
reproduc�ci�n pero el simple hecho que la acumulaci�n y la rea�liza�ci�n
del valor excedente son l�gicamente compati�bles, no quiere decir que no haya
problemas de reali�zaci�n durante el funcionamiento real de este pro�ceso de
acumulaci�n Esta era la posici�n de L. Bort�kiewiczi, un marxista ruso de que
no exist�an proble�mas de realizaci�n durante el proceso de acumulaci�n y
tambi�n basado en un mal entendido en los es�quemas de reproducci�n de Marx.
Para
que se lleven a cabo la acumulaci�n y la reali�zaci�n en forma arm�nica,
tiene que haber una rela�ci�n correcta entre los flujos de ingresos y gastos
por una parte, y el producto de medios de producci�n y art�culos de consumo
por otro lado.
Hay
razones muy poderosas en las que insiste repetidas veces Marx, por creer que el
proceso de acumulaci�n por sistema distorsiona el equilibrio de la proporci�n
entre estas dos series de flujos. Marx lo expresa en una parte del volumen III
del Capital, en las siguientes palabras que cito a continuaci�n.
�Las
condiciones de la explotaci�n directa, es decir la producci�n del valor
excedente desde luego, y las condiciones para realizarlo no son id�nticas, las
prime�ras s�lo est�n limitadas por el poder productor de la sociedad, las
segundas por la relaci�n propor�cional en�tre las diferentes ramas de
producci�n y los sectores consumidores de la sociedad�.
Es
de cr�tica importancia comprender este plante�a�miento. El poder consumidor
efectivo de la socie�dad, que es a lo que se refiere Marx, est� limitado por
dos factores: por una parte y desde luego, por los bajos sueldos de los
trabajadores que siempre son los m�s bajos que pueden mantenerlos los capitalis�tas,
y, por otra parte, por la propia compulsi�n de los capitalistas de ir
acumulando, es decir, de frenar su propio con�sumo a cambio de aumentar su
riqueza.
La
acumulaci�n por lo tanto, mantiene un freno sobre el consumo y al mismo tiempo
est� estimulando constantemente los poderes de producci�n de la so�ciedad.
Esos
dos efectos de la acumulaci�n como los efectos de la oferta y la demanda de la
fuerza trabaja�dora, se contradicen y entonces tambi�n constante�mente est�n
amenazando a bloquear u obstaculizar el proceso de acumulaci�n y este bloqueo
se manifiesta en la forma de una crisis de sobreproducci�n. Es de�cir, la
producci�n de art�culos o bienes con un conte�nido mayor de valor excedente
del que se puede rea�lizar efectivamente en el mercado.
Por
tanto el proceso de acumulaci�n implica dos contradicciones inherentes. Una, la
tendencia a ago�tar o a cegar su propia fuente para la producci�n de valor
excedente; y otra la tendencia a la sobrepro�ducci�n por una insuficiente
realizaci�n de valor ex�cedente.
Esta
segunda contracci�n que es la falta de reali�zaci�n puede presentarse en
forma c�clica como ya lo vimos en la primera y de hecho en casi todos los
ciclos de negocios lo m�s seguro es que est�n actuando los dos factores,
aunque seguramente no siempre en las mismas proporciones.
Y
esta es una de las razones por las cuales es tan dif�cil formular una �nica
teor�a de los ciclos de nego�cios, pero este problema o esta dificultad en la
reali�zaci�n puede ser de naturaleza persistente, a largo plazo y no nada m�s
�til, incluso puede decirse que el capitalismo siempre sufre de una tendencia
hacia la sobreproducci�n, que entre par�ntesis es una situa�ci�n totalmente
desconocida en cualquier sociedad previa al capitalismo.
Esto
que es el germen de la teor�a de Rosa Lu�xemburgo, es el que siempre existiera
inherente, esta amenaza al sistema y esta es la raz�n por la cual la apli�caci�n
de su teor�a al an�lisis de la historia del capita�lismo dio muy buenos
resultados a pesar de este error cometido al creer que la acumulaci�n es en un
sis�tema puramente capitalista, l�gicamente imposible.
Es
por ello que podemos considerar como uno de los principales economistas de
nuestra �poca, Mi�chal Kalecki podr�a considerarse a s� mismo como un disc�pulo
de Rosa Luxemburgo, a pesar del hecho que mal interpret� este error l�gico en
su teor�a.
Si
hemos de entender el porqu� de que esta tendencia a la sobreproducci�n
funciona marcada�mente en ciertos per�odos mientras que en otros pe�riodos su
efecto es m�s d�bil, para ello es necesario no solamente considerar el proceso
de acumulaci�n desde un punto de vista te�rico y astracto, sin tam�bi�n
desde un punto de vista hist�rico, pero antes de hacer esto debemos considerar
otro aspecto de la te�or�a de la acumulaci�n de Marx, que tiene que ser to�mado
en cuenta, se trata de la teor�a de la concentra�ci�n y centralizaci�n del
capital, que en cierto mo�mento transforma al capitalismo o al capital en
capital monopolista y no competitivo.
Lo
que aqu� nos interesa particularmente es el hecho de que la acumulaci�n y
centralizaci�n del capital forta�lece esa tendencia a la sobreproducci�n. La
ex�plicaci�n de una manera muy simplista ser�a que el monopolio aumenta la
tasa de valor excedentes. De esta manera aumentando la capacidad del sistema a
acumular y aumentar el poder de producci�n de la sociedad, al mismo tiempo que
contin�a frenando o menguando su poder de consumo.
Un
aumento en el valor excedente significa m�s utilidades y menos salarios.
Significa esto una mayor posibilidad de acumular pero una disminuci�n mayor en
el poder de consumo. Me atrever�a incluso a decir que una de las leyes del
capitalismo es que mientras mas monopolista es la sociedad mayor es la tendencia
a la sobreproducci�n o para decirlo de otra manera, a medida que la sociedad se
vuelve monopolista, queda m�s a merced de la crisis de sobreproducci�n.
La
raz�n por la cual asume tanta importancia esta perspectiva hist�rica, es que
en ciertos per�odos exis�ten ciertas tendencias que no pueden ser explicadas
por la teor�a pura del capitalismo y esto lleva a la reali�zaci�n del valor
excedente y por lo tanto a una mayor acumulaci�n. Sin embargo, mientras que en
otros pe�r�odos estas fuerzas no existen o son muy d�biles, obviamente cuando
las condiciones son favorables, el capitalismo puede gozar de largos periodos de
ex�pansi�n sin que lo obstaculicen m�s que peque�os ciclos ocasionales.
Mientras
que las condiciones no son favorables, pueden existir largos per�odos de
estancamiento, sumados los ciclos normales de los negocios, a esos ciclos que
suben y bajan en los negocios.
Las
preguntas cruciales que debemos plantearnos aqu� son: cuales son las
condiciones m�s favorables? qu� es lo que las ocasiona? porqu� se debilitan y
de�saparecen?
Si
podemos contestar estas preguntas, estaremos en posici�n de dar una respuesta o
de explicar el por�qu� de estas tendencias a una r�pida expansi�n y a un
estancamiento relativo, que muchos investigado�res e historiadores han
observado durante la historia del capitalismo, pero que no han podido hasta
ahora explicar de una manera satisfactoria.
Perm�tame
ahora enumerarles algunas de las condiciones que favorecen la realizaci�n del
valor ex�cedente y la acumulaci�n del capital. Esto es m�s bien un ejemplo y
de ninguna manera una lista completa:
Primero,
el abrir nuevos mercados a trav�s de la expansi�n geogr�fica y/o a trav�s de
la conquista mili�tar; Segundo, las innovaciones importantes, tales, como el
motor de vapor, el ferrocarril y el autom�vil, que ya sea directa o
indirectamente abren enormes nuevos mercados; y Tercero, por ejemplo ser�an las
guerras importantes. Dentro de eta categor�a de gue�rras importantes podr�amos
mencionar en los �ltimos doscientos a�os de la historia del capitalismo las
Gue�rras Napole�nicas, la Guerra Civil de los Estados Uni�dos y las dos
Guerras Mundiales y, obviamente, de�bemos incluir aqu� los per�odos de
reconstrucci�n que son la resultante de estas guerras.
El
siglo XIX fue un per�odo durante el cual fuerzas de este tipo fueron
favorecedoras a la acumulaci�n del capital y ya casi al cerrar el siglo se vio
un per�odo de capitalismo competitivo que tambi�n favoreci� al proceso de
acumulaci�n.
De
primordial importancia aqu� es durante la se�gunda mitad del siglo XIX fue
aquel per�odo de una construcci�n muy acelerada de ferrocarriles. Por lo menos
en los Estados Unidos la tasa de construcci�n de ferrocarriles disminuy� de
una manera notable, ya casi al finalizar el siglo.
En
la segunda mitad del siglo XIX debo mencionar la construcci�n de ferrocarriles
requiri� de m�s capital que todas las dem�s industrias de los Estados Unidos
en conjunto.
Si
tomamos en cuenta este factor nos daremos cuenta de la importancia que tuvieron
los ferrocarriles en esa �poca de la historia capitalista. Al mismo tiempo que
los ferrocarriles absorb�an una gran canti�dad de inversiones, el crecimiento
de los monopolios empez� a incrementarse aceleradamente al finalizar el siglo.
Podr�amos
decir que la era de los ferrocarriles en los Estados Unidos lleg� a su fin
cuando cierra el ciclo de 1907, ya para entonces podemos decir que la pri�mera
ola de monopolizaci�n hab�a llegado a su fin.
Entonces
no es de sorprendernos al ver que des�pu�s de la recesi�n y del p�nico de
1907, el capita�lismo norteamericano entr� en una �poca de estan�camiento
relativo. Este proceso se interrumpi� du�rante la primera guerra mundial, al
iniciarse la primera guerra mundial la tasa de desempleo en los Estados Unidos
era ya cercana al diez por ciento; baja que probablemente nunca hab�a sido
antes alcanzada en la historia de los Estados Unidos.
Obviamente
la guerra trajo consigo una expansi�n del capital y de la acumulaci�n. Esto
fue seguido de una �poca de reconstrucci�n y despu�s por una �poca de mucho
crecimiento sobre todo de aquella que trajo consigo la producci�n masiva de
autom�vi�les.
Hasta
despu�s de la primera guerra mundial, este estancamiento que hab�a venido
sufriendo la econo�m�a norteamericana, se torn� en un per�odo de r�pido
crecimiento que lleva dicho econom�a hasta 1920. Durante todo ese per�odo los
monopolios crec�an aceleradamente, y cuando las fuerzas hist�ricas se
debilitaron, este ciclo de bajada que se dej� sentir a final de 1929, vuelve a
desatar lo que ya antes hab�a yo mencionado, como un per�odo de estancamiento
muy prolongado.
Antes
tambi�n ya hab�a mencionada que este pe�r�odo de estancamiento probablemente
se hubiera prolongado mucho m�s si no hubiera sido por el esta�llido de la
segunda Guerra Mundial.
La
segunda Guerra Mundial marca el inicio de un nuevo per�odo muy favorable para
la acumulaci�n de capital. Aqu� tambi�n voy a tratar de enumerar breve�mente
algunos factores y de darles una lista completa.
Fue
la guerra misma y la necesidad que cre� pos�teriormente de reconstrucci�n y
de reparar los da�os causados por la misma guerra. Adem�s se lograron avances
tecnol�gicos muy importantes generados por la misma guerra y por las
necesidades de la indus�tria militar, por ejemplo el desarrollo de los aviones
de propulsi�n a chorro, de aparatos electr�nicos.
En
tercer lugar podemos mencionar la reorganiza�ci�n del sistema mundial bajo la
hegemon�a de los Es�tados Unidos. Durante el per�odo de estancamiento que dur�
hasta 1930 hab�a habido una tendencia a disminuirse en dos bloques, o sea
digamos, hubo una globalizaci�n en bloques, de comercio u tambi�n bloques de
divisas. El bloque de la 'libra' esterlina, del 'yen' japones, del 'marco',
tambi�n del 'd�lar'.
Al
terminar la guerra y al establecer la hegemon�a norteamericana, se establece un
sistema global mo�netario, bajo el liderazgo del d�lar. el d�lar pod�a con�vertirse
en oro y era aceptado, seg�n el sistema de 'Breton Wood" como una reserva
de todos los siste�mas monetarios del mundo. Y al mismo tiempo hubo la
tendencia de fragmentar los bloques comerciales y se inici� una era de relativa
liberalizaci�n del comercio.
Y
con estas nuevas condiciones el comercio mundial pudo avanzar tremendamente, y
los capitalis�tas que en muchos casos estaba temiendo que re�gresara al
estancamiento una vez terminada la Guerra. Nuevamente se convencieron de que el
capitalismo pod�a esperar un futuro muy largo y que por tanto ellos pod�an
invertir con seguridad.
Entonces
tuvieron la tendencia a invertir m�s de lo que era la demanda, construyendo y
creando indus�trias con una capacidad que ellos pensaban que iba a ser
necesario en el transcurso del tiempo seg�n se iban dando los acontecimientos.
Otros
factores fueron una tremenda militarizaci�n del sistema capitalista mundial. En
parte fue la necesi�dad planteada por la hegemon�a de los Estados Uni�dos en
mantener todo el sistema bajo su control. Y desde luego tambi�n hubieron dos
guerras adiciona�les grandes, la de Corea y la de Viet Nam.
Creo
que puede demostrarse que la recuperaci�n de los capitalismos de Jap�n y de
Alemania despu�s de su derrota en la Segunda Guerra Mundial, fue es�timulado y
mejor dicho fue posibilitado en primera ins�tancia por la guerra de Corea.
Todos
estos son factores eran muy favorables a la acumulaci�n de capital desde luego,
pero comenza�ron a perder fuerza despu�s de unos veinte a�os, y el sistema
monetario implantado en la Conferencia de "Breton Wood" comenz� a
desintegrarse con el sur�gimiento de la competencia de Alemania y Jap�n y con
la derrota del imperialismo norteamericano en el sureste de Asia.
Al
terminar los a�os 60' ese sistema que hab�a sido establecido al terminar la
segunda Guerra Mundial y que hab�a favorecido tanto la expansi�n del capita�lismo,
ya visiblemente estaba desintegr�ndose. Du�rante un tiempo se les pidi� a los
gobiernos que esti�mularan la expansi�n artificialmente, pero ya para en�tonces
la estructura de los pa�ses capitalistas avanza�dos ya era tan monopolista,
que en los esfuerzos por estimular la econom�a mediante los d�ficit del estado
y mediante toda clase de incentivos al gasto, tend�an cada vez m�s a tener un
efecto inflacionario y no ex�pansionista, por la raz�n muy sencilla de que un
gran monopolio que ya para entonces era lo que dominaba en todos los pa�ses
avanzados, cuando tiene que ha�cer frente a una demanda creciente por sus
bienes y servicios, tiende a reaccionar aumentando los precios y no aumentando
la producci�n, porque esa es la ma�nera de aumentar al m�ximo las utilidades.
Entonces
una estimulaci�n cada vez m�s masiva, ten�a cada vez menos efecto adicional.
Y cuando se lleg� a la fase descendente del ciclo, en 1974, Esta�dos Unidos y
los dem�s pa�ses avanzados r�pida�mente cayeron en un nuevo esquema de
estanca�miento y en este per�odo de estancamiento hemos estado desde entonces
y parece que se va a conti�nuar indefinidamente.
Creo
que se mencion� el otro d�a que ya hay die�cisiete millones de desempleados
en los pa�ses capi�talistas avanzados. En Estados Unidos despu�s de cuatro a�os
de una fase ascendente en el ciclo, la tasa de desempleo sigue siendo del 6% que
a princi�pios de la posguerra un 6% lo hubieran considerado como el pero
desempleo, comparable a una depre�si�n.
Esta
fase ascendente del ciclo que comenz� en 74, probablemente ya est� casi en su
punto m�ximo y lo m�s probable es que en un futuro muy cercano comience otra
vez la fase descendente del ciclo au�mentando el desempleo con otra crisis de
sobrepro�ducci�n y sin ninguna perspectiva de que haya un cambio b�sico en la
situaci�n, por lo menos no que al�cancemos ni siquiera a vislumbrar por el
momento.
Entonces
creo que lo he tratado de hacer, es de�mostrar que la integraci�n de una teor�a
de la Acumu�laci�n de Capital dados los cambios hist�ricos en los �ltimos
cien a�os, nos ofrece una explicaci�n de la creciente sobreproducci�n y de la
crisis de sobre�producci�n y tambi�n nos permite comprender por�que a pesar
de que ahora nos encontramos en este per�odo, fue sin embargo posible atravesar
por un pe�r�odo de aproximadamente tres d�cadas durante las cuales el
capitalismo se expandi� muy r�pidamente.
pero
este per�odo de tres d�cadas ya t�rmino y hemos regresado a la situaci�n
normal del capitalismo de monopolio, y esa situaci�n normal es el estanca�miento.
Desde luego veremos que los gobiernos ha�cen muchos esfuerzos por contrarrestar
este efecto que es peligroso para el futuro del capitalismo y mi propia impresi�n
es que estos esfuerzos no tendr�n �xito y que m�s bien su efecto ser�
desestabilizador.
Y
creo que es todo lo que quer�a decir por el mo�mento.
Crisis capitalista y
acumulaci�n inter�nacional del capital[3]
El
componente m�s importante de la acumulaci�n de capital internacional en la era
posterior a la se�gunda guerra mundial, es sin duda alguna el surgi�miento de
las transnacionales.
Estas
son corporaciones gigantescas cuya sede se encuentra en los pa�ses capitalistas
avanzados. La mayor�a de ellas tienen como sede en dos pa�ses, Gran Breta�a e
Irlanda. Y adem�s tienen una serie de sucursales en otros pa�ses. En ocasiones
sus sucur�sales ascienden a varias decenas.
Hist�ricamente
hablando podemos trazar el sur�gimiento de las transnacionales en el siglo XIX;
en esta �poca de singular importancia eran conglomerados petroleros
norteamericanos y brit�nicos, para estas eran meras excepciones, no fue sino
hasta despu�s de la segunda guerra mundial que las transnacionales se
convirtieron en agentes importantes de la acumu�laci�n internacional de
capital.
Aqu�
debemos distinguir entre lo que podr�amos llamar la interpenetraci�n de los
capitales nacionales en los de los pa�ses avanzados del centro por una parte y
por otra parte debemos distinguir tambi�n la penetraci�n de capitales
nacionales del centro a la periferia.
Existen
algunos casos de penetraci�n en el cen�tro de la periferia en los que se
encuentran por ejem�plo grandes corporaciones brasile�as, pero nunca he
escuchado hablar de un caso de penetraci�n de la periferia al centro.
Veamos
el fen�meno de la penetraci�n en el cen�tro. Es la consecuencia del proceso
de concentraci�n y centralizaci�n del capital en los pa�ses avanzados y de
las formas de competencia monopolista que resul�tan de este proceso. Dada la
existencia de una serie de mercados diferenciados de un tama�o importante, toda
corporaci�n gigantesca, independientemente de donde se encuentre ubicada su
sede, tratar� ob�viamente de encontrarse representada en todos esos mercados.
En un principio quiz� esta representaci�n se deja ver a trav�s de
exportaciones, pero a medida que estas corporaciones se desarrollan y crecen,
cada vez m�s y m�s se ve que empiezan a tener fabri�caci�n en sus sucursales
o subsidiarias, produciendo en otros pa�ses.
Existen
diferentes razones por las cuales se em�pieza a cambiar de meras exportaciones
a la produc�ci�n local; por una parte, tenemos el caso de la segu�ridad que
aumenta much�simo si la corporaci�n cuenta con una planta propia en el seno
mismo de ese mercado.
En
los pa�ses avanzados consideran que cual�quier mercado de exportaci�n
importante est� a mer�ced de ser tomado por las empresas locales de ese pa�s.
Otra
raz�n a�n m�s importante que la anterior es poder controlar las condiciones
para la operaci�n de un mercado que tiene caracter�sticas especiales, como las
que tendr�a cualquier mercado nacional.
No
podr�amos aplicar la misma tecnolog�a, estra�tegias de venta y los mismos
productos a todos los mercados nacionales, casi es imposible resolver esos
problemas si no se concentran meramente las expor�taciones. Un buen ejemplo de
esto que estoy men�cionando, lo constituye la industria automovil�stica
norteamericana.
Como
todo mundo sabe, se trata de la industria pionera en la producci�n masiva en
todo el mundo y sin embargo nunca constituy� una industria de expor�taci�n
importante. La raz�n de ello fue que los auto�m�viles producidos en masa en
los Estados Unidos no cumpl�an con las necesidades de los otros merca�dos
locales a donde pod�an haber sido exportados.
No
hubiera sido l�gico establecer diferentes in�dustrias automotrices en los
Estados Unidos, desti�nadas a satisfacer las necesidades de los otros dife�rentes
mercados locales y nacionales.
Entonces
desde sus etapas incipientes los gigan�tes de la industria automovil�stica
norteamericana como General Motors, Ford, Chrysler, establecieron o compraron
plantas en otros pa�ses para producci�n local y desde entonces han seguido la
misma t�nica en su desarrollo.
Por
otra parte cabe mencionar que despu�s de la segunda Guerra Mundial el tama�o
del hasta enton�ces mercado monopolizado norteamericano, atrajo una gran
cantidad de exportaciones de los Estados Unidos, procedentes de fabricantes
europeos y ja�poneses, sobre todo Volsk-wagen, Datsun y Toyota.
Ha
sido en los �ltimos a�os y bajo la presi�n del derrumbamiento del d�lar que
esos fabricantes ex�tranjeros de autom�viles han iniciado la fabricaci�n
propia en los Estados Unidos. Hoy tenemos el caso de que los Volkswagen se
fabrican en los Estados Unidos de la misma manera como se fabrican en M�xico, a�n
cuando no podemos decir que se fabri�que exactamente el mismo autom�vil.
Esto
es un ejemplo m�s de que cada mercado tiene sus requisitos propios.
Este
ejemplo de la industria automovil�stica, nos da otra de las razones existentes
por las cuales las corporaciones gigantescas las transnacionales de los pa�ses
avanzados, tratan de interpenetrar sus merca�dos mutuos. La raz�n de esto es
lograr sobrepasar las barreras comerciales que inhiben la expansi�n o el
crecimiento de las exportaciones.
Debo
se�alar aqu� que la ca�da del d�lar en los �l�timos a�os act�a como una
barrera para los suminis�tros extranjeros del mercado norteamericano, ya que
sus productos se vuelven relativamente m�s caros desde el punto de vista de sus
propias monedas.
Y
claro est�, los diferenciales salariales juegan un papel importante en este
sentido.
En
los a�os de la postguerra los sueldos en Eu�ropa y Jap�n eran esencialmente m�s
bajos que aquellos que se pagaban en los Estados Unidos. Esto fue uno de los
motivos que impuls� a las corpo�raciones norteamericanas a migrar al
extranjero. En los �ltimos a�os las pol�ticas salariales son m�s similares
en estos otros pa�ses y ahora si tomamos en cuenta la ca�da del d�lar, en
ocasiones resulta inclusive favora�ble establecer empresas productoras europeas
y ja�poneses en los Estados Unidos.
Entonces
como vemos, durante las primeras dos d�cadas despu�s de la segunda guerra
mundial, existi� una tendencia predominante a establecer em�presas de los
Estados Unidos en otros pa�ses avan�zados y en los �ltimos a�os sin embargo
se ha visto que la tendencia, que la corriente ha cambiado y hoy se establecen m�s
empresas en los Estados Unidos, quiz� eso sea la direcci�n dominante para el
futuro y actualmente.
De
cualquier manera podemos decir que la inter�penetraci�n de transnacionales
gigantescas en los mercados de los pa�ses avanzados, puede ser consi�derada
como el haber alcanzado ahora una etapa de madurez muy avanzada.
Ahora
pasaremos a hablar del fen�meno que quiz� constituya una fuente de gran inter�s
para us�tedes los mexicanos y para otros pa�ses del Tercer Mundo.
Nos
referimos aqu� a la penetraci�n de las transnacionales en los pa�ses de la
periferia.
Hist�ricamente
hablando esa penetraci�n se inici� hace muchos a�os, cuando las corporaciones
metro�politanas establecieron subsidiarias productoras de materias en los pa�ses
perif�ricos. Empresas que se dedicaban a la producci�n de petr�leo, de
minerales, incluso vegetales como caf�, cacao, pl�tano, etc.
Una
de las transnacionales m�s conocidas en los pa�ses de centroam�rica fue la
United Fruit Company, no fue una de las m�s conocidas sino una de las m�s
notables y tristemente c�lebre.
Esa
fue la base de lo que se conoci� como la eco�nom�a de enclave en los pa�ses
de la periferia. Los enclaves son hoy una forma de actividades econ�mi�cas que
se consideran como meras extensiones de la econom�a metropolitana, y que no
tienen una relaci�n significativa o un anclaje o un eslab�n significativo con
las econom�as de los pa�ses hu�spedes.
Se
sol�a considerar, y de esto no hace mucho tiempo, que es el �nico tipo de
producci�n que los pa�ses metropolitanos estar�an interesado en esta�blecer
en los pa�ses de la periferia.
Lo
que cambio esta situaci�n �y nuevamente con�tin�o habl�ndoles desde el
punto de vista hist�rico� fue el surgimiento sustancial de industrias
manufactu�reras locales o nacionales en los pa�ses de la periferia, durante la
d�cada de los 30' y el per�odo posterior a la segunda guerra mundial.
Esto
result� del debilitamiento de las relaciones centro-periferia que fue caracter�sticos
de ese pe�r�odo. Aquello de ustedes que est�n familiarizados con las teor�as
de A. Gunder Frank van a reconocer aqu� un fen�meno que se remonta a per�odos
ante�riores de la historia.
Los
desarrollos en la periferia no surgieron como resultado de relaci�n estrechas
con los pa�ses del centro, sino debido al debilitamiento de esa relacio�nes. Y
esto fue precisamente lo que sucedi� durante la d�cada de los 30' y durante la
segunda guerra mundial.
Fue
entonces que las exportaciones de Europa a los Estados Unidos bajaron su volumen
o se elimina�ron completamente y por lo tanto, la fabricaci�n local empieza a
surgir en esos momentos.
Y
este acontecimiento dio lugar a una teor�a y a una manera de operar en la
periferia, que se conoci� como sustituci�n de importaciones.
Esto
sucedi� m�s o menos al mismo tiempo que estaban creciendo muy r�pidamente las
empresas transnacionales, despu�s de la segunda guerra.
En
su inquietud por buscar nuevas oportunidades de realizar m�s ganancias, estas
empresas transnacionales que ahora gozaban de mucho capital, de gran
flexibilidad en su administraci�n, de muy buenas co�municaciones vinieron a
establecerse cada vez m�s en los pa�ses perif�ricos.
Uno
de sus principales objetivos desde luego era dar la vuelta a las barreras
arancelarias y otro tipo de barreras que estaban impidiendo su penetraci�n y
para promover la sustituci�n de importaciones. En esta forma se inici� una
nueva fase del imperialismo, en donde hubo un crecimiento sustancial y r�pido
de producci�n en los pa�ses perif�ricos, y esto es una cosa que seg�n muchos
analistas y analistas marxis�tas, hab�an dicho que nunca se pod�a dar bajo el
capi�talismo, incluso algunos marxista como el finado mar�xista ingl�s Bill
Warren interpretaron que este creci�miento de la producci�n o de manufacturas
en la peri�feria significaba que el imperialismo mismo con estas relaciones
subyacentes de dominaci�n y dependen�cia estaba llegando a su fin y que los pa�ses
perif�ri�cos estaban en el camino para desarrollarse en la misma forma que se
hab�a desarrollado el centro en per�odos anteriores.
Sin
embargo esto es un gran error, porque no toma en cuenta una diferencia que es
esencial una di�ferencia en que este tipo de industrializaci�n que es bajo el
patrocinio, por decirlo as�, de las transnacionales en la periferia, y la
industrializaci�n que se hab�a pro�ducido en los a�os de formaci�n del
capitalismo en los pa�ses del centro, en este primer per�odo de for�maci�n
del capitalismo en el centro, se dio una revo�luci�n agr�cola que precedi� a
la industrializaci�n , que cre� un mercado interno y que permit�a una co�rriente
cada vez m�s de comercio entre el agro y la ciudad.
Tambi�n
creci� el mercado de los bienes suntua�rios, los art�culos de lujo que consum�an
los capitalis�tas y los terratenientes, pero aunque creci�, no ex�clu�a al
mercado para bienes de consumo popular y este segundo mercado iba creciendo
conforme au�mentaba la fuerza obrera y proceder a la industrializa�ci�n y al
aumentar tambi�n la fuerza trabajadora. Ade�m�s se debe recordar que la
acumulaci�n de capital en el siglo XIX se llev� a cabo en situaci�n de compe�tencia
con el resultado de que la acumulaci�n de capi�tal tend�a a intensificar muy
r�pidamente la demanda de trabajadores y esto a su vez ejerc�a una presi�n m�s
o ,menos constante para que aumentaran los sa�larios.
Se
pudiera pensar desde un punto de vista capita�lista que era un desastre verse
obligado a pagar sala�rios m�s altos, pero de hecho al ayudar a estos sala�rios
m�s altos a formar un mercado masivo para los bienes de consumo, fue lo que
salv� la vida del capi�talismo. El resultado de todo esto fue que una carac�ter�stica
cr�tica para el desarrollo del capitalismo en el centro, fue el crecimiento de
este mercado masivo para los art�culos de consumo, y esto estimul� y sos�tuvo
una demanda para mayor cantidad de medios de producci�n.
Adem�s
de desproporciones recurrentes de tipo tanto c�clico como constante, aparte de
que esto sig�nificaba que el departamento uno marxista, bienes de producci�n y
el departamento dos fabricaci�n de art��culos de consumo, crec�an a la par
apoy�ndose mu�tuamente; un poco m�s tarde, al organizarse la clase
trabajadora y al luchar con �xito por mejorar sus con�diciones de trabajo y
elevar su nivel de vida, esto au�ment� desde luego el mercado masivo para los
bie�nes de consumo ayudando a sostener este proceso de desarrollo y la
diferencia entre eso y lo que ha es�tado sucediendo en los pa�ses perif�ricos
en los �lti�mos a�os, es como la diferencia entre el d�a y la no�che.
No
ha habido una verdadera revoluci�n agr�cola en la periferia y s�lo un aumento
muy d�bil en la de�manda para bienes de consumo popular. El mercado que ha
atra�do a estas empresas transnacionales para establecer sus plantas
manufactureras en la periferia, ha sido la demanda de bienes suntuarios, de
bienes de lujo, de los peque�os grupos que corresponden a capas de ingresos m�s
altos y los medios de produc�ci�n necesarios en su mayor parte han sido
importa�dos del centro, y generalmente son medios de pro�ducci�n de tecnolog�a
muy avanzada que requieren un poca cantidad de mano de obra. Por lo tanto no ha
habido un crecimiento vigoroso en la demanda para los bienes de consumo popular
entre los agricultores y los trabajadores, y por tanto poco est�mulo para el
establecimiento de un departamento viable.
Por
lo tanto, este es un esquema de desarrollo que no toma en cuenta el consumo
popular ni la agri�cultura. Y esto es el cimiento indispensable para el tipo de
desarrollo que tuvo un lugar en el centro y la industrializaci�n resultante
esta basada en los intere�ses de un peque�o porcentaje de la poblaci�n. Un
porcentaje que puede llegar a ser hasta del veinte por ciento pero que en la
mayor�a de los casos es mucho menos.
Y
la producci�n para ese peque�o porcentaje de la poblaci�n no aporta ning�n
beneficio para las gran�des masas del pa�s que est�n compuestas por cam�pesinos,
trabajadores y personas sin empleo.
Y
no hay nada ni en la naturaleza ni en las opera�ciones de las grandes
transnacionales que tienda a romper con este esquema. Si es cierto que un n��mero
cada vez mayor de pa�ses perif�ricos, las transnacionales est�n interesadas
en comprar sus plantas para producir y exportar productos nacionales, pero la
principal raz�n por lo cual esto resulta atractivo para las transnacionales es
la abundancia de mano de obra a salarios bajos, ya que la producci�n para el
mercado internacional, as� como la producci�n para ese sector limitado interno
de art�culos de lujo, tambi�n se basa en tecnolog�as avanzadas.
Hace
poco para estimular seguramente la condi�ci�n indispensable �sine quianon�
para un desarrollo completo, redondeado, es que esta condici�n debe ser una
expansi�n vigorosa de un mercado masivo de bienes de consumo popular.
Hasta
ahora he estado hablando en t�rminos m�s o menos te�ricos o abstractos pero
si quisiera termi�nar examinando un ejemplo m�s concreto del desa�rrollo bajo
el patrocinio de las transnacionales durante los �ltimos quince a�os.
Se
ha mencionado el caso de Brasil por su tama�o y su importancia, por ser pa�s
latinoamericano y sobre todo porque ha sido presentado y se le ha hecho mu�cha
propaganda digamos, por los ide�logos de las transnacionales, como uno de los
grandes �xitos de desarrollo en la periferia.
En la historia comienza con el golpe de estado, ayudado por Estados Unidos, en 1964, como resul�tado se instal� el r�gimen militar que ha estado en el poder desde entonces, y desde entonces en cuanto a la simple rapidez del crecimiento del producto bruto nacional, Brasil ha sido uno de los pa�ses de creci�miento m�s r�pido en todo el mundo, con tasas de crecimiento que en algunos a�os ha sobrepasado el 10% y con una producci�n industrial que aumenta mucho m�s r�pidamente.
En
el caso de Brasil la producci�n ha sido para sa�tisfacer ese mercado reducido
de las clases de ingre�sos m�s altos, y tambi�n el mercado internacional y en
Brasil como en M�xico tambi�n se ha estimulado un r�pido crecimiento de las
agroempresas, el agrone�gocio, que producen cultivos como la soya para ex�portaci�n.
Este crecimiento de las agroempresas tambi�n se vale de tecnolog�a muy
avanzada, por lo tanto la mano de obra es relativamente reducida y por tanto
expulsa a los campesinos de la tierra y los obliga a emigrar a las grandes
ciudades, como sucede en M�xico.
Pero
todo este desarrollo no ha producido una mejora en el nivel de vida de las
grandes masas de campesinos, de obreros o de desempleados. Al con�trario, el
crecimiento industrial, aunque parece muy impresionante sobre todo en las
ciudades como Sao Paulo que es la m�s grande de Brasil ha allegado poco al
nivel de empleo y los salarios en lugar de au�mentar, de hecho se han reducido
dr�sticamente du�rante estos a�os de r�gimen militarista.
Las
estimaciones var�an, pero en general se con�sidera que los niveles de suelo de
Brasil han bajado en una tercera parte del nivel preponderante de 1964. Tomando
en cuenta esto como el escenario preponderante, no es de sorprenderse que Brasil
sea considerado como una tierra de terribles contrastes y contradicciones.
Riquezas enormes y lujos sorpren�dentes en uno de los extremos, y por otra
parte una pobreza y un sufrimiento incre�bles.
El
presidente de Brasil, en una visita que hizo a Washington hace un par de a�os,
resumi� la situaci�n de su pa�s de la siguiente manera �y voy a citar pala�bra
por palabra lo que �l le dijo a los reporteros en una entrevista de prensa en
Washington� "En mi pa�s la econom�a va viento arriba pero la gente
no".
Que
comentario tan influenciador de la ideolog�a burguesa, que se pueda separar el
bienestar de la econom�a del bienestar de un pueblo, pero es l�gico porque en
una econom�a capitalista el bienestar sig�nifica el crecimiento de las
utilidades y una r�pida acumulaci�n del capital.
Mientras
que lo que toca a bienestar del pueblo es una cuesti�n aparte, con un
significado completa�mente distinto. No debe de sorprendernos que el
mantenimiento de un sistema monstruoso como �ste requiere de una dictadura
militar todopoderosa, que suprima completamente toda oposici�n, pero obvia�mente
Brasil no constituye ninguna excepci�n en este sentido. En toda la periferia,
en todos los pa�ses de la periferia, el desarrollo polarizado de este tipo,
bajo la supremac�a de las transnacionales y de sus ha�das madrinas, los bancos
multinacionales, ha tenido consecuencias similares en las esferas gubernamen�tales
y pol�ticos.
Una
cantidad cada vez mayor de los pa�ses del ter�cer mundo han ca�do bajo el
control de reg�menes mi�litares brutales, cuyo prop�sito es el de proteger a
las peque�as clases privilegiadas y a las transnacionales que han penetrado a
sus pa�ses, protegerlas de los movimientos populares., y del enojo de su
pueblo.
�A
d�nde nos lleva todo esto? Hasta hace poco parec�a ser que la respuesta iba a
ser una expulsi�n gradual del genocidio, del barbarismo, a trav�s de los pa�ses
de la periferia, del sistema capitalista mundial, pero en este �ltimo a�o,
hemos visto que existe otra posibilidad. Ir�n que tambi�n pod�a haber sido
consi�derado como un ejemplo muy claro del desarrollo en la periferia y que
adem�s ten�a quiz� el gobierno m�s vicioso y m�s oprimidor de todos estos
pa�ses, Ir�n explot� en una gran revoluci�n popular y me pre�gunto: Si esto
sucedi� en Ir�n, �porqu� no puede suceder en otros lugares?.
Recordar�n
ustedes que bajo la experiencia in�glesa del siglo XIX Marx le dijo a Alemania
y a los otros pa�ses capitalistas menos desarrollados de su �poca, lo
siguiente: "Es acerca de ustedes de quien se ha�bla".
En
base a la experiencia del Ir�n �No podr�a y no debiera decirse lo mismo a los
otros pa�ses de la peri�feria hoy en d�a?.