Héctor Ruiz Ramírez*
UAEM.
uaemherura@yahoo.com.mx
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Resumen: el objetivo fundamental del presente documento es realizar un análisis descriptivo de algunos indicadores del empleo en México, durante la Gran Recesión, originada en el año 2007 en el sector de la vivienda en Estados Unidos, que tuvo fuertes repercusiones en la mayoría de las economías del mundo, entre ellas la de México, y de la que aún se sienten sus secuelas. Esta crisis afectó a prácticamente todas las variables de la economía mexicana, en especial al empleo, haciéndose ello más evidente al final del año de 2008, pero de manera más profunda durante todo 2009.
Palabras clave: Gran Recesión, empleo, desempleo, población ocupada, población subocupada; empleo informal.
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
Héctor Ruiz Ramírez (2017): “El empleo en México, durante la Gran Recesión”, Revista Observatorio de la Economía Latinoamericana, México, (agosto 2017). En línea: http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/2017/empleo-mexico.html
http://hdl.handle.net/20.500.11763/mx17empleo-mexico
La Gran Recesión
Se le conoce con el nombre de Gran Recesión a la crisis financiera del sector de la vivienda, originada en el año 2007 en los Estados Unidos, provocada por la incapacidad de pago de créditos hipotecarios, sobre todo los denominados “Subprime” y que tuvo una amplia repercusión en las economías mundiales, entre ellas la de México.
La crisis se originó por la continua elevación en el precio de los bienes raíces. Los préstamos para vivienda prácticamente se regalaban sin observar la capacidad de pago de quienes los recibían. Aunado a esto se dio el hecho de empaquetar los créditos para después revenderlos a terceros en complejos instrumentos financieros que se ofrecieron por todo el mundo. Cuando se frena el mercado de la vivienda, muchos deudores no pudieron pagar los préstamos y como consecuencia de ello vinieron los embargos. Por otro lado, las instituciones financieras no estuvieron suficientemente apalancadas, por lo que muchas quebraron, lo que, sumado a lo anterior, originó una fuerte crisis financiera (Samaniego, 2009).
El empleo productivo es la base del desarrollo económico, debido a que permite a quien lo tiene, acceder a los medios de subsistencia, requisito para elevar el nivel de vida y superar la pobreza. Tiene un efecto que permite transformar los ingresos, lo que hacemos e incluso lo que somos (BM, 2012). El comportamiento del empleo está muy ligado al crecimiento de la economía.
La crisis financiera provocó un fuerte impacto en la economía real en todo el mundo y una pérdida de empleo, indicador este último, que se ha convertido en el principal elemento para medir la recesión (Samaniego, 2009).
Esta crisis que nació en el mercado inmobiliario de los Estados Unidos afectó a prácticamente todas las variables de la economía mexicana, haciéndose ello más evidente al final del año de 2008, pero de manera más profunda durante 2009.
La economía mexicana se vio dañada en producción, exportaciones, petróleo, tipo de cambio, tasas de interés, inversión extranjera directa, remesas, entre otros, pero sobre todo en el empleo (Ruiz, 2010).
Tan solo en los dos últimos meses de 2008 se registró una caída de 413 mil puestos de trabajo, viéndose impactados siete de los nueve sectores de la actividad económica (Samaniego, 2009).
En cuanto a la evolución de la actividad económica, desde el inicio de la presente década se ha registrado un desaceleramiento en el crecimiento económico mundial, lo que ha llevado a tener una tasa de desempleo mundial de 5.8% en el año de 2015, que equivale a 199.4 millones de personas desempleadas; cifra que significa casi 30 millones más al comparar el dato con el año de 2007, antes del inicio de la gran crisis financiera y económica mundial (OIT, 2017). Esto seguramente se presenta como consecuencia de los efectos de la Gran Recesión, mostrándose hasta la fecha sus efectos.
Hay que agregar que la economía de México ha mantenido un crecimiento de la actividad económica relativamente bajo debido a que en los últimos 20 años registró un promedio anual de 2.6%, agudizándose por la crisis económica financiera internacional. Esta cifra ha resultado insuficiente para poder absorber el crecimiento de la oferta de trabajo (OIT, 2014). Además, habría que señalar que el crecimiento de la economía no ha sido del todo incluyente para obtener mejores condiciones de vida para muchas familias mexicanas (OCDE, 2017).
De acuerdo con Tokman (2010) la crisis financiera afectó al mercado de trabajo en todas sus dimensiones, ya que, aunado al incremento del desempleo, creció el subempleo visible al disminuir las horas trabajadas; los salarios reales bajaron por efecto de la inflación; y se incrementó el subempleo invisible, expresado en buena parte en la informalidad.
Esta crisis financiera es la más grave recesión económica padecida por el mundo desde la Gran Depresión de 1929 (UNESCO, 2010).
Resulta pertinente analizar al mercado de trabajo desde el punto de vista cuantitativo (tasa de desempleo, subempleo, etc.), pero también desde el cualitativo, que tiene que ver con la calidad del empleo, como es el caso de la informalidad.
Por ello se analizarán los efectos de la Gran Recesión en la economía mexicana en materia de empleo, debido a lo cual se partirá de la producción para después seguir la ruta que presenta el esquema 1.
La producción
México al igual que muchos países se vio afectado por las repercusiones de la Gran Recesión, que se empezaron a manifestar al finalizar el año de 2008, debido a lo cual el PIB registró un crecimiento de 1.4%, menos de la mitad del año anterior, que fue de 3.1%. Sin embargo, los mayores efectos se manifestaron en 2009, donde la economía tuvo una fuerte caída de -4.7%. En la gráfica 1, se puede observar que la línea de tendencia en el periodo considerado (2005-2016) se muestra legeramente a la baja, lo que significa que la economía mexicana continúa resintiendo los efectos de la crisis financiera mundial.
Este crecimiento del PIB ha resultado insuficiente para generar las plazas de trabajo que demanda el crecimiento de la población y sobre todo para aquel segmento que trata de incorporarse al mercado de trabajo.
La población
Las cifras de población muestran un descenso en su tasa de crecimiento a partir de 2009 1 (tabla 1), coincidiendo con el año en que la Gran Recesión tuvo sus mayores efectos en México.
En el periodo considerado, el punto más alto se ubica en el año de 2008 con un crecimiento anual de 1.4%, hasta llegar al finalizar 2016 con 1.04%.
Del año de 2008 al de 2016, la población total del país pasó de 111,891 miles de habitantes a 122,746, lo que significó un incremento en el periodo de 9.7%.
El Empleo
Para los efectos del presente análisis se toma como base el esquema 1, por lo que se parte de la población total, la cual se divide en población en edad de trabajar (15 años o más) y la población menor de 15 años. A su vez la población en edad de trabajar se clasifica en Población Económicamente Activa (PEA) y Población Económicamente Inactiva (PEI). La PEA se desagrega en desocupados y ocupados, los que a su vez se clasifican en formales e informales. 2
Tasa de participación
La tasa de participación se define como la relación de la PEA con la población de 15 años y más, es decir, con la población en edad de trabajar.
Cuando se incrementa la tasa de participación de la población en edad de trabajar, existe una mayor presión en el mercado de trabajo, ya que un mayor volumen de población decide emplearse, sobre todo ante situaciones de crisis económica.
La gráfica 2 muestra que en el año de 2009 (60.5%) hubo una mayor tasa de participación que el año anterior, que fue de 59.4%. Ello permite suponer que, debido a los efectos de la crisis económica, un mayor número de personas decidió incorporarse al mercado de trabajo. Para 2016, la tasa desciende a 59.7%.
En el periodo considerado también se puede observar que la línea de tendencia tiende ligeramente a la baja.
Población Económicamente Activa
La Población Económicamente Activa es aquella que se ubica dentro de la población en edad de trabajar (15 años y más) y que puede estar en situación de desempleo u ocupada. Se puede considerar como la oferta de empleo, ya que esta población ofrece sus servicios para laborar.
La PEA creció de 46.753 millones de personas en el año de 2008, a 54.034 millones en 2016, lo significó un incremento de 7.281 millones, es decir, del 15.6%.
En el año de 2009, que en que se tuvo el mayor impacto de la Gran Recesión, el número de personas que integraban a la PEA (48.9 millones), fue mayor con relación al año anterior (46.7 millones) y al posterior 848.4 millones), lo que indica una mayor búsqueda de empleo, como consecuencia de la crisis (gráfica 3).
En el periodo considerado, la línea de tendencia registra un movimiento hacia el alza (gráfica 3).
Los mayores años de variación porcentual de la PEA fueron los de 2009 (4.6%) y 2011 (4.7%). La gráfica 4 muestra una línea de tendencia marcadamente a la baja, lo que significa que sigue creciendo, pero su ritmo de crecimiento es cada vez menor. Esto se puede explicar al observar como de igual forma, la tasa de crecimiento de la población ha disminuido sensiblemente en los últimos años (tabla 1).
También es importante resaltar que en algunos años la tasa de crecimiento de la PEA fue negativa, como el caso de los años de 2008 (-0.2%), 2010 (-0.9%) y 2014 (-0.5%). A menor crecimiento de la PEA, menores presiones en el mercado de trabajo.
La gráfica 5 muestra los cambios porcentuales de la PEA y el PIB en México, observándose que la línea de tendencia en el caso de la PEA, es marcadamente hacia abajo, mientras que la del PIB, se ha mantenido más o menos estable en un poco más del 2%.
El año de 2009 debido a los efectos negativos de la Gran Recesión, mientras que la PEA muestra un crecimiento de 4.6% con relación al anterior, el PIB se desploma, registrando -4.7%. Cifras similares, aunque una positiva y la otra negativa.
La tendencia mostrada por ambos indicadores, significa que, de continuar, en el mediano y largo plazo habrá menos presión en el mercado de trabajo.
Población Ocupada
El INEGI define a la población ocupada como aquella que está realizando una actividad económica, lo que significa estar involucrada en procesos que finalmente terminan en transacciones que suceden bajo el consentimiento de dos partes (oferentes y demandantes) con la característica de que trabajó cuando menos una hora en la semana anterior a la que se levantó la encuesta (INEGI, 2007).
La gráfica 6 muestra la evolución de la población ocupada, en números absolutos, durante el periodo 2012-2016.
Si se compara el dato correspondiente al cuarto trimestre de 2016 (52.1 millones de personas) con relación al registrado en el mismo periodo del año de 2008 (44.7 millones), se observa un incremento de la población ocupada de 7.4 millones de personas (gráfica 6). Esto significa que hubo una incorporación por este total al mercado de trabajo del país en el transcurso del año que separa estos dos periodos. Aunque la cifra no indica las condiciones en que dio esa incorporación.
La línea de tendencia para el periodo señalado muestra una dirección ascendente (gráfica 6), por lo que se espera continúe creciendo la población ocupada, aunque habría que considerar si ese crecimiento será suficiente para atender todas las demandas de empleo.
La gráfica 7 muestra la variación de la PEA y la población ocupada, donde se puede observar que durante la Gran Recesión hubo un crecimiento negativo de ambos indicadores, al registrar en el año de 2008 una caída del crecimiento de la PEA de -0.2% con relación al año anterior y de -1.0% de la población ocupada.
En 2009 la PEA se incrementó en 4.6% y la ocupada en 3.4%. Sin embargo, buena parte del incremento de la PEA se registró como personas desempleadas, de acuerdo a lo que se ha comentado anteriormente (gráfica 7).
La línea de tendencia muestra en el caso de la PEA un claro movimiento hacia la baja. Ello es debido a que la tasa de crecimiento de la población ha disminuido. La tendencia de la población ocupada se observa con un leve descenso (gráfica 7).
El nivel de ingresos de la población ocupada, antes y después de la Gran Recesión, resulta ser un buen indicador de la afectación de la crisis económica.
La gráfica 8 muestra a la población ocupada clasificada de acuerdo a diferentes rangos medidos en número de salarios mínimos. Se puede observar en los rangos de hasta un salario mínimo y en el de más de 1 y hasta 2, que crecen después de la Gran Recesión, lo que significa un mayor empobrecimiento de la población.
En el otro extremo, a partir de los rangos de más de 3 y hasta 5 salarios mínimos y en el de más de 5 salarios mínimos, sucede lo contrario, ya que la participación de estos se reduce como efecto de la Gran Recesión.
En el renglón de los no especificados se registra un incremento constante en los años que se incluyen, lo cual pudiera ser debido a que se ha llegado a suponer que buena parte de quienes perciben altos ingresos, no lo declaran, por lo que se les clasifica en este renglón.
Población desocupada
INEGI define a la población desocupada o desempleada, como aquella que durante la semana en que se levantó la encuesta, no trabajó ni siquiera una hora, manifestando su disposición a hacerlo y realizando alguna actividad encaminada a la obtención de un empleo.
Estadísticamente la diferencia entre una persona ocupada de una desocupada, hace referencia a si trabaja o no, pero no toma en cuenta la calidad o cantidad de horas de trabajo (Heath, 2012).
En épocas de crisis no siempre existe un efecto inmediato sobre el empleo, ya que puede haber un retardo en sus efectos. No fue el caso en la Gran Recesión, ya que la tasa de desempleo se incrementó a partir del 2008 (4.2%) y hasta el año de 2010 (5.3%). A partir de 2011 (4.9%) registró un descenso constante, hasta alcanzar la cifra de 3.5% en 2016 (gráfica 9).
El impacto sobre la tasa de desempleo fue considerable, debido a que fue cercana a los dos puntos porcentuales al pasar de 3.5% en 2007 a 5.3% en el año de 2010.
Si bien es cierto que este indicador no refleja de manera directa el nivel de bienestar de la población sino el equilibrio o desequilibrio del mercado de trabajo, en el periodo considerado muestra que los niveles que se tenían antes de la Gran Recesión, apenas se están alcanzando.
A pesar de esta recuperación la línea de tendencia muestra un movimiento hacia el alza (gráfica 9).
También se puede observar que, al incrementarse el desempleo, con las mayores tasas registradas en el periodo 2009 a 2014, paralelamente se tiene una mayor tasa de participación, excepto para el año de 2010 (gráficas 2 y 9).
Se esperaba que la tasa de desempleo regresara en el año 2012 a los niveles previos a la crisis debido al incremento en la participación de la fuerza laboral (OCDE, 2011). Sin embargo, es hasta 2016 que se empiezan a registrar tasas similares a las anteriores a la Gran Recesión.
Ello lleva a pensar que el mercado de trabajo está respondiendo de manera más tardada al crecimiento de la economía.
Población Subocupada
A la población subocupada el INEGI la define como aquella parte de la población ocupada que tiene la necesidad y a su vez la disponibilidad de poder ofrecer más tiempo de trabajo, de lo que su ocupación actual le demanda, lo que se traduce en la búsqueda de una ocupación complementaria o de un nuevo trabajo con mayor horario.
Con base en esta definición la gráfica 10 muestra los efectos de la Gran Recesión en este indicador. Adicionalmente a que muchas personas tuvieron la necesidad de incorporarse al mercado de trabajo para enfrentar la crisis económica, otras tantas requirieron de mayor ingreso, por lo que buscaron trabajar más horas.
Del año de 2008 al de 2009, la población subocupada se incrementó de 3.2 millones de personas a 4.1 millones, lo que significó 900 mil personas adicionales en situación de subocupación, en tan solo un año.
La línea de tendencia que registra la gráfica 10, muestra que su movimiento tiene un acentuado ascenso, por lo que seguramente no descenderá en tanto no exista una mejor situación económica en el país.
Tasas Complementarias de Ocupación y Desocupación
Adicionalmente a las tasas de desempleo, subocupación y ocupación, el INEGI elabora una serie de tasas complementarias sobre la calidad de inserción en el mercado laboral, tratando de recoger las principales características del mercado de trabajo mexicano. El INEGI hace la observación de que el resultado de cada uno de estos indicadores, no es sumable a otros, debido a que un mismo segmento poblacional puede estar presente en más de una de ellas.
En la tabla 2 se presentan estos indicadores complementarios de ocupación y desocupación, comparándose el cuarto trimestre del año 2016 con respecto al de 2015, observándose un marcado descenso en la Tasa de Desocupación, la Tasa de Ocupación Parcial y Desocupación, la Tasa de Presión General, la Tasa de Subocupación y la Tasa de Informalidad Laboral.
A partir de la información que se registra en la tabla 2 se retoman los indicadores de Tasa de Informalidad Laboral y el de Tasa de Ocupación en el Sector Informal, para analizarlos en el periodo considerado de 2005-2016.
Empleo Informal
El concepto de informalidad cuenta con múltiples definiciones, lo que muestra que atrás de las mismas subyace un problema de falta de consenso y por la tanto de dificultad para medirla. A esto hay que agregarle que se tienen que separar para su análisis por un lado lo referente a economía formal e informal; y por el otro el de empleo formal e informal.
La diferencia entre empleo informal y formal no es del todo precisa debido a que existen diversas opiniones que frecuentemente llegan a ser contradictorias. En parte esto se debe a que son múltiples los factores que se encuentran en la informalidad, siendo el principal de ellos el de la pobreza y las limitadas oportunidades de empleo para los trabajadores pobres, aunque habría que considerar que no todos los trabajadores informales son pobres (OIT, 2013a).
Es por ello que se retoman las definiciones del INEGI sobre este importante concepto.
La Tasa de Informalidad Laboral “se refiere a la suma, sin duplicar, de los ocupados que son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan, con aquellos cuyo vínculo o dependencia laboral no es reconocido por su fuente de trabajo. Así, en esta tasa se incluye -además del componente que labora en micronegocios no registrados o sector informal- a otras modalidades análogas como los ocupados por cuenta propia en la agricultura de subsistencia, así como a trabajadores que laboran sin la protección de la seguridad social y cuyos servicios son utilizados por unidades económicas registradas” (INEGI, 2017a, pág. 12).
En el año de 2009 la Tasa de Informalidad Laboral en México tuvo el nivel más alto en el periodo estudiado. Es precisamente en ese año cuando más resiente la economía mexicana los efectos de la crisis mundial. La tasa se ubica en 60% (gráfica 11). A partir del siguiente año muestra una tendencia a la baja, hasta llegar en el año 2016 a 57.2%. La línea de tendencia muestra un claro movimiento hacia la baja.
La Tasa de Ocupación en el Sector Informal, “representa a la población ocupada que trabaja para una unidad económica que opera a partir de los recursos del hogar, pero sin constituirse como empresa, de modo que la actividad no tiene una situación identificable e independiente de ese hogar”. (INEGI, 2017a, pág. 12).
En este indicador (gráfica 12) se observa el efecto de la Gran Recesión en el año de 2009 al registrar 28.4%. En el año de 2016 (27.2%) alcanza un nivel similar al del año 2008 (27.0%).
La línea de tendencia se muestra con poca modificación, situándose un poco arriba del 27.5%.
De igual manera, generalmente el incremento del empleo informal va asociado con mayores niveles de pobreza.
Sin embargo, lo que si es evidente es que el empleo informal funciona como una válvula de escape cuando la economía se encuentra en crisis. Ante la pérdida de empleo en el sector formal, las personas se refugian en el informal, emigran hacia Estados Unidos, o se quedan desempleadas. Este fenómeno se presenta sobre todo, debido a la ausencia de un seguro de desempleo.
La Gran Recesión llevó a una menor calidad de los empleos, al incrementarse el empleo informal y la disminución de salarios.
Tendencia de los indicadores de empleo
Conclusiones
La Gran Recesión afectó a la economía mexicana en su crecimiento económico, lo que impactó en prácticamente todos los indicadores de empleo analizados.
Una vez que se ha empezado a salir de la crisis, la economía mexicana presenta una tendencia hacia bajas tasas de desempleo abierto, pero altos niveles de ocupación en el sector informal.
El reto será que no crezca el empleo por el lado del sector informal de la economía, sino que se debe cuidar tanto la cantidad como la calidad del empleo que se logre generar.
Estamos de acuerdo con Tokman (2010) cuando señala que las políticas de empleo en épocas de crisis deben de cumplir un objetivo doble de por un lado, enfrentar el deterioro en las condiciones de creación de empleo y por el otro, de asegurar protección laboral y social.
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* Profesor durante 32 años en la Facultad de Economía de la UAEM.
? Profesor durante 19 años en la Maestría en Ciencias con Especialidad en
Planificación y posteriormente en la de Administración y Economía de los
Hidrocarburos, en la ESIA del Instituto Politécnico Nacional. 1975-1993.
1 Se toma la información al cuarto trimestre para cada uno de los años debido a que los datos de empleo se referirán a este mismo periodo.
2 Se toma la información trimestral a partir de 2005, que es el año en que se inicia la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), debido a que sus datos no son totalmente compatibles con los de las encuestas anteriores. La ENOE sustituye a la Encuesta Nacional de Empleo Urbano (ENEU) y a la Encuesta Nacional de Empleo (ENE), de las cuales surge. La ENOE cumple con las directrices de la OIT e incorpora recomendaciones de la OCDE.
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