Pamela Gomez Bucci*
UNGS – IDAES/UNSAM
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RESUMEN
El presente artículo tiene como objetivo responder ¿Qué posibilidad de superación tiene la industria textil en Argentina? Para ello, es necesario involucrarse con la situación del sector en la actualidad. Existe una fuerte vinculación entre la teoría del Intercambio Desigual y la industria textil, y esa es la propuesta: que la teoría y la práctica se fusionen en pos de pensar el desarrollo de un sector específico.
Finalmente, y como ya se adelantó, se propone exponer algunas líneas a seguir empíricamente sustentados en la teoría seleccionada; pensando el desarrollo no únicamente en términos económicos y productivos, sino también pensando en los impactos políticos y sociales que conlleva.
Palabras claves: Intercambio Desigual, Desarrollo, Industria textil
ABSTRACT
This article aims to answer possibility of overcoming: What is the textile industry in Argentina? To do this, you need to engage with the sector's situation today. There is a strong link between the theory of Unequal Exchange and textile industry, and that is the proposal: theory and practice merge after thinking the development of a specific sector.
Finally , and as he stepped forward , it is proposed to set out some guidelines to follow in the selected empirically supported theory ; thinking development not only in economic and productive terms but also in political thinking and social impacts involved.
Keywords : Unequal Exchange - Development - Textile industry
Para citar este artículo puede utilizar el siguiente formato:
Pamela Gomez Bucci (2016): “Repensar la actualidad de la industria textil en Argentina a la luz del intercambio desigual”, Revista Observatorio de la Economía Latinoamericana, Latinoamérica, (julio 2016). En línea: http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/la/16/industria-textil.html
A lo largo del este estudio, se han presentado distintas teorías que trabajan el desarrollo y a su vez, interpelan el vínculo entre los países desarrollados y los subdesarrollados desde diversas perspectivas. En este sentido, dependiendo la teoría que se trabaje será entonces la explicación y la solución que se intentará brindar para alcanzar el desarrollo.
Dichas teorías han sido los siguientes:
De todas las teorías propuestas, el presente trabajo se centra en la segunda de ellas debido que se la entiende como la más apropiada para alcanzar el objetivo del mismo. En el próximo apartado se desarrollará dicha teoría.
El principal exponente de ésta corriente es Arghiri Emmanuel, el cual entiende a la relación entre distintos países como la vinculación Norte – Sur. Su enfoque se centralizó en la conformación de los precios y el valor de la fuerza de trabajo. Para él, existe un sistema de explotación basado en los salarios “miseria” que se pagan en los países sur; constituyendo así, un imperialismo comercial que históricamente generó ganancias para el norte superiores a los intereses recuperados por los bancos y las utilidades por las multinacionales.
El autor sostiene que dichas ganancias no pueden verse debido que se ocultan en los precios que gestiona el norte, en todos los bienes y servicios con sus transacciones en el sur. Todo esto, se vincula a una caída del valor de las exportaciones del sur.
Postula además, que los países del tercer mundo son explotados por los países industrializados vía el comercio; ya que, las productividades son medidas “aparentes”, debido que ya están incorporadas al valor que se trasmite al bien que contribuye a fabricar. Sin embargo, no se puede saber la contribución exacta de trabajo o capital.
En palabras del propio autor: “(…) se llama ´intercambio desigual´ a la relación de los precios que se establece en virtud de la ley de la nivelación de la tasa de ganancia entre regiones de tasa de plusvalor institucionalmente diferentes, significando el término ´institucionalmente´ que esas tasas de plusvalor son, por alguna razón, sustraídas a la igualación competitiva” 1 (Emmanuel; 1990, p. 50)
Es decir, que en el marco internacional, la posibilidad de igualación de salarios se observa como una condición insatisfecha; las fronteras constituyen umbrales de discontinuidad absoluta. “Vemos coexistir en el mundo salarios de tres dólares por hora en Estados Unidos con salarios de veinticinco centavos por día en África (…)” (Emmanuel; 1990, p. 47).
Si bien se trabajará con los ejes centrales de su análisis más adelante, es necesario dejar asentado en este momento, que para Emmanuel más allá de que existe una brecha entre desarrollo científico, tecnológico y educativo; también existe una tendencia al deterioro de los productos primarios en el largo plazo. Es por esto, que para él, no existe desarrollo posible de los países sur, sin que esto genere, indefectiblemente, un retroceso de los países norte. Por lo tanto, presupone que un aumento de los niveles de vida del sur pasa, necesariamente, por un reestructuramiento de los niveles de vida de los países norte.
Amin inicia su análisis desde Karl Marx pero entiende que es importante partir de él aunque sin detenerse. Por lo tanto, considera al capitalismo como un “paréntesis histórico” el cual es necesario comprender para poder buscar alternativas superadoras que permitan transformar el mundo.
Sostiene que aunque el sistema capitalista haya unificado el mundo, lo ha unificado sobre la base de naciones desigualmente desarrolladas. Es por esto, que para dicho autor, resultan centrales las formaciones socioeconómicas que dieron lugar al sistema capitalista; entiende a su vez, a la acumulación como una acumulación de carácter confiscatorio la cual considera una característica permanente en la historia del capitalismo.
Por lo tanto, este será su foco de análisis, que si bien tiene puntos en común con Emmanuel (en tanto que entiende una desigualdad en el comercio internacional), parte desde un condicionante material e histórico que determinaron las relaciones económicas internacionales.
“La teoría plantea mal su problema. Ella parte de la hipótesis de que en las relaciones internacionales los protagonistas son las economías capitalistas ´puras´ (…) es necesario ubicarse en un marco de razonamiento diferente: el de las relaciones de intercambio entre formaciones socioeconómicas distintas. ¿Cuáles son concretamente, esas formaciones? Ahí está el verdadero problema, las calificaremos de capitalismo del centro y capitalismo de la periferia. (…) los modos de producción precapitalistas no son destruidos, sino transformados y sometidos al modo de producción dominante en escala mundial y local: el modo de producción capitalista. El ´subdesarrollo´, término impropio para designar las formaciones socioeconómicas del capitalismo periférico, consiste pues, en formaciones de transición bloqueada” (Amin; 1990, p.98)
Así se puede ver, como el desarrollo del sistema capitalista mundial ha pasado por distintas etapas; y a cada una de ellas, corresponde un sistema diferente de relaciones entre el centro y la periferia, caracterizadas por sus funciones particulares.
Finalmente, mas allá de que su punto de partida no es precisamente el mismo que propone Emmanuel, ambos concuerdan que una diferencia creciente en la remuneración del trabajo, perpetúa y acentúa el subdesarrollo de la periferia. “Al mismo tiempo, este desarrollo del subdesarrollo se traduce en una agravación de las contradicciones internas propias de las formaciones periféricas: una diferencia creciente en las productividades sectoriales en el seno de las economías periféricas, diferencia esencial para el análisis de las formaciones sociales del subdesarrollo” (Amin; 1990, p.132)
El presente autor, por su parte, que el intercambio desigual se debe al resultado de las leyes que gobiernan la formación de precios y la ganancia en el marco del capitalismo.
“Los problemas suscitados aquí no son solamente los del intercambio entre países desarrollados y países subdesarrollados de tipo capitalistas. Son también, a mi juicio, los del intercambio que se efectúa ente regiones económicas más o menos desarrolladas, cuando ciertas reglas de formación de los precios determinan las condiciones de intercambio.
Pienso, por otra parte, que se debe hacer lo siguiente:
Entonces, la crítica que realiza dicho autor al pensamiento de Emmanuel se debe a que la considera como una definición que no admite toda la diversidad de situaciones posibles. Por lo tanto, propone pensarlo desde dos líneas: la primera, entiende que existe un intercambio de cantidades desiguales de trabajo socialmente necesario; y la segunda, comprende que existen tasas de explotación diferentes.
Sin embargo, coincide con Emmanuel que la desigualdad de los salarios agrava (en parte) la desigualdad del intercambio, y que, además determina también una evolución económica más desfavorable para los países de bajos salarios. Este punto de encuentro con el análisis del fundador de la teoría, no implica que signifique para Bettelheim, la explicación total del intercambio desigual; ya que, para él “es necesario recordar que el ´atractivo´ de las zonas de bajos salarios, como zonas de inversión de capitales procedentes del exterior, está prácticamente limitado a algunos tipos de producción solamente” (Bettelheim; 1990, p. 72)
Según Shaikh, “Emmanuel se propone derribar la nociva doctrina de los costos comparativos atacando lo que él afirma que es su supuesto fundamental, la inmovilidad de capital entre diferentes países” (Shaikh; 1990, p. 167)
A mi entender, en su teoría, Emmanuel no plantea la inmovilidad del capital, por el contrario, explica que justamente esa movilidad del capital termina incidiendo en detrimento de los países subdesarrollados.
Para poder entender la importancia de estos ejes en la teoría mencionada, resulta interesante revisar las posturas alrededor de la formación de precios en un primer momento, lo cual desencadenará luego en cómo se determina el valor de la fuerza de trabajo.
En lo relacionado al primer eje, el precio de la mercancía depende de diversos factores según la escuela económica que se mire. Para los economistas clásicos el precio de la mercancía depende del costo, es decir, un valor objetivo según los productores (el precio al cual los productores están dispuestos a vender una cantidad determinada de un bien); para los marginalistas en cambio, el precio depende de la demanda, por lo que, el valor está subjetivizado desde el punto de vista de los consumidores (cada consumidor que determina el precio al cual está dispuesto a comprar). Marshall simplificó el debate definiendo que el precio de la mercancía se determina por la oferta y la demanda, cuando confluyen en el equilibrio económico, A mediano y largo plazo las funciones de demanda y de oferta pueden desplazarse por diferentes razones y dar un nuevo precio de equilibrio.
Emmanuel sostiene, a diferencia de todos los anteriores, que el precio se fija institucionalmente extra mercado ¿a qué se refiere con esto? Vayamos por partes. El precio normal de una mercancía en el mercado internacional debería permitir que todos los factores que participan sean remunerados al mismo nivel; “Sin embargo, el salario, al igual que la renta o los impuestos indirectos, son la remuneración de factores que se establecen de manera independiente o institucional, en definitiva de manera extra económica o exógena” (Jedlicki; 2007, p.2)
Para el autor, los salarios reflejan el estado de la relación de fuerzas entre sindicatos de trabajadores y sindicatos patronales, ello sumado a la regulación estatal (como establecer salarios mínimos o la duración de la jornada laboral, por ejemplo). En los intercambios comerciales entre los países que subvalúan estos últimos y los que los remuneran a su justo precio se opera una transferencia de valor en detrimento de los primeros, a favor de los segundos. Más generalmente, se postula que los países del Tercer Mundo son explotados por los países del mundo industrializado a través del comercio, ya que la diferencial de salarios entre las dos zonas es ampliamente superior a las eventuales diferencias de productividad.
“(…) la formación del precio mundial es el que constituye el punto de partida del problema del intercambio desigual. Pues el intercambio desigual, basado en los precios mundiales e independientemente de todos los precios preferenciales que pueden existir en tal o cual región, se mantiene y crece pese a la atenuación del factor político (…)” (Emmanuel; 1990, p.38)
Sin embargo, en cuanto al valor de la fuerza de trabajo, Emmanuel tiene una perspectiva marxista que consiste en que no hay absolutamente ningún medio de comparar valores de uso independientemente de su valor.
“Todos los regímenes anteriores, dice Marx, eran explotados, pero lo eran de una manera directa. La explotación se manifestaba en las relaciones de los hombres. El capitalismo ha disfrazado las relaciones de los hombres bajo la máscara de relaciones de cosas.
En ese sentido, creo yo, el intercambio desigual llega a su máximo de encubrimiento, puesto que aquí no solamente hay relación de cosas sino que los hombres que en él intervienen están separados por miles de kilómetros y todo ocurre en las esferas inaccesibles del mercado mundial y en el misterio anónimo de las bolsas mundiales de mercancías. Ahora bien, como todos los fenómenos económicos, el intercambio desigual refleja las relaciones de los hombre – en modo alguno las relaciones de las cosas -; en este caso, las relaciones del hombre subdesarrollado con el hombre desarrollado.” (Emmanuel; 1990, p.39)
Con esto, el autor demuestra que toda definición válida del intercambio debe hacerse con relación y sobre la base de las leyes de funcionamiento del régimen capitalista mismo, y principalmente, puesto que se trata de formación de precios, con relación a la ley de valor.
Para comprender la inserción de Argentina en el mercado mundial, es preciso delimitar algunas cuestiones que se corresponden con las características propias de la región latinoamericana.
Forjada al calor de la expansión comercial del siglo XVI, América Latina se desarrolla en estrecha consonancia con la dinámica del capital internacional. “Colonia productora de metales preciosos y géneros exóticos, en un principio contribuyó al aumento del flujo de mercancías y a la expansión de los medios de pago, que, al tiempo permitían el desarrollo del capital comercial y bancario en Europa, apuntalaron el sistema manufacturero europeo y allanaron el camino a la creación de la gran industria”(Marini; 2007, p.101)
Es decir, desde una perspectiva marxista, se piensa al capitalismo latinoamericano como un determinante para el desarrollo capitalista. Marini definió este proceso como un capitalismo “sui generis” que sólo cobra sentido si lo contemplamos en la perspectiva del sistema en su conjunto, tanto a nivel nacional como internacional.
“Es a partir de este momento que las relaciones de América Latina con los centros capitalistas europeos se insertan en una estructura definitiva: la división internacional del trabajo, que determinará el curso del desarrollo ulterior de la región (…) es a partir de entonces que se configura la dependencia, entendida como una relación de subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la reproducción ampliada de la dependencia. El fruto de la dependencia no puede ser por ende sino más dependencia, y su liquidación supone necesariamente la supresión de las relaciones de producción que ella involucra” (Marini; 2007, p. 103)
Por esto, es central entender ¿por qué la inserción de América Latina en el mercado mundial contribuyó a desarrollar el modo de producción específicamente capitalista? En principio, una de las funciones que le fue asignada, en el marco de la división internacional del trabajo, fue la de proveer a los países industriales de los alimentos que exigía el crecimiento de la clase obrera.
Por lo tanto, la oferta mundial de alimentos que América Latina contribuye a crear, será un elemento decisivo para que los países industriales confíen el comercio exterior. Como el precio de los productos industriales se mantiene relativamente estable, y en todo caso declina lentamente, el deterioro de los términos de intercambio está reflejando, de hecho, la depreciación de los bienes primarios.
Finalmente, y para seguir con la línea teórica de Emmanuel, el autor sostiene que América Latina (Argentina particularmente) exporta materia prima de primera calidad, dejándose para consumo interno la de menor calidad. Mientras que el resto del mundo (entiéndase, los países desarrollados) exportan los productos de menor calidad, dejándose para consumo interno los de primera calidad.
“Teóricamente, el intercambio de mercancías expresa el cambio de equivalentes, cuyo valor se determina por la cantidad de trabajo socialmente necesario que incorporan las mercancías. En la práctica, se observan diferentes mecanismos que permiten realizar transferencias de valor, pasando por encima de las leyes del intercambio, y que se expresan en la manera como se fijan los precios de mercado y los precios de producción de las mercancías” (Marini; 2007, p. 111)
La historia Argentina ha tenido altos y bajos a lo largo de los años, pero es fundamentalmente a partir de 1930, tras el abandono del modelo agroexportador, que surge el largo camino hacia la industrialización del país. Algunos economistas como Aldo Ferrer hablarán de “industrialización inconclusa”; otros más institucionalistas como Cortés Conde explicarán que el desarrollo no se logró debido al “despilfarro” de los gobiernos peronistas.
El plano económico es fundamental y decisivo para poder entender ¿cuáles han sido los obstáculos al desarrollo capitalista argentino? Y es sobre este punto que existen grandes controversias, desde 1930 hasta la actualidad, han pasado distintos modelos económicos, que incluyen visiones más progresistas… y otras no tanto.
El nivel nacional no podría entenderse sin el plano internacional que determinó lineamientos políticos, sociales y económicos, como se explicó brevemente en el apartado anterior.
Durante el segundo período de la ISI, Basualdo explica que existe una sustitución de bienes livianos que impactan en la canasta; entiende que se conforma una oligarquía diversificada que por su origen, conformación e intereses, puede ser considerada como un sector de la oligarquía local con intereses en la industria, el sector agropecuario y otras actividades económicas.
Dicho autor, sostiene que es a partir de ésta segunda etapa, maduraron las inversiones realizadas años anteriores, dando lugar a un crecimiento del PBI pero también consolidando el capital extranjero en la producción industrial. Sin embargo, esta incorporación de capitales extranjeros tenían el propósito de permitir avanzar en la industrialización de bienes intermedios y básicos, debido que, el proceso de crecimiento interrumpido (más conocido como “stop and go”) se debió a que Argentina pudo sustituir la importación de bienes finales pero tenía una gran demanda de importación de bienes intermedios y básicos.
Sin embargo, el problema de la “dependencia” del capital extranjero y la falta de generación de divisas genuinas siguen actuando como un condicionante para el desarrollo argentino hasta la actualidad.
Por todo esto, es importante entender los determinantes históricos que nos posicionaron como un país capitalista periférico (si tomamos la caracterización de Samir Amin) pero a su vez, las características propias de un camino al desarrollo que se vio truncado en varias oportunidades por modelos económicos que se apoyaron en decisiones políticas.
Finalmente, debido a todo lo argumentado y explicado, la industria textil es un sector clave; ya que ha sido relegado y que aún continúa con puestos de trabajo informal, rozando los límites de esclavitud. Por esto, y por que la formación de precios en este sector, merecen ser trabajados, es que se eligió la teoría del intercambio desigual como la más propicia para pensar el desarrollo de dicho sector.
5.1. Contextualización
Hasta 1930, la Argentina estaba retrasada en lo que respecta al desarrollo de la industria textil. Por aquellos años, esta industria junto con la del acero representaba alrededor de entre la mitad y un tercio del total de las importaciones.
“Entre 1931 y 1943 al menos siete grandes empresas textiles se instalaron en el país. Al estímulo del control cambiario se sumó la depreciación del tipo de cambio real durante la década de 1930 lo que encareció las importaciones. Como respuesta a estas condiciones, el número de hilanderías trepó de cinco en 1930 a 18 dos años más tarde. Los usos instalados ascendieron un 300% trepando desde 52.400 en 1930 hasta poco más 214.000 en 1935. En el mismo período, el número de telares creció un 23%, alcanzando a unos 2.462. En 1935, las importaciones de hilados de lana sólo representaban un 9% del consumo total del país. En conjunto, hacia 1935 el avance de la industria textil quedó reflejado en el censo industrial de ese año. Entre 1914 y 1935, el personal empleado se había elevado en un 67% en tanto que la potencia instalada había crecido un 488%. Por entonces, la industria textil lideraba el crecimiento industrial.” (Adúriz; 2009, p.4)
Dicho autor distingue tres etapas durante el último período de crecimiento económico de la cadena de valor de la industrial textil y de la indumentaria en argentina post-devaluación:
1) 2002-2003. La modificación del tipo de cambio a partir de la devaluación del peso, que en menos de un mes pasa de una relación 1 a 1 a una relación 3 a 1, las empresas invirtieron, con recursos propios, fundamentalmente, en capital de trabajo.
2) 2004-2007. En una segunda etapa, entre 2004 y el primer semestre de 2007, las tasas de crecimiento y de rentabilidad comenzaron a ser más moderadas. En este período, las empresas se hicieron cada vez más dependientes de la generación de un mayor volumen de ventas para compensar el incremento de costos fijos de producción. Por otra parte, se modificó la lógica del crecimiento. Ya no se avanzó sobre la capacidad instalada, sino a partir de la reinversión de utilidades generadas en el período anterior. En este momento, se muestra un importante nivel de inversión y modernización de la estructura productiva.
3) 2007-2009. A partir del segundo semestre de 2007 arrancó una etapa aún más compleja para la producción textil. Con una moneda nacional mucho más apreciada en términos reales por la inflación acumulada y con niveles de importación record, que se concentran principalmente en los últimos eslabones de la cadena de valor (las confecciones), el comportamiento de las diferentes ramas productivas comenzó a ser más irregular y los niveles de rentabilidad bajaron significativamente. Actualmente, la industria textil se encuentra en una fase de desaceleración.(Adúriz;2009)
5.2. Cadena de valor: líneas que la componen
La cadena de valor se divide en dos componentes: la industria textil y la confeccionista. En general, los fabricantes de ropa tercerizan total o parcialmente la producción en los talleres. La modalidad de subcontratación permite flexibilizar la producción, incrementando su tasa de ganancia y disminuyendo riesgos.
Sin embargo, las cadenas de valor textiles, en el contexto internacional, debieron enfrentar una suba de la competencia en condiciones “desleales” por las fabricaciones sobre costos de economías no capitalistas y/o de gran explotación obrera, lo que profundizó las condiciones productivas a nivel mundial. De todas maneras, retomaremos estos temas en los apartados siguientes.
5.3. Vinculación con la formación de precios y el valor de la fuerza de trabajo
Desde la teoría del intercambio desigual, la explicación de la ganancia y por ende, del desarrollo de los países norte se explica en base a estos dos ejes; retomando al autor central de la teoría se debe al pago de salarios miseria de los países sur; que se liga a las condiciones de trabajo y a la formación de precios de las mercancías.
En este sentido, se retoma la idea marxista en donde se explica que el valor de la fuerza de trabajo está formado por dos elementos, uno de los cuales es puramente físico mientras que el otro tiene un determinante histórico o social. Su límite mínimo está determinado por el elemento físico pero en la determinación del valor del trabajo entra el nivel de vida tradicional.
“(…) las llamadas necesidades imprescindibles (…) son un producto histórico y dependen de las condiciones bajo las cuales se ha formado la clase de los trabajadores libres, y por tanto, de sus hábitos y aspiraciones vitales. Por oposición a las demás mercancías, pues, la determinación del valor de la fuerza laboral encierra un elemento histórico y moral” (El Capital, cit., tomo I, vol. I, p. 208 en Emmanuel; 1990, p. 54). Entendiendo esta frase es que Emmanuel sostiene que de la diferencia entre la capacidad del hombre subdesarrollado para manejar las herramientas modernas y el hecho de que todavía esté lejos de tener necesidades de nuestra época proviene, al fin, la superganancia del intercambio desigual.
De esta forma, y vinculado al sector que se aborda en este trabajo, si bien hay países con menores costos laborales, la mano de obra barata no debería ser una ventaja competitiva decisiva. En esto sentido, se concuerda en parte con el trabajo de La Gioiosa y Woyecheszen, quienes sostienen que la competitividad depende de factores como calidad, diseño, innovación, diversidad de productos, dotaciones de capital, infraestructura, entre otros.
Sin embargo, más del 53% de los ocupados de todo el país (3,9 millones de personas) no se encuentran registrados. El rubro particular de confección se encuentra dentro de la industria manufacturera, presentando una tasa de empleo no registrado cercano al 40,1% (515 mil trabajadores), explicando el 13,80% del empleo no registrado.
El empleo no registrado afecta a un mayor número personas económicamente activas que el desempleo. Los grupos poblacionales más afectados por el empleo no registrado son las mujeres, los jóvenes, los trabajadores de bajo nivel educativo y los inmigrantes sin documentación. Asimismo, la asociación entre el sector informal de la economía y el empleo no registrado queda expuesta en el hecho de que una gran proporción de los asalariados no registrados trabaja en pequeños establecimientos, muchos de los cuales desarrollan actividades de baja productividad y al margen de la economía declarada. (Adúriz; 2009)
La forma más extendida y conocida de trata para explotación laboral (trabajo esclavo) es la explotación de personas en los talleres de confección de la indumentaria textil. Este tipo de talleres de confección ha cobrado una mayor relevancia debido a los cambios que se han producido en el proceso productivo del sector. En tal sentido, el modelo productivo ha cambiado drásticamente en los últimos tanto a nivel mundial como local.
Las empresas tienden a concentrar sus actividades en las áreas de marca, imagen, diseño, marketing y comercialización, tercearizando la mayor parte de la producción en talleres o talleristas intermediarios fuera de la empresa. A su vez, el tallerista intermediario subcontrata a otros talleres y/o trabajadores a domicilio para realizar esas tareas. Por otro lado los talleres más pequeños también requieren a veces de subcontratación de trabajadores a domicilio. Al final de toda la cadena, el tallerista intermediario es el responsable último de entregar las prendas encargadas a la empresa dadora de trabajo.
Por lo tanto, el valor de la fuerza de trabajo se ve duramente condicionada por las particularidades del sector que se mencionaron anteriormente. El acceso a una fuente de ingresos para los sectores más relegados y con menores posibilidades, se desempeñan en talleres a cambio de los salarios “miseria” que mencionaba Emmanuel a inicios del presente escrito.
Mientras tanto, la formación de precios, también explican este problema de intercambio desigual dentro de la industria textil: “El costo de producción nacional de una prenda de marca apenas representa menos del 15% de su precio. A valores de septiembre de 2012, fabricar, por ejemplo, un jean en talleres formales costaba $87, y su precio puede ser de $600. En las sobrevaloradas superficies de los shoppings (espacio de venta indispensable para el éxito de una marca), la viabilidad del negocio depende cada vez más de la venta de bienes de alto valor, donde los determinantes de las decisiones de compra son el diseño y la marca.” (Kestelboim; 2008, p.8)
A su vez, y relacionado al primer eje de análisis, la creciente inmigración ilegal de países cercanos, especialmente de Bolivia y Perú que, en graves situaciones de pobreza, buscaban desarrollar actividades de subsistencia que les permitieran generar un excedente de ingresos para enviar a sus familias, facilitó la extensión e intensificación de la precarización laboral.
En respuesta a la creciente informalidad y a las consiguientes dificultades de acceso al capital, los talleres de confección también comenzaron a extender la subcontratación de tareas. La organización general de la producción en ese marco fue cada vez más caótica, siendo su oferta orientada tanto a las marcas como al segmento medio/bajo del mercado y al sector informal (ferias y vendedores ambulantes).
En estos últimos mercados, los problemas de contrabando, competencia desleal y talleres clandestinos se volvieron cada vez más graves y han generado un gran potencial de deterioro de la competitividad con inclusión social de la economía.
Por lo tanto, según Emmanuel los precios del mercado no oscilan pues en torno de los valores sino en torno de los precios de producción.
Luego de todo lo expuesto, resulta difícil poder pensar un desarrollo del sector de manera autónoma y aislada.
Como se pudo ver, Argentina no se encuentra separada del contexto mundial y mucho menos, del comercio internacional; es por esto, y por nuestra condición de ser un capitalismo “sui generis” que la teoría del intercambio desigual, sirve para explicar que no existe desarrollo posible del sur sin generar un detrimento en los niveles de vida de los países norte.
Sin embargo, y parándonos sobre la determinación de los límites que posee el sistema capitalista (que se ha caracterizado a mí entender, de manera insistente en los primeros apartados del trabajo), pueden pensarse las siguientes líneas a seguir:
Para finalizar, los lineamientos abordados y aquí esbozados, se plantean partir desde la erradicación de la informalidad laboral. Se entiende, que ese es el primer punto a tratar; si se quiere pensar en un verdadero desarrollo posible de la industria textil en Argentina.
BIBLIOGRAFÍA
* Profesora Universitaria de Educación Superior en Economía (UNGS). Actualmente cursando la Maestría en Sociología Económica en el Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES – UNSAM). Miembro del Colectivo Crítico a la Economía Política (CoCEP), de la Sociedad de Economía Crítica (SEC) y de la Sociedad de Economía Política Latinoamericana (SEPLA).
1 Existen en El Capital muchas alusiones fragmentarias a la influencia que tendría sobre los precios una eventual diferenciación de los salarios. Ver Libro segundo, tomo II, vol. 4, p. 418.
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