Sergio Martín Fernández*
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Resumen.
En el contexto actual, dominado por los problemas de los países occidentales para superar la Gran Recesión y las dificultades de los países periféricos a consecuencia de las interconexiones entre los capitales internacionales, no podemos olvidar que aún no se han estudiado y comprendido completamente las características de esta crisis estructural del capitalismo. Es por ello que este texto surge para aportar un análisis diferente, desde la perspectiva de los países Latinoamericanos y a través de la comparación entre los efectos de la crisis actual y la otra gran crisis del capitalismo, la Gran Depresión. Las conclusiones extraídas son motivo de reflexión sobre el modelo de acumulación e inserción de las economías latinoamericanas.
Palabras clave: Historia Económica, América Latina, Caribe, Economía Política, Crisis Económica
Abstract.
The current scenario is characterized by the struggles of western countries to overcome the Great Recession and difficulties of peripheral countries originated in their connection to the international capital flows. Nevertheless, there is still a lack of deeper study and knowledge about the specific characteristics and features of this structural crisis. Thus, the motivation of this work is to add a different analysis from the perspective of countries in Latin America through a comparative analysis of the effects of the current crisis and the past largest crisis of capitalism, the Great Depression. The conclusions extracted here lead to the consideration of the model of accumulation and insertion from the Latin American economies.
Keywords: Economic History; Latin American; Caribe; Politics Economy; Economic Crisis.
Clasificación JEL: N16; O54; P16
Para citar este artículo puede uitlizar el siguiente formato:
Sergio Martín Fernández (2016): “Las dos grandes crisis del capitalismo y su impacto en Latinoamérica”, Revista Observatorio de la Economía Latinoamericana, Latinoamérica, (enero 2016). En línea: http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/la/16/crisis.html
Este trabajo pretende presentar una visión diferente de las comparaciones que desde el inicio de la actual crisis mundial se vienen realizando con la Gran Depresión. Diferenciándose tanto en el marco de estudio, enmarcado en América Latina, como por presentar un punto de vista que parte desde la historia económica, sosteniendo que esta disciplina puede aportar más que otras al debate dentro de los estudios comparados en el tiempo. Con estas características se estudiarán las diferencias entre ambas crisis económicas a través del impacto que han tenido en las economías de América Latina.
El fuerte interés generado en la comparación de ambas crisis se sostiene por sus similitudes, ambas produjeron fuertes caídas de la actividad económica mundial y tuvieron sus orígenes en los países centrales, extendiéndose posteriormente a los países periféricos. Entre las economías periféricas encontramos al continente latinoamericano, que no ha sido ajeno a las dos crisis, reflejado en el gráfico 1. Esta región sufrió un importante shock productivo en las dos crisis de distinta intensidad y duración, siendo más contundente y prolongado el impacto generado por la Gran Depresión que el impacto de la Gran Recesión. Lo que no elimina la similitud entre ambas crisis, con un mismo centro de origen en Estados Unidos, una segunda propagación a través de la desconfianza en burbujas financieras (o de deuda) en Europa, y el contagio final a los países periféricos a través de distintos canales, tanto comercial como financiero.
El análisis que se realizará en este trabajo se enfocará en la observación del impacto que recibió América Latina como país periférico ante las dos crisis, cuáles fueron las consecuencias y como actuaron los gobiernos de la nación. De esta forma a través de una comparación de los dos momentos históricos y de las variables que los principales autores acentúan como determinantes, presentaremos que diferencias se pueden encontrar entre ambas crisis, extrayendo de esta manera conclusiones sobre la región ante futuros shocks externos y su desarrollo económico.
Por lo que el texto viene justificado en la necesidad de introducir los análisis históricos para comprender las crisis del sistema capitalista de forma que puedan extraerse lecciones del pasado para resolver los problemas que generan y no repetir errores pasados por no estudiar y comprender de manera suficiente el pasado. Un análisis opuesto al neoclásico, que entienden las crisis como eventos puntuales y únicos, y no como la consecuencia de las contradicciones internas del sistema capitalista de producción.
Con el estudio de los datos del PIB per cápita para varios países Latinoamericanos y cuatro representantes de las naciones más desarrolladas (Alemania, Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia) presentados en los cuadros 1 y 2, observamos una diferente reacción de los países latinoamericanos en ambos periodos. Si en el Crash del 29 los países Latinoamericanos aún con un impacto menor que los países desarrollados tuvieron dificultades para recuperar su PIB per cápita de niveles pre-crisis. Como ejemplos Argentina, Chile y Uruguay no lo habían recuperado antes de la Segunda Guerra Mundial, y en cambio, entre los países desarrollados tal caso solo sucedió en EEUU. La situación en la crisis de 2008 muestra algo muy distinto, exceptuando Venezuela (por los problemas geopolíticos) y México (por su gran dependencia del ciclo norteamericano) los países latinoamericanos recuperaron en el 2010 el PIB per cápita de pre-crisis, es decir, solo un año después del impacto de la crisis en América Latina. Todo lo contrario ocurrió en los países desarrollados, entre los cuales solo Alemania había recuperado el PIB per cápita al finalizar el año 2012.
Tenemos por tanto que en esta segunda gran crisis mundializada, Latinoamérica sufrió menos el impacto como ocurrió en el Crash del 29 con respecto a los países desarrollados, pero a diferencia de los años 30 en la crisis actual, Latinoamérica supo reaccionar y recuperó la actividad productiva rápidamente. Cabe matizar que en ambos impactos y la forma en que respondieron a ellos cada nación, la región presentó una marcada heterogeneidad, como se presenta en los Cuadros A.1 y A.2, en el que se desagregan los años que cayó el PIB per cápita respecto al año anterior y cuando comenzaron a crecer de nuevo, desagradado por países. Lo que recuerda la marcada disparidad de la región y como las variables explicativas de los impactos de las crisis del centro en la periferia, pueden llegar a variar según la estructura productiva de cada Nación.
Para comprender mejor y evaluar cuales fueron las diferencias entre ambas crisis, en los dos siguientes capítulos se propondrá un repaso bibliográfico sobre las explicaciones de ambas crisis a través de distintos autores y poder apreciar cuales son las diferencias que después se matizarán y/o ampliarán. Por último se sintetizarán unas breves conclusiones así como se dejarán abiertas posibles futuras líneas de investigación.
El periodo anterior al Crash bursátil de 1929 se caracterizó por un extendido e importante crecimiento en toda la región latinoamericana, beneficiándose del contexto favorable de la Primera Guerra Mundial que les permitió expandir sus exportaciones hacia los países beligerantes que requerían productos primarios, en particular metales y alimentos, por lo que América Latina se aprovechó de los últimos años de la Primera Globalización. Periodo el cual para Marichal (2011) no concluye para la región latinoamericana en las fechas señaladas normalmente por Historiadores y economistas occidentales con el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En este contexto tan favorable, la región solo tendrá dos años de caída de la actividad económica, entre 1920 y 1921, pudiendo en los años 20s aprovecharse de los réditos del periodo anterior que le permitieron incrementar las importaciones de bienes de consumo, de maquinaria y energéticos (Marichal, 2010a).
Otro punto importante del contexto de pre-crisis, fue la entrada y salida de los países Latinoamericanos en el patrón oro y los efectos que tuvo sobre la política económica, así en los años 20s volvieron al patrón oro bajo la presión de Norteamérica. Presión que podía ejercer debido a la posición como principal socio comercial y financiero de la región, sustituyendo al final de la 1ª Guerra Mundial a Gran Bretaña. Los bancos privados Norteamericanos vieron en la región una oportunidad para realizar inversiones rentables para los capitales norteamericanos en los estados nacionales, provocando un endeudamiento masivo en los Estados Latinoamericanos. Son estos dos últimos aspectos (atadura al patrón y endeudamiento) los que limitarán la acción del Gobiernos ante el shock del 29.
Existen distintas explicaciones sobre cómo se produjo el contagio de la crisis del centro capitalista a la periferia, para Marichal (2010a) fue el colapso del comercio internacional el canal principal de contagio hacia las periferias mundiales, que había sido el principal componente del crecimiento en las décadas anteriores de los países de región, que se habían especializado en exportaciones de reducido valor añadido. Desde 1929 los mercados mundiales fueron cerrándose, llevando a la caída de los ingresos de los Estados que se nutrían de los impuestos al comercio, para pagar los intereses de las deudas.
Otros dos factores tuvieron un importante peso a la hora de extender la caída de la actividad económica de los países industrializados a los más pobres. El primero la caída de los precios a nivel mundial de las materias primas, reflejándose en la caída de los términos de intercambio, a consecuencia del menor montante de importaciones realizado por los países ricos y el incremento del proteccionismo de estos (Maddison, 1988). Esta caída Maddison (1988) y Alejandro-Díaz (1988) se da previamente a la caída de las exportaciones. Debido a la caída de las importaciones de productos primarios por parte de los países desarrollados. La caída en los términos de intercambio se inicia en 1927, con una recuperación a mediados de los 30s, y a partir de 1937 cayeron nuevamente (Maddison, 1988). Asegura Díaz-Alejandro (1988) que tuvieron mayor importancia las caídas de los términos de intercambio que las de las exportaciones para los países Latinoamericanos, sosteniendo así que la Gran Depresión no supuso más que un empeoramiento de la situación derivada de la especialización productiva de las economías exportadoras en productos primarios que se tuvieron que enfrentan a una caída en los precios de productos en los mercados mundiales. Siendo así los precios la variable que permite entender el desarrollo de la Gran Depresión en América Latina y el porqué de la heterogeneidad en los impactos y respuestas de las diferentes naciones.
Por último, agravando los problemas de la crisis, tanto Maddison (1988), como Marichal (2010) y Rosemary Thorp (1988) resaltan la importancia que tuvieron los impedimentos para los distintos Gobiernos de realizar una política contracíclica. Dos fueron los principales, la pertenencia al patrón oro y los montantes de deuda generados en el periodo de auge.
El patrón oro supuso que ante la caída del comercio los países tuvieran que defender su tipo de cambio con lo que implicaba realizar políticas conservadoras tanto fiscales como monetarias y sobre todo impedía la depreciación de las monedas, esto supuso una salida de divisas en pagos a los intereses de la deuda que actuaba como segundo gran obstáculo para la realización de políticas expansivas, debido a que retraían gran parte de los recursos obtenidos en un comercio exterior cada vez menor.
Esta situación ponía a los gobiernos en una encrucijada al tener que elegir entre pagar las deudas contraídas o realizar políticas contracíclicas, como la devaluación de la moneda y la protección respecto a las importaciones.
Como observamos en el primer gráfico, el efecto de la actual crisis no comenzó a ser observable en el PIB per cápita de Latinoamérica hasta el año 2009, y el impacto en la actividad económica dependiendo de los países fue de un año, a lo sumo dos en países con fuertes conexiones con el entramado financiero norteamericano o incluso ningún año como el caso de Uruguay.
Gran parte se debe al tipo de canal por el que se trasmitió la crisis y como posteriormente comprobaremos a la capacidad de los gobiernos de tomar decisiones de política económica en favor de sus pueblos. Siguiendo a Ocampo (2009) existirían tres canales: las remesas, el comercio internacional y las corrientes de capital. Las primeras debido a la caída de la actividad económica en los países desarrollados y el incremento de las tasas de trabajadores desempleados han descendido, reduciendo el saldo neto positivo (Mateo, J. P., 2015) aunque con un impacto mínimo. El segundo canal, es según el autor el de mayor importancia puesto que la región había tenido un periodo previo de apertura comercial desde los 90s y muchas economías habrían retornado a un modelo exportador que se vería muy afectado ante una contracción de los mercados mundiales. Por último, los flujos de capital, que a pesar de la contracción de los créditos internacionales la región presentó una situación pre-crisis mejor que en la Gran Depresión, al vivir un periodo de poco endeudamiento y donde predominó la inversión en cartera y directa a lo que se sumó el notable incremento de los mercados internos de capitales. Aun produciéndose en 2008 una caída en las bolsas latinoamericanas y presiones sobre los tipos de cambios, no tuvo más que una repercusión temporal.
Cuando hablamos de la situación pre-crisis, hablamos del periodo que va de 2003 a 2008 que supuso un periodo de notable crecimiento generalizado para toda la región Latinoamericana, permitiéndole de esta forma recuperarse de tres décadas de crisis de diversas tipologías. En este periodo se reprimarizó la estructura de sus exportaciones unido al auge de los precios de los productos primarios que las conformaban, permitió a estos países entrar en la senda de crecimiento económico y de posibilidades para su desarrollo, aunque sostenido sobre los débiles diques de una estructura dependiente y subordinada a la demanda de los países ricos (Mateo, J.P., 2015). Bien es cierto, que en este periodo hubo un mejor manejo de los réditos de la época de bonanza pre-crisis, de tal forma que los países pudieron afrontar este periodo con reducidos endeudamientos (renegociaciones y quitas incluidas) y un buen aprovisionamiento de reservas internacionales muy importante como afirman Ocampo (2009), French-Davis (2009) y Marichal (2010). Un escenario muy diferente que el vivido antes de la Gran Depresión a la que los países latinoamericanos llegaron con escasas reservas internacionales y un elevado endeudamiento público, lo que en ese momento impidió la toma de políticas contracíclicas, así afirma la CEPAL (2014) “No obstante, y como demuestran las cifras, los efectos de la crisis no han alcanzado el dramatismo de eventos anteriores, lo que se debe, entre otras razones, a la combinación de un entorno externo previo muy favorable y un mejor manejo de la política macroeconómica, que permitió a la región reducir su endeudamiento, repactar el pago de la deuda en mejores condiciones y aumentar al mismo tiempo sus reservas internacionales.”
Marichal (2010) y Mateo, J.P (2015) suman un canal más de impacto de la crisis, la bajada notable de los ingresos por turismo que habría repercutido fuertemente en la financiación de los países de Centroamérica y Caribe, los cuales presentan un mayor grado de dependencia de las actividades turísticas y de ocio.
Por lo tanto, apreciamos que la literatura pone el acento en diferentes elementos a la hora de señalar los canales de trasmisión y por tanto las causas del contagio de las crisis exógenas en la periferia (Latinoamérica). Intentaremos evaluar tres de los canales expuestos para poder comprender cual pudo ser la influencia de cada uno en el contagio de la crisis de 2008, y a través de él comprender porque este shock tuvo menor impacto en las economías latinoamericanas que el de la Gran Depresión.
Dando un paso más en nuestro análisis, entraremos en este apartado en el análisis de las variables más importantes entre las remarcadas por los autores como las causas y consecuencias de ambos periodos de crisis. Para sintetizar se han seleccionado cuatro variables, que serán: el comercio exterior, los términos de intercambio, las principales políticas económicas frente a la crisis y una propuesta personal del autor sobre el cambio y la repercusión de la estructura de socios comerciales de la región.
El efecto que tuvo la Gran Depresión sobre el Comercio Internacional fue instantáneo y profundo, observable en el gráfico 2, de ahí que los autores antes citados diesen importancia al factor del comercio como fuente de contagio de la crisis financiera. Denotar que el comercio Internacional no volvió a recuperar su volumen de 1929 antes de la 2ª Guerra Mundial, por lo que para economías con un modelo de crecimiento dependiente de las exportaciones el impacto se agudizó.
Al contrario si observamos el gráfico 3, el impacto de la crisis del 2007 se notó por primera vez en Octubre del 2008, ya en los meses anteriores presentaba un importante estancamiento, pero ya a mediados del 2009 comenzó a crecer de nuevo para recuperar en el 2010 los niveles de pre-crisis.
Lo que nos permite aclarar que la caída del comercio internacional fue menor en la actual crisis comparándola con la Gran Depresión, siendo el shock externo menor para la región. Para confirmarlo, estudiaremos los movimientos en las series de las exportaciones e importaciones para 4 países latinoamericanos, en los dos periodos hasta ahora estudiados.
Las series de exportaciones e importaciones, en los gráficos 4 y 5, presentan las dinámicas generales, como la fuerte caída hasta 1932 consecuencia de la caída del comercio internacional. Otro hecho relevante a destacar es la diferencias existentes entre países, así apreciamos que Chile debido a su mayor tardanza en la salida del Patrón oro tuvo un impacto mayor que los otros países de la región (sus exportaciones cayeron un 80%), al contrario que Brasil tuvo una recuperación más ágil siguiendo una política de sustentación de los precios de su principal producto exportador, el café. Junto a Brasil encontraríamos a México que jugó con una importante ventaja con su reducido endeudamiento, permitiéndole una mayor flexibilidad a la hora de seguir importando, apreciable en la recuperación de las importaciones.
Muy distinto es el panorama que presentan las series de datos para la Gran Recesión (gráficos 6 y 7), estos mismos países no sufrieron apenas el impacto en sus importaciones y si en las exportaciones en un 20% (en el 2009), aunque para el año siguiente ya habían recuperado el nivel de 2008 de ambas partidas. No obstante, si se intuye el comienzo de un cambio de trayectoria, de un crecimiento sostenido hacia un estancamiento o un crecimiento más lento del comercio internacional para América Latina.
¿Tuvo por tanto el mismo impacto la crisis exógena a través del comercio exterior en la Crisis de 2007 que el que registró la Gran Depresión? La respuesta parece clara, no, el impacto proveniente del comercio internacional fue menor en la actual crisis. Permitiéndonos adelantar que a pesar de ser un importante canal de trasmisión lo fue en mayor medida en la crisis de los años 30s que en las crisis reciente. Por ejemplo, Argentina vio menguar sus exportaciones entre 1928 y 1933 en un 64,7% y Chile en el mismo periodo un 78%, sin embargo, en la actual crisis, en Argentina las exportaciones en 2009 cayeron un 18,74% y en Chile la caída fue de un 15%. Cabe decir que en los gráficos no quedan representados los impactos en países caribeños o de Centroamérica, pero la dificultad para obtener sus datos durante la Gran Depresión no permitía realizar un análisis comparativo similar al realizado con los otros cuatro países.
Debemos poner un fuerte énfasis en los términos de intercambio, puesto que implican un fuerte desequilibrio en la balanza de pagos y como consecuencia una salida permanente de recursos y en un determinado momento la imposibilidad de importar ciertos elementos necesarios para el desarrollo de las fuerzas productivas de las naciones periféricas. La comparación para ambos periodos históricos queda reflejada en el cuadro 3.
Encontramos grandes diferencias entre un periodo y el otro, si en los años 30s los términos se deteriorarían hasta 1933 y tras un periodo de ascenso, a partir de 1937 volverían a empeorar. En el periodo del siglo XXI solo muestran un empeoramiento de un año, en el 2009, para continuar su mejora constante en los siguientes años a pesar de que al igual que en las exportaciones se produce una nueva caída en el 2012. Así la fuerte deflación empeoró de sobremanera el impacto de la caída del comercio mundial en la Gran Depresión, por el contrario en la Gran Recesión únicamente se vivió un año de fuerte caída de los términos de intercambio, en el 2009, de forma paralela fue el único año de caída porcentual de la renta. Podemos por tanto incidir en el mayor impacto de la caída de los términos de intercambios en los años 30s de manera prolongada, provocando fuertes déficits, empeoramientos de la capacidad de compra de los países latinoamericanos e incapacidad para los pagos de los intereses de la deuda, mientras en el 2009 fue un año de caída sin mayor prolongación. En la actual crisis la especialización de las materias primas (que podría ser síntoma de un fragilidad estructural de la economía) apoyada en la menor caída de los Términos de intercambio suavizó el impacto de la crisis vía comercio exterior (Vicéns Otero, J., 2009)
No obstante, el impacto de los términos de intercambio no son homogéneos en toda la región, porque su incidencia depende de la estructura de exportaciones e importaciones de cada país y más en concreto de su principal producto de exportación y la capacidad para sustituir el producto perjudicado por alguno otro que se vea favorecido por las nuevas tendencias de la demanda internacional. En ambas crisis, hubo países que a pesar de las caídas agregadas observadas anteriormente de los términos de intercambio, mejoraron o al menos no fue catastrófica la caída de sus términos de intercambio. Así para la CEPAL (2009b) los precios que más cayeron (como consecuencia de la Crisis del 2007) fueron los energéticos frente a los productos agropecuarios y minerales (y metales), lo que supone que el análisis agregado puede llevar a equivocaciones debido a que tanto en el periodo de auge como en el de caída de los términos de intercambios no sean homogéneos, dando lugar a “ganadores” y “perdedores”, aunque exista una tendencia general.1
En la Gran Depresión existieron también divergencias en el impacto de los términos de intercambio. Bulmer Thomas (1998) resalta que los ganadores principales en este periodo fueron los productores de oro (Colombia y Nicaragua) y plata (México), mientras otros productores de minerales como Chile se unieron al club de los más afectados por la caída de los términos de intercambio.
Debido al diferente impacto que hemos podido apreciar en las variables hasta ahora analizadas, intentaremos en este apartado desagregar cuales fueron las principales similitudes y diferencias en la actuación de los gobiernos nacionales de la región latinoamericana, que también fueron claves a la hora de diferenciar la duración del impacto de ambas crisis.
Para entender como actuaron los gobiernos nacionales en la región, debemos recordar cuál era la situación de pre-crisis, un fuerte endeudamiento junto a los límites para la actuación que imponía la pertenencia al patrón oro, ambas condiciones implicaban una grado alto de rigidez en la actuación ante un shock productivo. De tal forma que una de las primeras soluciones, más o menos forzadas, fue la salida del patrón oro y la suspensión de pagos o moratorias. El primer país en salir del patrón oro fue Argentina recién comenzada la depresión en 1929, Brasil, Venezuela y Bolivia en 1931, Ecuador, Colombia, México, Nicaragua y El Salvador en 1932, para 1933 saldrían Chile Uruguay, Costa Rica, Haití y Honduras y por último, Guatemala en 1934 a la vez que lo hiciera Estado Unidos (Marichal, 2010). Tras esta ruptura con uno de los cuellos de botella que estrangulaba a los gobiernos, la dirección de las políticas económicas cambió y se produjeron elevaciones de los aranceles, depreciaciones de la moneda y por último, la suspensión del pago de la deuda. Bajo un contexto de contracción del comercio y los flujos de capitales, los Gobiernos apostaron por poner las bases de una estrategia de sustitución de importaciones.
La apuesta de los países por una política heterodoxa que se salía de lo marcado por la ortodoxia que imponía el patrón oro, les permitió remontar la situación, cosa que sucedió tanto para los países latinoamericanos como para aquellos europeos que también aplicaron una rápida salida del patrón oro, fueron aquellos que salieron antes de la Gran Depresión (como se observa en el cuadro 3, Gran Bretaña mejora antes su renta antes que Francia o EEUU). También existió en la región una fuerte variedad en la diversidad de las actuaciones. En Argentina no se dejaron de pagar las deudas, pero si se aplicaron políticas monetarias y fiscales expansivas. Brasil tuvo una política de lucha contra la caída de los ingresos por las exportaciones del café a través de ayudas internas, junto a esta política a partir de 1931 pudo incrementar su déficit fiscal, por último la llegada de Vargas supuso la entrada de políticas proteccionistas y la búsqueda de una política industrialista. En cambio, Chile que tuvo graves repercusiones por la caída del mercado mundial, aplicaron políticas muy ortodoxas lo que llevó a un proceso deflacionario que no se corrigió hasta su salida del patrón oro y la posterior moratoria de la deuda que permitió a Chile salir de la crisis.
Otros países como México o Cuba sufrieron más las conexiones que mantenía su economía con la norteamericana tanto en el comercio como en los flujos de capitales. Frente a los problemas cubanos para retomar la senda del crecimiento, México tuvo mayores oportunidades para la realización de políticas heterodoxas gracias a la buena situación de su deuda la cual ya había suspendido una década atrás.
En la Crisis del 2008, según Ocampo (2009) las economías latinoamericanas llegaron con unas estructuras económicas más fortalecidas por el periodo de expansión previo entre el 2003-2007, que se diferenciaba del periodo de auge previo a la Gran Depresión, como resaltan Ocampo (2009) y también Marichal (2011) por haber realizado políticas inteligentes y racionalizando el periodo de abundancia para poder favorecerse ante un posible shock. Una mayor estabilidad de las finanzas públicas y privadas, permitió a los Bancos Centrales reducir las tasas de interés y a los Gobiernos realizar políticas fiscales expansivas (Marichal, 2010). Habría que añadir el aprovisionamiento de reservas internacionales que hicieron los países que contrasta con la escasez que encontraron los países latinoamericanos en la crisis del 29, provocando la reacción de los países a limitar las importaciones.
Un análisis pormenorizado de las políticas que se aplicaron en el 2009 por parte de los países en América Latina y Caribe, es el informe realizado por la CEPAL (2009 a) para la Quinta Cumbre de las Américas, del cual se puede extraer que la gran parte de los países latinoamericanos aplicaron un fuerte política fiscal expansiva, predominando una política contracíclica. Algunos casos como los de Argentina, Brasil (en estos dos casos las políticas de gasto público y aumento de los subsidios junto a las políticas de Argentina de protección de sectores delicados y Brasil de las ayudas para la importación de productos claves, fueron muy destacadas), Chile (en el que se utilizó el Fondo de Estabilización Económica y Social por primera vez) y Colombia, se acompañaron de un abanico de medidas que engloban la política monetaria, las políticas de empleo, las sectoriales e incluso la política monetaria. México se centró en mayor medida en políticas sectoriales y de empleo, ante ciertos límites impuestos por sus acuerdos con EE.UU. Por tanto, fueron las políticas expansivas las que permitieron contrarrestar los efectos de la crisis del 2008, la velocidad con la que se revirtió la situación tuvo mucho que ver con el mejor aprovechamiento del auge de pre-crisis en la Gran Recesión que en la Gran Depresión, y una tendencia en los Términos de Intercambio favorables para esta región en el siglo XXI.
Añadimos una variable que exceptuando a Mateo, J. P (2015) y pequeñas anotaciones en Bulmer Thomas (1998) y Maddison (1988) no se hace hincapié entre los autores mencionados durante el texto.
De esta forma partiendo del concepto modificado de la desconexión (término acuñado por Samir Amin) que en su origen se utilizaba para denominar el desarrollo auto-concentrado como forma de deshacerse de la dependencia el centro económico (EE.UU y Europa), en este trabajo se centra en la desconexión del centro económico hegemónico (EE.UU y Europa) en favor de un nuevo centro comercial alternativo, es decir, dentro de un nuevo marco del comercio capitalista. Donde emerge un nuevo polo de hegemonía inversora-comercial en Asia (en concreto en China e India) junto a Rusia e Irán. Y como este nuevo centro económico modifica tanto en términos comerciales como de transferencia de capitales, los efectos de un shock exógeno para la región latinoamericana, dándole la posibilidad de virar de un centro a otro según su desarrollo interno lo necesite. Lo que no es incompatible con el problema de la inserción internacional dependiente de los capitales externos y de una estructura de productos primarios y sin desarrollo tecnológico, de la región.
Los datos permiten sostener esta interpretación, mostrando que los para 1929 4 países EE.UU, Gran Bretaña, Francia y Alemania representaban más del 50% de las exportaciones de la gran mayoría de los países de la región latinoamericana (cuadro A.3.). Siendo EE.UU y Gran Bretaña los socios principales de los que dependían en un porcentaje muy alto Colombia, Cuba y México, demostrando una fuerte dependencia de las exportaciones de un número reducido de socios comerciales y una fuerte debilidad de los países latinoamericanos ante una contracción de la demanda en sus principales compradores, como sucedió en la caída del comercio en la Gran Depresión.
Este escenario a cambiado drásticamente, y se aprecia esa desconexión del polo tradicional de los países occidentales hacia Asia (principalmente China y en menor medida la India). Llegando a representar, para algunos países de la región como Chile, casi el 50% de sus exportaciones. Siendo para toda América Latina y Caribe el porcentaje menor, pero la transformación del patrón de socios sigue siendo notable, habiendo pasado la cuota en las exportaciones de Latinoamérica de los países asiáticos del 5,3% al 17,2% en apenas 10 años, y lo que es más relevante si cabe EEUU ha pasado de representar el 59,7%, es decir más de la mitad, al 39,6% en el mismo periodo (cuadros A.4. y A.5.).
Los datos expuestos nos llevan a remarcar la relevancia de este cambio en los socios comerciales para entender las peculiaridades y diferencias entre la crisis del 2007 y la Gran Depresión. Dado que el nuevo centro comercial (alternativo) no sufrió tanto el impacto de la Gran Recesión y la demanda de estos países de productos primarios unida a un mantenimiento de los precios de estos productos, impidió que el mayor shock de la Gran Depresión, el shock comercial, actuara con la misma intensidad en América Latina. Como confirma CEPAL (2009b) “los países que más reforzaron su vínculo comercial con China y que lo hicieron a través de los productos básicos fueron los que obtuvieron mayores ganancias en los términos de intercambio”.
Faltaría añadir que los últimos problemas vividos por China y Rusia, con crisis tanto en sus bolsas de valores como en la capacidad de mantener el valor de sus divisas, puede en los próximos años cambiar la bonanza comercial de la región latinoamericana. Sin embargo, esto no cambiaría las conclusiones en la comparación entre ambas crisis económicas y su impacto en la región.
El trabajo tenía como objetivo comparar y extraer el porqué de las diferencias acaecidas entre dos shock exógenos que tuvieron un desarrollo paralelo de sus eventos. Tras el estudio de las distintas variables expuestas en el trabajo varias son las conclusiones extraídas.
La primera de ellas, los canales de impacto más importantes fueron: el comercio mundial, los términos de intercambio y la caída de la demanda de las exportaciones de la región. Prácticamente la totalidad de los autores, que en la primera parte del trabajo fueron referenciados, encontraban entre sus explicaciones estos canales.
Por otra parte, el impacto inicial sobre la región latinoamericana fue mayor durante la Gran Depresión que en la Gran Recesión, debido al prolongado empeoramiento de los términos de intercambio, que no se dio en la Gran Recesión, puestos que estos solo cayeron en el 2009. También que gracias al mejor manejo de los réditos del auge previo al actual shock respecto a la década de los 20s, los gobiernos pudieron aplicar las políticas contracíclicas con libertad, permitiendo impulsar a las economías latinoamericanas y contrarrestar los efectos de las contracciones en el comercio internacional y la caída de la entrada de remesas.
Por último, este trabajo pretende aportar pruebas al debate sobre las comparaciones de las dos crisis económicas y el contexto de cambio en la hegemonía del comercio y los flujos de capitales en el capitalismo mundial. Confirmando el papel ejercido por China y Asia en general desplazando y reduciendo la dependencia de la región latinoamericana del centro tradicional: los EEUU y Europa. Siendo esta variable junto al manejo de la política económica la que distingue la rápida corrección de los problemas de financiación y sobreacumulación de la actividad productiva de la región. De no haber sido de esta manera, hubiéramos estado ante una crisis más profunda con un incremento del desempleo, la desigualdad y la pobreza, situación en la que se encuentran los países desarrollados.
Quedan algunas preguntas abiertas acerca del modelo de acumulación de la región latinoamericana y su viabilidad, así como la debilidad de una estructura productiva dependiente del comercio exterior, tanto desde la demanda de sus productos primarios como de la necesidad de importar bienes de capital. Cabe resaltar que en los periodos previos a las dos crisis, la región presentaba un patrón de crecimiento a través de las exportaciones primarias, y sin embargo, tras la Gran Depresión la región inició un viraje hacia la sustitución de importaciones, dando lugar al nacimiento de una estrategia industrialista. En cambio, tras esta crisis parece que la región podría continuar con su patrón de crecimiento, lo que la dejará a merced de las impredecibles tendencias en los precios de las materias primas y la capacidad del nuevo centro comercial de seguir creciendo.
Por último, observando cómo tanto en la Gran Depresión como en la actual Recesión Latinoamérica tuvo que realizar políticas heterodoxas y aquellos países a los que les costó reactivar la economía fueron aquellos que eran reticentes a dejar de pagar la deuda, o eliminar de sus políticas la ortodoxia monetaria, debe ser tenido en cuenta por las instituciones Europeas y gobiernos europeos. Por primera vez las lecciones surgen en dirección opuesta, desde la Periferia al Centro, ¿Deberían los países del sur de Europa realizar moras o renegociaciones de la deuda? ¿Deberían salir del euro para poder realizar una política comercial y monetaria flexible? ¿No es la austeridad, entendida como la negación a utilizar políticas expansivas de gasto, la peor decisión para salir de la crisis y para las condiciones de vida de la población? Estas preguntas deben ser reflexionadas, en tanto en cuanto existen situaciones que contradicen la política económica realizada por el capitalismo occidental.
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