Revista académica de economía
con
el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
Rebeca Rodríguez Minor (CV)
rebeca.rodriguez@anahuac.mx
Universidad Anáhuac Mayab
Resumen
Hasta hace apenas un par de años, se consideraba a Brasil como una economía emergente con gran potencial para convertirse en uno de los grandes pioneros de las tendencias mercantiles internacionales en las próximas décadas. El pertenecer al exitoso acrónimo BRIC y la fortaleza interna que reflejaba la nación carioca hasta hace poco, le permitieron contar con el voto de confianza de grandes inversionistas extranjeros, quienes aportaron en gran medida al crecimiento económico interno. Sin embargo; hoy nos topamos con un Brasil debilitado en su economía y una sociedad inconforme entre la desigualdad del ingreso, servicios básicos deficientes y gastos excesivos gubernamentales en imagen pública e infraestructura deportiva. La potencialidad brasileña está en duda. Vale la pena hacer un balance general sobre la realidad interna por la que atraviesa Brasil, impulsando nuevas perspectivas sobre su capacidad como economía emergente en los próximos años.
Palabras Clave: Brasil – BRICs - economías emergentes – potencialidad - perspectivas.
*Criterios de clasificación JEL: Área: F- Economía Internacional. Códigos: F01 y F02.
Clasificación UNESCO de 6 dígitos: 531005
Abstract
Only just a few years ago, Brazil was considered as an emerging economy with great potential to become one of the great pioneers of the international commercial trends, for the following decades. Being part of the usual BRIC acronym and due to the internal strength that Brazil reflected in recent years, this country was able to get huge amounts of foreign investment that mostly contributed to domestic economic growth. However; nowadays we came across a weakened Brazilian economy, combined with an upset society, struggling among unequal income, deficient basic services and an overspending government that uses the budget in public image and sports´ infrastructure. It seems that Brazilian potential is declining. Thus, it is worth to make a balance in regards to inner reality, to promote new perspectives on its capacity as an emerging economy in the years to come.
Key Words: Brazil – BRICs - emerging economies – potentiality - perspectives.
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Rodríguez Minor, R.: "El Brasil de hoy", en Observatorio de la Economía Latinoamericana, Número 199, 2014. Texto completo en http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/br/14/economia-brasil.hmtl
1. INTRODUCCIÓN
El análisis interno de la realidad brasileña, se vuelve un imperativo categórico en la actualidad, toda vez que se trata de una de las naciones que más han impactado los flujos de inversión y estrategias de mercado a escala global en los últimos años. Su crecimiento económico y los proyectos internos para el impulso de la productividad nacional a largo plazo, le han permitido al país carioca, ser identificado como una de las economías emergentes más potenciales del planeta. Sin embargo; a últimas fechas el desempeño brasileño se ha vuelto motivo de análisis y reflexión, toda vez que su ritmo de crecimiento se ha desacelerado considerablemente y no hay pronósticos de mejoría sustancial a futuro.
Los compromisos internacionales asumidos por el gigante sudamericano, como el Mundial de Futbol 2014 y las Olimpiadas para el 2016, ponen en duda la capacidad financiera que tendrá Brasil, tanto para poder sostener su economía, como para recuperar las inversiones sobredimensionadas que está destinando a estos proyectos. El descontento social que esto ha generado, sumado al poco carisma de la presidenta en turno, Dilma Rousseff, no benefician el panorama para esta nación en los próximos años.
Esta investigación se centra en poder entender la realidad del Brasil actual en diversos ámbitos, desde el económico, el comercial, el social y el político, creando una plataforma integral que nos lleve a concluir perspectivas sobre el porvenir de esa gran nación.
2. DESARROLLO
Economía
Brasil logró un crecimiento económico destacable desde principios de este nuevo siglo y por lo menos hasta la explosión de la crisis económica del 2008. Las políticas económicas consistentes, aplicadas desde los dos mandatos dirigidos por Fernando Henrique Cardoso y los dos consecuentes, comandados por Lula Da Silva, se reflejaron de manera destacable, no solo en cuanto a los alcances de crecimiento, sino en la inclusión social. A lo largo de la primera década del 2000, el PIB per cápita brasileño se incrementó considerablemente, gracias en gran medida, a la participación en el mercado del trabajo y de consumo, con políticas sociales para la distribución más equitativa del ingreso, la expansión del crédito, y de valorización del salario mínimo. Otro factor que aportó en gran medida a éste repunte económico, fue la valorización internacional que gozaron las exportaciones brasileñas de los llamados commodities.
Como resultado de esto, observamos un repunte interesante del sector primario en los últimos años y una tasa media anual de crecimiento en la productividad de la industria extractiva brasileña, del petróleo y el gas natural de más del 80%. De hecho, los derivados del petróleo y los biocombustibles han alcanzado hasta un 160% de crecimiento (De Negri & Cavalcante, 2013 y Ordoñez & Rosa; 2013).
Sin embargo; desde la llegada de la crisis del 2008, varios sectores cruciales de la producción en Brasil, han sufrido un impacto negativo. Tal fue el caso de los precios de los minerales o la industria de la transformación, que no alcanzaron el 6% en su tasa media anual de crecimiento en productividad.
Un ejemplo de la desaceleración industrial brasileña, es el descenso drástico en la producción de hierro que se ha registrado recientemente. Con relación al 2011, la exportación brasileña de hierro a China en el 2013, bajó un 24%, lo que ocasiona que muchos consumidores asiáticos sientan una gran preocupación al no poder satisfacer su demanda. (GloboNews; 2013)
Esto nos refleja que la economía líder en el Cono Sur, ha sido poco constante y dispar en su crecimiento. Algunos sectores reflejan un alza considerable -muchas veces atribuible a factores internacionales, más que al propio desempeño de Brasil-, pero muchos otros tuvieron un avance mediocre en los últimos años, que impidieron al país mantener la espiral económica positiva que los caracterizaba hasta antes de la crisis mundial.
En términos generales, el desempeño económico de América Latina ha sido mediocre y Brasil no es la excepción. La baja productividad es el núcleo del problema. Como lo aclara Ferreira (2013), el crecimiento económico en los últimos treinta años en Brasil tiene su base en la acumulación de los factores de la producción y no en el crecimiento de la productividad total de los factores. (Ver Tabla 1)
Este hecho mantiene al país en una posición vulnerable y sin sostenibilidad de su propio sistema y esto explica en gran medida el porqué de la drástica y sorprendente desaceleración económica que el país carioca sufre hoy en día.
Sobre el costo de la vida en Brasil, se percibe en los últimos años un incremento exorbitante en varios sectores, lo que origina el catalogo internacional del país como “caro”. Comparado con otras naciones de mediano ingreso, Brasil es increíblemente pobre en el valor del dinero. Los autos o aparatos electrónicos domésticos de consumo duradero, alcanzan al menos el 50% de mayor costo, con relación a las otras naciones. Los insumos diarios de consumo, presentan todavía cifras de costo mucho más alarmantes y por si fuera poco, los precios de la vivienda han sufrido un crecimiento impresionante, llegando a más del 200% en zonas de Río de Janeiro. (Schmidt & Castellani; 2013)
En gran parte, el problema de los costos en Brasil, se debe a que su moneda, el real, se mantiene como una de las más sobrevaluadas del mundo. El consumo en Brasil tiene una tasación de impuesto muy elevada y estas altas tarifas presionan los precios de las importaciones a la alza también. La tasación general correspondiente a un 36% del PIB, es mucho mayor que en muchos otros países en desarrollo. Los impuestos a la nómina del 58% del salario, son más altos que los de cualquiera de las economías grandes. Los consumidores están sobresaturados. Después de una época de bonanza en crédito y consumo, hoy comienzan a sufrir el direccionamiento del 21.5% de su ingreso familiar al pago de deudas. (The Economist; 2013)
Por otro lado, los precios del flete y transportación de productos en Brasil, son muy altos debido a las pésimas condiciones de las vías carreteras y de la limitada oferta de rutas férreas. A eso se suma la inseguridad de la transportación de mercancías, ante los altos índices de criminalidad existentes en la nación.
Finalmente, es importante no dejar pasar el hecho de que la economía brasileña en tres años pasó de un crecimiento de alrededor del 7%, a un proyección del 2.5% para el 2013 según el FMI. Varias calificadoras internacionales ahora dudan de los alcances y virtudes reales de la economía brasileña, toda vez que no posicionan en un muy buen lugar a la deuda brasileña, y con ella a la de sus empresas como PETROBRAS. La calificadora Moody´s; por ejemplo, considera que Brasil, aunque sigue teniendo un buen grado de inversión potencial, ha reducido el panorama crediticio de su deuda soberana, de una posición de “positivo” a “estable”. El gobierno brasileño no muestra mucha preocupación al respecto, confiando en que su economía se recupera poco a poco. (Cohn, 2013)
La cuantía de las exportaciones brasileñas se duplicó con creces entre 1998 y 2008. A pesar de sufrir una involución con la reciente crisis, en 2009 se recuperó rápidamente y, en 2011, volvió al nivel observado en 2008, que siguió una tendencia de crecimiento. Así, la crisis parece haber afectado solamente el importe acumulado de las exportaciones – siempre considerado a precios constantes-.
En la comparación entre 2008 y 2011, Brasil presenta una redirección obvia en sus ventas externas; sobre todo para las regiones menos afectadas por la crisis, que ha contribuido a la recuperación de las exportaciones totales cariocas. En este sentido, América del Sur se ha convertido en el destino más importante de productos brasileños, por porcentaje de participación.
En relación al tipo de productos que exporta la economía brasileña, se observa que a partir del 2006, el sector primario (agrícola) tuvo un repunte considerable. Esto sucedió cuando la evolución de ventas de los llamados productos básicos pasó a ser muy superior a las de otros grupos de productos. Después de la crisis, esta diferencia se acentuó aún más.
Según Nelson Marconi (2013), en 2011 las ventas externas de los productos fabricados de tecnología baja y media baja y los de fabricación en media alta y alta tecnología se encontraron en un nivel ligeramente más bajo que el nivel observado en el período previo a la crisis. Sólo los productos clasificados dentro del grupo de los commodities procesados, registraron, además de los productos primarios básicos, un importe de ventas superior a la observada en 2008. Como consecuencia, el porcentaje de participación de bienes primarios y procesados en las ventas externas (valores siempre constantes) es actualmente mayor (54,6%) que la fabricación de baja, media y alta tecnología.
Los productos exportables más afectados, fueron los fabricados a media alta y alta tecnología, especialmente los automóviles, partes y otros medios de transporte. Se trata precisamente de los bienes manufacturados con alto valor agregado y contenido tecnológico y, por tanto, con mayor capacidad para promover la productividad industrial y consecuentemente toda la economía.
Después de 1998 y antes de la crisis del 2008, el escenario brasileño expuso algunos cambios importantes en su dinámica comercial: a) el ascenso de China como un mercado para las exportaciones primarias; b) la reducción de la participación de las exportaciones de materias primas derivadas para Europa y Estados Unidos -principalmente de los medios de transporte-.; y c) la reducción cada vez más aguda de la participación de Brasil en las exportaciones de sus productos manufacturados a los Estados Unidos, que ya estaba en declive desde 2003. La consolidación de esta tendencia puede convertirse en un problema para la estructura productiva y el crecimiento de la economía brasileña toda vez que la base industrial del país no se fortalece, sino que por el contrario, las exportaciones se re-direccionan hacia el sector primario. (Marconi; 2013)
Al igual que México, Brasil requiere de una reestructuración profunda de su sector laboral. Por un lado, el pago de pensiones asciende al 3% del PIB en Brasil, mientras que para los países ricos de la OCDE, ésta suma oscila en el 1%. El sistema de pensiones es obsoleto y está consumiendo poco a poco las ganancias internas del país, debido a que las concesiones otorgadas a los pensionados del sector público, consideran montos de pago casi equiparables al sueldo completo que el trabajador percibía como activo. Dichos pagos son vitalicios y contemplan tanto al trabajador, como a su pareja, en dado caso que el pensionado titular fallezca. Bajo este régimen, una pensión puede prolongarse por más de 35 años, gracias a la extensa expectativa de vida de la que goza la sociedad brasileña (73 años promedio), superando aun los montos que el propio trabajador logró acumular a lo largo de su carrera profesional.
A esto hay que sumar el hecho de que Brasil es considerado uno de los países donde cuesta más trabajo encontrar trabajadores con las habilidades y preparación necesaria para cubrir los puestos laborales requeridos por las empresas de alto nivel. Desde el 2003 el costo unitario laboral se ha duplicado, comparado con una inflación del 67%. (The Economist; 2013)
La educación es el sector donde más gasta el gobierno brasileño, invirtiendo el 5.6% del PIB. Para el 2020 se planea elevar hasta el 10% está inversión, pero para entonces, las generaciones que hicieron crecer a Brasil estarán ya en edad de retirarse, dejando un vacío de buen ingreso para el país. Esto ocasionará un abismo de flujo monetario donde se gastará la mayoría del dinero en dos sectores del país que no generarán ingresos.
Los problemas sociales de Brasil están a la orden del día. Las manifestaciones se han vuelto práctica común y muchas de ellas llegan a ser violentas pruebas del descontento popular. Y es que las expectativas del pueblo brasileño no han sido satisfechas. El periodo de bonanza lamentablemente no alcanzó a todos, y, aunque es destacable el progreso logrado hasta ahora, no se puede dejar de mencionar que poco más del 20% de su población vive en la pobreza. (Davies, 2013)
Durante el 2013, nos dimos cuenta que el milagro brasileño estaba distante de ser perfecto, miles de personas salieron a las calles, y lo siguen haciendo, para reclamar gastos del gobierno en hospitales y escuelas; no en estadios y magníficas instalaciones deportivas.
Un ingreso per cápita de $12,100 dólares no es suficiente para afrontar el nuevo estilo de vida derivado del "progreso". Como mencionábamos en la sección de Economía, Brasil se ha convertido en un país muy caro. Tiene un tasa de inflación del 5.4% (CIA, 2013), pero en algunas ciudades como Río de Janeiro y Sao Paulo, los costos de vida han escalado proporciones excesivas, siendo el mercado inmobiliario el mejor ejemplo, con un incremento de hasta 200% en los precios de las viviendas.
La percepción de la gente es importante. En todo el mundo, el ánimo de sus habitantes dicta el rumbo que generalmente sigue su país. Mientras que en las economías en descenso la sensación de la gente es de pesimismo, en las que van en ascenso es todo lo contrario, y hasta hace poco, en Brasil no se percibía nada que no fuera optimismo. Sin embargo; los indicadores señalan que esto ha cambiado. Las proyecciones para el país ya no son las mismas, y eso lo han notado los brasileños.
En un estudio hecho por Amartya Sen y Joseph Stiglitz (Ver en IPEA; 2012), para medir si el progreso de Brasil impulsado a partir del fin de la recesión del 2003, terminó en el 2012, se concluyó que:
La nota media de la felicidad brasileña al 2011 (según la Gallup World Poll) fue de 7.1 en una escala del 0 al 10; lo que coloca a Brasil en el 16° lugar entre 147 países. Con respecto al 2010, la nación subió algunas décimas en esta nota, pues la percepción de ese año correspondía al 6.8. Esta misma investigación demostró que la satisfacción de vida de quienes viven con más de 10 salarios mínimos, es de 8.4, contra el 6.5 de quienes viven apenas con el mínimo. Quienes no perciben un ingreso ponen una nota mínima del 3.7 sobre su percepción de la felicidad. A pesar de ser pobre, la región que aparece más feliz en el estudio es la del Noreste, con una nota media del 7.38. Si esa región fuera un país, se encontraría en la 9ª posición de la escala a nivel global. Entre Finlandia y Bélgica. Las notas medias de las demás regiones son de 7.37 para el Centro-Oeste, 7.2 para el Sur, 7.1 para el Norte y 6.68 para el Sureste. (IPEA; 2012)
Los indicadores de felicidad de Brasil, muestran avances en la percepción de los brasileños entrevistados en sus casas. Lo que significa que el logro en esta materia no es sólo objetivo, sino subjetivo. A pesar del retroceso en el avance económico brasileño medido por el PIB en 2012, comparado con el periodo “de oro”: post-recesión del 2003, la mayoría de los atributos deseables sociales, no sólo se mantuvieron sino se ampliaron.
2.4.1 Contienda Electoral
En el primer trimestre del 2013, Dilma Rousseff contaba con el 65% de aprobación entre los votantes sobre su gobierno. Sin embargo, para junio el índice de aprobación gubernamental bajó hasta un 30%; logrando un pequeño repunte en septiembre al 38%. La popularidad de la figura máxima carioca, se mantiene muy inestable y polémica; en gran medida debido a que la presidenta brasileña no tiene el mismo carisma que poseía Lula Da Silva y eso se refleja en la reacción social que hemos visto con las protestas en las calles en últimas fechas. Ella, a diferencia de su antecesor, nunca ha logrado hacer una conexión personal con el electorado y ese hecho es de mucho peso para las próximas elecciones del 2014. Existen rumores de que se trata de un gobierno arrogante, antipático, inexperto y rígido que ha restado votos aun en su propio partido político. (Joyce; 2013)
Aun cuando los pronósticos siguen dando la ventaja electoral a Rousseff, esto comienza a revertirse ante sus contrincantes adversarios que han logrado a últimas fechas, despertar el interés de la comunidad. Aunque el pronóstico electoral siga muy inclinado hacia la reelección presidencial, la actual presidenta tiene que repensar sus estrategias de campaña, que le permitan reforzar su imagen y popularidad.
En la formación del cuerpo político brasileño tenemos varios eslabones que generan polémica. Un poco más de un tercio de los congresistas en Brasil tienen acusaciones por corrupción, mayormente por compra de votos, sobornos y/o fraudes.
Aunque los brasileños hagan una limpia y correcta votación, muchas veces se pueden ver afectados por un mal sistema de votación. Cada estado está representado por 3 senadores, pero estos mismos escogen a sus subordinados que son los que implementan todo el plan de acción a lo largo de su mandato.
Las acusaciones son raramente investigadas, gracias al método y contratos que tienen los gobernantes, que dan muchísimas facilidades para evitar problemas sin importar la acusación.
Aparte de la corrupción en la profesión de varios políticos, hay otro problema que alarma a los ciudadanos y atenta contra la economía del país. Los salarios y beneficios de los políticos son ridículamente excesivos. Por ejemplo, hay 513 miembros en el congreso, y el gasto para estas personas es más o menos de 1 billón de reales. Esto incluye un salario de 365,000 reales, vales de despensa, casa, vuelos, vales de gasolina y seguro médico para ellos y cada uno de los miembros de su familia. Los senadores, de hecho, cuentan con un seguro médico para ellos y su familia por el resto de sus vidas. (The Economist; 2013)
Como vemos, los excesos políticos, el abuso del poder y la corrupción, son factores característicos de economías subdesarrolladas que, aunque emerjan potencialmente, se contraponen y obstaculizan en sí mismas, gracias a los usos y costumbres arraigados en su propia sociedad.
Brasil, se ha encargado de llevar la batuta en la agenda internacional en la última década, y se ha erigido como el líder indiscutible de todos los estados que conforman el Cono Sur del continente. Económica y políticamente ha promovido acuerdos, alianzas y sociedades en pro de la unión de los países latinos vecinos, y se ha encargado de animarlos para buscar una mayor integración.
Estamos en una época de acuerdos de todo tipo. Desde tratados de libre comercio, hasta uniones económicas como la que ha llevado a cabo la Unión Europea. En ese rubro, América Latina ha mostrado avances, aunque fragmentados. Existen varios bloques interregionales de relevancia, y el que más se destaca por su tamaño e influencia, es el MERCOSUR. ¿Quién lo lidera? Brasil.
Podríamos afirmar que el liderazgo logrado por Brasil, en términos de política exterior, se dio bajo el mandato de Luis Ignacio Lula Da Silva. Con su activismo en la región y su personalidad motivante, logró una enorme plataforma en términos integracionistas y de diversificación de mercados, donde su canciller Celso Amorím, tuvo mucho que ver. Sin embargo; a la entrada de Dilma Roussef a la presidencia, las cosas cambiaron. La región pasó de tener un líder todo carisma a una personalidad más cauta y minuciosa. Por supuesto que ante el panorama de organizar las justas deportivas que más esfuerzo requieren, se ha tenido que volcar la atención a casa, dejando en segundo plano a las colaboraciones entre distintos gobiernos, lo que se traduce en un enfriamiento de las relaciones interregionales y, por ende, de la imagen líder del país carioca.
A la luz de la crisis económica que comenzó en 2008, varios países desarrollados están reduciendo sus gastos militares, mientras que los grandes países emergentes tienen la intención de mantener su gasto militar en trayectoria ascendente. Brasil, en particular, se encuentra entre aquellas potencias emergentes que aspiran a ampliar su capacidad militar en las próximas décadas.
Documentos oficiales en el área de la defensa nacional brasileña insisten en la necesidad de construir un poder militar consistente con la capacidad económica, la extensión territorial y población del país, así como en el objetivo de asegurar y ampliar el papel de liderazgo regional en su zona estratégica de influencia. Existe hoy en día, un reconocimiento explícito en Brasil de que la actual estructura de defensa nacional responde a las necesidades impuestas por la Constitución Federal y permite que el país persiga una participación más significativa en la escena política internacional.
Actualmente, el gasto militar de Brasil ya supera el de Italia y en el 2016, será equivalente al 67% de los gastos de Alemania (ahora en 2012 equivalente a 48,8%), 49% de Francia (frente a 37,9% en 2012) y el 34,7% del Reino Unido (frente al 23,2% en 2012). (Da Silva & Fracalossi, 2013)
El pronóstico indica que las principales potencias occidentales probablemente reducirán sus gastos en equipo militar en los próximos años, mientras que los países BRIC aumentarán sustancialmente estos mismos gastos. Este movimiento denota una intensificación del proceso de modernización de las fuerzas armadas de los países emergentes, en contraste con un relativo estancamiento o incluso la reducción en el stock de equipamiento militar de las potencias occidentales, a pesar de la conservación de su superioridad tecnológica.
China y Rusia pueden reducir la distancia de sus capacidades militares en relación con los Estados Unidos, mientras que Brasil e India, que compiten en un nivel inferior, pueden consolidarse en comparación con otras potencias como Francia, Reino Unido o Alemania.
Sobre las relaciones de seguridad en el continente, los datos más comúnmente utilizados son los gastos militares y su proporción en relación con el PIB. El gasto militar de Brasil, en todos los años en la lista, representan más de la mitad del gasto militar total en todo el Cono Sur. Las dimensiones del país ameritan tal gasto proporcional.
3. CONCLUSIONES
Sobre los sectores económico y comercial, podríamos considerar las siguientes perspectivas:
- Los Estados Unidos han perdido relevancia como destino de las exportaciones brasileñas; mientras China se ha convertido en un importante socio comercial, particularmente en lo referente a los productos primarios. Sin embargo; la estrategia comercial brasileña dirigida a un mercado tan demandante como el de China, puede estar mal proyectada. El país asiático cuenta con una estrategia que parece inclinarse más hacia la importación y exportación de productos básicos con mayor valor agregado, sin demandar la importación de grandes volúmenes de productos manufacturados de Brasil. De mantenerse esta tendencia, la economía brasileña asumiría una posición de mero proveedor de materias primas a China.
- La fuerte dependencia comercial con respecto a un solo país no es una buena estrategia, ya que, por ejemplo, la reciente reducción de las tasas de crecimiento chino, afectan directamente la evolución exportadora de Brasil. Cuanto mayor sea el contenido tecnológico incorporado en los productos, cuanto más baja la participación de China y otros países asiáticos en las exportaciones brasileñas.
- La región de más rápido crecimiento en el mundo: Asia, -incluida China – necesita de los productos primarios brasileños; las regiones que requieren más productos manufacturados, con la excepción de América del Sur, son aquellos que han sufrido los efectos de la crisis. Este es un gran obstáculo para el éxito de una estrategia que busca evitar la redirección de su producción al sector exportador primario. Aun cuando el mercado interno ha adquirido mayor relevancia en la disposición de los bienes manufacturados, las tendencias comerciales alcistas sobre productos agrícolas, afectan directamente la industria nacional.
- Las exportaciones manufactureras brasileñas están descendiendo; factor que pone en jaque los empleos y salarios y agudiza el problema del costo de vida. Sin el aumento de la productividad en el país carioca, es poco probable que éste país logre mantener su ritmo de crecimiento como hasta hace poco lo mantenía con éxito. Sobre todo por todos los factores que se involucran, incluyendo la burbuja del valor de la vida que se originó en la época de bonanza brasileña y que hoy cobra la factura, ante el encarecimiento de la vida de sus habitantes.
- La disparidad en los ritmos de crecimiento, se refleja principalmente en la industria. Si Brasil pretende retomar su curso hacia la potencialidad internacional, como lo pronosticaba Jim O´Neil con el acrónimo BRIC, requiere, como ya hemos mencionado, de una fuerte inversión integral en productividad interna, que disminuya las falsas expectativas de crecimiento y la volatilidad del comportamiento productivo sectorial, así como la dependencia del país a los precios y/o coyunturas internacionales, que lejos de apoyar a la economía, la convierten en un foco vulnerable y poco predecible sobre la sustentación de su propio modelo.
- La desaceleración de los mercados internacionales como el de China y la expansión monetaria estadounidense, originan un pronóstico bajo de crecimiento para las economías emergentes en los próximos años. Brasil no es la excepción.
Con respecto al desempeño social y político, podemos concluir que:
- Entre más crece la clase media brasileña, más consciente es ésta sobre la situación interna del país. Las protestas civiles incesantes demuestran el grave descontento social por la desigualdad económica, el costo de vida, los servicios marginales y la infraestructura básica incipiente, en contraste con las estructuras industriales imponentes que hoy se construyen para los eventos deportivos por venir.
- El gobierno brasileño debe impulsar una relación más estrecha con la gente, cuidando el bienestar social y no sólo la imagen internacional del país. Los brasileños notan los cambios, son cada vez más demandantes de una buena calidad de vida, de una eficiente productividad interna y de un gobierno transparente que de prosperidad a los brasileños.
- No se debe olvidar que el ser una economía “emergente” implica que todavía existe mucha vulnerabilidad y debilidad en sectores internos clave. En este sentido, el gobierno brasileño debe fomentar la equidad, atendiendo todos los ámbitos que componen su estructura nacional. No sólo se trata de ver por el sector económico y comercial, sino que el gobierno debe priorizar la canalización de los recursos del progreso hacia el bienestar social; por medio de la profundización de los programas sociales (como el de Bolsa Familia) y el seguimiento a estrategias permanentes en materia educativa, cultura y de salud. El desatender estos rubros, pudiera traducirse en una desestabilización social de tal envergadura, que bien pudiera poner en riesgo la propia potencialidad de la nación.
- En cuanto a la política exterior, todas las amenazas tradicionales a la seguridad en el continente sudamericano se relacionan con las disputas fronterizas, históricas o territoriales. Aunque normalmente se buscan soluciones por medio de la negociación pacífica, siempre es un desafío lograr la cooperación e integración, para evitar los conflictos armados. Además de las amenazas tradicionales, desde los años ochenta nuevas amenazas, causadas por nuevos actores, han ganado fuerza en la región sudamericana, tanto de carácter nacional como transnacional. La asociación de la guerrilla con el crimen organizado (narcotráfico, tráfico de armas y lavado de dinero) en algunos países andinos son medulares en la agenda de seguridad regional, pues se cuenta con elevados índices de violencia y peligro latente entre las fronteras de los países circundantes. En este sentido, el papel brasileño en la defensa regional es primordial, especialmente desde el término de la guerra fría y el cambio en los patrones de relación con Argentina (su principal rival subregional).
- La distribución de los recursos de poder tradicionales de los países sudamericanos revela que, en cuanto a la población, el territorio y el PIB, la participación de Brasil contribuye con casi la mitad de los recursos de todo el subcontinente. Por lo tanto, en cualquier relación bilateral de Brasil con otro país sudamericano, el peso de Brasil siempre se presenta bastante superior a la contraparte; factor que influye en la caracterización del país carioca como una gran potencia regional.
- El nivel de integración regional que maneja la nación carioca, se considera a nivel medio, puesto que las políticas adoptadas toman en consideración el ambiente regional, pero no hay prácticamente ninguna intención formal en un futuro cercano, de ceder soberanía a favor de las instituciones regionales que se están consolidando. (Desiderá, 2013)
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