Revista académica de economía
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el Número Internacional Normalizado de
Publicaciones Seriadas ISSN
1696-8352
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Joaquín
R. Ledesma
Pontificia Universidad Católica Argentina
Universidad de Belgrano
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Ledesma, Joaquín R.: "El dilema económico argentino: Las ideologías en pugna" en Observatorio de la Economía Latinoamericana Nº 30, agosto 2004. Texto completo en
http://www.eumed.net/cursecon/ecolat/ar/
La actividad económica admite múltiples enfoques y juicios de valor. El “popular” donde prima el rol de cada uno de nosotros en la estructura productiva (activo o pasivo, trabajador en relación de dependencia o autónomo, empresario), el sector donde se localiza la actividad y los resultados obtenidos según las políticas aplicadas en la experiencia argentina. El “periodístico”, el “ideológico”, el “sociológico”, el “político o normativo” y el proveniente de la “economía como ciencia”. Todos son importantes, partes de la realidad pero diferentes. El último, intenta plasmar en juicios técnicos las enseñanzas de la observación empírica. La gran tarea es diferenciar lo casual de los causal para nos sacar conclusiones equivocadas.
¿Argentina es un país rico?
Todos nosotros hemos escuchado (o sostenido) que argentina es un país rico.
Que tiene fuertes extensiones de tierra fértil y pocos habitantes. No
participó en los grandes conflictos mundiales ni tampoco tiene conflictos
étnicos. Pareciera, a primera vista, que son las condiciones suficientes que
aseguran el desarrollo de un país. En la actualidad, la observación y el
análisis empírico prueban que esta no es nuestra realidad.
Argentina: país de
contrastes.
Primero. Entre el crecimiento de la población y de la oferta de
trabajo y la producción de bienes. El ciclo económico muestra – en los
últimos treinta y cinco años -una incapacidad para crecer en forma
sostenido. Años positivos se esterilizan con años negativos. Pero la
población siempre crece y la parte de ésta que desea trabajar lo hace a una
tasa mayor.
Segundo. La existencia de altos niveles de ingresos en un bajo
porcentaje de la población y niveles de ingresos comparables a los países
más pobres del mundo. La realidad muestra que el cincuenta por ciento de
nuestros habitantes son pobres e indigentes. Pero también que tenemos
sectores de ingresos similares a los países desarrollados.
Tercero. Record de producción de alimentos con máxima pobreza y
muerte por desnutrición. Esa misma realidad muestra que nuestra capacidad de
producción alimentaria se ha multiplicado varias veces. Pero también que
diariamente mueren niños por desnutrición. En nuestra sociedad pueden
sacarse fotos similares a los centros más ricos y poderosos del mundo y a
los más atrasados, pobres y primitivos.
Cuarto. El acceso a los servicios de salud de la población se
deteriora, pero el de los animales se desarrolla. La realidad muestra un
deterioro en los servicios públicos de salud. Pero la realidad también
muestra-en los grandes centros urbanos- un creciente mercado de “mascotas”
con servicios de salud privado.
Toda realidad tiene causas que la provocan.
En la economía también, pero no es fácil de identificar por el desfasaje
temporal de los efectos de las políticas económicas aplicadas. Esa
realidad-que no siempre se acepta- tiene evidencias empíricas de
“hiperinflación” y de “hipar-endeudamiento”. La evidencia muestra que no
pagamos la mitad de la deuda, estamos fuera del mercado de capitales
internacional por el alto riesgo, tenemos un alto nivel de desempleo pero,
simultáneamente, no se registran tasas de inflación comprometedoras, y
además, se registran precios satisfactorios de exportación (renta
soja-petróleo), pero la sociedad continúa totalmente fragmentada en su
estructura socio-económica.
Todos nos preguntamos por qué.
Cada uno tiene su respuesta en función de su propia percepción. La
mayoría busca la solución en la economía. Aquí se localiza el error del
diagnóstico. Si fuera un problema solo instrumental habríamos encontrado la
solución. Ningún país del mundo tiene tres ministros de economía en una
semana. Más aún la primera economía del mundo no tiene ministro de economía.
M.Olson nos dice que cuando uno se pregunta:¿ por qué algunas naciones son
ricas mientras otras son pobres?,la idea clave es que las naciones producen
dentro de sus fronteras no aquello que la dotación de recursos permite, sino
aquello que las instituciones y las políticas públicas permiten”.
El Mundo.
Desde nuestra infancia tenemos una visión del mundo en relación de la
superficie territorial y división política de los estados. ¿Es esta visión
válida para el análisis de la economía internacional? No.
Si el mundo lo construimos en función de la
población que tienen los
países la imagen cambia totalmente. Solo dos países-China e India- tienen el
38 % de la población.
Si el mundo lo construimos en función del producto y riqueza que generan los países, la figura es totalmente diferente. Estados Unidos y Japón representan el 45 %. Si cruzamos ambas variables y obtenemos el ingreso per cápita, resulta que el dieciséis por ciento de la población genera y disfruta del ochenta por ciento de los bienes y servicios. Y en el otro extremo el cuarenta por ciento de la población solo genera y disfruta del tres por ciento. El contraste es evidente. Países con un ingreso per cápita de más de cuarenta mil dólares conviven con otros países de ingreso per cápita de cien dólares anuales.
Los acuerdo post-segunda
guerra mundial llamados de Bretton Woods diseñaron un nuevo orden económico
a favor de la liberación del comercio (eliminación de fronteras) como
estrategia para alcanzar el desarrollo. Las Organizaciones Internacionales
que los condujeron toman sus decisiones en función del peso que tienen en el
“mapa económico” que aquí explicamos. Cada país no tiene un voto. Eso pasa
en Naciones Unidas y otros organismos políticos. Pero no en los de
naturaleza económica y monetaria.
Esta organización logró un crecimiento de la economía mundial sin
precedentes. Pero después de cincuenta años la Cumbre del Milenio se propone
como primer objetivo reducir ( para el 2015) a la mitad la población
indigente.
Contraste Mundial. En la época de mayor producción de bienes descubrimos que
tenemos la mayor cantidad de pobres. Sin duda habrá que analizar la
complejidad del fenómeno. Por un lado el incremento de la población mundial
es relevante: de casi dos mil millones en 1950 pasamos a seis mil
trescientos millones en la actualidad. Es impresionante . Pero además el
mundo no tiene una sola matriz institucional y tampoco de producción de
bienes y servicios. Las matrices de los países desarrollados se diferencian
totalmente de las existentes en los países subdesarrollados.
El País.
Argentina no lograr generar un esquema de crecimiento sostenible a largo
plazo. Si analizamos los últimos treinta y cinco años podemos observar una
tasa acumulada promedio del 1.3 % anual en la cantidad de nuevos bienes y
servicios producidos. Por su parte la población, creció a una tasa anual
promedio del 1.9 %. Esta tasa es superior a la de los países desarrollados –
cuya pirámide poblacional envejece- pero es menos de la mitad de los países
en desarrollo. Pero el cruce las ambas variables nos indica una caída del
ingreso per cápita a una tasa anual promedio del 0.6 %. En términos simples,
podemos decir que la generación de bienes y servicios es menor que la nueva
cantidad de población.
Si la última variable la localizamos solo en la población económicamente activa (PEA), es decir la cantidad de personas que trabajan y desean trabajar sobre el total de la población, podemos decir que este coeficiente en los últimas décadas creció en forma más rápida que el empleo. La crisis de 1995 profundiza la brecha que implica mayor tasa de desempleo. Es decir que todos los años, los nuevos trabajadores tienen dificultades crecientes para lograr su primer trabajo. Al finalizar la década del 70, la cantidad de personas que componían la oferta de trabajo era de ocho millones seiscientos mil. La cantidad de puestos de trabajo que demandaba el sistema productivo eran ocho millones trescientos mil. El desempleo solo trescientos mil es decir el 3.5%. En la actualidad la oferta de trabajo es de quince millones de personas. El sistema productivo no tiene experiencia para generar este nivel de empleo productivo.
Resultado. Pobreza, Indigencia e Inequidad.
La inequidad es mayor al ampliarse la población en situación de pobreza e
indigencia. Así surge una deuda social sin precedentes. La mitad de la
población se transformó en pobre. Casi una cuarta parte es indigente.
Como contrapartida un veinte por ciento disfruta del cincuenta por ciento
del ingreso, mostrando un sistema regresivo de distribución. Sino se rompe
esta incapacidad para crecer y ampliar el mercado de trabajo productivo, la
pobreza continuará afectando a una mayor proporción de la población.
Situación insostenible en un país con las expectativas culturas y sociales
como argentina.
Ningún esquema económico funciona en el vacío político-institucional. Es
necesaria una dirigencia argentina gestadora de un proyecto político
compartido, e implementado en una formula concreta, que supere la primacía
de los intereses corporativos de corto plazo. Pero además se requiere un
“recipiente institucional” que establezca las reglas de juego de las
diversas interrelaciones de los actores sociales. Entre ella la organización
económica. Aquí está el dilema. Vivimos en una alternancia histórica entre
diferentes y opuestos sistemas de asignación de recursos. Uno de ellos
caracterizado por el libre mercado y el sistema de precios en un contexto de
competitividad internacional. El otro sistema, con fuerte participación del
estado como regulador y productor en un contexto de baja competitividad. Hay
múltiples combinaciones de estos dos ejemplos.
El origen de este dilema es ideológico
Pero el origen de este dilema es ideológico. Se alimentan en los últimos
siglos en distintas concepciones filosóficas. El mercantilismo tenía una
concepción del estado diferente a la que pregona el liberalismo. En este
último caso el Estado debe limitarse a hacer respetar las reglas de la libre
competencia y no pretender corregir la distribución surgida del mercado. J.B.
Colbert y O. Cromwell lideraron la primera línea y A. Smith y D. Hume la
segunda. Ambas posiciones tienen su base en concepciones antropológicas
diferentes. Thomas Hobbes, John Locke, Jean J. Russeau, E. Burke, J.Bentham
son solo algunas de las fuentes que se deben tener e cuenta para comprender
las diferencias esenciales. Thomas Sowell, en Conflicto de Visiones, señala
que las controversias políticas perdurables durante los dos últimos siglos
reflejan supuestos radicalmente diferentes sobre la naturaleza del hombre.
Inglaterra, Francia, España (Cádiz) y Portugal incidían sobre nuestros
territorios y dirigentes. Mercantilismo vs. Liberalismo y librecambio vs.
proteccionismo están presentes desde la misma Revolución de Mayo. El dilema
se exteriorizó en la confrontación de los intereses del puerto con los del
interior. El poncho de Catamarca no podía competir con el de Inglaterra. En
1815 se formó la Junta General de Insdustriales y Comerciantes contra el
Librecambio. En ambos escenarios la organización económica y su vinculación
con el contexto internacional eran totalmente diferentes.
En la mitad de la década del 1820 se inicia la nueva organización con apoyo
Ingles. Rivadavia conoció en Europa a Jeremy Bentham , precursor del
utilitarismo y del ordenamiento jurídico , quién incidió en las decisiones
tomadas. Pero las Provincias no compartían este influjo europeizante. Por el
contrario se oponían por entender que perjudicaban a la industria del
interior. La repuesta: las aduanas del interior. La disputa entre el
librecambio de Buenos Aires y el proteccionismo del interior se refleja en
el Pacto Federal. En 1835 se sanciona una ley de aduanas que intenta
defender las manufacturas criollas.
Civilización y barbarie simplificaban dos concepciones ideológicas en pugna,
como enseña nuestra historia. Luego de cincuenta años de luchas internas se
impuso una organización que se conoce como la del 80: Paz y administración.
La incorporación de la pampa húmeda al sector productivo, el desarrollo del
ferrocarril, la reforma monetaria y los empréstitos ingleses para obras
públicas, constituyeron junto a la inmigración de mano de obra europea, la
argentina productora mundial de granos y carne. El impacto alcanzó para que
las tierras de nuestro país se vendieran en la bolsa de Londres. La actitud
frente al capital extranjero era favorable. Basta recordad las dificultades
para cumplir con lo servicios de la deuda en el segundo semestre de 1876 y
la respuesta de Avellaneda al inaugurar el congreso:”Hay dos millones de
argentinos que ahorrarán hasta sobre su hambre y sobre su sed para
responder, en una situación suprema, a los compromisos de nuestra fe pública
en los mercados extranjeros”.Esta forma de organización es la primera que
logró superar el dilema.
La primera posguerra y la crisis del 29 provocan un cambio en las
circunstancias internacionales- adversos para un país ligado a los mercados
internacionales- y el retorno del dilema . Todos conocemos el inicio de una
nueva organización económica en la década del 30 (diferente a la del 80).
Aparece – en la segunda posguerra- el otro tipo de organización que supera
el dilema: el peronismo. El sistema de acumulación y distribución y la
participación del Estado en la economía estaba fundado en lo que se llamaría
el Welfare State.. Richard Crossman lo definió como el “capitalismo
civilizado” al incorporar la preocupación social al mercado. La
participación del Estado en la producción de bienes y servicios y en la
regulación de la economía fueron partes del marco de referencia teórico. La
Constitución de 1946 es una prueba de una nueva organización. La actitud
ante el capital extranjero era diferente y opuesto al modelo del 80. Los
países vencedores- incluso la URSS- formaban el Fondo Monetario
Internacional. Argentina no fue socio constituyente.
En los últimos cuarenta años argentina retorna a la pugna y no logra
resolver-definitivamente- su dilema. Transcurre sin un esquema de
organización sustentable a largo plazo. El Congreso de la Nación sanciona en
1989 dos leyes económicas donde pretende resolver el dilema al diseñar una
nueva organización basada “en restituir el área de la economía privada” las
actividades del estado productor. En este caso era un gobierno peronista
pero con un esquema de acumulación y distribución totalmente diferente a los
planes quinquenales del 50.En línea con los criterios del Consenso de
Washington las privatizaciones y concesiones, apertura, desregulación,
descentralización y reforma monetaria y provisional constituyeron los
componentes del esquema de organización. Luego, desde el milagro económico
de los primeros años pasamos al drama y la tragedia de la pobreza e
indigencia. El principio del milenio nos encuentra con un gobierno que
rechaza “en el discurso” la anterior organización por “neoliberal”, pero
sigue pagando y negociando con el FMI, se prorroga la emergencia económica,
sigue el sistema de peajes, las provincias permanecen con lo servicios
transferidos, continúa la búsqueda de mercados internacionales de comercio,
se buscan inversiones externas, se renegocian los contratos de concesiones y
como medida “opuesta” se crea una empresa del estado en el área energética.
Las señales son confusas.
• El dilema consiste en definir que tipo de organización económica optamos. Esto implica decidir qué producimos (bienes públicos y privados), quién lo produce (empresas públicas o privadas) para quién (la distribución). Según la ideología que sustentamos tendremos respuestas diferentes.
La pregunta a responder es ¿cual es la organización económica real,
concreta, con total respaldo institucional legitimado por la sociedad por el
cual asignamos los recursos de una sociedad entre las distintas actividades
productivas y en función de que criterios distribuimos? Solo los países que
lo responden funcionalmente lograron el desarrollo.
¿Qué países? Estados Unidos, Canadá, Austalia, Nueva Zelanda, Japón, Suiza,
los 25 países de la Unió Europea más los diez que están negociando para
ingresar y otros, son ejemplos. El sistema es un capitalismo competitivo de
mercado pero con matices diferentes en su gestión de política económica..
La argentina tiene un claro ejemplo de la incapacidad para resolver el
dilema en la imposibilidad de sancionar-desde hace décadas- la ley de
coparticipación federal de impuestos. Solo se pospone.
Las ideologías en pugna – como en la Revolución de Mayo- superan las
fronteras. F. Fukuyama sostiene que “La sociedad capitalista democrática
liberal contemporánea constituye el fin de la historia….no puede haber nada
mejor… la búsqueda del reconocimiento es el motor de la historia humana…la
democracia liberal es la que ofrece las mayores posibilidades para la
realización exitosa de tal reconocimiento…no podrá ser mejorada en tanto
idea…” En la actitud opuesta al capitalismo global y al single market
encontramos a Noam Chomsky, J.P. Fitoussi, J. Gray.
Por ello la respuesta es que nuestro desarrollo dependerá de la capacidad de
respuesta de la sociedad argentina para diseñar el recipiente institucional
legítimo que establezca las reglas de juego de la organización económica. La
economía institucional enseña que la diferencia en el desempeño económico
entre países puede ser explicado por el papel de instituciones legítimas,
con estructura de incentivos y sanciones que permitan hacer predecibles los
comportamientos públicos y privados.
Argentina vive en emergencia económica. Aunque cambian los gobiernos (Menem-Duhalde-De
LaRua-Kitchner) esta situación se mantiene, junto a la delegación de
facultades del poder legislativo al ejecutivo que sin duda afecta la calidad
de República.
Cada uno sigue teniendo su respuesta en función de su propia percepción. La mayoría (de derecha ,del centro y de izquierda) sigue buscando la solución en la política economía. Todo lo demás será consecuencia de la gestión de la política económica. Cada uno se plantea sus objetivos, sus instrumentos e imagina las instituciones que puedan ser funcionales a su propio planteo. Este es el verdadero. Todo lo que se opone es falso. Nuevamente concepciones en pugna y con alto grado de intolerancia.
La propuesta de este ensayo es que el inicio de la secuencia para resolver el dilema argentino se centraliza en redefinir las instituciones que estructuren la organización económica argentina. No puede ser impuesta. Debe ser consensuada defendiendo los criterios democráticos. Solo así tendremos confianza. El trabajo de Shahid Javed Burki y Guillermo E Perry en “ Más allá del Consenso de Washington: La Hora de la Reforma Institucional”(Banco Mundial) aportan la evidencia empírica en la relación positiva entre instituciones y desarrollo. América Latina es una región atrasada con relación a otras regiones en el mundo. En el caso específico de Argentina, el funcionamiento y calidad de las instituciones, afecta negativamente, a través de la inestabilidad de las normas, el grado de certidumbre necesario para una economía con crecimiento sostenible.