Diccionario económico de nuestro tiempo

 

CIENTÍFICO - TEÓRICO - ESTADÍSTICO - COMERCIAL JURÍDICO - SOCIOLÓGICO
 
RECOPILADO POR EL PROFESOR MANUEL SERRA MORET

 

PRÓLOGO


Pocas personas estarán en mejores condiciones que el autor de este libro para poder apreciar las imperfecciones y deficiencias de que adolece. Quien reconoce lealmente las propias limitaciones y ha debido además luchar contra las que le han impuesto el tiempo y el espacio, al ofrecer al ávido consultor de esta obra el fruto de un esfuerzo realizado sin los medios adecuados y con el apremio de darlo a las. máquinas que esperan y al mercado que habrá de absorberlo, conoce mejor que nadie la frustración que encierra, el dolor del parto prematuro y la tragedia intelectual que provocan las “fuerzas económicas" puestas en juego para malograr la justa ambición del “productor" que aspira a dar lo mejor de sí mismo a aquellos que confiaron en su modesto saber y en la honestidad de su arte laboriosamente aprendido.

Seleccionar y comprimir en un espacio reducido, en el término de contados días o de breves meses, más de 1.700 títulos, cada uno de los cuales ofrece la tentación de aclarar un concepto, de precisar una volición, de ensanchar los dominios del conocimiento dentro del campo cada día mejor labrado de la cultura humana, representa un ejercicio de contracción violenta cuyos resultados sólo podrían ser óptimos si se estuviese en posesión del genio que singularizó a, algunas figuras, de la historia, de las cuales encontrará el lector referencias en el cuerpo de esta obra. Para nosotros, en cambio, significa, por lo general, contrariedad y decepción, porque sabemos que de cuanto nos es dado ofrecer al lector o consultor amigo, tan sólo una ínfima parte está en este libro y posiblemente lo mejor permanece en nosotros esperando la oportunidad de que la calma y la bienaventuranza de un mundo pacificado y comprensivo nos permita discurrir con la claridad de la ciencia, en la escasa medida que ésta nos ha sido concedida.

Debemos confesar, sin embargo, que nunca aspiramos ni pretendimos dar al lector una obra acabada y completa y sí tan sólo una ayuda sincera y eficaz. Con decir que entregamos este Diccionario sin haber consultado ninguna obra similar de las pocas que existen en materia de especialización económica, se podrá inferir cuán real ha sido nuestro deseo de colocarnos en la situación del que, sintiendo dudas o hallándose en el apremio de inquirir sobre algún punto para él obscuro de la ciencia, busca lo que podríamos llamar información de primer grado. Los sabios y los entendidos no necesitan consultar diccionarios. Y sería quimera pretender reunir en un libro, por muy voluminoso que fuese, el cúmulo de teorías, ensayos, estudios y experiencias que andan dispersas por el mundo y darlas como un resumen completo de las ciencias económicas. El que ojee con un poco de atención este mismo libro se dará cuenta de ello y estará satisfecho de que alguien le ofrezca una noticia más o menos concreta de lo más vital de la ciencia, que invita, como todas, a encarrilar la propia vocación hacia el estudio de una rama o especialidad de la misma dentro de la que, si no alcanza a agotar el tema, podrá seguramente saciarse a gusto.

Otro de los fines en el que intentaremos persistir es el de popularizar la ciencia y despojada en lo posible de aquella solemnidad, un poco pueril, con que algunos la presentan y con lo cual han logrado infundir el deseado terror. Hablar de economía y pensar que se está frente a problemas intrincados y poco menos que insolubles ha sido lo que más ha contribuido a alejarla del interés popular. Es muy útil y sugestivo presentar los problemas en fórmulas matemáticas, pero es siempre peligroso pensar que cuando se ha resuelto el problema matemático, se ha resuelto el problema económico. Como dice A. Turpain en LE PROGRÉS SCIENTIFIQUE AU REGARD DE LA THEORIE ET DE L'EXPÉRIENCE, "las matemáticas creen muchas veces que explican el fenómeno, que lo penetran íntimamente, cuando en realidad no son sino una forma «simbólica» y, sobre todo «parcial» de él, que no engloba más que un aspecto del fenómeno, algunas veces inexacto. No confundamos como lo hacen tantos cronistas científicos, a las matemáticas de la ciencia abstracta con el cálculo y la medida, de origen nítidamente experimental". Es preferible emular a Descartes quien, razonando matemáticamente, nunca se valió de las fórmulas algebraicas para expresar sus soluciones.

No debemos olvidar que la economía es una de tantas ciencias sociales, y en muchos sentidos, es la más social de todas las ciencias. Los que quieren elevarla a las regiones de ciencia "pura" son, por lo general, individualidades relevantes en su especialidad, y algunos han proyectado luz sobre aspectos teóricos que aparezcan confusos, sin por ello alterar las bases subjetivas en que descansan aquellas abstracciones. Las respuestas más precisas que lleguen a darse a los problemas de economía pura no conseguirán sustraerse a lo contingente y controversial, porque la economía, por ser ciencia, rehuye, como todas las demás, los términos absolutos y no alcanzará nunca posiciones definitivas ni resultados irrevocables. Cuando Galileo, con sus balas de cañón, subió a la torre inclinada de Pisa para comprobar experimentalmente la rigidez de las leyes de la gravedad, no sólo derogó un principio que había prevalecido durante dos mil años, sino que nos advirtió que a veces una verificación elemental puede subvertir los razonamientos sólidos construidos con arreglo a la técnica y a la maestría perfectas.

En esta tan atrevida como humilde concepción del derecho de pensar y discurrir por cuenta propia, pueden fundarse los méritos de esta obra, si es que alguno llega a alcanzar/a. No faltará quien vea en ella un cierto desorden por haber entremezclado asuntos de tipo mercantil, aspectos de cariz jurídico, elementos de lo llamado social, notas de información demográfica y algunos resúmenes estadísticos, con referencias, forzosamente fragmentarias, de naturaleza teórica y esencialmente especulativa. Todo esta hecho con premeditación, porque, a juicio nuestro, la economía abarca un campo muy extenso, y el estudiante debe saber algo de horas y condiciones de trabajo, el comerciante debe tener alguna idea de como se mueve el mecanismo de los precios, y el ciudadano indolente y satisfecho debe enterarse de que la historia se ha enriquecido con nombres ilustres que se desvelaron por su ilustración y por su porvenir.

En materia de notas biográficas, nos habría complacido mucho poder dar extensa referencia de los centenares de autores, tratadistas y profesores que en la época presente dan prestigio y calor a los estudios económicos cada día más difundidos y apreciados. Sabemos de muchos de la América Latina que han producido obras interesantes y bastaría el FONDO DE CULTURA ECONÓMICA de México para justificar la atención de los estudiosos hacia la obra que se está llevando a cabo en aquel país, en la Argentina, en Colombia, Brasil y Chile, especialmente, en los aspectos de enseñanza y divulgación de estas disciplinas. Las insalvables dificultades de comunicación en lo más álgido de esta guerra mundial, el peligro de caer en sensibles omisiones, y el considerar que la obra está en vías de realización y todo juicio sobre la misma sería prematuro, nos inclinó a adoptar el criterio de no incluir en nuestro índice a los economistas que aún viven y trabajan y cuya cifra habría dado a este Diccionario proporciones desorbitadas. Claro que no hemos podido prescindir de algunos, como Cassel, Fisher, Keynes, Schumpeter, Sombart, Robertson, Spann y algunos otros cuyas teorías han hecho mella y son universalmente conocidas y cuyos nombres están ya definitivamente consagrados. Esperamos que se logre publicar otra edición de esta obra para poder incluir a algunos cuya obra especulativa y didáctica estamos siguiendo con el mayor interés.

También hay que esperar que otra edición nos proporcione la oportunidad de poder completar datos que la actual contienda hace en estos momentos inasequibles o sumamente sospechosos. La economía tiene tanta o más importancia en épocas de grandes conmociones como la que estamos atravesando, pero su estudio se hace más difícil, y la base de información estadística se halla completamente trastornada en la actualidad. La próxima paz colocará los problemas económicos en primer plano, y si el criterio y el consejo de esclarecidos economistas ha logrado reducir las proporciones del desastre y mantener un cierto orden dentro del caos, sin duda alguna contribuirá a que se reanude la vida normal a la mayor brevedad apenas alboree la paz y exista acuerdo entre los vencedores respecto a lo que ha de ser el mundo de mañana. El valor de los estudios económicos se hará más patente cuando esta ocasión llegue y confiamos poder entonces ofrecer a nuestros lectores una obra más completa, con mejores instrumentos de trabajo y con espíritu más sosegado y más seguro de poder proporcionar al consultor amigo lo que éste espera y merece.

M. SERRA MORET

Buenos Aires, septiembre de 1944.

 


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