Se suele considerar que las especies humanas han existido desde hace cuatro millones de años. Se han encontrado fósiles de humanos idénticos a los actuales con cincuenta mil años de antigüedad. Durante todo ese tiempo, y hasta hace tan sólo diez mil años, la forma de sobrevivir dominante era la caza y la recolección. Bandas de individuos, no más de treinta, unidas por lazos de parentesco, deambulaban, posiblemente siguiendo a los rebaños de rumiantes, cazando y recolectando frutos y semillas salvajes.
El sistema económico de caza y recolección ha seguido vivo en algunas comunidades hasta hace muy poco tiempo. Los habitantes de la Patagonia, en el cono sur americano, utilizaron puntas de flecha de silex sin pulimentar hasta el siglo pasado. A lo largo de todo el siglo veinte se han estado descubriendo poblaciones que desconocían las técnicas agrícolas básicas. Pero, ciertamente, han sido casos excepcionales de grupos que han estado aislados geográficamente durante los últimos diez mil años.
Es posible que desde el principio hubiera una cierta especialización laboral por sexo y por edad, los hombres cazando, las mujeres y los niños recolectando. Puede que alguien más hábil con sus manos, dedique más tiempo que otros a la fabricación de armas o al tratamiento de las pieles. El que la caza y la recolección fueran las actividades económicas dominantes no quiere decir que fueran las únicas. Se han descubierto minas excavadas con instrumentos paleolíticos. La existencia de intercambios comerciales queda demostrada por la presencia de materiales tales como obsidiana o conchas marinas en enterramientos a mil o dos mil kilómetros de su origen.
Es por ello que la expresión "bandas de cazadores recolectores", aunque sea la más habitual, no resulta muy adecuada para denominar este sistema económico. Bandas de cazadores y recolectores pueden ser cualquier grupo de animales, por ejemplo, pájaros que recogen semillas y cazan insectos. Los humanos hacen mucho más que los animales. Es preferible por tanto utilizar la expresión "economía paleolítica", que hace alusión explícitamente a la elaboración de instrumentos, un rasgo diferencial del proceso productivo humano.
La característica principal de nuestra especie, el cerebro, creció en volumen durante esos cuatro millones de años. La capacidad de almacenar y transmitir información parece haber sido necesaria para la supervivencia y el rasgo que se transmitía de generación en generación. Sobrevivían los humanos de mayor cerebro, los que podían organizar grupos para cazar, informar de la existencia de peligros, diseñar estrategias de ataque o defensa. Esa capacidad de comprensión, almacenaje, tratamiento y comunicación de información ha sido el legado que hemos recibido de nuestros antepasados en forma de genes. Esa es, sigue siendo, la base de la organización de nuestra sociedad y nuestra economía.
Es posible también que nos hayan legado genéticamente comportamientos instintivos que aumentan la cohesión del grupo social tales como la envidia o la solidaridad. Es posible, incluso, que valores éticos compartidos por toda la humanidad tales como el respeto por la verdad o la justicia, sean también manifestaciones de instintos transmitidos durante milenios por su alto valor para la supervivencia. Instituciones jurídicas actuales como el derecho de propiedad o el salario laboral, tienen su origen sin duda alguna en la organización social de los cazadores y recolectores ¡Cuántos pleitos privados habrán tenido que resolver los líderes de las bandas! ¡Cuantas luchas entre bandas por los límites del territorio de "nuestra propiedad"! Porque podemos suponer la existencia, ya entonces, de derechos y propiedades individuales y de grupos que entraban en conflicto.
Textos básicos
Cazadores y recolectores
Multimedia
La Historia importa (video WMV, 7' 45'')
Textos complementarios
D. C. North: Desempeño económico en el transcurso de los años
Autores
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