Contribuciones a la Economía


"Contribuciones a la Economía" es una revista académica con el
Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas
ISSN 1696-8360

KEYNES Y EL EMPLEO


Héctor Ruiz Ramírez (CV)
Uaemherura@yahoo.com.mx
UAEM





Resumen: Keynes, al igual que Marx y la escuela ortodoxa (clásica y neoclásica), supone libre concurrencia en el mercado de productos, pero a diferencia de todos ellos, asume un mercado de trabajo imperfecto, en el cual los salarios se negocian en términos nominales y no reales, evidenciando así un desempleo involuntario. Igualmente, Keynes postula una rigidez en el mercado de capitales que limita la expansión del empleo, no solo en el corto plazo, sino también en el largo plazo, aun cuando el beneficio sea todavía positivo. Mientras los clásicos sostenían la idea de precios y salarios flexibles, Keynes señalaba lo contrario, es decir, rígidos e inflexibles. Para Keynes, la causa del desempleo era la insuficiente demanda agregada y que el desempleo no se corregía con una reducción de salarios, sino con una mayor demanda. Este fue su postulado básico para explicar el empleo.


Palabras clave: Keynes, desempleo, empleo, desempleo involuntario, demanda agregada.

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Ruiz Ramírez, H.: "Keynes y el empleo" ,en Contribuciones a la Economía, enero 2013, en www.eumed.net/ce/2013/keynes-empleo.html


El formador de la corriente


El iniciador de esta corriente de pensamiento económico es el inglés John Maynard Keynes (1883-1946), cuyas ideas, plasmadas en su obra inmortal "Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero" (1936) han venido a tener una gran influencia en el diseño e instrumentación de políticas económicas.
Nace un 5 de junio de 1883 en Cambridge, Inglaterra y muere en el mismo país, en Tilton, Sussex, en 1946. En 1902 ingresa en el King´s College donde se forma en el campo de las matemáticas, la filosofía y la lógica. Estudia en la Universidad de Cambridge, donde su padre, también economista, fue profesor. Su entrada al mundo de la economía se da por dos vías, la académica y la profesional, ya que inicia el aprendizaje de la ciencia económica bajo la tutela de Alfred Marshall y Pigou y adicionalmente ingresa en el Servicio Civil, como funcionario de la Oficina de la India (González, 2012).
El nacimiento de Keynes, fue “diez años después de la muerte de Mill y siete años antes de que Alfred Marshall publicase sus Principios de economía” (Ekelund & Hébert, 2008, pág. 545). Coincidentemente también es el hecho de que nace el mismo año en que muere Carlos Marx (1883).
Keynes fue un asesor sin remuneración, y sin cartera, durante el periodo de 1940-1946, de los ministros de Hacienda de la Gran Bretaña, Kingsle y Wood, John Anderson y Hugh Dalton, elaborando sobre todo presupuestos de tiempos de guerra (Chandavarkar, 2001).
Desde que egresó de la universidad y hasta su muerte, se mantuvo en constante actividad, como economista, como pensador, como escritor, como maestro, como funcionario público y como estadista (Roll, 1978).
En su obra sobre la teoría general de la ocupación aporta interpretaciones y herramientas para combatir el desempleo, a la vez que con ella nace la macroeconomía.
Keynes logra integrar la teoría monetaria a la macroeconomía, la que a su vez se integra por su visión de dos grandes agregados: consumo e inversión.
Fue tal la importancia de la teoría keynesiana, que “durante décadas, especialmente, en los años cincuenta y sesenta, el pensamiento keynesiano, que ponía el énfasis en la política fiscal, dominó la política económica de los Estados Unidos y de muchas otras naciones occidentales” (Ekelund & Hébert, 2008, pág. 543). “No ha habido gobierno que haya ignorado sus argumentaciones, sea para aceptarlas o sea para rechazarlas, ni economista que haya ignorado su pensamiento” (Herrerías, 2000, pág. 281).
La Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado, vino a acabar con la concepción económica de los economistas anteriores, los clásicos y neoclásicos, ya que nunca vislumbraron ni en sus peores escenarios un fuerte desequilibrio del sistema económico, acompañado con importantísimos volúmenes de desempleados.
El economista más creativo e influyente del siglo pasado, fue sin lugar a dudas Keynes (Chandavarkar, 2001), al igual que en el siglo XIX, lo fue Carlos Marx y en el XVIII, Adam Smith.

Diferencias con los clásicos


Comienza en su obra "Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero", haciendo una crítica a los postulados básicos de la economía clásica1 , según la cual el salario era igual al producto marginal del trabajo; y la utilidad del salario, cuando se usaba determinado volumen de trabajo, era igual a la desutilidad marginal de ese mismo volumen de ocupación.
Keynes inicia su obra de esta manera debido a que las escuelas clásica y neoclásica, es decir, desde Smith hasta Pigou, señalaban que el sistema económico tiende siempre, de manera automática y espontanea hacia el pleno empleo. Esta afirmación la basaban en tres puntos básicos (Clement & Pool, 1972):
- Aseguraban que debido a que la oferta crea su propia demanda (Ley  de  Say), la  ocupación  plena  estaba  dada, al presuponerse que todo el dinero se gastaba.
- En el caso de que todo el dinero no se gastara, sino que parte se  ahorrara,  los ajustes automáticos de las tasas de interés provocarían que el dinero regresara a la circulación como inversión, por lo que se continuaría gastando el dinero, provocando con ello el pleno empleo.
- En cuanto a las etapas de depresión de la economía, suponían que los   trabajadores aceptarían salarios con niveles deprimidos, con lo cual el empleo aumentaría. Sin embargo, la Gran Depresión de 1930 vino a refutar en la práctica este supuesto.
Los clásicos suponían una economía de pleno empleo de todos los factores de la producción, por lo que el desempleo solamente era momentáneo, ya que la tendencia era la de alcanzar en el corto plazo el equilibrio.
La economía clásica mantenía el supuesto implícito de que el sistema económico tendía espontáneamente hacia una situación de ocupación plena de los recursos de que disponía (Roll, 1978), con lo cual no habría desempleo.
Uno de los pilares de la economía clásica, era la conocida “Ley de Say”, que en esencia señalaba que la oferta creaba su propia demanda. En este contexto, nunca habría problemas derivados de la sobreproducción, ya que bajo este supuesto, los recursos disponibles siempre iban a estar plenamente ocupados.
La ruptura fundamental de Keynes con los clásicos, se produce precisamente con relación a la Ley de Say, que suponía, que al menos en el largo plazo, el desempleo no era posible (Ekelund & Hébert, 2008).
Para Keynes, la Ley de Say no era cierta, debido a que el equilibrio entre ahorro e inversión, no era tan simple como lo señalaban los economistas clásicos, ya que ambas variables venían determinadas por una multitud de factores, además de la tasa de interés y no existía garantía alguna, de que fuesen iguales en un nivel de actividad que produjese el pleno empleo. De manera adicional, las rigideces de la economía, expresadas por ejemplo, a través de monopolios y sindicatos, podían ser el obstáculo que impediría un ajuste de la economía al pleno empleo. (Ekelund & Hébert, 2008).
Los clásicos señalaban que había un equilibrio automático en la economía, entre la oferta y demanda, al igualarse vía el precio. Por lo que debido a este equilibrio, no había posibilidades de desempleo, debido a que el salario (precio) permitía el equilibrio en el mercado de trabajo. En caso de presentarse una situación de desempleo, los salarios bajarían, volviéndose a equilibrar oferta y demanda de mano de obra.
“Es importante recordar que de acuerdo a Say, bajo los supuestos de competencia perfecta, de libre mercado, era imposible la existencia de una crisis general, ya que de manera automática el sistema económico tiende al equilibrio entre la oferta y la demanda, por lo que el traslado de este principio a los mercados laborales, llevaría al sistema a una situación permanente de pleno empleo, debido a que ante la presencia de desempleo, los salarios se ajustarían a la baja, con lo que nuevamente se tendería al pleno empleo” (Ruiz, 2012b, págs. 4-5).
Mientras los clásicos sostenían la idea de precios y salarios flexibles, Keynes señalaba lo contrario, es decir, rígidos e inflexibles.
De acuerdo a la visión clásica la oferta de trabajo estaba determinada por la elección de ocio-trabajo, mientras que los keynesianos señalaban que dependía de la ilusión monetaria por parte de los trabajadores, dependiendo del salario nominal y no del real.
“Ahora bien, la experiencia diaria nos dice, sin lugar a duda, que, lejos de ser una mera posibilidad aquella situación en que los trabajadores estipulan (dentro de ciertos límites) un salario nominal y no real, es el caso normal. Si bien, los trabajadores suelen resistirse a una reducción de su salario nominal, no acostumbran abandonar el trabajo cuando suben los precios de las mercancías para asalariados. Se dice algunas veces que sería ilógico por  parte de la mano de obra asistir a una rebaja del salario nominal y no a otra del salario real" (Keynes, 1974, pág. 20).
Los clásicos consideraban el dinero como medio de cambio y Keynes como depósito de valor, por lo que podía generar riqueza. Con ello introduce el término de liquidez, con el que explica que las personas, en situaciones de incertidumbre, prefieren la liquidez en lugar de invertir el dinero, con lo cual de destruía la teoría de que la oferta creaba su propia demanda
Para la postura clásica no existe un nivel de producto menor que el producto potencial, debido a que quienes no trabajan, no lo hacen porque simplemente no están dispuestos, por alguna razón a trabajar, mientras que para los keynesianos es importante analizar cuál sería el nivel del producto potencial, si quienes desean trabajar pudieran hacerlo.
Los supuestos de la economía clásica descansaban, como ya se ha señalado, en el pleno empleo de todos los factores de la producción, por lo que solo podría haber desequilibrios de corto plazo debido sobre todo a la intervención gubernamental, o a fuerzas como los monopolios que impedían la libre concurrencia de la oferta y la demanda y con ello la competencia.
Keynes criticó a la economía clásica, ya que señalaba que el mundo que había construido, no era en el que se vivía realmente, a partir de lo cual introduce su gran innovación, el concepto de incertidumbre, que desplaza al de riesgo, lo que explica el porqué las personas mantienen ahorro en forma líquida, debido a que la inversión es inestable. La incertidumbre explicaba la forma en que se producían las recesiones y su probable larga duración (Skidelsky, 2009).
Keynes consideraba que el instrumental aportado por los clásicos y neoclásicos era insuficiente para explicar los graves problemas por los que atravesaba la economía mundial y en especial la de Estados Unidos.

Importancia de la Demanda Agregada


Las referencias que hace Keynes, tienen que ver con la demanda total de la economía y con la oferta (capacidad de producción), a partir de lo cual, cuando la demanda efectiva se encuentra por debajo de la oferta, provoca desempleo, que puede llevar a la depresión económica. En el caso contrario de que esté por arriba de la oferta, provocaría inflación.
La oferta agregada la definió como el valor total de los bienes y servicios producidos, teniendo una fuerte dependencia de la tecnología y de los precios, pudiendo ser representada gráficamente por una línea de 45º (gráfica 1), debido al supuesto de que la demanda de bienes, es igual a su oferta.
Los keynesianos señalan que las variaciones del producto pueden deberse a la forma en que son utilizados los factores de la producción, por lo que puede haber una subutilización; y en virtud de que en el corto plazo, la oferta es constante, entonces las modificaciones o el impulso debe venir por parte de la demanda agregada.
Para Keynes, la causa del desempleo era la insuficiente demanda agregada, señalando que el desempleo no se corregía con una reducción de salarios, sino con una mayor demanda. Este fue su postulado básico para explicar el empleo.
Los principales componentes de la demanda agregada, de acuerdo a los fundamentos keynesianos, son el consumo y la inversión. Cuando una persona ahorra en lugar de consumir, provoca una menor demanda, por lo que ello generará desempleo al no gastarse todo el ingreso en la misma forma en que se incrementa.
El consumo depende de aspectos psicológicos enmarcados en la propensión al consumo, y del ingreso o renta. A su vez la inversión va a depender de la tasa de interés (que depende a su vez de la preferencia por la liquidez y de la masa monetaria) y de la eficiencia marginal del capital (que depende de la previsión de beneficios y del costo de reposición de los bienes de capital).
Siendo tal vez demasiado esquemáticos, se puede decir que la ocupación está determinada por el monto de las inversiones y la propensión a consumir. La tasa de interés y la eficiencia marginal de capital determinan a su vez el nivel de inversiones. La tasa de interés está condicionada por el volumen de dinero, lo cual es consecuencia del tipo de política monetaria que se decida y de la preferencia de liquidez de los agentes económicos.
La propensión marginal a consumir se refiere a la relación que existe entre el incremento del ingreso y el incremento del consumo o igualmente se puede explicar como el cociente entre una variación relativa del consumo y una variación relativa del ingreso o renta.
El desempleo se originaba debido a que en una etapa de recesión, hay una sensible disminución de demanda, con lo que la producción disminuye y por ende, el empleo. La demanda insuficiente tiene su origen a su vez en una inversión insuficiente y en la caída de la propensión marginal a consumir, por lo que bajo este supuesto, incrementando la inversión, se incrementará la producción y la demanda de mano de obra.
Si al consumo que considerábamos en la gráfica 1, se le agrega la inversión, habrá un desplazamiento de la demanda agregada hacia la izquierda, lo que provocará mayor demanda, mayor producción o ingreso y por lo tanto, mayores niveles de empleo.
De acuerdo a Keynes, en un sistema capitalista es insuficiente la demanda debido a tres razones básicas (Herrerías, 2000):

  • A la existencia de una disminución progresiva de la propensión marginal a consumir.
  • A la existencia de un decremento en la eficiencia marginal del capital.
  • A la existencia de un exceso de preferencia por la liquidez, lo que lleva a postergar las inversiones.

Según Keynes, los precios y salarios son inflexibles, por lo que si la demanda agregada muestra un nivel bajo, no habrá incentivos para producir, lo que afectará a los niveles de empleo, debido a que la producción disminuirá; y al estar ausente el mecanismo auto regulador que señalaban los clásicos, la crisis podría ser de largo plazo.
La demanda insuficiente se debía a que en el momento en que los ingresos de las personas se incrementaban, estos no se destinaban al consumo de manera total (propensión a consumir), debido a que una parte la ahorraban y no lo invertían, por lo cual no se generaba demanda, llevando a una situación de desequilibrio y de desempleo.
Keynes mantuvo la idea de que no sólo los mercados no se autocorregían, sino que en una crisis profunda, la política monetaria probablemente resultara ineficiente, por lo que se necesitaría del auxilio de  la política fiscal (Stiglitz, 2009), por lo que debido a que no existía ésta auto regulación, quien debería impulsar a la economía debería ser el Estado, mediante el gasto público.
En lo referente a la demanda efectiva, Keynes afirma que la demanda de mano de obra solo puede incrementarse cuando exista un aumento de bienes y servicios, que puede darse por un aumento en las inversiones o por un decremento de la capacidad instalada ociosa, siempre y cuando se tenga una oferta flexible. Es decir, el aumento de la demanda de bienes y servicios, provocará un aumento de la demanda de mano de obra y contrariamente la insuficiencia de la demanda efectiva provocará desocupación. Esta insuficiencia se debe en principio, al ahorro.
Igualmente, Keynes postula una rigidez en el mercado de capitales que limita la expansión del empleo, no solo en el corto plazo, aun cuando el beneficio sea todavía positivo. Este límite inferior de la tasa de ganancia, dado por la tasa de interés, refleja la utilidad marginal constante del dinero como unidad de valor y medio de pago.
Puesto que en periodos recesivos, el equilibrio ahorro-inversión, no puede lograrse con disminuciones de la tasa de interés por debajo de la utilidad marginal del dinero, éste se establece por debajo del pleno empleo a una determinada tasa negociada de salarios nominales.
Una expansión de la demanda y del empleo "ceteris paribus", incrementa el costo marginal por el rendimiento decreciente de la mano de obra, pero abate el costo promedio. Keynes supone que una expansión de la demanda producirá un aumento de precios igual solo al decremento en la productividad marginal del trabajo (por ejemplo un mercado de productos con libre concurrencia), por lo que un aumento en el empleo en el corto plazo llevará a una reducción en la tasa real de salarios y a un aumento en la tasa de ganancia.
Contrariamente, si a una tasa negociada de salarios la demanda disminuye, el costo marginal y los precios bajan, los salarios reales suben y la tasa de ganancia disminuye.
De aquí se asume, que una política de empleo basada en una reducción en la tasa de salarios nominales, al reducir la demanda efectiva, tenderá a incrementar los salarios reales y a deprimir paradójicamente, la tasa de ganancia.
Una reducción en los salarios nominales al incrementar el ahorro proveniente de los ingresos de capital, no reducirá la tasa de interés por debajo del mínimo correspondiente a la utilidad marginal del dinero. La reducción en la demanda de mano de obra, por lo tanto, tampoco conduciría a un incremento compensatorio en la demanda de inversión, a través del mecanismo de la tasa de interés, una vez que esta hubiera llegado a su límite mínimo.
En condiciones de depresión, por lo tanto, una política de crecimiento y empleo, imprimirá estímulos al gasto y no al ahorro.
La teoría keynesiana nos dice que si al consumo le agregamos las inversiones y los gastos del gobierno, y esto equivale a un nivel de ingreso nacional que sea compatible con la utilización total de todos los recursos con que cuenta una economía, se alcanzará el pleno empleo. El problema es que Keynes no nos señaló como mantener ese pleno empleo en el largo plazo, ya que como él mismo señalaba, que en el largo plazo, todos estaríamos muertos.

Vale la pena recordar que para Keynes el gasto tiene un efecto multiplicador, que hace referencia a la proporción del incremento en el ingreso, debido al incremento de una nueva inversión.
A diferencia de los clásicos, que veían un equilibrio entre la oferta y demanda, Keynes señalaba que la demanda efectiva podía ser igual, superior o inferior a la oferta, o capacidad productiva de un país.
Mientras que la curva de la oferta agregada manifestara en el corto plazo una pendiente positiva, la demanda agregada registraría una pendiente negativa, por lo que a mayor demanda agregada, la oferta también se incrementaría, con mayores niveles de precios y de empleo.
Keynes señala que en equilibrio, el volumen de ocupación depende de la función de la oferta global, de la propensión a consumir y del volumen de inversión, siendo esta la esencia de la teoría general de la ocupación (Keynes, 1974, pág. 36).
En una economía abierta se debe agregar a la demanda agregada, las exportaciones netas (exportaciones menos importaciones), con lo que se tendría la ecuación de DA=C+I+G+E-I.

Desempleo involuntario


Keynes, al igual que Marx y la escuela ortodoxa (clásica y neoclásica), supone libre concurrencia en el mercado de productos (Ruiz 2012a), pero a diferencia de todos ellos, asume un mercado de trabajo imperfecto, en el cual los salarios se negocian en términos nominales y no reales, evidenciando así un desempleo involuntario.
Mientras que para los clásicos el desempleo era voluntario, para Keynes, este es involuntario, debido a que está compuesto por personas que están dispuestas a trabajar al salario vigente, pero no encuentran donde laborar. Este es el punto de partida de la diferencia entre clásicos y keynesianos, es decir, el desempleo voluntario y el involuntario.
Con la visión clásica del desempleo voluntario, con una disminución de los salarios nominales, desaparecería. Con Keynes el desempleo no es voluntario, ni transitorio, por lo que puede ser de larga duración, dependiendo del comportamiento de la demanda agregada, ya que el origen del desempleo está en el mercado de bienes y no en el mercado de trabajo.
Respecto al desempleo involuntario, Keynes lo define de la siguiente manera:
“Los hombres se encuentran involuntariamente sin empleo, cuando, en el caso de que se produzca una pequeña alza en el precio de los artículos para asalariados, en relación con el salario nominal, tanto la oferta total de mano de obra dispuesta a trabajar por el salario nominal corriente como la demanda total de la misma a dicho salario son mayores que el volumen de ocupación existente" (Keynes, 1974, pág. 25).
En la gráfica 4 se puede observar que existe un volumen de trabajadores (T2-T0) que desean laborar con el nivel de salario vigente (So), pero por el lado de la oferta, no existen unidades productivas que les puedan ofrecer esas plazas laborales.
“Para Keynes, la disminución de la desocupación  no se produce en forma tan automática; de un lado porque hay desocupación involuntaria, incluso en una situación de equilibrio; del otro, porque hay rigideces en los salarios reales ante variaciones en los nominales y finalmente, porque el volumen de ocupación influye sobre el nivel de demanda efectiva" (Sunkel & Paz, 1975, pág. 236). 
Con las medidas keynesianas se logra combatir el desempleo cíclico o el voluntario, pero no el estructural, ya que este se da sobre todo por problemas de mano de obra calificada.

Intervención del Estado en la economía


Keynes señaló que para que la economía funcionara eficientemente, debería haber una mayor participación del gobierno, a través de la política fiscal, la crediticia y la presupuestal, para con ello estimular el gasto privado, recomendando en etapas de recesión, el incremento del gasto público, debido a lo cual, el gobierno no debía temer al desequilibrio presupuestal, ya que ello llevaba a generar demanda agregada, evitando el desempleo (Herrerías, 2000).
Cuando se quiere alcanzar un mayor nivel de empleo se podrá instrumentar una política económica tendiente a combinar el gasto, el endeudamiento público interno y la tributación. El combinar el endeudamiento con el gasto no provoca una alteración de la propensión al consumo, sino que transfiere ahorros al estado para que este los destine a la inversión, incrementándola.
El incremento en la demanda se puede estimular a través de la política monetaria y de la política fiscal. Mediante la política monetaria se puede incrementar la masa monetaria y disminuir la tasa de interés y mediante la política fiscal, se puede incrementar el gasto público y disminuir los impuestos.
Ante una economía global que se encuentra en recesión, Keynes vuelve a estar de moda, debido a que los paquetes de medidas de estímulo, están jugando un papel muy importante en la elaboración de la política económica (Skidelsky, 2009).

Trabajos citados

Chandavarkar, A. (diciembre de 2001). Una nueva biografía de Keynes. Recuperado el 25 de noviembre de 2012, de Fondo Monetario Internacional. Rev. Finanzas & Desarrollo: http://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/2001/12/pdf/chandava.pdf
Clement, & Pool. (1972). Economía. Enfoque América Latina. México: Mc Graw Hill.
Ekelund, J. R., & Hébert, R. (2008). Historia de la Teoría Económica y de su Método. México: McGraw-Hill.
González, M. M. (2012). John Maynard Keynes (I): Genio y figura. Recuperado el 3 de diciembre de 2012, de Rev. eXtoikos. No. 6: http://www.extoikos.es/n6/pdf/10.pdf
Herrerías, A. (2000). Fundamentos para la Historia del Pensamiento Económico. México: Limusa.
Keynes, J. (1974). Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. México: FCE.
Roll, E. (1978). Historia de las Doctrinas Económicas. México: Fondo de Cultura Económica.
Ruiz, R. H. (mayo de 2012a). Los clásicos y el mercado de trabajo. Recuperado el 22 de noviembre de 2012, de EUMED: http://www.eumed.net/ce/2012/hrr.html
Ruiz, Ramírez Héctor. (junio de 2012b). Los mercados de trabajo bajo la óptica neoclásica. Recuperado el 22 de noviembre de 2012, de EUMED. Revista virtual "Contribuciones a la Economía": http://www.eumed.net/ce/2012/hrr2.html
Skidelsky, R. (2009). El regreso de Keynes. Barcelona, España: Crítica.
Stiglitz, J. E. (11 de enero de 2009). El retorno triunfante de John Maynard Keynes. Recuperado el 3 de noviembre de 2012, de Periódico El País: http://elpais.com/diario/2009/01/11/negocio/1231683270_850215.html
Sunkel, & Paz. (1975). El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo. México: Siglo XXI.


1 Keynes incluía también dentro de los economistas clásicos a los continuadores de Ricardo, como el caso de Mill, Marshall, Edgeworth y Pigou.

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