"Contribuciones a la Economía" es una revista
académica con el
Número Internacional Normalizado
de Publicaciones Seriadas
ISSN 1696-8360
Luis Mauricio Cuervo
Mauricio.CUERVO@cepal.org
Resumen
El objetivo principal de este texto es explorar las relaciones entre globalización y territorio. Esta exploración se hace en tres partes sucesivas y complementarias. En el primer capítulo se aborda el concepto de globalización en una perspectiva integral y de conjunto.
Esta mirada integral es útil para sacar el debate de la globalización del estrecho marco de lo económico y entender su repercusión sobre las nociones contemporáneas de desarrollo. La globalización es así entendida en su doble carácter de hecho objetivo, marcado por la presencia de fenómenos tecnológicos e institucionales mayores y de fenómeno inter-subjetivo, es decir, con profundas repercusiones sobre la manera de concebir el mundo, de entender el devenir de los procesos económicos y de construir nociones del deber ser material de las sociedades contemporáneas. La relación entre globalización y desarrollo se ha mirado principalmente a través de las repercusiones del cambio tecnológico y de las organizaciones productivas sobre el futuro económico de los territorios subnacionales, dejando un poco de lado su impacto cultural, su incidencia sobre la formación de las ideas de progreso, de bienestar y de las formas sociales y políticas de alcanzar estas metas. La combinación de estas dos dimensiones, objetiva e inter-subjetiva, permite una visión original de la globalización y de sus relaciones con el desarrollo de las unidades territoriales subnacionales.
El capítulo segundo propone las bases conceptuales para el análisis del territorio, de sus escalas y dimensiones. Con base en estos elementos de partida, en el tercer capítulo se analiza la relación entre globalización económica y territorio. La globalización es entendida como la fase más reciente de un proceso secular de internacionalización económica con peculiaridades que permiten establecer su inicio en la década de 1970, período durante el cual se produjeron grandes rupturas planetarias a nivel monetario, cambiario, energético, comercial y tecnológico, que dieron lugar a un largo y tortuoso proceso de búsqueda que desembocó en la puesta en marcha de nuevas instituciones económicas, entendidas éstas como nuevas normas, reglas del juego y acuerdos, tanto formales como informales. La relación entre globalización económica y territorio se analiza respetando las particularidades del segundo, escapando a la falsa pretensión de encontrar un territorio propio de la época de la globalización. Se pretende más bien sentar las bases para entender cómo cada territorio se transforma de manera específica y particular a pesar de estar sometido a procesos de cambio de cobertura planetaria, a instituciones económicas de naturaleza global. Se introduce así la idea de la existencia de los territorios de la globalización, de la diversidad de escalas territoriales y de la multiplicidad de lógicas que operan en cada una de ellas. Para concluir se sugieren los ejes de análisis que permiten entender las relaciones específicas que en cada uno de los países latinoamericanos se ha dado entre cambio económico y territorial. Estos ejes constituyen las piezas claves para entender la diversidad de resultados en el contexto de la presencia de fuerzas y de tendencias globales muy fuertes y poderosas.
Señalan, igualmente, derroteros para la investigación futura en este campo.
Este material fue originalmente preparado y terminado en Mayo de 2004, como parte del programa de trabajo del ILPES en los temas de Globalización y Territorio. Desde ese entonces se le ha utilizado como base para el desarrollo de las charlas y conferencias que sobre ese tema se han ofrecido dentro de los cursos del área de desarrollo local y regional del ILPES. Adicionalmente, se utilizó como material de trabajo para el curso de “Globalización y Territorio” en el “Master en Integración Económica Global y Regional” de la Universidad Internacional de Andalucía, durante el mes de octubre de 2005. Su diseño original tenía la forma de hipertexto y durante febrero de 2006 ha sido modificado para ser presentado como publicación de la Serie de Gestión Pública del ILPES.
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Cuervo, L.M.: "Globalización y territorio" en Contribuciones a la Economía, julio 2010, en http://www.eumed.net/ce/2010b/
Introducción
La globalización - al igual que sus relaciones con el territorio, la ciudad y las cuestiones regionales- es uno de los fenómenos más estudiados y discutidos en el mundo contemporáneo (Ver Anexo 1). A pesar de la calidad y abundancia del conocimiento producido, este documento pretende una modesta contribución, comprensible a la luz de sus finalidades centrales.
En primer lugar, se quiere ofrecer un material con utilidad para el estudio, análisis e interpretación de la dimensión territorial de la globalización. Esta pretensión impone un esfuerzo especial por presentar la problemática de la forma más plural, abierta y amplia posible. En segunda instancia, quiere ofrecerse como material de discusión académica, a ser utilizado en los cursos ofrecidos por el ILPES-CEPAL y en otros ámbitos de estudio, especialmente universitarios. De este propósito se deriva entonces la exigencia por presentar el debate de una forma lo más pedagógica y didáctica posible. Finalmente, pretende lanzar ideas, interrogantes y temas de investigación que promuevan el intercambio de reflexiones, experiencias e investigaciones especialmente en el ámbito de América Latina y el Caribe. Por ésta razón, al lado de la pretensión de pluralidad y amplitud que se le quiere imprimir al documento es necesario también proponer un enfoque particular a la problemática (heterodoxo), con las debidas acotaciones temáticas (énfasis económico) y con el lanzamiento de algunas interrogaciones específicas, consideradas como las más estratégicas.
En esta introducción se justificará y fundamentará la pertinencia y la relevancia del problema, se expondrán las preguntas básicas a ser abordadas, y se esbozará el enfoque adoptado para el estudio y la interpretación de las relaciones entre globalización y territorio.
La globalización, independientemente de la manera como se la defina (reflexión) o confronte (acción), parece haber puesto en movimiento (redefiniendo, introduciendo o cancelando) las bases, los fundamentos mismos de cómo se entiende el desarrollo (la imagen) (Boisier, 2003), de cómo se explican las distintas trayectorias particulares (la experiencia) (continentales, nacionales, territoriales) y de cuáles son los ámbitos y actores colectivos que intervienen en la orientación de su devenir (la acción colectiva).
Por consiguiente: el desarrollo es ante todo una idea, una representación, una imagen socialmente construida de un estado deseable. Su contenido cambia a lo largo del tiempo y del espacio; la experiencia concreta de colectividades específicas consideradas exitosas da lugar a la configuración de emblemas, de paradigmas, de puntos de referencia que interactúan y hacen interlocución permanente con la(s) idea(s) de desarrollo, modificándola(s), redefiniéndola(s), o bien fundándola; el desarrollo como idea comporta la convicción de que la sociedad puede y debe intervenir, actuar en pro de su consecución a través de la acción colectiva: los sujetos colectivos de actuación y sus medios de intervención cambian con el tiempo y el lugar.
Investigar las relaciones entre globalización y territorio –o, dicho de otra manera, la dimensión territorial de la globalización- significa desarrollar una mirada peculiar, específica, de un fenómeno plural, multidimensional y polivalente, tal y como es el caso de la globalización. En términos generales podría afirmarse que el interés específico de esta aproximación es el entender las relaciones entre el todo (globalización) y las partes (territorio). Estas partes son, en términos más específicos, las distintas escalas geográficas y unidades socio espaciales pertinentes para la comprensión de la naturaleza y la dinámica del proceso de globalización. A diferencia de otras perspectivas en donde la globalización se descompone en dimensiones (económica, política, cultural) o en vectores de cambio (tecnológico, financiero), en esta perspectiva se hace una descomposición en unidades socio espaciales o escalas que tienen la particularidad de ser en sí mismas microcosmos, es decir, conjugaciones particulares de una amplia y variada gama de dimensiones y vectores, alojadas en ámbitos específicos: las ya mencionadas escalas y unidades socio espaciales. Así, pasar de una escala a otra no significa disminuir o incrementar niveles de complejidad sino, principalmente, cambiar de ámbito y sistema.
Por consiguiente, las interrogaciones propias de esta mirada parten de preguntarse qué es ese todo llamado globalización, cuáles son las escalas geográficas del análisis, cuáles sus interrelaciones y cuál su incidencia en la explicación del desarrollo: como imagen, como trayectoria y como acción colectiva. De esta pesquisa acerca de qué es y como se constituye ese todo llamado globalización y sus unidades socio espaciales interesa derivar hacia la comprensión de lo que se entiende por desarrollo y de cómo se obtiene.
El abordaje de la dimensión territorial de la globalización no se agota ni se limita, por tanto, al análisis, comprensión e interpretación del fenómeno. No se restringe al reto cognitivo, sino que se amplía y proyecta hacia lo ético y lo político. Hacia lo ético en la medida en que además de describir y explicar las tendencias de cambio social y territorial presentes con la globalización, interesa evaluar la conveniencia de lo que esté sucediendo. Esta evaluación comporta obviamente contar con criterios, valores, que sirvan de base para establecer el contraste entre lo deseable y lo efectivamente obtenido. El propósito no es contar con una ética universal sino poner de relieve la presencia estratégica de esta dimensión y de las polémicas, ambigüedades e indecisiones que ella comporte.
Lo político interesa en dos sentidos fundamentales. En primer lugar porque está a la base de la formación de los valores, a lo menos parcialmente, y especialmente de los ideales y las proyecciones que la sociedad hace de su futuro deseable. En segunda instancia porque implica preguntarse acerca de qué hacer ante los procesos en marcha, de cómo las tendencias presentes pueden ser visualizadas en términos de oportunidades y restricciones y de cuál es el margen de maniobra realmente existente.
Las explicaciones y valoraciones que se hacen de la globalización en general y de su dimensión socio espacial en particular se mueven al ritmo y en medio de una doble y milenaria discusión, ontológica y política, entre azar y determinación, entre libertad y necesidad. En el plano de las explicaciones, el debate acerca de la globalización oscila entre aquellos que piensan el proceso como comandado por algunas pocas fuerzas incontenibles y con nítida orientación y dirección (determinación), concebidas por tanto como necesidad (probablemente fatalidad): se tiende así a pasar del plano de la explicación, al de la justificación por medio del argumento de la inevitabilidad, es decir de la naturalización del fenómeno. En el otro extremo están aquellos otros que la entienden como un proceso intervenido por múltiples factores y niveles, de importancia variable y cambiante, sin un rumbo predeterminado y con, por lo tanto, márgenes de libertad. Se da así pie a posiciones que en sus versiones más radicales rayan en el voluntarismo.
La globalización nos pone, por tanto, ante la pregunta de lo deseable y lo indeseable de las tendencias de cambio contemporáneas y ante el dilema de si nos sometemos a su voluntad o de si por el contrario tenemos alguna oportunidad de someterla a la nuestra. Implica adicionalmente preguntarse por cuáles son los actores colectivos pertinentes y relevantes, entre ellos los territoriales, y cuáles son su márgenes de libertad y maniobra.
En el primer capítulo se presentará el concepto de globalización en sus múltiples acepciones, posiciones éticas y periodizaciones y se le situará y entenderá como problema, no como axioma. Se revelarán sus varias dimensiones, cognitiva, ética y política y se ofrecerá una primera y básica fundamentación de la importancia de estudiar y entender su dimensión socio espacial. En el segundo se hará un tratamiento específico de los aspectos económicos de la globalización, entendidos en su articulación con los políticos, sociales y culturales, pero sin la pretensión de ofrecer una versión completa y pluri dimensional del fenómeno. En el tercer capítulo se introduce el concepto de territorio, sus múltiples acepciones, y de las necesarias precauciones y orientaciones a ser tenidas en cuenta a la hora de entenderlo en su relación con los aspectos económicos de la globalización. En el cuarto se presentará un planteamiento general de cómo enfocar el análisis de la relación entre globalización y territorio, distinguiendo las escalas de análisis más pertinentes: la global, la internacional y la local. En el quinto se dejarán planteadas las preguntas de orden político y el papel que la investigación y las preguntas de investigación pueden desempeñar para elaborar opciones y descifrar salidas.
1. Globalización
En este capítulo se presentará el concepto de globalización en sus acepciones y énfasis más representativos, desarrollados especialmente por los investigadores sociales. En segundo lugar se quiere dar cuenta de los principales discursos elaborados con respecto a la globalización, tanto favorables como de oposición. En la tercera parte se acotará el tratamiento del fenómeno a sus dimensiones económica y espacial, válidas para el análisis que se adelantará en lo que resta del documento.
Esta distinción entre concepto y discurso, se justifica por la presencia de los tres tipos de reto que se quieren confrontar, presentados en la introducción: cognitivo, ético y político. Abordar la globalización como concepto significa examinarla principalmente a partir del lenguaje científico cuya pretensión fundamental es la de definir para investigar y explicar. Este lenguaje se pretende objetivo y, por tanto, intenta evitar la mezcla de las explicaciones con los juicios de valor. En contraste, abordarla como discurso significa examinar los distintos argumentos en donde se mezclan diagnósticos, pronósticos y evaluaciones de conveniencia de la globalización y de sus impactos, combinados generalmente con acciones políticas y sociales de promoción, resistencia o apropiación. Por estas razones, una mirada integral de la globalización debe intentarse en los dos planos paralelamente. En efecto, El ser humano confronta la realidad, el mundo que le rodea, a través del lenguaje: media en los procesos de descripción, análisis, interpretación y evaluación de los fenómenos y de los procesos y desempeña, por tanto, un papel crucial para comprender los sentimientos, aprensiones y aspiraciones del ser humano en sus actitudes, comportamientos y acciones individuales y colectivas.
1.1. Globalización como concepto
El sentido fundamental del término puede comprenderse con la ayuda de las definiciones ofrecidas por el diccionario y de sus primeras (en términos del debate contemporáneo) formas de empleo. A partir de lo anterior se podrán entender las distintas derivaciones: primero, las que niegan su pertinencia y segundo, las que destacan algunos de sus aspectos específicos, que en este caso serán tres: amplitud (La existencia de la globalización requiere de soportes materiales y espaciales? Estos le garantizan universalidad?); dinámica (¿Cómo se constituye y evoluciona la globalización?, Cuáles son sus vectores de movimiento?); composición-dimensiones (objetiva-subjetiva).
Los fundamentos y su rechazo:
Globalización tiene en su raíz y fundamento – en su calidad de sustantivo- el término globo, cuyo significado y tratamiento es muy semejante en el inglés, francés y español y hace principalmente referencia a un cuerpo esférico, con el planeta tierra como una de sus principales referencias. Su aplicación como adjetivo, global, es también semejante en los tres casos y hace alusión a: tomado en conjunto (Diccionario de la lengua española, Real Academia Española, 1984); masa total, aplicado a un conjunto tomado en bloque1 (Petit Robert 1, Paris, 1982); incluyendo la totalidad de items, categorías, comprehensivo, unificado, total, perteneciente a la totalidad del mundo, de alcance mundial, universal2 (Oxford English Dicitionary Online, Oxford University Press, 2004). En los tres casos nuevamente existe como acción o como verbo, con la diferencia de que mientras en francés y español deriva en “englobar”, en el inglés simplemente conserva su raíz globo. Al usar el globo como referencia para hablar de totalidad, de unidad, estas lenguas de origen o con influencia latina utilizan una realidad geográfica, el planeta, para darle forma al concepto. Si la referencia fuera la galaxia, para dar algún ejemplo, probablemente hablaríamos de óvalo, oval y ovalización.
Este sentido de totalidad, unidad y universalidad se mantiene en algunos de los primeros empleos que dan lugar al uso contemporáneo del término e incluso, en las versiones más radicales y militantes de la globalización:
• “Los media humanos electrónicos postliterarios contraen el mundo al tamaño de una aldea o tribu en la que todo sucede a cada uno al mismo tiempo: todos saben acerca de, y por tanto participan en, todo lo que está sucediendo en el minuto que está pasando. La televisión ofrece esta cualidad de simultaneidad a los eventos en la aldea global” (Carpenter y McLuhan, 1960, p xi).
• “De acuerdo con Luhmann (1997: Vol.1, Ch.X), ahora tenemos un sistema global como ‘sociedad mundial única’ que puede ser descrito sin referencia alguna a las particularidades regionales y el cual, por el contrario, debe utilizarse como punto de partida para explicar las desigualdades regionales” (Citado por Therborn, 2000, p.155).
• “Con base en estas consideraciones, pienso fructuoso definir la globalización
como referida a las tendencias de los fenómenos sociales a poseer un alcance, un
impacto, una interconexión mundial, o acompañadas de una conciencia planetaria de los actores
sociales”(Therborn, 2000 p.154).
• “Una economía global es algo diferente. Es una economía con la capacidad de funcionar como una unidad en tiempo real a escala planetaria (…) en virtud de la nueva infraestructura proporcionada por las tecnologías de la información y la comunicación” (Castells,1996, p.119-120).
En todos los casos se asume la existencia de algún tipo de unidad y totalidad universal: visual (televisión), ontológica (sistema global), dinámica (interconexión), subjetiva (conciencia), o funcional (comunicación e información). En dos casos (visual, funcional) se asumen las tecnologías como el soporte de este proceso de unificación temporal (simultaneidad) y funcional (interconexión). Solamente Therborn (2000) acude a la necesaria distinción entre unidad objetiva y subjetiva.
La existencia de esta unidad-totalidad es cuestionada y rechazada por algunos, o bien porque no se le considera para nada novedosa, perdiendo así la posibilidad de que el término atrape una propiedad específica de nuestra época, o bien porque no se considera material y empíricamente posible, porque la llamada totalidad no incluye al conjunto de los elementos. Para el primer caso: “La globalización es un concepto engañoso puesto que lo que se describe como globalización viene sucediendo desde hace 500 años. Más bien lo nuevo es que estamos entrando en una ‘era de transición’. (…) El sistema-mundo moderno está en crisis estructural y ha ingresado en un período de comportamiento caótico que provocará una bifurcación sistémica y una transición hacia una nueva estructura cuya naturaleza está aún indeterminada y, en principio, es imposible de predeterminar puesto que está abierta a la intervención y creatividad humana” (Wallerstein, 2000, p.249). En el segundo: “Por economía mundial, entendemos la economía del mundo tomada en su totalidad, el ‘mercado de todo el universo’, como ya decía Sismondi.
Por economía-mundo, término que he forjado a partir de la palabra alemana Weltwirtschaft, entiendo la economía de sólo una porción de nuestro planeta, en la medida en que éste forma un todo económico. (…) Una economía-mundo puede definirse como una triple realidad: Ocupa un espacio geográfico determinado (…); Una economía-mundo acepta siempre un polo, un centro representado por una ciudad dominante, antiguamente una ciudad-Estado (…); Toda economía-mundo se divide en zonas sucesivas.
El corazón (…) las zonas intermedias (…) ciertas zonas marginales” (Braudel, 1994, p.86-88).
La totalidad, economía mundial, sería por tanto una noción o concepto sin existencia efectiva. El conjunto planetario efectivamente integrado, economía-mundo, incluye sólo una fracción del planeta y su existencia se construye sobre un soporte geográfico y material: corazón, zonas intermedias, zonas marginales: ver, por ejemplo, Mapa 1.
Nota: Esta representación cartográfica refleja la localización urbana de actividades terciarias mundialmente integradas. Como es visible, se trata de “un planeta”, un globo completo y deformado si se le compara con su referente geográfico: hay un continente excluído –Africa-, un hemisferio norte aplastante y medio continente asiático desaparecido. En efecto, en palabras de Braudel (1994), la economía mundial no coincidiría con la economía mundo.
En términos históricos, al igual que lo planteado por Wallerstein (2000), el proceso actual haría parte de una tendencia milenaria, con ciclos, rupturas y discontinuidades, cuya especificidad debería ser más claramente definida. Therborn (2000), por ejemplo, habla de seis grandes épocas de la globalización:
En conclusión, a partir de este cuerpo básico de definiciones de la globalización que insisten en el carácter altamente interconectado, en la simultaneidad de los hechos y en la aparición de una conciencia universal, surgen una serie de interrogantes que dan lugar a interrogaciones y derivaciones del concepto básico, con diferentes alternativas y soluciones en torno a: cómo se constituye ese todo llamado globalización y ¿cuál es su relación con la definición, evolución y comportamiento de las partes?; ¿ese proceso tiene algo de específico o simplemente reproduce tendencias seculares, tal vez milenarias?; la amplitud y cobertura del proceso ¿es total o parcial?, ¿implica la existencia de soportes materiales, sean éstos técnicos, geográficos, institucionales o mentales? En lo que sigue haremos una revisión de las principales derivaciones surgidas a partir de las diferencias en la manera de resolver estas preguntas básicas, algunas de ellas ya insinuadas.
Primera derivación: amplitud y geografía de la globalización:
Algunos de quienes aceptan la crítica de amplitud al concepto –y al estado- de la globalización, no adoptan, sin embargo, un rechazo radical del mismo, como sí lo hace Wallerstein. En estos casos se introduce, más bien, la necesidad de incorporar y considerar explícitamente el análisis geográfico de la globalización: “La globalización económica es ahora comúnmente descrita como un proceso inacabado – de hecho incipiente- de largo plazo. Su tendencia mayor es hacia crecientes niveles de integración funcional de las diferentes economías nacionales; pero se le concibe también como anclado durablemente en (y responsable de la crisis de) un archipiélago mundial de economías regionales estables o ciudadesregión globales (Veltz 1996, 1997)” (Veltz, 1996, p.32).
Este anclaje material y territorial durable le garantiza a la globalización una existencia concreta en la medida en que le proporciona los soportes necesarios para su funcionamiento y expansión, haciendo posible la operación de los distintos tipos de flujo. Por otra parte, pone en evidencia la muy diferente inserción de las distintas áreas, países, ciudades y lugares al mundo globalizado. Estas diferencias incluyen, por lo demás, aquellos espacios excluidos y marginados del sistema mundial contemporáneo.
Finalmente, aporta elementos de juicio para entender las mediaciones que explican las semejanzas y diferencias en las tendencias de cambio socioeconómico asociadas con la globalización: la posición de cada unidad en el todo, sumada a sus características propias, se conjugan para explicar tanto las singularidades, como las tendencias comunes.
Segunda derivación: dinámica y ontología de la globalización:
Un aspecto central a partir del cual surgen diferencias significativas en la manera de comprender la globalización deriva de la naturaleza que se le atribuye a ese todo, a las características de su génesis y de su dinámica de evolución y cambio. Bartelson (2000) define con claridad las principales diferencias, derivadas esencialmente de cómo se define la unidad llamada globalización, sus partes y las relaciones entre el todo y las partes: “El concepto de globalización se sostiene en una doble y paradójica relación con este mundo de relaciones internacionales. Por una parte, el concepto de globalización parece presuponer una estratificación y compartimentalización del mundo con miras a hacerlo teóricamente comprensible.
Por otra parte, el concepto de globalización parece transgredir esta estratificación y compartimentalización” (Bartelson, 2000, p.183).
De las distintas formas de entender si el mundo está o no compartimentalizado, de cuál es el papel de las partes y de cuál su relación con el todo, surgen, según Bartelson (2000) tres distintos conceptos de globalización: como transferencia o intercambio, como transformación, o como trascendencia:
• “Tal vez el primero y más común significado de globalización la entiende como
transferencia o intercambio intensificado de cosas entre unidades
preconstituidas, sean políticas, económicas o culturales. Así entendida, globalización significa un
proceso de cambio originado al nivel de la unidad, principalmente en términos de las
inesperadas consecuencias de la interacción entre unidades. Globalización como transferencia
implica entonces intercambio entre unidades delimitadas previamente existentes y entre
las
unidades y el sistema, pero suponiendo que tanto el sistema como sus unidades
permanecen idénticas a sí mismas a lo largo del proceso de globalización (…) muy poco es lo
que distingue este concepto de globalización de los anteriores conceptos de internacionalización” (Bartelson, 2000, p.184).
• “El segundo concepto hace mucho para revertir este paisaje: en este sentido, globalización es un proceso de transformación que ocurre a nivel del sistema, afectándolo tanto a él como a la identidad de las unidades. La globalización toma lugar por sobre y por debajo de las unidades como resultado de la interacción entre variables sistémicas a lo largo de diferentes dimensiones y sectores de este sistema. (…) Hay continuidad entre los dos en la medida en que el segundo conceptualiza lo que el primero deja por fuera” (Bartelson, 2000, p.186187).
• “Aquello que toma lugar más allá de este mundo sólo puede ser transparente en
otros términos (…). Así entendido, la globalización implica la trascendencia de estas
distinciones que en conjunto condicionan la unidad, el sistema y la dimensión de identidad.
La globalización no está dentro ni fuera sino que es un proceso que disuelve la
distinción entre dentro y fuera. (…) La globalización cambia no solamente la identidad de las
unidades y del sistema sino también las condiciones de existencia de los objetos de
indagación (…) es movida por una dinámica propia irreductible a causas singulares al interior de
dimensiones o sectores en particular (…) el mundo antiguo está cerca de ser reemplazado por
‘estructuras de comunicación e información’ gracias a la creciente movilidad, y
lo global está en sí mismo constituido por ‘redes de flujos’ más que por unidades o
agentes preconstituidos. El mundo de los objetos es gradualmente reemplazado por el
mundo de los signos. De forma semejante, de acuerdo con Castells (1991:142) ‘los flujos más
que las organizaciones’constituyen las unidades básicas de una economía global
informacional” (Bartelson, 2000, p.189).
La importancia de reconocer estas diferencias entre tipos de globalización deriva no solamente de sus implicaciones sobre la explicación del fenómeno, sino también del tipo de acción social o política que tienda a recomendar Therborn-2, (2000: 155-158). En el primer caso, transferencia, los actores y agentes de la globalización no cambian con respecto al pasado y sus acciones tampoco modifican el escenario en el que se desenvuelven. No parece pertinente distinguir entre internacionalización y globalización, ni tampoco amerita preguntarse por la novedad de lo que esté surgiendo. En el segundo, transformación, los actores y agentes de la globalización cambian en su naturaleza y en sus interrelaciones, es pertinente distinguir entre internacionalización y globalización y surgen interrogantes acerca de las escalas de la acción colectiva, su relevancia e incidencia, sus modificaciones y los cambios en el sistema de interacciones: “ La globalización se refiere, literalmente, al límite de la integración internacional, entendido como un creciente número de economías nacionales mutuamente interconectadas a través del intercambio de bienes, servicios y factores de producción. Más importante aún, la globalización describe un proceso cualitativo de gobierno de un patrón crecientemente complejo de interrelaciones internacionales” (UNCTAD, 1994: 118). En el tercero, trascendencia, surgen unidades y agentes nuevos, sin conexión alguna con los del pasado, sobreponiéndose y sobre determinando la dinámica del sistema: “A este respecto, la lógica del concepto de globalización se asemeja a la de los conceptos de civilización y revolución tal y como se configuraron antes y durante la Revolución Francesa: estos conceptos también carecían de referentes estables pero funcionaban como vehículos del cambio social, significando el cambio en su más pura, necesaria e irreversible forma: cambio como la condición de posibilidad de los objetos y de las identidades en un futuro posible. Tal como estos conceptos, la globalización no representa un mero pronóstico del futuro, sino una profecía en busca de autorrealización” (Bartelson, 2000, p.193).
En conclusión, de estas diferencias de definición y aproximación derivan tendencias a considerarla como un fenómeno externo o interno, es decir, sobre el cual se tiene o no alguna posibilidad de ingerencia.
Tercera derivación: composición, las dimensiones de la globalización:
La globalización es generalmente reconocida como un fenómeno pluri dimensional y polivalente.
Therborn propone distinguir los planos objetivo (estructura) y subjetivo (valores y cultura) del proceso de globalización y diferenciar las distintas dinámicas en juego (Therborn-3, 2000: 158-159).
Los diferentes conceptos de globalización pueden entonces hacer énfasis en alguna o algunas de estas dimensiones particulares y, por tanto, dar lugar a diferencias de forma y de contenido. Para aquellos que intentan una visión de conjunto, pluri dimensional y polivalente también hay lugar a divergencias derivadas de cómo se entienda el todo (transformación o trascendencia) y al papel específico que alguno de los elementos desempeñe en la integración de las partes, su carácter subordinado o dominante.
1.2. Globalización como discurso
La reflexión, el debate y los intentos de interpretación del fenómeno de la globalización, obviamente no se han limitado al mundo de la ciencia o de la academia. Las implicaciones económicas, sociales, políticas y culturales que se le han atribuido a éste fenómeno han motivado la aparición de movimientos, redes y grupos con posiciones militantes. Esto significa que en el caso del discurso, más clara y explícitamente que en el del lenguaje académico y científico, las definiciones y explicaciones de la globalización se acompañan de evaluaciones de conveniencia e inconveniencia, conjuntamente con movilizaciones sociales de distinto tipo: campañas, protestas, redes de intercambio de información y coordinación de actividades, iniciativas legales, etc.
No debe caerse en el error de pensar que este lenguaje es monopolio exclusivo de los movimientos sociales, bien sea alternativos o promocionales, sino que también hace parte del mundo de las instituciones formales, especialmente las multilaterales, e incluso del universo académico y científico. En algunos casos estas instituciones adoptan versiones doctrinarias, poco permeables a la reflexión y a la crítica, con baja interlocución con los impactos y repercusiones efectivas, aproximándose más, en éste sentido, al mundo de los discursos que al de los conceptos. No debe pretenderse la existencia de fronteras francas y nítidas entre el lenguaje de los conceptos y el de los discursos pues en la realidad, como acaba de argumentarse, se entremezclan y superponen. La distinción es, no obstante válida, en la medida en que a pesar de esta interrelación, cada uno de estos lenguajes tiene formas propias de constitución, validación y transformación.
Therborn (2000) identifica cinco tipos de discurso relacionados con los procesos de globalización, de los cuales se hará mención de cuatro. El primero, más difundido y conocido, asume la forma de economía de la competencia, centrado en la intensificación de la competencia a escala mundial y en sus implicaciones sobre las firmas, los trabajadores y los estados. En este caso la globalización se presenta y asume como inevitable, ante la cual solo existe la alternativa de aceptarla y adaptarse a las implicaciones a riesgo de desaparecer. En el mundo del internet existen gran cantidad de sitios desarrollados bien sea para medir la competitividad de naciones, regiones o sectores, bien para dimensionar sus diferentes grados de globalización. Estas comparaciones se utilizan como medio de promoción de una mirada específica del éxito, estrecha y directamente dependiente del grado de liberalismo económico. Uno de los sitios más conocidos y emblemáticos en donde se publica un rango mundial de competitividad por países es el World Economic Forum (http://www.weforum.org/). A nivel de ciudades también existen comparaciones sistemáticas y periódicas una de las cuales es publicada por la revista América Economía. Existen también mediciones directas del grado de globalización de los países, una de las cuales es publicada en http://globalization.about.com/.
Un segundo tipo de discurso es denominado por Therborn (2000) como sociocrítico. Se trata por lo general de reacciones negativas en contra de la globalización, dada la percepción que se tiene de las consecuencias nocivas de la intensificación de la competencia internacional. Estas reacciones, su pensamiento y el historial del movimiento es recogido en numerosos sitios internet como es el caso de: http://www.rebelion.org/sociales.htm.
Un tercer tipo de discurso hace especial énfasis en el aspecto o la dimensión cultural de la globalización, de los flujos de comunicación y encuentros, de sus efectos en las formas simbólicas, en las imágenes sociales, en las prácticas culturales, en los estilos de vida y en la llamada desterritorialización de la cultura.
Uno de sus interrogantes centrales es el de si la globalización cultural conduce hacia la homogeneidad o si por el contrario promueve nuevas formas de diversidad. Un ejemplo muy interesante del tipo de eventos y procesos involucrados es recogido a través de notas de prensa internacional agrupadas en el sitio: http://www.globalpolicy.org/globaliz/cultural/index.htm. Una versión más acabada y desarrollada de este discurso se encuentra en visiones tan influyentes como las planteadas por Huntington (1993) en donde lo cultural es entendido como la principal fuente de conflicto y contradicción en el mundo contemporáneo. El Anexo 2 puede contribuir a ilustrar acerca de la complejidad y de la pertinencia del análisis de la dimensión cultural de la globalización que, como lo caracteriza Therborn (2000) deriva su peculiaridad de soportarse en dos vectores fundamentales, el financiero y el cultural.
“Finalmente, hay un importante discurso que explícitamente enfatiza en la globalidad más que en la globalización, en las implicaciones y consecuencias de la primera. Es un discurso de ecología planetaria que estudia y discute la humanidad y la sociedad global como parte de un ecosistema planetario. Es en esta clase de discurso en donde la conciencia del globo como un todo posee su expresión más elocuente.
Su centro y asuntos de controversia son los efectos autodestructivos, reales o potenciales, de la acción humana sobre la tierra y los requisitos del ‘desarrollo sustentable” (Therborn, 2000, p.153).
Las fronteras entre la globalización como concepto y como discurso no son, como se dijo, tan fáciles de establecer. El lenguaje académico y científico suele entremezclarse con el discurso más militante y las fronteras entre ambos universos pueden tornarse borrosas. No obstante esta dificultad, la distinción establecida es útil en la medida en que es poco común que la investigación y los investigadores sociales reconozcan la existencia y la influencia del discurso militante, no sólo sobre sus propias aproximaciones e interpretaciones, sino también sobre el curso de los procesos que se quieren entender e interpretar. Se trata de un primer paso en una larga tarea de investigación y debate, como parte de lo cual se intentará un primer análisis para el caso específico de las relaciones entre globalización y territorio, más adelante en este documento.
1.3. Acotaciones para el estudio de las relaciones entre globalización y territorio
En lo que resta del documento, la globalización se analizará en un ámbito temáticamente acotado.
Por una parte, se hará énfasis en los aspectos económicos de la globalización aunque se les mirará en su relación con las otras dimensiones relevantes del análisis. Este énfasis, por las razones que se expondrán en el siguiente capítulo, justifica una segunda acotación que es temporal pues abarcará desde los años 1970 hasta hoy. Como se verá, se asume que durante esta década comenzó un proceso de transformación profunda de las reglas del juego mundial que dan lugar a su catalogación como una época específica, denominada globalización. Finalmente, la dimensión económica de la globalización se mirará especialmente en su relación con el territorio. Estas acotaciones son indispensables para avanzar la reflexión sin perder precisión, aunque sin renunciar a las extensiones sobre otros ámbitos como el político y el cultural, especialmente.
2. Economía, espacio y territorio
El estudio de las relaciones entre globalización3 – económica – y territorio hace parte de una más larga búsqueda por comprender las interacciones entre economía y espacio (región, ciudad, territorio). Por consiguiente, es especialmente útil considerar las particularidades de este estudio y las recomendaciones de teoría y método que de ellas puedan derivar. Adicionalmente, se pretende explicar el concepto de territorio, sus diferencias con términos cercanos como los de espacio, región y ciudad y justificar la opción tomada en este documento de destacarlo.
2.1. Rasgos centrales del estudio contemporáneo de las relaciones entre economía y espacio
En sus orígenes y etapas clásicas de su desarrollo, la teoría económica no separa al espacio de su campo de estudio sino que lo considera parte integrante de su cuerpo de conceptos y preocupaciones.
En los siglos XVII y XVIII, la separación entre economía espacial y economía puntiforme no ha sido completada. Los análisis de la mayoría de los economistas son “dimensionales”.
Esto se explica en parte porque su modo de razonamiento es inductivo (Dockès, 1969, p.9). Los mercantilistas contradirán estas concepciones medievales y juzgarán benéfico la concentración de las fuerzas productivas, tanto en el plano internacional como en las relaciones entre ciudades y campo, entre capitales y provincias. La desigualdad espacial no les preocupa. Para conseguir la estructura espacial más favorable, para controlar los desplazamientos de los hombres, de moneda, de producción, reclamarán la intervención del estado. La revancha de las ideas medievales surgirá más tarde cuando los liberales del siglo XVIII pregonarán un retorno a la moderación y el equilibrio. La necesidad de una igualdad relativa en el espacio converge, en ellos, con un cierto ideal de libertad. Dejar actuar la naturaleza será para estos autores el medio de conseguir una estructura espacial equilibrada (Dockès, 1969, p.14-15).
Esta separación se produce desde finales del siglo XIX cuando la economía, como caso pionero de lo que luego sucederá al interior de las ciencias sociales, adopta el proyecto newtoniano de identificación de leyes generales que operan sobre la base de principios universales. La ciencia se construye así deductivamente y se acompaña de una progresiva y creciente identificación de campos de estudio ultra especializados. Como resultado de este proceso las ciencias sociales fueron despedazando la problemática territorial en múltiples fragmentos especializados. Para citar algunos ejemplos: la economía estudia la influencia del espacio en el comportamiento económico de productores y consumidores, es decir, el impacto de la localización sobre las funciones de costos y beneficios tanto de la producción como del consumo; la economía política, a su vez, se dedica a investigar el impacto –la expresión- de las leyes de la acumulación sobre la organización de ciudades, regiones, países y continentes; la antropología se ha dedicado al estudio de la dimensión cultural del territorio, a la influencia de las representaciones mentales e imaginarios colectivos sobre las formas de organización territorial; la sociología se ha interesado por comprender el espacio como soporte y sustento de las relaciones sociales en sus etapas de origen y evolución; la geografía ha enfatizado en la comprensión de las relaciones entre la sociedad y el medio natural como centro para la explicación del paisaje, del espacio construido, de la organización territorial.
Aunque los ejemplos previos acuden a la simplificación, contribuyen a ilustrar la primera y más fundamental dificultad para el estudio de las relaciones entre economía y espacio, al origen de una paradoja esencial, expresada como sigue. A pesar de que los conceptos y herramientas de la economía han sido construidos y elaborados para comprender un conjunto muy particular de aspectos de la organización del espacio social, se coloca en el papel de “ciencia madre”, con pretensiones de superioridad y hegemonía. Esta pretensión se traduce en la creencia, muy arraigada y difícil de criticar y modificar, de que lo económico construye lo social y, por consiguiente, lo territorial.
En esta pretensión la economía logra numerosos progresos y se enfrenta igualmente con limitaciones significativas. En cuanto a los progresos cabe mencionar que la economía espacial consigue explicaciones satisfactorias en tres grandes campos: primero, el de los factores determinantes de la localización espacial de las actividades económicas y de sus cambios a lo largo del tiempo; segundo, el de las circunstancias que explican el éxito económico de determinadas regiones, ciudades o territorios; finalmente, el de la identificación de algunas políticas de intervención eficaces y eficientes. Su pretendida – e igualmente pretenciosa- superioridad sobre otras ciencias se explica básicamente por dos circunstancias: su capacidad de modelación econométrica de una parte de los fenómenos que estudia y pretende explicar y, por otra parte, de la extensión de su lógica y modo de razonamiento (principalmente la optimización) a una inimaginable gama de procesos y problemas. Por tanto, ofrece un acervo de conocimiento, investigación, y desarrollo técnico, teórico y metodológico para nada despreciable a la hora de enfrentarse a la explicación de los principales procesos del desarrollo urbano, regional y territorial.
En cuanto a sus limitaciones, cabe destacar las más importantes. En la explicación de los comportamientos de los agentes económicos en el espacio se enfrenta ante la dificultad de sostener algunos de sus supuestos más importantes. A nivel micro económico, por ejemplo, cabe señalar que los agentes económicos operan a través de la imitación y toman decisiones con información limitada, riñendo así con los supuestos de independencia y racionalidad completa sobre los cuales está construida la teoría micro económica. A nivel macroeconómico las fallas del mercado y las externalidades revelan las limitaciones de la teoría para explicar las formas de producción y reproducción de los bienes públicos y colectivos, base y fundamento del funcionamiento de la economía en el espacio. Tanto a nivel micro como a nivel macro, la economía espacial recurre a la definición de ciertas variables como exógenas para lograr la formulación de modelos matemáticos viables y manejables. No obstante, por la vía de este procedimiento se reconoce de manera vergonzante la necesidad de visiones integrales y de aproximaciones más abiertas al trabajo y la investigación pluridisciplinaria. Los modelos de equilibrio económico general quedan puestos en entredicho pues la eventual introducción de las correcciones que se insinuarían como respuesta a las limitaciones acabadas de mencionar implicaría la imposibilidad de situaciones de equilibrio único y de dinámicas de comportamiento estables y predecibles.
En una búsqueda por contribuir a la superación de estas dificultades se propone:
a) Hacer un esfuerzo por reconocer las especificidades de la problemática de lo espacial y lo territorial sin acudir a destrozarla en mil fragmentos y entender, más bien, éstos últimos como parte de una unidad (Cuervo, 2003).
b) Comprender las relaciones entre economía y territorio como un canal de doble vía (lo económico determina y es determinado por lo territorial), construyendo algunas reglas que respeten la peculiaridad de lo territorial (Cuervo y González, 1997: 149-153).
c) Entender la economía espacial (regional y urbana) como un campo problemático
y no como una teoría compacta, es decir como una unidad cuya existencia depende de
las preguntas compartidas más que del tipo de respuestas elaboradas. Su composición
es entonces plural y heterodoxa por definición, poniendo su capacidad explicativa
al servicio de las disciplinas y los problemas con las que toma contacto (Cuervo y
González, 1997: 7-49).
2.2. Especificidades del estudio de lo socio espacial
“El espacio social en general y la ciudad como su forma dominante pueden entenderse como una organización particular de interacciones complejas reguladas a través de la posición, la forma, y las estructuras de centralidad de los elementos” (Cuervo y González, 1997, p.147). “La ciudad es un microcosmos del espacio social y condensa sus características; no obstante, posee rasgos que la hacen particular, que la especifican: la densidad de los elementos y la intensidad de las interacciones generan diferencias cuantitativas y cualitativas en el comportamiento de la ciudad como componente particular, pero dominante, del espacio social” (Cuervo y González, 1997, p.147).
Esta definición pretende dotar de una identidad teórica clara y específica al estudio de los problemas del desarrollo regional, urbano y territorial, reconociendo la necesidad de una visión integral y pluri dimensional de esta problemática. Esta necesidad de integralidad se expresa cuando se define al espacio social como organización particular de interacciones complejas, mientras que su identidad o especificidad se la precisa cuando se habla de que este sistema es regulado a través de la posición, la forma y las estructuras de centralidad de los elementos.
De las características más generales del campo de estudio definidas en Cuervo (2003), se resaltan aquellas de particular pertinencia e interés para el estudio específico de las relaciones entre economía y espacio (Cuervo y González, 1997: 149-153). Una primera recomendación apunta a reconocer la tendencia a la concentración espacial de las actividades económicas como uno de los pivotes del estudio económico socio espacial. No obstante, no basta con explicar las tendencias concentrativas o desconcentrativas espaciales de las actividades económicas sino que se requiere ir más allá y descifrar las estructuras de centralidad de estas. Esto significa precisar: cuál es el nodo o nodos de concentración espacial; cuáles son las características del sistema urbano en el cual se halla inserto en términos de componentes, jerarquía, y dinámicas diferenciales; cuál el tipo de relaciones urbano-rurales; cuál la naturaleza cambiante de los diferentes tipos de ciudad; cuál la intensidad y cobertura de las relaciones entre los elementos del sistema; cuáles las escalas geográficas pertinentes para el estudio de los procesos de cambio más estratégicos; cuáles los ciclos a los que están sometidos los distintos componentes del sistema. Pasar del estudio de la concentración-desconcentración espacial al de las estructuras de centralidad de la actividad económica significa abandonar una mirada puntual centrada en los nodos y abordar un análisis de la estructura de los componentes del sistema económico espacial más integral y completo.
Una segunda recomendación señala la necesidad de tener en cuenta las diferencias en los ritmos de cambio y en las cadencias de los procesos, en éste caso económicos y socio espaciales, sobre la base de algunos principios elementales. Primero, que no todos los cambios económicos se traducen en transformaciones socio espaciales. Segundo, que aquellos cambios económicos con incidencia socio espacial operan: o bien a través de la modificación del espacio construido, es decir redes, infraestructuras, edificaciones, facilidades en general que sirven de soporte físico a las actividades económicas, o bien por medio de las modificaciones en la concepción del espacio en términos de ideas de ciudad, regiones de referencia, conceptos éticos y políticos de equidad territorial con incidencia real y efectiva en la organización del espacio social a través de las instituciones (North, 1990), los acuerdos, las normas y los medios de la acción colectiva disponibles en cada momento. Tercero, que una vez maduran estos cambios físicos e institucionales, su impacto social es particularmente profundo, dada las amplias interrelaciones establecidas con las demás dimensiones de la vida social y habida cuenta de la perdurabilidad de las transformaciones, definida por el ciclo de vida tanto de los soportes físicos como de las ideas socio espaciales.
Una tercera recomendación es considerar las estructuras de nivel en las que se resuelven los diferentes fenómenos. Los diferentes procesos económicos se resuelven en ámbitos diferentes, con escalas también distintas, en algunos casos globales, en otros continentales, nacionales, territoriales, urbanas o locales. Estas escalas o niveles existen en la medida en que posean soportes institucionales, mentales o físicos que hagan viable su operación y definan su naturaleza: el mercado, los acuerdos comerciales, las instituciones multilaterales, las iniciativas privadas tomadas a través de corporaciones transnacionales, firmas, etc. El número, la naturaleza y la cobertura de estos niveles o escala está en permanente cambio y es fuerza reconocer estas transformaciones. Adicionalmente, el sentido de los movimientos de las escalas puede ser convergente, divergente o indiferente y es importante procurar la identificación del tipo de relación existente entre los distintos planos.
Con estas recomendaciones se espera una mejor comprensión de las relaciones entre economía y espacio –aplicadas a la relación entre globalización y territorio- como fruto de una consideración explícita de las especificidades de lo socio espacial como campo de estudio.
2.3. El territorio
En esta última sección del capítulo se aclarará el significado y la definición de territorio con la que se trabajará a lo largo de este documento y se hará una breve justificación de las razones que motivaron su empleo.
Antes de ofrecer una definición básica, vale la pena aclarar que la intención es trabajar el concepto como herramienta para delimitar un campo problemático constituido a partir de una pluralidad de interrogaciones, tensiones y dimensiones. En éste sentido, se pretende que el concepto más que definir un punto preciso y rígido, constituya un área n-dimensional con la versatilidad necesaria para garantizarle el cumplimiento eficaz de su función como herramienta intelectual: servir de instrumento de análisis, investigación y orientación de la acción colectiva. El concepto se entiende, por lo tanto, como un medio más no como un fin en sí mismo.
El significado básico inicial otorgado al término de territorio será el de espacio natural culturalmente apropiado por la sociedad humana: “El territorio sería el espacio apropiado y valorizado – simbólica y/o instrumentalmente– por los grupos humanos” (Giménez, 2000, p.90); “El espacio tendría entonces una relación de anterioridad con respecto al territorio, se caracterizaría por su valor de uso y podría representarse como un ‘campo de posibles’, como nuestra ‘prisión originaria’. Correlativamente, el territorio sería el resultado de la apropiación y valorización del espacio mediante la representación y el trabajo, una ‘producción’ a partir del espacio inscrita en el campo del poder, por las relaciones que pone en juego, y en cuanto tal se caracterizaría por su ‘valor de cambio’ y podría representarse metafóricamente como la ‘prisión que nos hemos fabricado para nosotros mismos’. En resumen, serían tres los ingredientes primordiales de todo territorio: un espacio, el poder y la frontera” (Giménez, 2000, p.91).
Con ésta definición se pone de presente el origen del territorio en la tensión sociedad-naturaleza, se hace énfasis en su carácter espacial, y se realza la dimensión cultural como el hilo que ata los diferentes elementos y el carácter intersubjetivo del fenómeno como su aspecto esencial. “El territorio es una obra humana. Es un espacio apropiado. Apropiado se entiende en los dos sentidos: propio a sí mismo y propio a cualquier cosa. Es la base geográfica de la existencia social” (Brunet, 1990: 23).
Aunque esta es la acepción contemporánea más generalmente atribuida al término, no coincide con la original ni con otras posibles acepciones. Algunos otros significados y definiciones atribuidas al término territorio deben ser considerados para resaltar algunos aspectos adicionales de la problemática.
En su acepción más original, biológica y ecológica, hablar de territorio significa resaltar la importancia de la supervivencia como su (uno de sus) elemento(s) constitutivo(s) central(es). Esto lo consigue de dos formas, una pasiva y otra activa. Por una parte, en un sentido genético (pasivo), las diferentes formas de vida sobre el planeta tierra dependen de, están sujetas a, los distintos medios naturales existentes y algunas de ellas son incapaces de adaptarse a otros medios o a cambios importantes del medio original. “Algunos biólogos han ido más allá de lo tolerable, como Laborit para quien no existe especificidad humana que no se encuentre ya en el animal (…) El hombre es un animal semiológico para quien la territorialidad está condicionada por las lenguas, los sistemas de signos y los códigos (…) Los naturalistas, por consecuencia, no toman en cuenta más que el medio al cual el animal no puede escapar, mientras que el hombre si puede hacerlo mediante la cultura que es una serie de actos de comunicación” (Raffestin, 1988: 264-265).
Por la otra, en un sentido generativo (activo), subraya que la supervivencia de ciertas especies depende del dominio, control, ejercido sobre áreas específicas y recursos estratégicos. “El territorio es también objeto de operaciones simbólicas y una especie de pantalla sobre la que los actores sociales (individuales o colectivos) proyectan sus concepciones del mundo. Por eso el territorio puede ser considerado como zona de refugio, como medio de subsistencia, como fuente de recursos, como área geopolíticamente estratégica, como circunscripción político-administrativa, etc.; pero también como paisaje, como objeto de apego afectivo, como tierra natal, como lugar de inscripción de un pasado histórico y de una memoria colectiva y, en fin, como ‘geosímbolo’” (Giménez, 2000, p.93). Esta acepción pone en evidencia las dimensiones ecológico-ambiental y político-militar del concepto, esenciales para comprender, por ejemplo, “la necesidad” de un “orden mundial”, las pugnas por el control de recursos, circuitos, áreas de mercado (empresas transnacionales, grandes negocios, “orden económico”), el carácter excluyente de los dominios. Adicionalmente, esta acepción resalta la animalidad del ser humano y las restricciones que le son inherentes: “Toda sociedad tiene territorio, produce territorio. De hecho, tiene por lo general varios territorios, una multitud de ellos: para habitar, trabajar, recrearse e incluso soñar; espacios vividos y acontecidos; células locales y redes ramificadas. Esto complica la situación y funda y enriquece la libertad. La peor de las situaciones es la de no disponer más que de un solo territorio a ser defendido contra cualquier intruso; esto le sucede a los animales y a los pueblos desamparados” (Brunet, 1990: 23)
En su acepción geográfica más primera y original, pretende dar cuenta (explicativa- descriptiva) de la diversidad del medio natural y propone unidades construidas sobre la base del tipo de diversidad que le es propia, equivocadamente llamado “homogeneidad.” Le confiere propiedades genéticas cuando lo entiende como fuente explicativa de las peculiaridades de la cultura social. Entiende y da cuenta del papel dinámico (destructor-constructor) desempeñado por la sociedad humana a través de su intervención y propone el concepto de paisaje, para entender la relación sociedad-naturaleza. “Los geógrafos buscaron una explicación de los patrones de la ocupación humana en la superficie de la Tierra. Su principal fuente inicial de explicación es el ambiente físico y la posición teórica fue establecida en la creencia que la naturaleza de la actividad humana estaba controlada por los parámetros del mundo físico en la que estaba inserta” (Johnston, 1991, p.42).
En sus acepciones culturales más contemporáneas, pone de presente: primero, las dimensiones subjetiva e inter subjetiva que median y participan en la relación sociedad-naturaleza, y constitutivas de lo territorial. El territorio tiene una existencia mental a través de las múltiples representaciones, significados y valores que las personas elaboran de los puntos, recorridos, áreas (espace vecu). Lo tiene igualmente, en este caso como elaboración inter-subjetiva –colectiva- de apropiación, a través de los comportamientos sociales e individuales que median las relaciones sociedad-naturaleza; normas y códigos que se suponen “útiles” a la reproducción (nuevamente aparece la supervivencia, una relación pasiva) tanto de la sociedad como del medio natural en la que se desenvuelve. También existe mental, subjetiva y culturalmente como imagen, imaginario también podría decirse, en donde la política, entendida tanto como dominio y como construcción del bien común, contribuye a la elaboración del futuro, de lo que se será. Adicionalmente estas imágenes conjugan todos los tiempos de cada sociedad -presente, pasado y futuro- de manera única en cada lugar.
Finalmente, si el territorio está definido por actos de apropiación cultural, lingüística, y social, surge la pregunta acerca tanto de los distintos tipos de apropiación, las escalas o ámbitos que definen, como de sus interrelaciones. Para empezar, la distinción entre tipos de apropiación es del todo útil: “De aquí la distinción, frecuente pero no siempre analítica, entre tres tipos de identidad (…): 1) Identidad histórica y patrimonial, construida con relación a acontecimientos pasados importantes para la colectividad y/o con un patrimonio sociocultural natural o socioeconómico. 2) Identidad proyectiva, fundada en un proyecto regional, es decir, en una representación más o menos elaborada del futuro de la región, habida cuenta de su pasado. 3) Identidad vivida, reflejo de la vida cotidiana y del modo de vida actual de la región. Este último tipo de identidad puede contener, en forma combinada, elementos históricos, proyectivos y patrimoniales” (Giménez, 2000, p.115-116); “Esta percepción induce a distinguir (…) dos tipos fundamentales de territorio: los territorios próximos, llamados también territorios identitarios, como la aldea o el pueblo, el barrio, el terruño, la ciudad y la pequeña provincia; y los territorios más vastos, como los del Estado-Nación, los de los conjuntos supra-nacionales (como la Unión Europea) y los ‘territorios de la globalización” (Giménez, 2000, p.96).
Para continuar y comenzar a cerrar esta parte, una manera sugestiva y productiva de entender esa distinción y las posibles articulaciones entre estos tipos de territorio: “Entre estas dos situaciones extremas se instalan situaciones intermedias entre la universalidad y la individualidad. Lo universal es el Mundo como Norma, una situación no-espacial, pero que crea y recrea espacios locales; lo particular viene dado por el país, esto es, el territorio normalizado; y lo individual es el lugar; el territorio como norma. La situación intermedia entre el Mundo y el país viene dada por las regiones supranacionales y la situación intermedia entre el país y el lugar es el conjunto de regiones infranacionales, subespacios legales o históricos” (Santos, 2000, p.289); “El orden global busca imponer, en todos los lugares, una única racionalidad. Y los lugares responden al Mundo según los diversos modos de su propia racionalidad. (…) La razón universal es organizacional, la razón local es orgánica. En la primera situación se destaca la información que, además, es sinónimo de organización. En la segunda situación predomina la comunicación. El orden global funda las escalas superiores o externas a la escala de lo cotidiano. Sus parámetros son la razón técnica y operacional, el cálculo de función, el lenguaje matemático. El orden local funda la escala de lo cotidiano y sus parámetros son la co-presencia, la vecindad, la intimidad, la emoción, la cooperación y la socialización con base en la contigüidad. (…) Cada lugar es, al mismo tiempo, objeto de una razón global y de una razón local, que conviven dialécticamente” (Santos, 2000, p.289-290).
Para terminar, el concepto de territorio ayuda a definir un campo problemático construido sobre la base de la tensión fundamental entre sociedad y naturaleza, e involucra a lo menos tres dimensiones estratégicas (poder, funciones y representaciones), cada una de ellas con características activas y pasivas.
“Territorialidad humana que puede definirse como el conjunto de relaciones sostenidas por el hombre, en cuanto miembro de una sociedad, con la exterioridad y la alteridad con la ayuda de mediaciones e instrumentos (…) Son los instrumentos y los conceptos los que dan significado a la territorialidad humana por el hecho mismo que los eslabones, los nodos y las redes son producidos por sistemas de instrumentos técnicos, económicos, sociales, culturales y políticos. Estos eslabones, nodos y redes, constituyen un sistema territorial (mega mediador) por el cual toda sociedad regula sus relaciones con el espacio para adquirir su autonomía”(Raffestin, 1988, p.265-266).
3. Globalización y territorio
Este capítulo final se presentará en seis partes. En la primera se explicarán las características de la aproximación propuesta, aclarando los tipos de explicación que se sugiere desarrollar y proponiendo un conjunto de relaciones básicas entre globalización y territorio. En la segunda se pondrán en evidencia los momentos y los tiempos de la globalización, distinguiendo el largo, el mediano y el corto plazo. En la tercera se hará una exposición de los vectores de la globalización, es decir, los subconjuntos de factores que generan los principales cambios y transformaciones y que permiten entender la lógica con la que ellos se producen a nivel de lo productivo, lo comercial y lo financiero. En la cuarta parte de identificarán y expondrán las características de los principales territorios de la globalización y se discutirá muy especialmente si es pertinente o no hablar de un espacio planetario y de entender las redes como arquitectura dominante en la organización de este espacio económico mundial. En la quinta sección se presentará el concepto de escala y se hará una breve exposición de cada una de las escalas de análisis socio espacial pertinentes para comprender la configuración actual del espacio económico planetario. Se terminará, en la sexta sesión, con la presentación de las claves para el estudio de la relación entre globalización y territorio en América Latina y el Caribe.
3.1. La aproximación propuesta
Los dos recuadros finales del capítulo anterior, sumados a las sugerencias contenidas en Cuervo y González (1997:149-153), señalan la orientación adoptada para el análisis de la relación entre globalización y territorio a ser presentada a lo largo del presente capítulo. La primera precisa las características del resultado a ser obtenido, es decir, del tipo de explicación que será elaborada. La segunda indica las componentes fundamentales del análisis a ser desarrollado, condición de la calidad e integralidad del procedimiento adoptado. La tercera sugiere la estructura deseada de la síntesis que se obtenga de las relaciones entre globalización –económica- y territorio.
Tipos de explicación
Las explicaciones de la relación entre globalización y territorio deben dar cuenta de la articulación de las lógicas territoriales organizacional y orgánica, en los términos de Santos (2000). Las dinámicas de homogeneización y diferenciación se entrelazan, dando lugar a impactos territoriales específicos al lugar, a la región, a la nación, al continente, al hemisferio. Cada resultado es único pero hace igualmente parte de una dinámica de conjunto semejante, de cierta manera única, global. “Por lo tanto, en vez de asumir que la globalización está homogeneizando la ciudad europea, sería mejor pensar en cómo el proceso global está siendo tomado e indigenizado como una forma de distinción, como una forma de destacar identidades particularistas” (McNeill, 1999, p. 145).
La explicación, por tanto, no se satisface con establecer los principios de semejanza, o alternativamente de diferencia, sino que debe tener la ambición de articularlos. "La ciencia clásica pretende aún descubrir la verdad única del mundo, el lenguaje único de desciframiento de la totalidad de la naturaleza -diríamos hoy el nivel fundamental de descripción- a partir del cual todo lo existente puede, en principio, deducirse. La ciencia clásica postula aún la monótona estupidez del mundo interrogado (…) La ciencia de hoy escapa al mito newtoniano porque ha concluido teóricamente la imposibilidad de reducir la naturaleza a la simplicidad escondida de una realidad regida por leyes universales (…) Desde ahora exploraremos una naturaleza de evoluciones múltiples y divergentes, sugestiva no de un tiempo a expensas de los demás sino de la coexistencia de tiempos irreductiblemente diferentes y articulados” (Prigogine y Stengers, 1979: 92-93, 97, 52).
Componentes del análisis
Tanto globalización como territorio son fenómenos complejos que se van a analizar haciendo énfasis en su dimensión económica. No obstante este énfasis, esta mirada deberá ser capaz de trascender los estrechos límites de la economía y entablar contactos directos con otras dimensiones y niveles de análisis pertinentes. Teniendo en cuenta la aproximación desarrollada por Therborn (2000), para el análisis de la globalización y la propuesta por nosotros en el esquema final del capítulo anterior para estudiar el territorio, los aspectos y preguntas más importantes a ser considerados son, en el ámbito de lo político: ¿Cuáles han sido los cambios más relevantes en la definición y cobertura de los ámbitos político territoriales (territorios distantes) participantes en la dinámica actual de la economía mundial?: Tales como la nación, la región, la ciudad; ¿Tiene algún sentido hablar de lo continental y de lo hemisférico?; ¿Cuáles son las visiones contemporáneas de política regional y urbana en los variados ámbitos en los que tiene alguna existencia?
¿Qué importancia reviste la configuración geopolítica de cada momento en la explicación de las relaciones entre globalización y territorio?
En lo cultural: ¿Cuáles son las reglas del juego económico mundial, sus procesos de formación, desarrollo y existencia, las instituciones a través de las cuales toman vida, y sus desiguales repercusiones territoriales?; ¿Cuáles son los nuevos hábitos de consumo, sus vehículos de transmisión y sus impactos sobre la configuración de ciudades, regiones y territorios?; ¿Cuáles son las visiones de desarrollo más contemporáneas, su grado de confrontación y convergencia y sus procesos de gestación y canales de evolución?; ¿Cuáles los conceptos contemporáneos de riqueza, sus emblemas y los medios de obtención?
En lo económico: ¿Cuál ha sido la redefinición del mercado, de su extensión, del movimiento de sus límites, sus soportes y amplitud?; ¿Cuáles son los principales soportes técnicos, tecnológicos e infraestructurales de la interacción entre los sujetos económicos?; ¿Cuáles son las principales características del ciclo de acumulación de capital contemporáneo, de sus principales apoyos materiales, institucionales e ideológicos y su impacto sobre los cambios territoriales?
Relaciones básicas entre globalización y territorio
La principal orientación del trabajo en este sentido se recoge de las recomendaciones presentadas en el capítulo anterior y particularmente: primero, que no todos los cambios económicos se traducen en transformaciones socio espaciales; Segundo, que aquellos cambios económicos con incidencia socio espacial operan principalmente: o bien a través de la modificación del espacio construido, es decir, redes, infraestructuras, edificaciones, facilidades en general que sirven de soporte físico a las actividades económicas; …o bien por medio de las modificaciones en la concepción del espacio en términos de ideas de ciudad, regiones de referencia, conceptos éticos y políticos de equidad territorial con incidencia real y efectiva en la organización del espacio social a través de las instituciones, los acuerdos, las normas y los medios de la acción colectiva disponibles en cada momento; tercero, que una vez maduran estos cambios físicos e institucionales, su impacto social es particularmente profundo, dada las amplias interrelaciones establecidas con las demás dimensiones de la vida social y habida cuenta de la perdurabilidad de las transformaciones, definida por el ciclo de vida tanto de los soportes físicos como de las ideas socio espaciales.
Un concepto de partida
Con el propósito de comenzar a delimitar el campo de discusión y trabajo se propondrá un concepto inicial de globalización económica. Por globalización se entenderá un período específico de la historia del capitalismo (1970s hasta hoy) caracterizado por la presencia de unas particulares reglas del juego económico derivadas principalmente de la mundialización del ciclo de circulación financiera del capital.
Estas reglas conciernen las tres relaciones sociales básicas del capitalismo: la moneda, el mercado y el salario. La globalización tiene una historia y cuenta, por tanto, con un origen o principio, una evolución y algún momento de desaparición. Aquello que la dota de identidad y permite entender simultáneamente sus principios de unidad y diferenciación son sus reglas del juego básicas. De entre los múltiples procesos de mundialización experimentados en éste período se destaca el relacionado con el capital financiero, con preeminencia incluso sobre otros fenómenos más visibles y comentados como es el de las transformaciones tecnológicas.
Esta mundialización financiera no es la causa sino más bien la expresión de una multiplicidad de transformaciones que se conjugan para hacerla realidad. No obstante, una vez toma cuerpo y se consolida, se constituye en la columna vertebral del sistema, tiende a subordinar el resto de sus componentes y a regular sus ritmos de cambio y sus condiciones de supervivencia o bien de desaparición.
3.2. Los momentos de la globalización
Acogiéndose a la definición de globalización propuesta por Therborn (2000) y discutida en el Capítulo I, vale distinguir tres diferentes tiempos de globalización, propios y característicos de distintos plazos: el largo, el mediano, el corto.
En el largo y mediano plazos, acogemos la periodización propuesta por Therborn-1 (2000: 158166), con las seis grandes eras (largo plazo), cada una de ellas con fases de consolidación, debilitamiento y desaparición y con diferentes columnas vertebrales. La última de estas eras, la contemporánea (mediano plazo), se caracteriza por poseer dos grandes pilares: lo financiero y lo cultural. El surgimiento de esta era más reciente de globalización está ubicado en los años 1970 y ha sido particularmente bien dimensionado por Michael D. Bordo (2002). Los distintos indicadores de movilidad internacional de capital, trabajadores y mercancías señalan que los niveles de intensidad característicos de finales del siglo XIX y principios del XX, decayeron desde los años 1930 y el final de la segunda guerra mundial, para luego empezar a recuperarse y alcanzar niveles semejantes a los precedentes solamente en las dos o tres últimas décadas del siglo pasado: “En su cima previa a 1914, la participación de los activos extranjeros en el PIB mundial fue de aproximadamente un 20%. Decayó de este nivel hasta un 5% en 1945 y un nivel semejante al anterior a 1914 sólo fue conseguido en 1985. Desde este momento ha aumentado hasta un 57% (…) De la misma forma que los mercados de bienes, la migración internacional creció en el siglo XIX, declinó después de la Primera Guerra Mundial, y posteriormente repuntó. (…) Antes del siglo XIX, la migración desde el viejo hacia el nuevo mundo transcurrió en tres momentos: 1600-1790, esclavos y trabajo contratado; 1790-1850, colonos libres; 1850-1920, migración masiva (…) Las restricciones a la migración comenzaron en 1890 y culminaron con una caída libre por los años 1920 (…) Aunque hoy el número absoluto de personas que se trasladan a los Estados Unidos, Canadá y Australia es semejante a las del período previo a 1913, la tasa de inmigración para los Estados Unidos es considerablemente más baja que en el primer período, con 0.4 personas por mil ahora, contra 11.6 en aquel entonces (…) Las tarifas aduaneras fueron incrementadas como una reacción de los terratenientes ante las caídas en los precios de los cereales y en las rentas territoriales. Con la Primera Guerra Mundial y luego la Gran Depresión, el comercio colapsó ante las crecientes tarifas y cuotas. El comercio y la globalización revivieron después de la segunda guerra mundial con el GATT (Acuerdo General de Tarifas y Comercio), creado por la comunidad internacional, en compañía del FMI, del Banco Mundial y de otras organizaciones para la industria. Las sucesivas rondas del GATT desde 1947 hasta hoy eliminaron virtualmente las tarifas para los bienes manufacturados de los países avanzados (…) hacia 1970 la relación entre comercio y PIB alcanzó los niveles de la primera fase de la globalización –fines del XIX-“ (Bordo, 2002: 22-23)
Aunque los ritmos de evolución de los diferentes indicadores no coinciden plenamente, razones de orden institucional sugieren situar en la década de 1970 el origen de la fase más reciente de globalización cultural-financiera. Al interior suyo cabe distinguir tres fases, casi coincidentes con las tres décadas a lo largo de la cual ella ha operado: años 1970 (crisis y turbulencia), años 1980 (estabilización), años 1990 (primer despliegue).
A lo largo de la década de los años 1970 se producen una serie de desajustes que provocan la ruptura de las condiciones de funcionamiento de la economía mundial en el período previo y crean las condiciones para la formación de acuerdos, normas, reglas del juego e instituciones que darán base al actual período de globalización. Esta variedad de causas y amplitud de ámbitos que abarcan descartan acudir a explicaciones deterministas. Entre la variedad de razones explicativas de la crisis económica de los 1970s y del surgimiento de una nueva fase económica se pueden mencionar: agotamiento del patrón productivo fordista: rigidez de la línea productiva, límites humanos a la tensión e intensidad del trabajo, cambios culturales en los patrones de consumo y demanda; encarecimiento de la energía y cambios geopolíticos en los principales países productores de petróleo; ruptura de los acuerdos de Bretton Woods y abandono del patrón de cambios fijo; emergencia de nuevos países industriales con patrones técnicos, productivos y organizacionales también novedosos.
La conjugación y entrelazamiento de estos factores desestabilizó el funcionamiento económico general y creó la necesidad de replantear los acuerdos básicos en materia de patrón productivo, mercado y funcionamiento monetario. Estos fueron surgiendo como resultado de la crisis y de los nuevos arreglos institucionales, tecnológicos, organizacionales, monetarios y comerciales que se fueron elaborando a lo largo de la década de los años 1980, y consolidando durante los de 1990:
1. Restablecer la dinámica de la productividad y la eficiencia productiva en los
países avanzados significó combinar diferente tipo de estrategias en los planos de lo
tecnológico, lo organizacional, lo productivo: avanzar en la utilización de
tecnologías que permitan la flexibilización productiva y superen los límites de la
resistencia humana
a la intensidad y la rutina de los procesos: automatización, robotización;
exteriorizar funciones de apoyo y soporte en empresas subcontratistas; trasladar fases y
segmentos del proceso productivo a lugares con menores costos salariales, tributarios y
ambientales; profundizar y resaltar las funciones de investigación y desarrollo.
2. Restablecer al rentabilidad productiva a través de modificaciones en el
régimen salarial y en las estrategias financieras: procurar reducciones en los costos laborales
asociados a la protección social, servicios de salud y seguros de desempleo a través tanto de
negociaciones políticas (cambios legales) como sindicales; volcar las
estrategias financieras hacia las bolsas de valores, colocación de bonos y papeles.
3. Buscar nuevas fuentes de expansión de los mercados, bien sea hacia otros países desarrollados, países en “transición”, nuevos países industrializados y países en desarrollo.
4. Restablecer la legitimidad monetaria a través del control inflacionario, la reducción del déficit fiscal.
5. La mayor parte de estos procesos implicó ampliar la escala geográfica de las operaciones productivas, comerciales y financieras y requirió como uno de sus principales soportes de la globalización financiera.
3.3. Los vectores objetivos de la globalización: producción, comercialización, financiación
Del análisis presentado en el recuadro previo, los principales ejes de la transformación económica mundial, vectores, son el productivo, el comercial y el financiero.
Lo productivo: El cambio en este plano está marcado por el advenimiento de nuevas tecnologías dominantes, en especial las aplicaciones de la electrónica, la informática y las telecomunicaciones. Este cambio se ha acompañado de la emergencia de nuevos sectores, nuevos países líderes (Cuervo y González, 1997: 193-199) y nuevas configuraciones de la geografía productiva. Otra emergencia sectorial destacable es el fortalecimiento de los servicios, (Cuervo y González, 1997: 199-206) explicado por la presencia de nuevos patrones de consumo, su papel estratégico como soportes de la producción y su conversión en industrias en el sentido más clásico de la palabra: producción en serie y consumo masivo.
En lo organizacional se destaca la aparición de la firma global (Cuervo y González, 1997: 211-215) como nuevo referente, caracterizada por su extensión y cobertura, su funcionamiento en red y su capacidad de aprendizaje y adaptación a la diversidad como una de sus principales fortalezas. Estos territorios organizacionales tienen diversas configuraciones (Cuervo y González, 1997: 220-222) y, por lo demás, no implican la desaparición de las formas precedentes de internacionalización productiva, aunque tiendan a establecer su predominio. Su despliegue se da preferencialmente entre paises de mayor nivel de desarrollo (Cuervo y González, 1997: 193-199), o entre ellos y los países emergentes. Las tecnópolis y los tecnopolos se han convertido en los lugares emblemáticos, símbolo de las mayores y más representativas transformaciones productivas, sujetos de observación e imitación.
Lo comercial: La necesidad de sostener la expansión del mercado mundial en las condiciones de la globalización ha llevado al incremento de las exportaciones como su principal fuente de crecimiento, debilitando el predominio del mercado nacional doméstico como base fundamental de esta extensión. Esta extensión ha combinado diversas estrategias, a saber, los acuerdos comerciales, las uniones aduaneras y los procesos de integración económica. La intensidad del acercamiento comercial varía de acuerdo con las zonas del mundo, siendo más fuerte entre países avanzados, y entre éstos y los emergentes: geografía del comercio mundial (Cuervo y González, 1997: 185-186). El principal motor de la expansión del consumo y de las capacidades de compra ha sido la economía de los Estados Unidos y su crecimiento a debe.
Fuentes adicionales de expansión del mercado mundial han sido los países de Europa del Este, los países emergentes en general y la China muy especialmente, y los países latinoamericanos, posteriormente a los años 1980. Institucionalmente hablando, éste proceso se ha apoyado en la OMC e igualmente ha sido avalado por las políticas de privatización que han abierto la posibilidad de operación de segmentos de mercado previamente reservados a empresas públicas, comunitarias o cooperativas.
Lo financiero: La economía de la globalización es en buena medida el resultado de los desajustes, los desequilibrios y la emergencias de hechos y actores nuevos e impredecibles. Estos desajustes y descompensaciones han creado las condiciones para la aparición de un ciclo financiero mundializado (Cuervo y González, 1997: 223-227), una de cuyas principales funciones consiste en garantizar la circulación monetaria, de la riqueza y del ahorro a escala planetaria (Cuervo y González, 1997: 228-233).
Esta circulación financiera mundializada es el soporte de la expansión del mercado, del desarrollo técnico y tecnológico, de la integración productiva y se constituye además en emblema de riqueza y prosperidad y en una de las fuentes más deseadas de adquisición de fortuna. Una primera fase de fragmentación monetaria se siguió de la hegemonía incontestable del dólar americano y transita ahora hacia un nuevo momento cuyo resultado final está indeterminado pero se encuentra marcado por el debilitamiento relativo del dólar y la aparición y consolidación del euro. Esta operación financiera mundializada requiere de la existencia de soportes físicos, constituidos tanto por lugares emblemáticos como las ciudades globales (Cuervo y González, 1997: 206-209), como por redes de circulación de información, transacciones y riqueza a escala intercontinental.
Cada uno de estos vectores posee su propia geografía, constituye y modifica sus propias escalas de operación y se acompaña de diferentes modelos, referentes, imaginarios e instituciones. Al mismo tiempo que construyen unidad e integran los elementos, generan procesos de diferenciación que hacen que el significado de la globalización (Therborn, 2000) difiera de un lugar a otro sugiriendo entonces hablar de globalización en plural: globalizaciones.
3.4. La globalización y sus territorios
Las interrogaciones elementales a partir de las cuales debe surgir una indagación acerca de la existencia de un territorio global parecerían ser las siguientes:
1) Un territorio global, es decir, de cobertura planetaria ¿ha sido efectivamente constituido?
2) ¿Cuál es su estructura, su morfología?
3) ¿Cuáles sus fuerzas motrices, sus vectores?
¿Un territorio global?:
Tal y como se apreció en el Capítulo I, las versiones más radicales de la globalización pregonan la conformación de un territorio planetario, entendido como integración amplia y completa de los flujos de información, de sobredeterminación de lo regional por lo planetario, de funcionamiento simultáneo de la economía.
No obstante, el funcionamiento efectivo de la economía, la circulación de la información y la posible existencia de una sociedad mundial única confrontan serias restricciones a la hora de ser aceptados como hechos globales:
- Para ilustrar las restricciones geográficas confrontadas por la expansión del espacio económico es particularmente útil considerar el trabajo de investigación realizado por el Globalization and World Cities Study Group and Network (http://www.lboro.ac.uk/gawc/) a partir del cual se establecen las características de la geografía económica de las actividades de servicios, una de las varias actividades económicas emblemáticas de la globalización. A partir de la constatación de la presencia de estas firmas a lo largo y ancho del mundo y de las diferencias de jerarquía y tamaño de los distintos lugares se llega a una representación estilizada del mundo económico con varias características contradictorias con la visión de un espacio planetario: hay zonas del mundo claramente preponderantes y otras total o parcialmente inexistentes: ver Mapa 1. Esta representación estilizada de la desigual e incompleta configuración de ciudades globales es el resultado de una compleja articulación de geografías productivas particulares de diferentes grupos de actividades económicas. Puede hablarse entonces de múltiples globalizaciones (Taylor, Catalano y Walker, 2002).
- Las características geográficas de la circulación de información a través del internet, ilustradas en la portada de este trabajo, ponen de presente una situación semejante de intensidad y amplitud para el mundo desarrollado y de restricción o vacío para el resto del planeta.
- La vigencia de una “sociedad mundial única” debe cuestionarse a la luz de la
presencia de múltiples manifestaciones de descontento y rechazo social de la globalización,
del conflicto armado existente y del choque de las civilizaciones (Huntington,
2001), los cuales ponen de manifiesto la operación de fuerzas encontradas que difícilmente
corresponden a la visión determinista de fuerzas superiores, globales, sobre
determinando el acontecer local y regional.
Como conclusión a la primera pregunta se sugiere aceptar la existencia de lo global como territorio sin exclusiones más en carácter de proyecto, de visión del mundo, de horizonte. Este reconocimiento explica la presencia de voluntades, ideas e instituciones que aceptan esta visión y canalizan voluntades y esfuerzos en pro de su alcance, aunque no se puede verificar como hecho empírico actual. En el plano del funcionamiento efectivo de la economía, de la sociedad, la cultura y de los flujos de información, resulta sensato aceptar la distinción propuesta por Braudel entre economía mundial y economía-mundo: la integración económica efectivamente realizada es parcial e incompleta, desigual y jerarquizada.
¿Una estructura horizontal?
La visión de un espacio global de cobertura universal se acompaña de la idea de la presencia y el soporte en redes horizontales y configuraciones flexibles, opuestas a la verticalidad y jerarquización de las configuraciones convencionales. La imagen emblemática de esta nueva configuración es la correspondiente a la arquitectura del internet, cercana al tercer tipo, redes distribuidas.
En contraste con esta expectativa, se ha encontrado que la extensión de estas relaciones de horizontalidad es relativamente restringida y se combina y acompaña de la presencia de segmentos claramente jerarquizados y centralizados, semejantes a las configuraciones por algunos consideradas como desaparecidas. Es así como en el gráfico 1 se observa que los niveles de conectividad propios de las ciudades globales de mayor escala son altos y muy semejantes entre sí, síntoma de horizontalidad, mientras que a partir de un momento determinado las diferencias empiezan a ser sensibles y los niveles de conectividad descienden a gran velocidad.
En términos gráficos (ver figura 1), estas configuraciones se representan como un sistema completo con subsistemas con nodos superiores, medios e inferiores y áreas de influencia relativamente diferenciadas.
Las configuraciones horizontales y flexibles tipo red son, en efecto, una de las innovaciones propias de los territorios de la globalización. No obstante, su extensión es restringida y tiende a superponerse a la presencia de formas de configuración más tradicionales, verticales, jerarquizadas y espacialmente segmentadas.
Fuerzas motrices, vectores subjetivos
Las fuerzas de la integración económica mundial son tanto objetivas como subjetivas. La globalización, sus alcances y su geografía, es obviamente el resultado de procesos de integración productiva, de mercados y de medios financieros ya analizados. No obstante, estos procesos serán posibles en la medida en que haya condiciones subjetivas e institucionales que les den sustento. En efecto, la expansión de las transacciones comerciales internacionales, de los flujos de capital y de las personas ha sido posible en la medida en que las instituciones, las políticas económicas, los valores y los comportamientos se han transformado consecuentemente.
Para comenzar, debe resaltarse el papel de las ideas contemporáneas de prosperidad y las convicciones colectivas acerca de cómo se obtiene. La prosperidad sigue siendo entendida principalmente como capacidad de consumo, como progreso material. Hay nuevos patrones de consumo cuya difusión cuenta hoy con medios tan poderosos como el cine, la televisión y la industria del entretenimiento.
Algunos de los objetos y de los lugares que hacen parte de estos patrones tienden a convertirse en emblemas y son objeto de imitación individual y social. A través de la imitación y la emulación, estos emblemas se difunden, se universalizan y contribuyen a modificar el paisaje de las ciudades en cuanto a edificaciones y arquitectura (Knox y Taylor, 2004), áreas de actividad económica y residencia, formas de movilización. Para la comprensión de estos procesos resulta de fundamental importancia el estudio de la industria cultural y del entretenimiento, uno de los canales más poderosos con los que cuenta la globalización para crear este espacio cultural mundial. Adicionalmente, es de interés estudiar y comprender el comportamiento cultural de los “super-ricos” (Beaverstock, J.V; Hubbard, P.J.; Short, J.R., 2002) de la globalización, de sus elites (Beaverstock, 2001) gerenciales y tecnocráticas y de los medios de difusión social y geográfica de estos comportamientos.
Los mismos medios de comunicación que han garantizado la difusión de patrones culturales dominantes, por su carácter interactivo y su flexibilidad han provisto el soporte para el desarrollo de movimientos de “contra”-cultura o de aparición y difusión de tendencias alter-culturales. En algunos casos recientes, han servido incluso para contrarrestar tentaciones de control y distorsión de la información ante hechos políticos y sociales de trascendencia mayor.
Las convicciones colectivas acerca de los caminos de obtención de la prosperidad material son variadas y diversas. No obstante, es interesante resaltar al menos dos de las más relevantes: uno son las ideas económicas vigentes, en particular las teorías macroeconómicas dominantes y el otro son los lugares considerados económicamente exitosos.
El proceso de consolidación de las versiones neoliberales de la teoría y de la política económica ha jugado un papel fundamental para garantizar la constitución de espacios económicos globales, darles continuidad y permitirles una proyección importante. Sin la presencia de estas ideas sería imposible explicar los procesos de liberalización de los mercados de bienes, de servicios, de moneda y de productos financieros. Aunque hay tradiciones continentales que cuentan como factores de diferenciación de las percepciones y aproximaciones concretas a estas políticas, la integración económica internacional no tendría la intensidad ni la extensión actual sin la existencia de unas convicciones básicas comunes.
La exaltación del éxito económico de lugares muy precisos contribuye, por su parte, a la creación de íconos y emblemas de progreso local o territorial que empiezan a ser imitados a lo largo y ancho del planeta. Durante la globalización han surgido emblemas locales del éxito y la preponderancia adquiridos a través de actividades financieras y de servicios a las empresas –las ciudades globales (Cuervo, 2003-1) –, de innovación y desarrollo tecnológico –las tecnópolis y medios innovadores-, de provisión de servicios de telecomunicaciones –telepuertos–, o incluso de fabricación en tejidos productivos nutridos y variados – distritos industriales–. La geografía económica mundial se mueve en torno de la creación de estos emblemas, constitutivos de lo que podría denominarse un espacio mental universal– y se transforma al tenor de las maneras específicas de difusión, imitación, adaptación y hasta indigenización de estos lugares exitosos.
Un espacio mental constituido alrededor de estos íconos, emblemas y representaciones mentales de “territorios ganadores”, coexiste con espacios reales variados y diversos, con muy diferentes y contrastados procesos de “aplicación”, y con también muy distintos resultados concretos.
El acompañamiento indispensable a los procesos anteriormente mencionados, contribuyendo a darles estabilidad y permitirles perdurar, proviene de la elaboración de normas, reglas del juego e instituciones. La globalización ha consolidado, o bien modificado instituciones vigentes desde el final de la segunda guerra mundial, depositarias del multilateralismo como doctrina y procedimiento de prevención y resolución de conflictos, como canal de creación o simplemente difusión y transmisión de valores universales de respeto a la diversidad y defensa de los derechos básicos a la vida, al ambiente, a los beneficios del desarrollo. De la misma manera, instituciones económicas como el Banco Mundial, los bancos regionales de desarrollo, el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio desempeñan un papel estratégico en la creación de condiciones para la integración económica mundial, para la difusión de las doctrinas y las políticas económicas que han hecho posible la liberalización de los mercados. Nuevos espacios de acuerdo y concertación se constituyeron durante esta época, como el G 7, con una muy significativa contribución para el hallazgo de nuevas condiciones de estabilidad macroeconómica y de ejercicio de un liderazgo y de una indiscutible hegemonía por parte de los países más avanzados.
En una dinámica paralela han aparecido y en algunos casos proliferado iniciativas sociales de interacción global, bien como respuesta y oposición a las decisiones de las grandes instituciones, bien como creación de una plataforma de propuestas y acciones comunes que han dado lugar al apelativo de “sociedad global”. Las convicciones colectivas, traducidas en códigos teóricos, institucionales o éticos tienen un poderoso papel transformador pues contribuyen a la sincronización de las acciones humanas y lo que es más importante, las dotan de sentido y finalidad, es decir, generan condiciones para perseverar en las acciones emprendidas, aún a costa de la cruda realidad de hechos contradictorios con los impactos esperados. El estudio de los procesos de formación, evolución, difusión y cambio de estas ideas colectivas es de particular relevancia y debería merecer tantos esfuerzos como la investigación objetiva de los hechos, los acontecimientos y las tendencias.
3.5. La globalización y sus escalas
Algunos de los cambios territoriales más discutidos y polémicos de la globalización se relacionan con la cuestionada vigencia de ciertas escalas, la aparición de algunas nuevas y la revitalización de otras.
El primer tema o escala, tratado en el numeral anterior, es obviamente el de la naturaleza, cobertura y dinámica del espacio global propiamente dicho. La segunda gran preocupación se relaciona con la aparente pérdida de vigencia de lo nacional como escala territorial significativa a expensas del resurgimiento de lo local (entendido de manera amplia y abarcando lo metropolitano o lo regional subnacional) y la aparición y consolidación de lo regional-internacional.
En la cartografía, la escala tiene un claro y definido sentido: señala una relación cuantitativa exacta entre el tamaño de la representación y el objeto real representado. La selección de una escala en particular determina la cobertura del objeto que alcanza a ser representada y, por esta vía, determina la cantidad y tipo de elementos y detalles incluidos. Mientras menor es la escala, mayor el nivel de detalle y menor la capacidad de visión panorámica. Mientras mayor la escala, menor el detalle y mayor la amplitud y la visión de conjunto. Por tanto, la opción de la escala facilita el análisis de algunos procesos y dificulta el de otros. En este caso se emplea el término de escala en una acepción menos precisa. Una escala tiene sentido en la medida en que existan procesos, fuerzas u objetos que la doten de una cierta unidad. Su amplitud no depende de lo que el observador quiera examinar sino de la fidelidad a la manera de constituir unidad. Las disputas geopolíticas deben ser observadas a escala planetaria pues de lo contrario no son cabalmente comprendidas. La formación de identidades culturales, por el contrario, exige observaciones detalladas al nivel de comunidades locales, aldeas, familias. Los fenómenos cambian al igual que sus factores de cohesión; por tanto, las escalas están sometidas al cambio y la transformación.
Una primera escala pertinente y reconocible es la hemisférica,4 con dos posibles cortes: Norte-Sur y Oriente-Occidente. Cada uno de estos cortes tiene un sentido y un significado totalmente diferente y, aunque responden a distintos criterios, tienen vigencia simultáneamente. El corte Norte-Sur tiene un sentido principalmente económico y alude al hecho de que la integración económica mundial se ha dado y se sigue produciendo preferencialmente entre los países más desarrollados. El Sur tiene entonces un significado próximo de la exclusión y el marginamiento. Aunque hay obviamente países que escapan a esta correspondencia, ella tiene sentido al señalar una tendencia dominante. El corte Oriente-Occidente adquiere, en estos momentos, un sentido cultural y político-militar pues señala la línea divisoria, la frontera de la expansión del mercado mundial liderado por los países desarrollados de occidente. Como parte de la historia reciente de este proceso de ruptura cabe señalar el derrocamiento del Sha de Irán a mediados de los años 1970, la organización de los países exportadores de petróleo, las guerras Irán-Irak, Irak-Kuwait, Afganistán-USA e Irak-USA, y las expresiones más extremas de resistencia autodestructiva como las recientemente aparecidas en el conflicto Israelo-Palestino y en las acciones de Al Qaeda.
Una segunda escala pertinente y reconocible es la continental, con agrupaciones alrededor de tres grandes polos: Estados Unidos, Europa y Asia del Pacífico. El elemento básico de cohesión es principalmente aunque no exclusivamente comercial y la configuración de cada uno de los tres polos presenta variaciones importantes, en algunos aspectos significativas. Cada uno de estos cuasi-continentes posee un polo dominante y un área de influencia relativamente bien determinada, aunque tanto en uno como en otro caso, se trata de fenómenos en proceso de variación y de cambio. Adicionalmente, en cada uno de ellos hay una institucionalidad económica de soporte, aunque como se dijo, con variaciones importantes que van desde acuerdos comerciales regionales, hasta uniones económicas con creación de una nueva moneda. Finalmente, la problemática económica propia de cada cuasi-continente tiene una cierta identidad, definida no solamente por diferencias en términos de aproximación de política económica, sino también por las distintas características del impacto socioeconómico resentido durante la época de la globalización: significado de la globalización (Therborn, 2000).
La tercera escala de importancia y relevancia es la nacional, tal vez la más subestimada y probablemente con mayores distorsiones en la mirada que se le ha aplicado. Se habla, con buenas razones, de la pérdida de la soberanía nacional, tomando como fundamento la crisis fiscal propia de esta época, los recortes de gasto especialmente en áreas sociales, el retiro de su presencia directa en actividades económicas específicas, la exteriorización y otorgamiento de autonomía a funciones estratégicas como la moneda y en algunos casos la regulación, y la cesión de márgenes de maniobra y posibilidades de intervención como resultado de los acuerdos bi y multilaterales de comercio, y la desconcentración –en unos casos- y descentralización –en otros- de funciones de gasto y recolección de impuestos. No obstante, en lo económico, vale la pena considerar:
“En el desarrollo del análisis, especial importancia fue concedida a la discusión de la vigencia del espacio nacional en la mundialización. A pesar de las profundas transformaciones de su naturaleza y funciones, el análisis arroja un resultado claro al respecto: la mundialización no disuelve el espacio nacional, sí lo transforma y reposiciona.
El espacio nacional conserva vigencia en su calidad de espacio monetario. La integración monetario-financiera creciente no disuelve las monedas nacionales, a excepción del caso particular de la unión europea. En todos los demás casos seguirá siendo una marca de identidad económica. Aunque la política monetaria nacional haya perdido autonomía, también es cierto que ha ganado ciertos márgenes de maniobra con los que anteriormente no contaba, especialmente en lo que hace a la posibilidad de utilizar el ahorro internacional para prolongar y amortiguar el manejo de los desequilibrios macroeconómicos.
Mitad de la superficie de la esfera terrestre, dividida por un círculo máximo, de preferencia el Ecuador o un meridiano (Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, 1984).
El espacio nacional preserva su importancia como escenario de resolución del conflicto social, como ámbito de la política social y regional donde las compensaciones entre individuos, grupos y regiones siguen siendo vitales para mantener la estabilidad, la cohesión y la relativa unidad de propósitos.
El espacio nacional es igualmente pertinente como ámbito de creación, reproducción y destrucción de ventajas competitivas. Los pilares de las ventajas competitivas no se producen de manera silvestre, son el resultado de un esfuerzo social ejecutado a través del Estado, de la sociedad o de las empresas, de los agentes económicos. Las políticas industriales, los subsidios, la promoción de la investigación y el desarrollo, los esfuerzos en materia de educación y formación de la fuerza laboral son algunos de los tantos ámbitos alrededor de los cuales se juega la creación y destrucción de ventajas competitivas.
Las relaciones internacionales se han estrechado, la necesidad de la integración al mercado mundial es perentoria, la interconexión de los fenómenos económicos es evidente; sin embargo, el espacio nacional mantiene su presencia, así su participación y el efecto de sus acciones se dé en condiciones totalmente distintas a las del pasado. Transformación sí, disolución en lo local y lo global, definitivamente no” (Cuervo y González, 1997, p. 244-245)
Adicionalmente, de forma más integral: “…Es importante tener en cuenta que las actuales discusiones acerca de los desafíos y del declive del Estado deben considerar que los desarrollos más recientes toman lugar a partir de un cenit de poder y control por parte del Estado. El segundo tercio del siglo XX, desde la depresión hasta la ruptura del sistema de paridades de cambio fijas de Bretton Woods, será recordado como la cúspide del Estado; aún el siglo XX considerado en conjunto, experimentó un incremento en la importancia del Estado.
Desde el punto de vista económico, los Estados crecieron con relación a los mercados, tanto a nivel global como doméstico. En lo doméstico, fue el tiempo de la planeación, de la movilización estatal de recursos y, algo más tarde, del establecimiento de garantías sociales con aval público. La participación del ingreso y del gasto público en la economía doméstica dio un fuerte salto hacia arriba. El control del Estado sobre su territorio y su población creció enormemente con procesos de unificación legal, crecimiento administrativo y desarrollo de tecnologías de registro y supervisión. La radio proporcionó un medio efectivo nacional de comunicación de masas. En términos de identidades, los nacionalismos se incrementaron hasta altos niveles y se difundieron por todo el globo hasta niveles sin precedentes, expresándose en entusiastas movilizaciones de guerra y en un vasto movimiento anticolonial. Bien sea a través de regímenes democráticos o dictatoriales, las poblaciones se integraron en y fueron movilizadas por un Estado mirado por ellas como propio, en una magnitud sin precedentes.
Todos sabemos que en la actualidad, desde finales de los años 1970, los mercados han crecido más rápido que los Estados, y que los mercados financieros lo han hecho de forma explosiva durante la última docena de años. La contradicción capitalista entre la propiedad privada y el ‘carácter crecientemente social de las fuerzas de producción’, puesta de manifiesto por Marx, fue notablemente corregida durante el siglo XX, hasta la entrada de los años 1970. Desde entonces ha habido una reversión, debido a los nuevos medios de movilización de recursos privados y de desarrollo tecnológico a través del mercado. Se trata, en efecto, de un salto estructural del cual, no obstante, surge la pregunta de qué tanto ha transformado la importancia del Estado.
Sin ir más allá, argumento en contra. Los Estados macionales gobiernan una fracción más importante del mundo ahora que en la primera mitad del siglo XX. Esto sigue siendo así para China, en comparación con el imperio decadente y con la República fracturada que le precedió; para India, en relación con el mosaico reinante durante el Imperio Británico, los principados y las aduanas locales; para los Estado que sucedieron al imperio Otomano; para el conjunto de África; y para los Estados de la Europa del este posterior a la primera guerra, que no se unificaron legalmente sino hasta los años 1940. Lo es también para la América Latina de hoy en comparación con las oligarquías de la época previa a la segunda guerra mundial y as las convulsiones de la revolución mexicana. Lo es para los Estados Unidos, donde la declaración del gobierno federal y de la Constitución, incluyendo la enmienda 14 (acerca de igualdad racial), esa ahora válida en todo el territorio de la nación, incluyendo el sur. Europa occidental es algo diferente, pero no a causa de los mercados globales y de la fragmentación local, sino que es su integración regional, organizada a través de Estados Nación, lo que marca la diferencia.
En todas partes, excepto en la Rusia post comunista, la parte de las economías territoriales extraída y gastada por los Estados Nacionales es hoy mayor que lo que fue hace 50 o 100 años.
Antes de la primera guerra mundial, ninguno de los Estados de la Europa más rica gastaba más de un quinto del PIB nacional, sino que estaba usualmente cerca de un décimo o de un séptimo. Antes de la segunda guerra mundial, los impuestos generales extraídos eran de un quinto o más solamente en Alemania. Alrededor de 1950, todos los Estados de la OCDE extraían más de un quinto de sus PIB nacionales en impuestos, Estados Unidos casi un cuarto, pero ninguno más de un tercio – Francia, Alemania y el Reino Unido lo hacían- . Por los años 1997, el peso ponderado del gasto público general en la OCDE era el 39% del PIB y los ingresos promedio provenientes de impuestos y otras fuentes eran el 38%. Ningún país, con excepción de Corea, gastaba menos de un tercio de los recursos económicos domésticos (OCDE, 1998:252-3).
En contraste con las tres anteriores eras de globalización, la actual no es conducida por el Estado, pero tiene inicio en un momento cumbre del poder del Estado. Una buena cantidad de las fuerzas y de los procesos que han convertido el siglo XX en el siglo del Estado aún están en movimiento. Una parte importante de los problemas claves de gobernabilidad derivan de la continuidad de la existencia de los Estados. Las cuestiones de gobernabilidad que hay que abordar me parecen ser de naturaleza más interactiva entre agentes exógenos que provenir de un sistema autodeterminado” (Therborn, 2000: 173-174).
La última pero no la menos… A escala regional: “Estos nodos subnacionales (i.e. regionales) constituyen formaciones sociales distinguibles en las cuales las dinámicas de carácter local están generando transformaciones mayores debidas a los impactos de la globalización. Muchas de ellas son el foco de nuevos y significativos experimentos de movilización política local y de reorganización, surgidos como respuesta de movimientos sociales que resienten tensiones y limitaciones derivadas de la globalización. Muchos de ellos también comienzan a tomar una identidad definida como actores políticos y económicos a nivel mundial” (Scout, 2001:1, los subrayados son nuestros).
A escala de las ciudades-región globales: “Si las ciudades globales se definen en términos de sus intercambios de información externa, la lógica sugiere que las ciudades-región globales deberían definirse en términos de sus enlaces internos. La información se mueve en dos vías: electrónicamente, y entre las personas a través de el intercambio cara a cara” (Hall, 2001:72).
La última pero no la menos importante de las escalas es la local, integrando a su interior realidades tan disímiles como la de las megalópolis, las áreas metropolitanas, los distritos económicos, o incluso las pequeñas ciudades, municipios o comunas. Esta escala, en palabras de Santos tiene sentido y es de naturaleza orgánica, es decir comunicativa. No todo ni cualquier lugar posee las características necesarias para ser denominado localidad, sino que debe cumplir una serie de condiciones que le permitan jugar, a diferente escala y con distintas tipologías, el papel de agente de desarrollo. A escala regional: “These nodes constitute distinctive subnacional (i.e. regional) social formations whose local character and dynamics are undergoing major transformations due to the impacts of globalization. Many of them are foci of significant new experiments in local political mobilization and reorganization as different social groups within them strive to deal with the stresses and strains to which they are increasingly subject as a result of globalization. Many of them, too, are now starting to take on definite identity and force as economic and political actors on the world stage” (Scott, 2001, p.1, los subrayados son nuestros)
A escala de las ciudades-región globales: “If global cities are defined in terms of their external information exchanges, logic suggests that global city-regions should be defined in terms of corresponding internal linkages. Information moves in two ways: electronically, and inside people’s heads for face-to-face exchange” (Hall, 2001, p.72). A escala local: “En un momento histórico concreto y por iniciativa propia, una ciudad, comarca o región puede emprender nuevos proyectos que le permitirán iniciar la senda del desarrollo competitivo o continuar en ella. La condición necesaria para que aumente el bienestar local es que exista un sistema productivo capaz de generar economías de escala mediante la utilización de los recursos disponibles y la introducción de innovaciones” (Aghón, Alburquerque y Cortés, 2001, p.21).
3.6. Claves para el estudio de la relación entre globalización y territorio en América Latina y el Caribe
El propósito de esta sección no es hacer un balance de la investigación realizada en este tema para América Latina y el Caribe. Se pretende, más bien, dejar planteada la manera de examinar la relación entre globalización y territorio para esta región, presentando las dimensiones más relevantes y las preguntas más significativas. Esta forma de presentación tiene su explicación en dos consideraciones.
Primera, la inexistencia de estudios y publicaciones que hagan el balance de la investigación realizada, haciendo que en muchos casos sea imposible presentar una síntesis del debate. segunda, tal vez la más importante, el deseo de incentivar la investigación, el estudio y la búsqueda de respuestas, o la identificación de nuevas preguntas de la parte de los lectores del presente texto.
No obstante la inexistencia ya mencionada de uno o varios balances de la investigación realizada, es menester reconocer la presencia de un material particularmente rico, variado y abundante, recopilado a todo lo largo de los ya ocho seminarios y encuentros internacionales de la Red Iberoamericana de investigadores sobre globalización y territorio (RII). Esta red se viene reuniendo desde 1994 con encuentros de un año y medio de por medio y ha logrado una participación promedia de cerca de 100 ponencias en tres o cuatro temas estratégicos: expansión metropolitana, sistemas productivos locales, desigualdades socio territoriales e instituciones y gestión regional y local. Para mayor información se puede consultar el sitio de la red, alojado en la página del Colegio Mexiquense: http://www.cmq.edu.mx/
La mirada de conjunto de las relaciones entre globalización y territorio exige retomar las recomendaciones formuladas en el acápite II.2. El territorio es un sistema complejo que asimila las transformaciones propuestas por la globalización de acuerdo con ciertas reglas y parámetros que no deben ser pasadas por alto y que fueron desarrolladas en el acápite mencionado. Las consideraciones presentadas en esta sección complementan lo anterior en la medida en que detallan algunos de los ejes más importantes a través de los cuales debería ser vista esta relación.
Las relaciones entre globalización y territorio pueden ser analizadas a través de dos grandes dimensiones, a saber, la del cambio estructural y la de las transformaciones políticas y culturales.
Estructura económica y territorio
Durante la globalización se han producido cambios sustanciales en la estructura de la actividad económica, con serias repercusiones sobre la organización del territorio. Estas transformaciones pueden ser miradas a través de los cambios en los grandes sectores de la actividad económica.
La producción industrial ha experimentado significativas transformaciones, aunque los países y sus territorios las han resentido de manera muy particular.
En la industria:
1. Como resultado de la apertura comercial y de las ganancias de competitividad de los países asiáticos, se observa una decadencia generalizada de sectores anteriormente muy importantes. El contenido específico de este proceso de desindustrialización y su intensidad es muy variable por país, dado que, por una parte, su desarrollo previo era muy diferente, y por la otra, su respuesta también ha sido muy variable. Territorialmente hablando, este proceso significa que las regiones de mayor industrialización experimentaron una grave crisis, particularmente acentuada a lo largo de los años 1980.
2. Este proceso de desindustrialización se vio intervenido y modificado de acuerdo con el impacto que hayan tenido procesos de integración comercial regional, expansión de las exportaciones o reconversión económica que haya permitido mantener las partes del mercado doméstico.
3. El balance sectorial y el impacto territorial es tan diverso que caben casos que se podrían considerar extremos: expansión industrial vs. Depresión; concentración espacial vs. nuevos nodos de industrialización.
En los servicios:
1. Una de las consecuencias de la reestructuración de la actividad manufacturera ha sido la exteriorización de actividades de apoyo y servicio que anteriormente se ejecutaban al interior de las firmas industriales. Este proceso ha contribuido a la expansión del sector servicios, cuyas actividades tienden a ubicarse en cercanía de los principales polos de actividad manufacturera de cada país.
2. La actividad financiera, bancaria y de seguros se ha extendido como resultado de las políticas de liberalización de los mercados de capitales y de la expansión de este tipo de transacciones a escala mundial. Estas actividades suelen ubicarse en los centros urbanos mayores y a estimular la concentración espacial del empleo, el ingreso y la riqueza.
3. Hay cambios en los patrones de consumo, semejantes a lo sucedido en los países desarrollados, que también han contribuido a la expansión de las actividades de servicios: entretenimiento, cultura, turismo. Igualmente, algunos sectores como el turismo han globalizado su radio de acción e incidido en la constitución de nuevas formas de enclaves económicos regionales: los llamados polos turísticos internacionales, privilegiando a los países del Caribe, América Central y México. La primera tendencia tiende a reproducir los patrones previos de ubicación del mercado doméstico, mientras que en la segunda se observan impactos de modificación más severos, así esté por determinarse si estos enclaves generan oportunidades de desarrollo territorial o constituyen solamente eventos de crecimiento económico aislado.
En las actividades primarias:
1. Una parte importante de la expansión de las exportaciones latinoamericanas es de origen primario, es decir agrícola, silvícola, pecuario, pesquero y minero. Cada una de estas ramas se apoya en el tejido económico territorial de muy diferente forma, generando escenarios opuestos que van desde una integración amplia y profunda, hasta la operación a espaldas del entorno local. Como es de esperarse, el impacto territorial de cada una de estas formas de inserción es totalmente distinto y da lugar a resultados muy diversos.
2. La liberalización comercial agropecuaria ha significado en muchos casos la
ruina de los empresarios agrícolas y de los campesinos, con serias consecuencias sobre los
niveles de bienestar e ingresos en las zonas rurales. Las crecientes brechas rural urbanas
parecerían estar contribuyendo a la expansión de las disparidades económicas territoriales.
Por consiguiente, las tendencias del cambio socio espacial presentes en cada
país son el resultado, no solamente de las peculiares transformaciones estructurales y sectoriales,
sino también de la configuración territorial dentro de la cual éstas operan. Los sentidos del
cambio, la intensidad de las transformaciones y las proyecciones de las tendencias difieren en cada caso y
sólo en circunstancias muy
especiales hacen parte de procesos generales a todo el continente. El
conocimiento de la red urbana de cada país, de su configuración regional, de las tendencias demográficas y de los
movimientos de población serán factores fundamentales para comprender las semejanzas y las
diferencias de impacto del cambio económico sobre el territorio.
Política, cultura y territorio
La persistencia de las transformaciones estructurales no depende solamente de la tozudez de los hechos sino también de la perseverancia del pensamiento y de las convicciones propias de cada época. Si en muchos casos el destino de ciertas modificaciones se mantiene es porque existe, entre el grupo de quienes toman las decisiones de política, la más profunda convicción de su conveniencia y la más firme expectativa sobre el contenido de los resultados. La acción humana voluntaria y explícita contribuye entonces a sostener la dirección del cambio, aún a costa de indeseables resultados observables en el corto plazo, generalmente interpretados como transitorios y, en algunos casos incluso vistos como “inevitables”: son el costo a sufragar para obtener la modificación deseada. Por todo lo anterior, al lado de las tendencias estructurales y objetivas, deben ser observadas y analizadas las modificaciones en las maneras de ver los problemas y, muy especialmente, en las políticas en las que estas nuevas formas de ver se traducen.
Política y territorio
Algunos de los cambios estructurales con impacto territorial mencionados en el parágrafo anterior tienen parte de su origen en modificaciones de política económica:
1. Las políticas de liberalización comercial se relacionan con, aunque no lo explican completamente, los procesos de reestructuración industrial y de depresión agropecuaria arriba mencionados.
2. La expansión de la actividad financiera y de servicios tampoco habría tomado lugar sin la presencia de políticas económicas de apertura y liberalización financiera como las aplicadas en América Latina y el Caribe.
En otros órdenes, los cambios de política económica están interviniendo sobre los territorios de formas aún más complejas y poco estudiadas y establecidas. En este caso debe hacerse mención de por lo menos dos grandes bloques de políticas: regionales (o territoriales) y urbanas.
En lo correspondiente a las políticas territoriales debe comenzarse por establecer si los países desmontaron o no los incentivos a la desconcentración espacial de la actividad económica, operados generalmente a través de subsidios y de inversiones públicas directas tanto en empresas como en infraestructura económica. Aunque la mayor parte de los países haya abrazado el “nuevo discurso territorial” en donde se promulga el protagonismo territorial y local y se acepta (o avala en algunos casos) el retiro del estado central de estos asuntos, grandes son las diferencias en la forma e intensidad de hacer de este discurso una realidad.
Uno de los componentes más visibles del cambio en las políticas regionales de los países de América Latina y el Caribe es el relacionado con la modificación de las relaciones políticas, financieras y administrativas entre los diversos niveles territoriales de gobierno, conocidos generalmente como procesos de descentralización. Estos procesos afectaron tanto a países de organización federal como unitaria, con múltiples diferencias en cuanto a las fórmulas y estrategias concretas aplicadas. Como resultado de estos procesos, muchas de las reglas básicas de la gestión pública y del acceso a los recursos de gasto e inversión estatales sufrieron profundas modificaciones, con serios impactos sobre la distribución de oportunidades de desarrollo territorial. No obstante, el resultado concreto y el sentido general del impacto territorial producido por estas medidas debe ser establecido para cada caso particular.
A pesar de la importancia y relevancia del tema, sin embargo, son pocos los estudios y evaluaciones concretas realizados con el propósito de evaluar los impactos territoriales de la descentralización.
Las políticas de incentivo a la participación privada en la inversión y gestión de bienes y servicios previamente suministrados por el estado han debido tener impactos territoriales importantes. Es de esperar que las inversiones y su localización se realicen con una lógica diferente a la original, con impacto sobre las posibilidades de acceso a ciertas facilidades por parte de determinados grupos de población y territorios. Así como las lógicas de inversión pública y de prestación de servicios tenían un patrón territorial específico en el modelo anterior, es de esperar que éste se haya transformado. No obstante, es imposible determinar a priori este impacto, e igualmente difícil predecir la existencia de un patrón único.
También es predecible que este impacto se esté sintiendo a diferentes escalas territoriales, dependiendo del ámbito en el que se hayan dado estas transformaciones: las escalas más probables son la nacional y la local, y en algunos casos la estadual, departamental o provincial, en aquellos países en donde los niveles territoriales intermedios tienen ingerencia sobre este tipo de decisiones. En las publicaciones y ponencias sobre temas regionales y urbanos se habla por lo general de un impacto territorial negativo, de incremento en las diferencias de riqueza y crecimiento entre los territorios aunque con muy poca frecuencia se aportan estudios empíricos de apoyo. Las investigaciones en el tema de las privatizaciones son abundantes aunque por lo general, lamentablemente, no se interesan por establecer un balance territorial, sino más de tipo social, económico, financiero u organizacional.
El segundo bloque de políticas es el urbano. Las investigaciones urbanas hacen alusión a las profundas modificaciones en los estilos de gestión y gobierno urbanos, a las transformaciones en las estrategias y en los contenidos de la planificación e, incluso, en las referencias o emblemas urbanos considerados como modelos a seguir. Se sugiere la existencia de variados impactos sobre las formas de organización de la ciudad, sobre su tamaño, su densidad, sus niveles de segregación social y sus ritmos de crecimiento. Algunos de los temas más recurrentes son la aparición de “enclaves urbanos”, el cambio en las modalidades de ejercicio de la solidaridad social, la aparición de “Nuevos Objetos Urbanos” con repercusiones sobre las formas generales de organización de la ciudad. No obstante, al igual que en los casos anteriormente mencionados, aunque hay un cambio más o menos universal en los parámetros del pensamiento, son grandes las diferencias de aplicación y de resultados, haciendo muy difícil la tarea de establecer una única tendencia de cambio.
Cultura y territorio
Algunas de las transformaciones económicas con impactos territoriales están íntimamente entrelazadas a cambios culturales, sin que una clara relación de causalidad haya sido establecida: de lo económico a lo cultural o viceversa. Dada su importancia, es menester mencionarlas.
La manera como se interviene sobre ciudades y territorios, y el sentido que se le otorga a estas intervenciones depende en buena medida de los modelos tomados como referencia. Estos modelos se construyen por lo general a partir de casos concretos considerados exitosos, derivando de ellos lecciones y recomendaciones para obtener resultados semejantes. Las imágenes de ciudad ideal, del deber ser, del éxito territorial se transforman permanentemente y modifican la manera como las personas se ven a sí mismas, como evalúan y juzgan sus propios medios de vida, sus territorios y ciudades. Estas modificaciones repercuten al final en el tipo de organizaciones e instituciones de las cuales se dotan las sociedades locales y contribuyen así a transformar de forma durable las formas y el sentido de la acción colectiva. En estas condiciones, la comparación y la emulación sirven de medio para la transformación de las mentalidades, de las instituciones y de las políticas; por esta vía, por tanto, contribuyen a modificar las ciudades y los territorios.
Otra vía de intervención de la cultura sobre el territorio penetra a través de los individuos pero puede tener consecuencias sociales de gran envergadura. Los medios de comunicación, publicidad, entretenimiento y espectáculo propios del momento actual ponen en contacto formas y modos de vida lejanos. A través de este contacto se crean estereotipos culturales asociados con objetos de consumo, edificaciones, paisajes internos y externos que se imitan y dan lugar a la aparición de nuevas formas urbanas, algunas de las cuales se apoyan en la mundialización de los mercados: Centros comerciales, distritos de negocios, barrios, clubes, centros de recreación y entretenimiento. Estas nuevas formas urbanas transforman parcialmente, y en algunas ocasiones integralmente, el funcionamiento de las ciudades, su organización, su aspecto. En este caso, los cambios físicos sirven de aval a, o en ocasiones incluso de medio, transformaciones sociales mayores. Por consiguiente, es pertinente e interesante conocer los procesos de formación y cambio de estos patrones culturales, de sus repercusiones sobre el espacio físico y de sus impactos sobre las condiciones de vida de los seres humanos y los grupos sociales que conviven con estas modificaciones.
Algunas referencias bibliográficas
La presentación de preguntas de investigación en esta última sección no se acompañó de referencias bibliográficas, dada la falta de conocimiento de trabajos con el perfil sugerido en estas notas. Nuestra falta de conocimiento no significa obviamente la inexistencia de los mismos, es simplemente un déficit de información que esperamos subsanar en el futuro inmediato.
No obstante, consideramos oportuno comentar algunos de nuestros propios trabajos con el fin de aclarar cómo se encuadran dentro de las búsquedas acá sugeridas y enunciadas. Algunos de ellos están disponibles en medio electrónico y otros no:
1. Con el propósito de avanzar en la reflexión acerca de los procesos de construcción de ideas de ciudad y territorio, paso preliminar para investigar su incidencia en los procesos reales de construcción histórica de estos espacios sociales en la América Latina más reciente, el ILPES publicó un ensayo intitulado: “Pensar el territorio: los conceptos de ciudad-global y región en sus orígenes y evolución”, Serie Gestión Pública No.40, ILPES, CEPAL, Naciones Unidas, disponible en :http://www.eclac.cl/cgibin/getProd.asp?xml=/publicaciones/xml/9/13859 /P13859.xml&xsl=/ilpes/tpl/p9f.xsl&base=/ilpes/tpl/top-bottom.xslt 2. En esta misma línea de búsqueda, se hizo un balance de la manera como los investigadores urbanos dedicados a América Latina y el Caribe han encarado la reflexión acerca de las relaciones entre ciudad y globalización. Se trata de un balance de lo producido en los encuentros de la Red Iberoamericana de Investigadores sobre Globalización y Territorio, arriba mencionada. Como en el caso anterior, este trabajo es de carácter preliminar y debería complementarse posteriormente con investigaciones que permitan conocer cómo otros actores urbanos han construido representaciones y conceptos acerca de esta misma relación y cómo éstos han incidido en el diseño de las políticas urbanas de nuestras ciudades o, incluso, en las tendencias de la inversión privada en vivienda o en edificaciones de uso comercial y productivo. Este trabajo también fue publicado por el ILPES bajo el título “Ciudad y globalización en América Latina: estado del arte”, Serie Gestión Pública No.37, disponible en medio electrónico en: http://www.eclac.cl/cgi-bin/getProd.asp?xml =/publicaciones/xml/8/13868/P13868.xml&xsl=/ilpes/tpl/p9f.xsl&base=/ilpes/tpl/topbottom.
xslt.
3. Un balance semejante pero ahora centrado en la investigación latinoamericana
acerca de las disparidades económicas territoriales fue también publicado por el ILPES bajo el
título: “Evolución reciente de las disparidades económicas territoriales en América
Latina: estado del arte, recomendaciones de política y perspectivas de investigación”, Serie
Gestión Pública No.41, disponible en medio electrónico en: http://www.eclac.cl/cgibin/
getProd.asp?xml=/publicaciones/xml/6/13866/P13866.xml&xsl=/ilpes/tpl/p9f.xsl&base
=/ilpes/tpl/top-bottom.xslt 4. Finalmente, el trabajo más completo con el que realmente iniciamos nuestra
reflexión acerca de las relaciones entre globalización y territorio fue publicado en
compañía con Josefina González bajo el título “Industria y ciudades en la era de la
mundialización. Un enfoque socio espacial”, Tercer Mundo Editores, COLCIENCIAS, CIDER, Bogotá,
1997.
Este trabajo no está disponible en medio electrónico aunque algunos fragmentos y capítulos han sido agregados a los enlaces que se han hecho a lo largo de este trabajo. Para mayor información sugerimos tomar contacto con la página http: cider.uniandes.edu.co
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1. Función de coordinación de planes y políticas, Leornardo Garnier,
(LC/L.1329-P; LC/IP/L.172) Nº de venta: S.00.II.G.37 (US$10.00), 2000 www 2. Costo económico de los delitos, niveles de vigilancia y políticas de
seguridad ciudadana en las comunas del Gran Santiago, Iván Silva, (LC/L.1328-P; LC/IP/L.171) Nº de venta: S.00.II.G.14 (US$10.00),
2000 www 3. Sistemas integrados de administración financiera pública en América Latina,
Marcos Makon, (LC/L.1343-P; LC/IP/L.173) Nº de venta: S.00.II.G.33 (US$10.00), 2000 www 4. Función de evaluación de planes, programas, estrategias y proyectos, Eduardo
Wiesner, (LC/L.1370-P; LC/IP/L.175) Nº de venta: S.00.II.G.49 (US$10.00), 2000 www 5. Función de pensamiento de largo plazo: acción y redimensionamiento
institucional, Javier Medina, (LC/L.1385-P; LC/IP/L.176), Nº de venta: S.00.II.G.58 (US$10.00), 2000 www 6. Gestión pública y programación plurianual. Desafíos y experiencias recientes,
Ricardo Martner, (LC/L.1394-P; LC/IP/L.177), Nº de venta: S.00.II.G.67 (US$10.00), 2000 www 7. La reestructuración de los espacios nacionales (LC/L.1418-P, LC/IP/L.178) Nº
de venta: S.00.II.G.90 (US$10.00), 2000 www 8. Industria y territorio: un análisis para la provincia de Buenos Aires, Dante
Sica, (LC/L.1464-P; LC/IP/L.185), Nº de venta: S.01.II.G.52, (US$10.00), 2001 www 9. Policy and programme evaluation in the english-speaking Caribbean: conceptual
and practical issues, Deryck R. Brown (LC/L.1437-P; LC/IP/L.179) Sales Number: E.00.II.G.119 (US$10.00), 2000 www 10. Long-term planning: institutional action and restructuring in the Caribbean,
Andrew S. Downes,(LC/L.1438-P; LC/IP/L.180) Sales Number: E.00.II.G.120 (US$10.00), 2000 www 11. The British Virgin Islands national integrated development strategy, Otto
O'Neal, (LC/L.1440-P; LC/IP/L.181) Sales Number: E.00.II.121 (US$10.00), 2000 www 12. Descentralización en América Latina: teoría y práctica, Iván Finot, (LC/L.
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territorial, Edgard Moncayo Jiménez, (LC/L. 1587P;
LC/IP/L.190), Nº de venta: S.01.II.G.129, (US$10.00), 2001 www 14. Perú: gestión del Estado en el período 1990-2000, Carlos Otero, (LC/L.
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reformas: el caso de Argentina, Héctor Pistonesi, (LC/L. 1659-P; LC/IP/L. 196), Nº de venta: S.01.II.G.193 (US$10.00), 2001 www
16. Políticas de concesión vial: análisis de las experiencias de Chile, Colombia
y Perú, Dolores María Rufián Lizana, (LC/L.
1701-P; LC/IP/L. 199), Nº de venta: S.02.II.G.12 (US$10.00), 2002 www 17. El sistema presupuestario en el Perú, Rossana Mostajo, (LC/L.1714-P; LC/IP/L.200), Nº de venta: S.02.II.G.24 (US$10.00), 2002 www 18. Competitividad, eficiencia energética y derechos del consumidor en la economía chilena, Patricio Rozas Balbontín, (LC/L.1718-P; LC/IP/L.201), Nº de venta: S.02.II.G.29 (US$10.00), 2002 www 19. Perú: el Estado como promotor de la inversión y el empleo, Juan Carlos Lam, (LC/L.1727-P; LC/IP/L.202), Nº de venta: S.02.II.G.37 (US$10.00), 2002 www 20. La equidad distributiva y el sistema tributario: un análisis para el caso argentino, Juan Carlos Gómez Sabaini, Juan José Santieri y Darío Alejandro Rossignolo, (LC/L.1733-P; LC/IP/L.203), Nº de venta: S.02.II.G.43 2002 www (US$10.00), 2002 www 21. ¿La presupuestación tiene algún futuro?, Allen Shick, (LC/L.1736-P; LC/IP/L.204), Nº de venta: S.02.II.G.46 (US$10.00), 22. El proceso de privatizaciones en el Perú durante el período 1991-2002, Ariela Ruiz Caro, (LC/L.1762-P; LC/IP/L.207), Nº de venta: S.02.II.G.75 (US$10.00), 2002 www 23. Reformas y políticas sectoriales en la industria de telecomunicaciones en Chile y Perú, José Ricardo Melo, (LC/L.1768-P; LC/IP/L.208), Nº de venta: S.02.II.G.83 (US$10.00), 2002 www
Globalización y territorio
24. Desarrollo local y alternativas de desarrollo productivo: el impulso de un
cluster eco-turístico en la región de Aysén, Iván Silva Lira, (LC/L.1804-P; LC/IP/L.210), Nº de venta: S.02.II.G.124 (US$10.00),
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telecomunicaciones de América Latina, Patricio Rozas Balbontín, (LC/L.1810; LC/IP/L.211), Nº de venta: S.02.II.G.121 (US$10.00), 2002
www 26. Identificación y análisis de oportunidades de inversión para la Región de
Aysén, Varios autores, (LC/L.1745-P; LC/IP/L.205), Nº de venta: S.02.II.G.57 (US$10.00), 2002 www 27. Nuevos enfoques teóricos, evolución de las políticas regionales e impacto
territorial de la globalización, Edgar Moncayo Jiménez, (LC/L.1819-P; LC/IP/L.213), Nº de venta: S.02.II.G.131 (US$10.00), 2002
www 28. Concertación nacional y planificación estratégica: elementos para un “nuevo
consenso” en América Latina, Ariela Ruiz Caro, (LC/L.1827-P; LC/IP/L.214), Nº de venta: S.02.II.G.134
(US$10.00), 2002 www 29. Planificación estratégica territorial y políticas públicas para el
desarrollo local, Antonio Elizalde Hevia, (LC/L.1854-P, LC/IP/L.217), Nº de venta: S.03. II.G.24 (US$10.00), 2003 www 30. Constitución política, acuerdo nacional y planeamiento estratégico en el
Perú, Fernando Sánchez Albavera, (LC/L.1861P;
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institucional al desarrollo territorial, Manuel Dammert Ego Aguirre, Volumen I (LC/L.1859-P; LC/IP/L.219) Nº de venta
S.03.II.G.31; Volumen II (LC/L. 1859/Add.1P; LC/IP/L.219/Add.1), No de venta: S.03.II.G.32 (US$10.00), 2003 www 32. Planificación estratégica y gestión pública por objetivos, Fernando Sánchez
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América Latina, Iván Silva Lira, (LC/L.1882-P; wwwLC/IP/L.223), Nº de venta S.03.II.G.47 (US$10.00), 2003 34. Comienzos diversos, distintas trayectorias y final abierto: una década de
privatizaciones en Argentina, 1990-2002, Pablo Gerchunoff, Esteban Greco, Diego Bondorevsky, (LC/L.1885-P; LC/IP/L.226), Nº de
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telecomunicaciones: el caso de Telefónica S.A., Patricio Rozas Balbontín, (LC/L.1934-P; LC/IP/L.228), Nº de venta S.03.II.G.93 (US$10.00), 2003
www 37. Ciudad y globalización en América Latina: estado del arte, Luis Mauricio
Cuervo G., (LC/L. 1979-P; LC/IP/L.231), N° de venta S.03.II.G.138 (US$10.00), 2003 www 38. Descentralización en América Latina: cómo hacer viable el desarrollo local,
Iván Finot, (LC/L.1986-P; LC/IP/L.232), N° de venta S.03.II.G.147 (US$10.00), 2003 www 39. La gestión pública en la Región Metropolitana de Santiago de Chile:
aproximación a través del caso ambiental, Rodrigo Núñez, LC/L.1987-P; LC/IP/L.233, N° de venta S.03.II.G.148 (US$10.00), 2003 www
40. Pensar el territorio: los conceptos de ciudad-global y región en sus
orígenes y evolución, Luis Mauricio Cuervo González, (LC/L.2008-P; LC/IP/L.236), N° de venta S.03.II.G.169 (US$10.00), 2003 www 41. Evolución reciente de las disparidades económicas territoriales en América
Latina: estado del arte, recomendaciones de política y perspectivas de investigación, Luis Mauricio Cuervo González,
(LC/L.2018-P; LC/IP/L.238), N° de venta S.03.II.G.179 (US$10.00), 2003 www 42. Metodología para la elaboración de estrategias de desarrollo local, Iván
Silva Lira, (LC/L.2019-P; LC/IP/L.239), Nº de venta S.03.II.G.181 (US$10.00), 2003 www 43. Acuerdo nacional y gestión presupuestal en el Perú, Fernando Sánchez
Albavera, (LC/L.2020-P; LC/IP/L.240), Nº de venta S.03.II.G.182 (US$10.00), 2003 www 44. La cuestión regional y local en América Latina, Luis Lira Cossio,
(LC/L.2023-P; LC/IP/L.241), Nº de venta S.03.II.G.187 (US$10.00), 2003 www 45. Tax reforms and fiscal stabilisation in Latin American countries, Ricardo
Martner and Varinia Tromben, (LC/L 2145-P; LC/IP/L.244), Sales Number S.04.II.G.73 (US$10.00), 2004 www 46. La sostenibilidad de la deuda pública, el efecto bola de nieve y el “pecado
original”, Ricardo Martner y Varinia Tromben, (LC/L.2150-P; LC/IP/L.246), N° de venta S.04.II.G.75 (US$10.00), 2004 www 47. La relaciones entre niveles de gobierno en Argentina. Raíces históricas,
instituciones y conflictos persistentes, Oscar Cetrángolo y Juan Pablo Jiménez, (LC/L.2201-P; LC/IP/L.248), N° de venta
S.04.II.G.126 (US$10.00), 2004 www 48. Capital institucional y desarrollo productivo. Un enfoque de políticas
públicas, Eugenio Lahera, (LC/L.2223-P; LC/IP/L.251), N° de venta S.04.II.G.141 (US$10.00), 2004 www 49. Desarrollo económico local/regional y fomento productivo: la experiencia
chilena, Iván Silva y Carlos Sandoval, (LC/L.2279-P; LC/IP/L.252), N° de venta: S.05.II.G.60 (US$10.00), 2005 www 50. 50 Opciones para enfrentar el sesgo anti-inversión pública, Ricardo Martner
y Varinia Tromben, (LC/L.2321-P; LC/IP/L.256), N° de venta S.05.II.G.64 (US$10.00), 2005 www
51. Funciones básicas de la planificación económica y social, Juan Martin, (LC/L.2363-P; LC/IP/L.260), N° de venta: S.05.II.G.102 (US$10.00), 2005 www 52. El falso espejo de la ciudad latinoamericana, Luis Mauricio Cuervo, (LC/L.2417-8 LC/IP/L.264) N° de venta: S.05.II.G.164 (US$10.00), 2005 www 53. Política fiscal y protección social, Ricardo Martner y Eduardo Aldunate, (LC/L.2485-P; LC/IP/L.267), N° de venta: S.06.II.G.17, 2006 www 54. Planificación y presupuestar en Uruguay los Avatares. Los avatares de un presupuesto quinquenal, Isaac Kumasky (LC/L.2486-P; LC/IP/L.258), : S.06.II.G.19, 2006 www 55. Sistemas de buenas prácticas en desarrollo económico local. Una revisión preliminar de la experiencia, Sorely Martínez y Luis Mauricio Cuervo (LC/L.2495-P; LC/IP/L.269), N° de venta: S.06.II.G.26 2006 www 56. Globalización y Territorio, Luis Mauricio Cuervo (LC/L.2508-P; LC/IP/L.271), N° de venta: S.06.II.G.36, 2006 www • El lector interesado en adquirir números anteriores de esta serie puede solicitarlos dirigiendo su correspondencia a la Unidad de Distribución, CEPAL, Casilla 179-D, Santiago, Chile, Fax (562) 210 2069, correo electrónico: publications@cepal.org.
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